El pintor de las mujeres-soles




El pintor de las mujeres-soles,
abandonado en su empecinada claridad,
hizo su último viaje ya muy solo
sobre el Atlántico
y fue sepultado cuando llegó.
El pintor, brilloso como la luna,
con su pelo largo, con su barba culta de polvo
escupió el cangrejo desde un dibujo
y le puso fecha a su despedida.

Y siguió queriendo
aunque no fue amado quizás ni como ser humano.
Y siguió aprendiendo
el camino de la soledad en todo momento.
Y se fue entre seres alucinantes
con su pelo largo, con su barba culta de polvo,
descargando gritos sobre las almas
mientras los beatos se persignaban.
Y él no tuvo iglesias,
pero algo de altares al amor
hubo entre sus lienzos.
Y en la fantasía iba platicando
su viaje hacia el universo.

El pintor de las enredaderas de luz
escribió sus últimos signos
con triste desesperación.
Y dejó sus restos a los amigos,
pidiéndoles sólo paredes para sostenerlos.