Un barco sigue al mundo




Lo primero del mar es partir,
dejando en el borde toda prisa.
Después viene, lenta,
la soledad
de cada hierro a la luna,
la soledad
que lleva al hombre vestido,
la soledad
de cada vena del barco.

-¿Dónde estará? -dicen todos los ojos,
muy a pesar del juego y la sonrisa,
surcando un tono extraño de los gritos.
Y recostado al mar,
como única mujer,
un barco sigue al mundo.

Lo segundo es el miedo a la noche,
a la noche marina bellísima,
mientras sobre cubierta
la soledad
hace masacre sin tregua,
la soledad
se sube al puente y golpea,
la soledad
llueve de popa a proa.

Se deja atrás el próximo futuro,
la posibilidad de no ser padre,
la guerra azul temblando en la palabra.
Y recostado al mar,
como única mujer,
un barco sigue al mundo.