Nunca he creído que alguien me odia




Nunca he creído que alguien me odia
aunque me hayan querido matar.
Tras mis asesinos se esconde otra fuerza
que sí es mi enemiga mortal.

Todos los tipos de muerte hacen cola
ante mi puerta, esperando su hora.
El instrumento es quien cambia de rostro,
pero yo sé que hay un único odio.

Sé que todas las palabras
con que le canto a la vida
vienen con muerte también.
Sé que el pasado me odia
y que no va a perdonarme
mi amor con el porvenir.

Por eso manda verdugos
con todos los uniformes.
Mi asesino es el pasado,
aunque con mano de hombre.

Siempre que un hombre le pega a otro hombre
no es al cuerpo al que le quiere dar:
dentro del puño va el odio a una idea
que lo agrede, que lo hace cambiar.

Cuando lo quieto se siente movido,
todo cambia de sentido.
Y en la medida en que todo acelera,
sigue cambiando la esfera.

Siempre tendré un enemigo
con el semblante arrugado
y más cansado que yo:
El que, al largo de su sombra,
quiera cortar la medida
de cada revolución.

Y ya se dijo que es más grande
que el más grande de nosotros.

Ya se dijo que se hace
para otros.