Entrevista concedida a Página 12



Entrevistó: Karina Micheletto, para el diario Página 12, Argentina.
de Mayo del 2015

Versión íntegra de la entrevista concedida por Silvio.


Para comenzar (y también como siempre) te pido que me cuentes desde dónde estás respondiendo.

Hola Karina, una vez más un gusto saludarte y cooperar contigo y con Página 12. Te estoy escribiendo desde un cuartito de mi casa que uso como oficina. Aquí están mi ordenador, mi mesa de dibujo, varios libreros, una guitarra, un par de cámaras y algunos cuadros. Desde aquí genero buena parte de lo que hago; digamos que es mi rinconcito. Acabo de encender un ventilador a mi espalda, en el suelo. Ya hay mucho calor a fines de abril y la humanidad insular empieza a moverse, por unanimidad, hacia las aguas que nos rodean.

Cada concierto tuyo en la Argentina (algo más seguidos en el último tiempo) se vive previamente como un ritual para sus seguidores locales. ¿Cómo te prepararás (tanto en la Argentina como en otros lugares en los que tiene una conexión especial con el público), tenés algún "ritual" previo?

El trío Trovarroco, con quienes trabajo desde hace 11 años, son de Santa Clara, la ciudad donde reposan los restos del Che y que queda a unos 400 kilómetros. Así que ellos tienen que venir hasta La Habana días antes, a repasar el programa, a montar algo nuevo, si es el caso. Ahora ocurre que además estamos haciendo nuestro primer disco. Hemos hecho y se han filmado muchos conciertos nuestros, pero primera vez que estamos grabando para un disco. La preparación para cualquier movimiento que vayamos a hacer, siempre pasa por largos viajes y coordinaciones.

Los otros músicos, el cuarteto de jazz con quien armé Amoríos, tienen también su propio espacio, participan en otros proyectos. Así que más que rituales estamos entregados a ajustes y coordinaciones. Todo un amable lío, pudiéramos decir.

Es inevitable que en los conciertos la gente pida a gritos "aquellos" temas, aun cuando el programa invita a las canciones nuevas. ¿Cómo manejás esta tensión entre tu obra nueva y la histórica?

Como único se puede: poniendo una de cal y otra de arena. Con los años me he ido flexibilizando. A los 25 todos mis conciertos eran de canciones nuevas. Incluso me parecía una falta de respeto al público que no fuera así. Ya entonces estaba empeñado en dignificar la canción como el gran arte que yo pensaba que era, y no como aquella musiquita de consumo a la que había sido relegada. Pero quizá confundía el oficio de trovar con el del periodista que había sido recientemente. Imagínate.

¿Por qué dedicaste tu nuevo disco a los Amoríos?

De pronto me encontré con unas cuantas canciones con esa temática. Las había hecho en diversos tiempos y espacios, había cantado algunas, aunque no mucho. Hace un año me dije ¿por qué no? Como soy de una generación muy politizada, por el lugar y el tiempo que me tocó, cuando presentábamos este tipo de canciones evitábamos decir que eran de amor, porque enseguida saltaba un listillo y decía “Eh, ¿y las otras no son de amor?”. Por supuesto que todas son de amor, de diferentes tipos de amores, incluso de desamores. Aclaro que estas mías no hablan de pasiones épicas, tipo Tristán e Isolda, sino de a veces escarceos de fulanos con menganas. Y a veces ni siquiera de eso, a veces son canciones que hablan del amor.

Además de los conciertos que darás en el Luna Park, estarás en la inauguración del Centro Cultural Néstor Kirchner, en una presentación de entrada gratuita. ¿Qué significa este evento para vos, después de haber actuado frente a la Casa Rosada, justamente invitado por Néstor Kirchner?

Mira, en realidad fui invitado por la ministra de Cultura, Teresa Parodi, que es una vieja amiga, a hacer un concierto en el Centro Kirchner. A partir de esa certidumbre surgió todo lo demás, o sea que los organizadores lo dispusieron para que el cierre de mi visita fuera la actividad en el Centro. Después nos llegó la noticia que el montaje de la técnica no iba a estar a tiempo, por lo que no iba a ser posible un concierto en el recinto. Entonces sugerí que organizaran un concierto en un barrio bien popular de Buenos Aires, como los que yo hago en La Habana, y creo que eso es lo que vamos a hacer: Un concierto barrial en Buenos Aires.

Recientemente la pianista Martha Argerich declinó su presentación en este espacio, que también iba a tener lugar en la inauguración. ¿Qué opinás de este episodio?

Debo empezar diciendo que tenemos su discografía. Es una artista que amamos, un temperamento pianístico. Es lamentable que una intérprete de la estatura de Martha Argerich sea víctima de una manipulación semejante. No es descartable pensar que los que originaron los rumores tuvieran un interés político: impedir que no se realizaran los recitales anunciados. Me parece en extremo insensible interponerse tan groseramente entre una artista de esa envergadura y su pueblo. Deploro que se salgan con la suya.

En relación también al rol de los medios, leemos esta declaración tuya, a raíz de los conciertos que venís realizando en las barriadas de Cuba: `En los 65 barrios `jodidos´ de Cuba en los que he actuado, aún no he visto a un sólo niño sin escuela, zapatos o asistencia médica. ¿Será esto titular?´. Esa misma frase podría traspolarse a una cantidad de situaciones que no son titulares. Parece muy difícil cualquier construcción con esta dificultad para que sea contada, comunicada a los otros. ¿Cómo se avanza entonces?

Bueno, sabemos que con facilidad se extrae una frase de cualquier parte, se amplifica y se arma un titular ambiguo, pero con gancho. Hay mucha consciencia de la importancia de la divulgación de las ideas. Podría decirse que como nunca. Y los intereses están a la viva, y algunos carecen de escrúpulos. No hace mucho, cuando iba por el concierto 50 de esas presentaciones que hago por los barrios de Cuba, dije que la gente estaba más jodida de lo que pensaba. Inmediatamente tres papagayos empezaron a repetir que me estaba arrepintiendo del comunismo, yo que no milito en ningún partido. Aunque estas cosas pasen, creo que hay que seguir siendo sincero, honesto, hablando lo que se piensa. Y si alguien quiere engañar a costa de uno, se le desenmascara. Una de las causas de estos disloques es que descoloca que alguien quiera algo y a la vez lo critique, como si cuestionar lo que se cree no fuera la actitud más cabal.

Fuiste el invitado de honor de la reciente Cumbre de los Pueblos en Panamá. ¿Cómo viviste ese encuentro y qué crees que significa hoy la Cumbre de las Américas?

La Cumbre de las Américas ha sido como una eclosión, un símbolo de una victoria histórica de la Revolución Cubana. Nos ha dejado un orgullo legítimo, aunque sabemos cuanta sangre, sudor y lágrimas ha costado. Estamos en una situación inédita. Date cuenta que mi generación empezó desde niña a prepararse para combatir la posible agresión de ese país cuyo Presidente acaba de estrechar la mano del nuestro. Es esperanzador, pero también falta mucho por conversar y por hacer, muchos temas pendientes, incluso de principios, como el levantamiento completo de bloqueo. No me voy a meter en terrenos de especialistas, sólo advertir que si por una parte nos contenta que se le dé una oportunidad a la paz, también estamos conscientes de la complejidad de lo que falta. Es loable lo que ha hecho Obama, chapó por el paso. Pero lo primero es respetar el derecho que tenemos, como pueblo, a ser como queramos ser.

¿Cuánto crees que beneficiará el fin del bloqueo a Cuba luego de todos estos años?

En muchas direcciones el fin del bloqueo será positivo. Empezando por ellos. Hay un fuerte lobby de empresarios y productores de granos del sur que desde hace años empujan por la normalización. Y, moralmente, es el mejor paso que pueden dar para empezar a revertir su aislamiento, cada vez más profundo, con América Latina. Para nosotros representa hacer uso, por primera vez, de nuestras plenas capacidades. Una vez el Presidente Correa dijo que el bloqueo era como maniatar a alguien, lanzarlo a una piscina y decir que se ahogó porque no sabía nadar. Es una metáfora perfecta. Pues yo creo que quizá no ganemos las olimpiadas, pero seguro estoy de que vamos a nadar, y bien.

Con la presentación en el Kirchner habrás actuado en casi todos los espacios grandes e importantes de la Argentina. ¿O queda algún otro que sueñes?

A mí, personalmente, me hizo mucho efecto aquella primera vez que vinimos a Argentina, en 1984. No esperaba que hubiera gente con telas en el aeropuerto, ni que hiciéramos tantos conciertos, ni que estuviéramos en todos los medios, tanto suceso que fuimos. Para mí Argentina, desde niño, era un país con una gran cultura, por su cine, sus escritores, sus músicos; por su capital, que es un tópico de belleza y de universalidad. Que vayan a verme a cualquier rincón de la Argentina para mí sigue siendo un premio.

 

Versión publicada por Página 12 el 3 de mayo de 2015: Sigue siendo un premio que en la Argentina vayan a verme