El trovador además de ente artístico debe ser también educador



Entrevistó: Rosa Velásquez para el periódico Sierra Maestra, Cuba
19 de Noviembre del 1977

Detrás habían quedado, momentos antes, la música cantada con un profundo mensaje y la actuación de sus intérpretes. La primera noche de la Jornada de la Canción Política había dejado su huella allí, en la escalinata de Virgen y Santa Rosa, y se percibía ello en ese ir y venir de trovadores con sus instrumentos, preparándose para la partida.
Así fue como nos dirigimos a Silvio Rodríguez, destacada figura del Movimiento de la Nueva Trova. La presentación cordial, sencilla, nos acercó fácilmente a su persona y partiendo de este encuentro al día siguiente obtuvimos esta entrevista.

¿Cómo concibes la letra de tus canciones?

En esto no hay una motivación constante desde el punto de vista del fenómeno que las genera. Por otra parte, sí hay una motivación constante en la experiencia cotidiana para quien tenga ojos que sean capaces de descubrir la belleza compleja del mundo que nos rodea. La manera de concebirla tampoco tiene un orden ni una regla. Muchas veces escribo las letras de mis canciones sobre una música que ya he más o menos estructurado.
Otras veces, las menos, escribo los textos y después los musicalizo y otras, tengo una temática, quiero decir algo en específico, hago un boceto de texto, trabajo la música por separado y luego ajusto ese boceto inicial de texto y la música y los convierto en la canción. Esas son más o menos las tres maneras “metodológicas” que suelo utilizar para hacer mis canciones. Aunque quiero subrayar que la primera, o sea, hacer la música y luego ponerle el texto, es la que más suelo trabajar.

¿Cómo interpretas esta realidad de nuestros días, la realidad circundante?

El modo en que la interpreto está dado en el texto de mis canciones, yo la interpreto así, como la canto, ni más ni menos, me parece que con una visión lo más revolucionaria posible para mí, con una visión lo más optimista posible y como una gente que está consciente de que el trovador, además de ser un ente artístico, es también un educador y contrae un compromiso grave con la sociedad cuando tiene el micrófono delante, porque lo que expresa, además de entretener, educa o en el peor de los casos deforma. Desde esa óptica, y tratando siempre de que cada contenido revolucionario esté acompañado de una forma también revolucionaria, es que la interpreto.

¿Qué diferencias existen entre el Silvio que se inicia desde Es sed y El sueño colgado de la tierra, y el Silvio actual?

Hay un cambio que lo da la madurez profesional. En la época de esas canciones yo estaba muy lejos de haber estudiado música sistemáticamente. Cuando era niño estudié un poquito de piano, pero con el tiempo lo olvidé. Cuando aquello yo me había acabado de desmovilizar del Ejército y prácticamente todas las canciones que hice en ese período, tanto en el Ejército como cuando me inicié en la vida profesional fueron de una manera totalmente empírica, sin ningún aval técnico.
Indudablemente, la madurez no es sólo desde el punto de vista técnico, sino también humano e influye mucho en lo que uno dice y cómo lo dice. Yo creo que la respuesta más categórica es que sí; hay un hombre más viejo y también hay un creador más viejo, con más experiencia y quizás con un poquito más de conocimiento. De todas maneras hay puntos de contacto en la visión del papel que debe jugar la canción, en la intención de no usarla como un mero entretenimiento sino como un elemento de formación, de denuncia, de exaltación, de agitación y con belleza.

¿Influyó en tu formación y desarrollo como artista la permanencia en el Ejército?

El Ejército es un factor formativo de la personalidad, los hábitos de conciencia de cualquier ser humano, o de cualquier cubano que pase por las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Indudablemente que estas influyeron considerablemente en mi formación política, revolucionaria y humana y ya desde mis primeras canciones se ve una intención de plasmar lo social y no solamente lo íntimo de la vida. Trabajé mucho en secciones políticas en mi última etapa en el Ejército, eso me ayudó mucho.
Hay una cosa muy curiosa y además es la primera vez que se me ocurre esto; ahora que me acordé de mi permanencia en el Ejército. Recuerdo que cuando empecé a hacer mis canciones en las Fuerzas Armadas, y mis compañeros militares veían que hacía una donde hablaba de la discriminación racial o de la solidaridad con Vietnam, a ellos les gustaba, y me estimulaban a que lo hiciera. Sin embargo, cuando salí de allí y me hice profesional, muchos de los profesionales de entonces me dijeron “muchacho, con el swin que tú tienes, para qué cantas esas cosas raras, canta cosas más facilitas, que la gente entiende más.
Ahí se ve la gran diferencia entre un mundo y el otro y cómo influyó el ambiente que me rodeaba en el Ejército en mi decisión de cantar lo que canto y de asumir el arte como lo asumo.

¿Qué puedes decir acerca de las canciones de tema amoroso del Movimiento?

Se ha difundido mucho más de los integrantes del Movimiento, la canción política que la canción amorosa y eso lo ha lastrado porque ha hecho que la gente tenga una imagen falsa de él. El Movimiento de la Nueva Trova tiene una extensa y además hermosa producción de canciones amorosas. Indudablemente la temática social y política es lo más importante para la sociedad, pero uno no debe dejar de analizar por otra parte que también los problemas privados son problemas comunes y afectan a todo el mundo por igual.
Creo que la importancia que pueda tener que el Movimiento haga canciones de amor también se ve desde el punto de vista del contenido, de la visión que da de las relaciones humanas, que no son las que existían antes y además porque él incorpora una intención poética, que durante muchos años se había abandonado dentro de nuestra canción o se había tirado un tanto al olvido.

Existe el criterio de que eres el iniciador del Movimiento de la Nueva Trova, ¿qué opinas de esto?

Es una opinión fundamentada en la difusión. Yo creo que el Movimiento como tal no tiene ningún creador absoluto ni definitivo, había compañeros que estaban trabajando aisladamente y por un problema de circunstancias, yo fui el primero en ser difundido y tuve incluso un programa de televisión que se llamaba “Mientras tanto”, donde mis canciones se dieron a conocer con más rapidez que las de otros compañeros que estaban trabajando antes que yo, por ejemplo Pablo Milanés, Eduardo Ramos, Martín Rojas y Noel Nicola. No creo que el Movimiento sea de la paternidad de un individuo. Su única paternidad para mí es la Revolución, porque sin sus condiciones el Movimiento con las características que tiene no se hubiera realizado.

¿Cómo ves en estos momentos el MNT?

En estos momentos está institucionalizado. Primero fuimos un grupo de gente que empezó y durante varios años estábamos haciendo esto espontáneamente, porque creíamos en esto sencillamente en esta manera de cantar, porque lo sentíamos como un deber y como un placer también.
Después de 1972 la Juventud lo oficializó y apadrinó. Ya se han hecho cuatro encuentros nacionales y otras actividades como la Jornada de la Canción Política, que ya se han hecho cuatro, en que el Movimiento juega un papel fundamental. En estos momentos tiene mucha fuerza, se ha avanzado mucho en cuanto a calidad de sus integrantes, han alcanzado proporciones masivas; uno recorre la Isla y ve que en todas las secundarias, en todas las escuelas y en casi todos los barrios de cualquier municipio hay muchachos que cantan y componen con los filiamientos estéticos y políticos del movimiento. Es que ya se ha transformado en el nombre que le dio, en un movimiento, en una cosa espontánea, en una reacción de la juventud ante la canción, y ante el arte, y yo creo que eso es lo más importante, que sirva de vehículo para que los jóvenes se expresen, se manifiesten de una manera revolucionaria a través del arte.

¿Qué es para ti un trovador?

Yo concibo al trovador con una guitarra en la mano, por lo menos al trovador cubano. Una vez que el trovador abandona la guitarra quizás siga siendo un juglar, pero para mí pierde uno de los elementos fundamentales que caracterizan a la trova nuestra. Creo que la guitarra es el elemento fundamental, es el elemento que utilizan los trovadores en Cuba y no otro por un problema de lucha de clases.
Cuando se inicia la trova, la canción popular en Cuba, quienes la inician son gente pobre, son gente humilde y ellos no tenían posibilidades de tener un piano o un instrumento más caro, tampoco de aprender música, porque quienes la enseñaban cobraban. Una guitarra es un instrumento que se puede hacer hasta de un cajón de bacalao; no sonará tan bien como una Ramírez o como una Chávez, pero en fin suena, y el hombre se puede expresar a través de ella.
También concibo al trovador con un compromiso ante la realidad, con una responsabilidad ante lo que dice: yo no puedo cantar sobre cosas que no me sienta capaz por lo menos de imitar. Quizás uno cante sobre héroes, sobre gentes que han hecho cosas extraordinarias en beneficio de los demás hombres y aunque no todos los seres humanos son capaces de hacer proezas, quien tenga un poco de sensibilidad, por lo menos tiene que ser capaz de imitarlos, de vivir de ese ejemplo o de partir de ese ejemplo.
Tampoco concibo al trovador revolucionario sin una actitud consecuente ante la vida o cantando cosas de mal gusto, chabacanas, superficiales, sino tratando de hacer la canción más revolucionaria cada vez, de hacer la canción más hermosa cada vez, y tratando de ser ni más ni menos eso, revolucionario en el sentido absoluto de la palabra e integral.

¿Qué te interesa más, el texto o la música de tus canciones?

A mí me interesa todo, un cincuenta y un cincuenta, trato de hacer bien las dos cosas, quizás a veces me salga un poco mejor una de las dos y otras no me saldrá bien ninguna, pero es tanta la responsabilidad que uno tiene al educar a través del texto como a través de la música. Lo menos que un profesional responsable se debe proponer es hacer bien su trabajo y por eso siento tanta responsabilidad ante una como ante la otra.

¿Qué planes perspectivos tienes?

Mis planes perspectivos son hacer otro disco de larga duración y seguir trabajando; seguirme superando que por supuesto es muy importante. Además pienso realizar una serie de actividades con Pablo Milanés a principios del año que viene. En cuanto a interpretar otras canciones hay una que yo canto desde hace aproximadamente dos años, que no es mía; es un texto anónimo del siglo XIX que me enseñó mi madre y se llama El colibrí. Yo no canto canciones de otras gentes porque creo que no soy un buen intérprete.
Creo que mi voz alcanza apenas para cantar mis canciones. Si tuviera una voz mejor en todos los sentidos cantaría canciones de Pablo Milanés, por ejemplo, o de otras gentes que me gustan. Una canción de este tipo que comprende un rescate, un sacar a la luz una cosa que no se conoce, ya visto desde el punto de vista, sí es válido que no lo haga, puesto que no es para demostrar que uno pueda hacer una interpretación extraordinaria sino sencillamente para demostrar que había una canción bellísima que estaba olvidada y que vale la pena que se conozca.

¿Quisieras añadir algo más, Silvio?

Sí… gracias.