El hombre nace para la verdad



Entrevistó: Mayra Beatriz y Froilán, para la revista Somos Jóvenes #103, Cuba.
de Junio del 1988

En tus canciones unes reiteradamente los conceptos de “cantar”, “amar” y “morir”. ¿Es que acaso te debates en la vida entre esas tres fuerzas?

No lo creo. Seguramente tengo el mal vicio de los verbos infinitivos. A veces –te lo digo mitad en broma, mitad en serio-- la música me impone esas terminaciones: las agudas, por ejemplo, que en el castellano se dan en los verbos o palabras muy secas como verdad. Cuando uno utiliza una estructura musical que lo lleve a ese tipo de terminaciones, pues tiene que recurrir a ellas o tendría que cambiar la música. Claro esto ocurre sólo a veces. Te estoy enfocando el asunto desde un punto de vista desde el cual no se suele enfocar. Me parece interesante hablar de las artesanías… ¿no? tú te referías a…

Cantar, amar y morir.

Yo no estoy de acuerdo.


Entonces, discrepamos.

Bueno, te voy a decir. Podría ser porque resultan ideas que generalizan mucho y encierran en sí mismas conceptos más amplios…

Háblame entonces de las pequeñas muertes cotidianas.

(Rápido). Cuando abro la pila y no hay agua. Eso es horrible, espantoso. O cuando estoy haciendo algo y necesito ver y se va la luz.
Hay otras, pero que tienen tan distinta naturaleza… En todo caso lo que se muere… (se echa hacia atrás en su asiento, suspira, comienza a responder lentamente). Trato que lo que se muere dentro de mí sea porque realmente no resiste ni una transfusión más. Mientras haya posibilidad de vida, dentro de mí no se muere nada… ¡que valga la pena, digo! Hay cosas que sí, que lo mejor es dejarlas morir.

Te voy a devolver una pregunta tuya de hace 21 años. Tú decías “Sufrir, ¿qué forma tiene? ¿Qué cabeza?”

Eso es muy vallejiano. Yo era mucho más vallejiano hace 21 años que ahora, por supuesto. Estaba sencillamente ahogado dentro de Vallejo. No es más que una metáfora.

Pero resuélvela.

No. Si ni siquiera entonces yo la contesté ¿La tengo que responder ahora? ¡Madre mía! (Aprieta, una contra la otra, las manos con impaciencia)

¿Sufrir? ¿Sufrir? Yo no sé. Son preguntas que se las traen y no estoy preparado para responderlas, no puedo responder con ligereza.

La poesía, como diría Lezama, es un escaparate mágico donde se verifican laberintos y enlaces. ¿Cuáles son para ti sus imbricaciones?’ ¿Constituye un hecho vital o un simple recurso expresivo?

(Le brillan los ojos). Tú sabes que ahora que me hacen esa pregunta me doy cuenta que hay algo que siempre he querido decir.

Como se ha hablado tanto de lo críptico de Lezama… Es verdad que yo he querido leer muchas veces a Lezama y cuanto más he querido leerlo adoptando una postura tensa de querer entender, no entiendo nada.

Sin embargo, he podido… a partir de un libro que el propio Lezama me regaló: Dador. Hasta entonces me costaba mucho acercarme a él por las lecturas, pero a partir de conocerlo personalmente, de que tuviera ese gesto tan bonito de regalármelo, de habernos pasado unas horas conversando… porque hablamos de muchas cosas: de Martí, del abuelo de Lezama que fue coronel de la guerra, hablamos de la poesía, de la música, de los tupamaros, de los niños… Ah (se ríe a carcajadas)… él le decía a los niños “los tupamaros”, los niños del barrio que se le asomaban a la ventana. Él los ahuyentaba con el aparatito del asma. Los soplaba… Era increíble…

Entonces quizás haber conocido esa dimensión de Lezama, verlo hombre, humano, y no vaca sagrada, no demonio metafísico, me llevó a abrir el libro y leer sin proponerme de antemano entender. Y yo no sé si comprendí lo que él quiso decir, pero entendí muchas cosas.

Y tal vez es esa una función de la poesía. Llegar de esa manera… Sin duda ha de ser una de sus funciones: hacer participar. La poesía, que ya es un resultado de la creación, convertirse también en un agente creador, porque despierta las capacidades artísticas en los seres humanos. Si ese no fuera su papel fundamental, uno pudiera aventurarse a decir que por lo menos sería el más hermoso.

Eso es para mí la poesía; esa satisfacción, ese goce que me produce el hecho creacional, esa conmoción. No es, por supuesto, un simple recurso expresivo. Es probable que se acerque más a un hecho vital.

 

"…NO ME EMBRIAGA LA ALTURA, NI ME ABURREN LOS SUEÑOS, NO ES POR MODA QUE ESTALLO Y ME EMPEÑO…"

¿Qué importancia le concedes a los sueños? ¿Cuéntanos uno que recuerdes?

Muy grande. Yo he soñado mucho: en el sentido en que se dice sueñan los artistas. Y he soñado dormido, como todo el mundo. (Empieza a reírse bajito)

¿Tú quieres que te cuente un sueño?

Pues este es uno de cuando yo tenía, supongo cuatro o cinco años, porque recuerdo que mi hermana María había acabado de nacer y yo le llevo cuatro. Soñé que la tierra, hasta donde podía ver, eran brazos levantados de millones de personas y que esa gente me llevaba cargado de un lugar a otro. En vez de yo caminar, la gente me llevaba. (De pronto se pone serio).

Tuve otro sueño que me impresionó mucho: Yo estaba en un edificio alto del Malecón, era de noche, de madrugada.

Caminaba por un pasillo, abría una puerta y ahí dentro estaba acostado un amigo, quien, evidentemente, estaba enfermo o convaleciente. Inmediatamente se desata una tormenta muy grande y veo por una ventana cómo desde la profundidad del mar avanzan nubes muy negras y rayos y se empieza a encrespar el mar y empieza a entrar el agua en la ciudad. Todo eso lo veo desde la altura de mi edificio Y aquel amigo me dijo una frase de una canción de Martín Rojas: “Se fue tornando púrpura su paso”. Y con la misma sigue entrando el mar con más fuerza y más fuerza, y crece y empieza a derrumbar la ciudad.

Yo veía como unas culebritas de luz –que eran al principio dos y tres y cuatro… después veinte, ochenta, doscientas, miles— venían nadando por el mar y, cuando veo que agua sube a la altura del edificio, salgo corriendo, me subo a la azotea y veo que aquellas culebritas que me parecían blancas, en realidad eran púrpuras, de un blanco púrpura, y en la medida en que sube el agua las voy viendo con más nitidez y me doy cuenta entonces que son gentes, gentes nadando a una velocidad tremenda y cuando el agua llega a la azotea empezaron a dirigirse a mí y a decirme que saltara, que si yo saltaba iba a ser como ellos. No recuerdo si salté o no… creo que desperté en ese momento.

Ese fue un sueño seguramente de mala digestión, a los 20 años.

¿Cómo te consideras a ti mismo?

¿En qué aspecto?

¿Cómo te ves como ser humano?

Perfectamente normal, con algunos problemas de … mmmm... períodos demasiados largos de estados de ánimo, pero que por fortuna sólo son demasiado largos… (Se mira los pies, toma aliento) en algún momento terminan. Mis estados de ánimo tienen un nivel de oscilación temporal prolongando. Me voy hundiendo lentamente y voy saliendo lentamente. Con esa misma lentitud me voy manteniendo a flote. (Nos mira directamente y sonríe con cierta tristeza) Nobody is perfect.

¿Crees en la soledad necesaria para el creador?

A veces. A pesar de toda esa soledad que uno requiere he tenido que componer… yo he hecho canciones hasta en una BTR, en un barco, en hoteles, en todos lados. Pero mentira que no es lo mismo y lo que he hecho es concretar cosas que se han ido decantando dentro de la cabeza, bocetando desde hace un tiempo. Yo no vinculo para nada la soledad con el sentido peyorativo, negativo, que le dan algunos. Estoy seguro de que Carlos Marx no escribió El Capital al lado del horno de una fábrica y sin embargo es una obra de la que hoy se benefician todos los trabajadores del mundo.


¿Crees en el amor como fuerza?

Sí. Cada vez que veo la Guerra de las Galaxias y los jedis dicen esa frase tan bonita: “Que la fuerza te acompañe” pienso que es el amor lo que están deseando que acompañe a la gente.

Te lo digo en términos de ciencia-ficción, pero entendiéndola como una manera de plantear problemas verdaderos de la gente, cotidianos, terrestres, actuales. No es una manera de evadirse como pretenden algunos… El amor sí es una fuerza, porque cuando uno hace cualquier cosa por amor… “Amor con amor se paga” dijo Martí ¿no? Eso despierta inevitablemente fuerzas favorables.

O como dicen ahora allá fuera. “Buenas vibraciones”. Dicen: “Hoy amanecí con buenas vibraciones”, cuando se sienten bien… cuando… mira… en fin: cuando tienen buenas vibraciones –eso se explica solo.

Así se transmiten buenas vibraciones y se reciben buenas vibraciones. Lo enfoco de un modo que puede parecer metafísico pero que no lo es, porque me refiero a la disposición que uno tiene para las cosas, que puede ser también la disposición para el amor; estar predispuesto para el amor y dispuesto para el amor. Todo lo que hagas va a estar impregnado de ese espíritu. Crea una aureola alrededor tuyo.

Yo creo en esas aureolas, se vean o no se vean, se pueda demostrar o no que existen. Te lo digo sin ningún misticismo: no son cosas del más allá, sino del más acá. Totalmente. Porque si no, sal malhumorado a la calle para que veas la cantidad de cosas malas que te ocurren. Y sal contento, feliz y radiante y vas a ver la cantidad de cosas que comprendes, que te salen bien. ¡Hasta tienes más suerte! O crees que tienes más suerte, porque lo que pasa es que andas tan dispuesto para el bien que te parece que eres más afortunado que nunca. Todo eso es amor, una actitud amorosa, y es bueno para la gente y es una fuerza.

¿Y crees en el odio como fuerza?

Lamentablemente, sí. Tengo que creer. El odio tiene fuerza… Mira, cuando a los burgueses se les quitan sus privilegios sienten odio y esa fuerza los hace capaces de las barbaridades más grandes. Ahí tienes el caso de Nicaragua, todo lo que le está costando autodeterminarse. Eso que hay ejercido sobre Nicaragua es odio.

¿Tú nunca lo usarías?

Para mí eso es inconcebible. Me han hecho cosas que me ha molestado pero de eso a sentir odio… me doy cuenta, sin embargo, que hay muchas gentes que están acostumbradas a sentir odio. Hay muchas bajas pasiones sueltas por el mundo. No sé si por culpa de Pandora, cuando abrió la caja, no sé de quién es la culpa pero las hay aún.

El odio adopta muchas máscaras. Cuando es a nivel de perder lo material adopta la forma más grosera y estúpida de odio, pero hay otras más sutiles donde empiezan a jugar las inconformidades de algunos seres humanos que se sienten inferiores y empiezan a no querer que otros hagan cosas para las cuales ellos no se sienten capacitados.

En fin, creo que eso es parte de todas las enfermedades que padece todavía el ser humano y que no son solamente las de origen político.

 

…PORQUE SANGRA DE ABAJO
YO NO VENDO NI RAJO MI PASION…”

Pienso que una de las cosas que atraen a los jóvenes de ti es tu capacidad de audacia. ¿Cómo es que a lo largo del tiempo no la has perdido?

¿Tú lo crees? Y yo te lo agradezco pero precisamente estaba ayer hablando con una muchacha a quien yo quiero y quien me quiere mucho y me estaba diciendo que muchos jóvenes sienten que no soy el mismo –jóvenes creadores, además–… (aprieta la comisura de los labios) que he perdido la audacia, que no me atrevo a decir las cosas de antes. O sea que hay gentes que opinan distinto a ti.

¿Y tú que piensas?

Pienso que nunca haré algo que no tenga deseos de hacer y te garantizo que estoy haciendo lo que siento que debo. Sea audaz o no lo sea… lo que sí no puedo es traicionarme a mí mismo. Conforme no me traicioné antes para darle el gusto a algunos, ahora tampoco lo voy a hacer. Y si no estoy diciendo cosas que decía antes supongo que debe ser por eso: porque las dije antes.

¿En qué cosas de la vida encuentras el optimismo?

En mí, entre otras cosas. Soy capaz de disfrutar y de llenarme de optimismo con cosas que pueden parecer cursis… como el canto de los pajaritos por las mañanas. Yo oigo a los pajaritos cantar y me levanto de lo más feliz. No sé si estaré “matao” por sentir así pero ¡qué le voy a hacer! Es de lo más lindo oír a los pajaritos, es una maravilla ¿tú no crees?

Alguna gente opina que tienes un carácter difícil. ¿Te preocupa lo que la gente puede pensar de ti?

(Se acaricia los labios con la mano derecha y deja correr unos segundos. Entre sus dedos índice y pulgar nos mira, cabeza abajo, una calaverita).

No, no es que me preocupe. Lo que pasa es que he oído a lo largo de todos esos años tantos comentarios en ese sentido que… Hubo una época en que por un problema hasta de morbo me interesaba saber todo lo que decían. Afortunadamente superé esa etapa hace mucho y no es que no me interese lo que piense la gente. Me preocupa saber cómo se aprecie lo que hago, lo que propongo desde el punto de vista artístico, lo que se opina de mi trabajo. Por lo demás –o sea en lo referente a cómo proyecto mi personalidad-- te digo, sinceramente que he llegado a torturar mi carácter.

Cambiemos de tema. ¿Crees en la magia?

(con expresión de convicción absoluta) Yo creo en lo mágico.

¿Has dicho que tus héroes preferidos son los mutantes y los magos en Que levante la mano la guitarra? ¿Por qué unos y otros?

Ah, el problema es que yo no estoy hablando de la magia de mentira, sino de los magos de verdad, de los que hacen su magia en la vida.

Y no hablo de los mutantes como personajes de ciencia ficción sino como personajes posibles, como resultado de posibles mutaciones que habrán de ocurrir en el ser humano: en el sentido de las cosas que genéticamente pueden convertirse en realidad. Lo que pasa es que estamos en una época de tanta hambre, de tanta miseria, de tanto subdesarrollo, que concebir esas cosas es un lujo, realmente –y no dudo que me acusen de pequeño burgués por pensar en esas cosas.

(Se balancea en el silloncito que ahora le sirve de asiento. Parece encantado con el tema)

Te quiero decir con esto que los mutantes… pienso que quizás algunas capacidades… anoche justamente estaba conversando con un grupo de amigos y se hablaba de qué límites tenía realmente el ser humano, suponiendo que, cuando el desarrollo social lo permita, fuera posible potenciar todas las capacidades que posee… me pregunto si tiene límites o no el ser humano… (achica los ojos como si intentara escudriñar en algún sitio, ventana afuera).

Se plantea que lo que se utiliza del cerebro es una parte ínfima y que todo lo demás es infinitamente superior en posibilidades. Pero, una vez que el hombre estuviera en la plenitud de sus facultades: ¿qué sobrevendría entonces?

Pues lo único que resolvería ese problema serían las mutaciones. Mutar. No sé de qué forma. Si con injertos sintéticos a nivel del cerebro o formando nuevas capacidades biológicas que en algún sentido ensancharan las posibilidades del ser humano. Sin lugar a dudas si algún día el hombre llega a la plenitud no habrá hecho otra cosa que estar en el umbral de los mutantes. Así, los mutantes van a jugar un papel muy importante –con cacofonía y todo.

Si tuvieras la posibilidad de viajar un planeta desconocido, ¿qué es lo que más desearías encontrar allí?

(Nos mira burlón. Se ríe). Realmente viajar a un planeta desconocido y esperar encontrar algo me parece quimérico.

Yo trataría de no viajar a un planeta desconocido. Trataría de viajar a uno lo más conocido posible, cuando menos a nivel de aparatos. Porque la verdad que apearse en un lugar sin saber lo que a uno lo espera… soy muy imaginativo y eso, pero tal cosa no está dentro de mi espectro de posibilidades: sería como no estar preparado para nada y no siempre tiene que ir a las cosas con un mínimo de preparación aunque surjan cosas inesperadas. Pero ¡¿desconocido?!...

(Se interrumpe. Justo entonces parece haber advertido nuestra expresión decepcionada)

Yo en un planeta… Claro, un poco sería el colmo de mi realización, porque si yo soy una gente que he tratado de conservar la niñez despierta, la capacidad de asombro, eso debería significar la consecución de mi ideal: llegar a un planeta donde todo fuera asombro y maravilla… aunque habrían algunas cosas terribles, seguramente. Eso es una aventura y como niño al fin, a quien no renuncio, las aventuras me llaman mucho la atención… aunque no todo el tiempo.

 

“… ¿QUIÉN SE ATREVE A DECIRME QUE DEBO ARREPENTIRME
DE LA ESPERMA QUEMANTE QUE ME TRAJO?

¿Qué otras cosas te iluminan, te hacen reconocer y reconocerte?

La historia, nuestra historia, la de los hombres que han hecho este país. Es algo que conmueve mucho y que tengo presente. Yo he llegado a sentir de una forma real el silencio, el ánimo y la inspiración de los hombres de nuestra historia. Quizás producto de mi formación y mis convicciones políticas.

En tus canciones hay una manera propia de enjuiciar las cosas, con tu propia cabeza. Cuando tú dices en Los hombres de Playa Girón que hay un tipo que roba comida y después está dispuesto a dar la vida, creo que haces un acercamiento violento y distinto a la realidad y das elementos que, tal y como se nos enseña idealmente, no se conjugan. Pero en la realidad sí se concilian.

Recuerdo que cuando yo empecé a cantar las cosas que más me gustaban eran las que más sentido de ruptura tenían. En mi caso no me llevaban a la aberración de negar la historia, pero sí a hacer mi propia interpretación de ella. A considerarme dentro de ella no como los otros me querían ubicar, sino como yo mismo sentía que tenía derecho.

No me conformo con la realidad idealizada y la veo tal y como es. En ese sentido fue muy importante para mí conocer a Haydée Santamaría. Por primera vez nos habló de los hombres de la Revolución, de la gesta a partir del Moncada, y nos los describió como seres humanos, nunca como figuras a quienes adorar. Eso, lejos de distanciarnos, justamente nos acercó más a ellos porque nos hacía ver que una gente tan simple como nosotros podíamos llegar algún día a ser como ellos si nos lo proponíamos.

Creo que hay que conocer la verdad. Creo que el hombre nace para la verdad y todo lo que se la escamotee es negativo y es enemigo del hombre. La verdad es la que es amiga del hombre. Creo que detrás de mí, en aquel momento, había eso: muchas preguntas que me hacían ante una historia que se nos contaba con el mismo tono en que se nos contaba la mitología griega y romana en el bachillerato: los héroes, semi-héroes y dioses. Y resulta que esos héroes, semi-héroes y dioses habían sido hombres, hombres comunes aunque con un peculiar altruismo, tenacidad, inteligencia, valentía.

Me gustaría que te refirieras al movimiento trovadoresco en específico. ¿En qué medida tú sientes, como fundador de la Nueva Trova, la continuación y la ruptura en la obra de los más jóvenes creadores? Quiero decir Santiaguito, Gerardo, Tosca…

Creo que hay continuidad en ellos, aunque cada uno tenga sus características. Estilísticamente hablando hay en ellos una muy marcada afinidad hacia el rock en unos, y hacia la música brasilera, en otros.

Es curioso, porque a nosotros nos pasaba otro tanto, lo único que en aquella época era otro el rock y otra la música que se hacía en Brasil. Y también era otra la trova.
Por otro lado ellos no han renunciado a legitimizar la poesía, como nosotros, y eso me parece muy alentador. Pero pienso que la música campesina cubana es la Cenicienta de nuestras atenciones. Salvo el caso de Albita Rodríguez con esas canciones lindas dentro de la tradición del punto y la guajira. Es una pena que exista ese abandono en un mundo musical perfectamente renovable, recreable.

 

“…PUES CONSERVO MIS MANOS
MI SUDOR Y EL HUMANO CORAZON”

Hay recuerdos que lo comprometen a uno (Repasamos los múltiples objetos que guarda por todos los rincones de la casa). Como este. Es de una familia mexicana. Dice: “Gracias por tus canciones, que nos invitan a meditar y nos animan a tratar de encontrarnos nosotros mismos: que Dios te bendiga”. Son cosas del carajo…
(Terminamos deteniéndonos ante una foto bien conocida por todo el mundo. Recuerdo que fue reproducida en una portada de Revolución y Cultura)

¿En el momento de esa foto él se interesa en el trabajo de ustedes?

Sí, mucho. Y de una manera poco cómoda para algunos. Nos preguntaba a Pablo y a mí: “Ustedes que hacen esas giras tan largas y que tienen que trabajar tanto… ¿cuántos conciertos dieron?...” Tantos, le contestamos… “¿Y en cuántos días?”… en tantos… “¿En qué ciudades estuvieron?”… en tales… “Pero vengan acá ¿cómo podían en tan poco tiempo? Así que ustedes llevan un ritmo de vida muy intenso “¿Y no viajan con médico?”… (Abre muchos los ojos y los brazos) ¿Te das cuenta cómo se preocupa por las cosas cotidianas, por las que a veces no se nos ocurren?

¿Qué saldo ha dejado en ti ese encuentro personal?

El privilegio de haber estado con una de las personalidades más importantes de este siglo. Pueden haber otras personalidades, pero pocas son tan importantes en cuanto al mejoramiento humano y en cuanto a la audacia en las ideas y al sentido revolucionario de las ideas y al tipo de huellas tan honda que deja a su paso por el mundo.
La historia no fuera como es si no hubiera existido, ni lo sería mañana. Justamente su dimensión la da el haber nacido y haber podido desarrollar tal actividad desde un país con una economía limitada y resultar de tan largo alcance su pensamiento.

Entonces… date cuenta… (se pasa la mano por la cabeza) yo tengo conciencia de todo eso; haber podido estar en unas pocas y breves oportunidades con él me parece que ha sido uno de los mayores premios que me han tocado en la vida. Esa es una cosa que si llego a viejito, viejito, viejito, estoy seguro que le voy a contar a mis nietos: yo conocí a Fidel.

“Yo te invito a caminar conmigo.”


“Sufrir, ¿qué forma tiene, qué cabeza?”


“Y los árboles fríos del bosque soy yo.”


“Y en la trastienda de una bala, un militar que no ha dormido.”


“Búscate un papalote y deja de soñar.”


“Qué duro será para el poeta llegar al paraíso.”