Entrevista en tres partes publicada en la revista La Bicicleta



Entrevistó: Álvaro Godoy, Chile
de del 1984

Silvio Rodríguez en Buenos Aires, primera parte


Chile en la memoria o "eso no está muerto"


 


 


31 mayo 1984


Estaba ansioso, nervioso y emocionado. Para mí no era un entrevistado más; llevaba 15 días en Buenos Aires esperando la llegada de ese ser humano al que considero el mejor compositor de esta época y un amigo en los más íntimos sentimientos. Perdóneme si en esta entrevista no intento ser ni un poco de objetivo.

Pocos sabían cuándo llegaban Silvio Rodríguez y Pablo Milanés a la Argentina; por ello había pocas personas en el aeropuerto esperando a los cubanos. Salieron de Policía Internacional (donde estuvieron largo rato) con su carrito para las maletas como cualquier argentino que regresara a su país. Los amigos se le abalanzan, Silvio grita: “Coño, ¿qué haces tú aquí?” Y abre los brazos esperando el inminente salto de su eufórico amigo. Entre abrazos y besos meto la colita y me presento como periodista de La Bicicleta: “¡Ah! Chico, gracias por lo que han publicado de mí”, me contesta con un apretón de manos.

Al día siguiente la conferencia de prensa dura más de dos horas, pero los periodistas quieren la nota exclusiva que sus jefes les exigen para joder a la competencia. Silvio le da cinco minutos a cada medio; con La Bicicleta conversa al día siguiente con toda calma por más de dos horas.

Delgado, ni bajo ni alto, en su rostro pálido aún se notan marcas de antiguas viruelas o algo así. Viene saliendo de la ducha, ayer fue un día duro para él y se le nota. Por fuera siempre se lo ve calmado, muy calmado; la procesión irá por dentro, pienso yo. Se toma un café bien cargado –no me ofrece-- y comienza la conversa. De los especiales de La Bicicleta sobre él, dice que hemos seleccionado muy buenos materiales, que algunos datos sobre su vida son errados pero no ve intención malévola en ello, a diferencia de otras publicaciones que han dicho que él vive en Europa, para hacer creer que no está con la revolución cubana o que no puede cantar en su país: “Incluso se ha llegado a decir que el Unicornio es la revolución que he perdido”.

Ironiza sobre los análisis de sus canciones que salieron en el último especial: “Parece que dije cosas que ni yo mismo sabía que estaba diciendo”. Y explica: “Lo que pasa es que mis canciones son muy abiertas, por un juego de imaginación que me gusta hacer con la gente y conmigo mismo, me parece más lindo escribir así, en realidad no puedo evitarlo. A ‘Sueño con serpientes’ –por ejemplo— se le puede hacer muchas interpretaciones: psicoanalíticas, sociológicas, políticas, hasta militares si tú quieres (risas), yo mismo le he hecho millones.

Vi clarito el fracaso de la UP

Estuviste en Chile en el 72; ¿qué recuerdos tienes de aquello?

Fui invitado como parte de una delegación cubana, por las juventudes comunistas chilenas a su aniversario, no porque perteneciera al partido sino por ser un cantor destacado y amigo de Isabel Parra. Ella le habló de nosotros –Pablo Milanés, Noel Nicola y yo-- a Gladys Marín, y ella tramitó nuestra venida. Recuerdo que en el aeropuerto estaban los Parra y Víctor Jara. A Víctor lo habíamos conocido ya en La Habana y habíamos cantado juntos. Con él tenía una relación fraternalmente polémica, respecto al folclor…

¿Cuál era la polémica?

¡Chico, sabes que no me acuerdo bien! Pero siempre discutíamos, con un espíritu esclarecedor, eso sí, no eran contradicciones antagónicas. Víctor era una persona muy inquieta intelectualmente y estaba ya muy formado: Lo que sí me resultaba curioso, y es lo que más admiro en él, es que a pesar de haber sido de los cantores chilenos de esa época que verdaderamente sí había investigado en las raíces populares, no cogía el folclor como una pieza de museo y lo calcaba. Nunca fue un folclorista, fue un hacedor de canto nuevo; armónica, melódicamente y de todo punto de vista su concepto de la canción era totalmente moderno. Violeta es otro caso, bueno, ella es sin duda la gran matrona del folclor chileno, y hay que ver lo desprejuiciada que era esa mujer…

Era muy fácil caer entonces en el purismo…

Claro, y es ahí donde tú detectas la gente verdaderamente auténtica, los que no tienen miedo de no ser auténticos, porque lo son tanto que saben que cualquier cosa que hagan tendrá que ver con sus raíces. Cosas tan atrevidas de Violeta, como por ejemplo El Gavilán, que es la obra maestra de un genio, tiene vínculos esenciales con el folclor chileno, y, sin embargo, es de un vuelo imaginativo que también denota contactos con lo mejor de la música universal. Te hablo todo esto porque he oído muchas veces conceptos puristas sobre el folclor de tanta gente que se quiere autotitular madre, hermano o hijo legítimo y no bastardo, del folclor, y es muy aleccionador ver cómo los más profundos son los que menos prejuicios tienen.

Los que sienten como propio el folclor y se sienten con el derecho de seguir trabajando sobre él.

Claro, eso es lo maravilloso. Bueno, siguiendo con los recuerdos, al día siguiente de nuestra llegada nos pasó una experiencia que nunca antes habíamos vivido: nos sorprendió en la calle un motín y nos empezaron a caer bombas lacrimógenas a los dos lados, para mí aquello fue traumático, horrible. ¿Te ha pasado?

Sí… ¿Ese era el humo siempre eterno de tu canción Santiago de Chile?

No, es cuando digo: “allí entre los cerros tuve amigos, que entre bombas de humo eran hermanos”. El humo siempre eterno era la niebla que había en Santiago en aquella época, una llovizna permanente. Los símbolos de invierno son los cerros. Bueno, otra experiencia fue comer erizos por primera vez. Me acuerdo de que nos invitaron a una refinería o algo así…

La de Concón…

Claro, y en el almuerzo nos dieron como unas ostras pequeñitas que cuando tú les echabas el limón se movían, y un compañero de otro país, que no las conocía –yo tampoco las había visto y por poco salto cuando vi que aquello estaba vivo--, tumbó la mesa y todo… (risas) Fue increíble eso, se armó un lío del carajo. Bueno, recuerdo también los cerros de Valparaíso, ¡tan bellos!, es una ciudad hermosísima, es una pena que hayamos estado sólo un día y que la recuerdo tan poco, porque la vi a través de la fiebre. De los lugares donde cantamos sólo recuerdo la Peña de los Parra.

Hicieron un programa de televisión, ¿no?

Sí, cierto, también estuvimos en las oficinas del sello Dicap, la discoteca del cantar popular.

Incluso grabaron algo allí.

Efectivamente, dos o tres temas para hacer un disco colectivo que nunca salió. Recuerdo que una noche tocamos en un coliseo polideportivo, en un liceo y en la Universidad Católica, donde nos tiraron cohetes para sabotear el acto y entraron unos muchachos tocando un tambor muy grande y después los sacaron, pero todo en una onda muy pacífica y muy civilizada, no hubo golpes ni nada de eso.

¿Por qué dices en Santiago de Chile: “allí nuestra canción se hizo pequeña”…?

Porque entonces no había tiempo para nosotros, era tanta la conmoción para nosotros, era tanta la conmoción del proceso, de lo que se vivía en las calles, que nosotros casi pasamos desapercibidos. Recuerdo el desfile del 4 de septiembre y el millón de chilenos que desfiló pidiendo armas, sobre todo los mineros con sus cartelones que decían: “Chicho, danos las armas”. Ese era el canto de la tierra.

¿Y la mujer terrible?

Era terrible de verdad, es alguien muy hermoso, que me impresionó mucho, un ser humano con una fuerza vital extraordinaria.

Tú has conocido a varias mujeres chilenas, ¿no?

He conocido, chilenas, chilenos, chilenitos, chilenotes… (risas)

Bueno, no quieres hablar de eso. ¿Tienes alguna otra canción referida a Chile?

Hice una en Chile, tiene un aire conosureño, se llama América te hablo de Ernesto. Me molestaba mucho la desunión que veía, era algo que me exasperaba. ¿Cómo gente tan politizada, tan clara del objetivo final, pueden ser tan indolentes para comportarse de esta forma? Veía que gran parte de la responsabilidad del fracaso que se avecinaba sería aquello.

¿Tú viste el fracaso?

Yo lo vi clarito. ¡Era una cosa absurda! Aquel hombre solo en La Moneda, decretando cosas que nadie cumplía. Todo el mundo se las echaba por tierra. Pablo refleja muy bien la soledad de ese hombre en su canción A Salvador Allende en el día de su combate por la vida. Estuvimos en La Moneda y conversamos con él, y nos dimos cuenta de que era hombre entregado a la causa de su pueblo, sin lugar a dudas.

¿Cuándo compusiste Santiago de Chile?

El mismo 11 de septiembre, el día del golpe.

 

Por querer a los Beatles

Muchas de tus primeras canciones revelan una inconformidad, una crítica a personas o grupos. ¿Qué pasó con ese ímpetu iconoclasta, rebelde, de canciones como Playa Girón, Debo partirme en dos o Resumen de noticias?

Eran canciones de circunstancia, el producto de la conmoción que estábamos viviendo en aquellos momentos. Ahora la crítica ha pasado a ser algo más conceptual que anecdótico.

¿Cuáles eran los conflictos de aquella época?

Había muchos tipos de conflictos, desde algunos que eran verdaderamente problemas de principio, como la defensa de una nueva canción, que algunos sectores no la comprendían, decían que era rara, que era extranjerizante porque no la sentían cubana, folclórica; hasta tonterías generacionales como el pelo largo o la vestimenta a la hora de salir en televisión. Era una época en que nuestro pueblo se vestía con lo que tenía, era la época del bloqueo, y entonces nos daba vergüenza aparecer frente al público con una ropa especial, lujosa, y cuando nos ofrecían eso, pues lo rechazábamos.

¿Por qué dices en una canción: “y no importa que después me suspendan la función”?

Había sectores que no creían en nosotros, y no sólo del pueblo, sino del poder en la cosa cultural, y tomaban medidas. Incluso había gente que pensaba que no éramos revolucionarios porque asumíamos la crítica desde la canción. También había sectores dentro de la cultura que pensaban que sí, que eso justamente era lo que había que hacer, como Haydée Santamaría, la directora de Casa de las Américas.

¿Cómo fue el asunto de tu marginación de la televisión?

Fue una tontería, una inmadurez tanto por parte mía, como por parte de quien lo sancionó así. Todo fue por una entrevista que me hicieron acerca de los Beatles; me preguntaron qué opinaba de ellos y yo dije que eran muy buenos, figuras de vanguardia, y me botaron, me echaron.

¿Por qué?

Yo todavía no lo sé. Eso sucedió en el año 68.

¿Eran mal vistos los Beatles en Cuba?

Por algunos sectores que tenían criterios muy estrechos. Paradójicamente, cuando yo declaré esto ya los Beatles se escuchaban en todas las radios. Fue una cosa loca.

La oveja negra, ¿se refiere a ti?

No. La oveja negra se refería al Che y a la revolución cubana, porque estábamos poniendo en práctica conceptos nada ortodoxos en cuanto a la relación entre los pueblos; el internacionalismo, por ejemplo.

¿Cómo fue que ingresaste al partido comunista?

Yo no he ingresado al partido comunista. ¿Quién te dijo eso?

En el próximo número, segunda parte: Silvio habla del éxito, de la censura en Cuba, de los caminos de liberación para Latinoamérica, de las bombas nucleares y del significado de sus más enigmáticas canciones.

 

II


La felicidad, el egoísmo, la revolución, los misterios, la muerte




19 junio 1984


Más que una entrevista, fue una conversación, y a ratos, hasta una discusión. Por esto no quise reducirla ni sintetizarla, para que no perdiera el sabor del diálogo. Por su extensión (casi dos horas) la he dividido en tres partes. Paciencia…


Estábamos en una especie de living de una suite del octavo piso del hotel Elevage –el piso entero estaba ocupado por los cubanos-- y a veces costaba concentrarse por las constantes llamadas telefónicas, de periodistas por supuesto, y por la secretaria que entraba y salía, y el mozo con las cocacolas. Silvio, en cambio, permanecía inmutable, como si el más interesado en la entrevista fuese él. En general era lejano, sobre todo en el escenario, pero de repente se aislaba con una persona y, pasara lo que pasara, se tomaba su tiempo, tranquilo, inmune a las distracciones ambientales.

Le pregunto a quiénes conoce del Canto Nuevo. Me habla de Santiago del Nuevo Extremo, de Ortiga y de un caset de Abril que lo impresionó mucho: “Me parece magnífico el trabajo de esos muchachos, no sólo las canciones, sino el trabajo vocal, los arreglos –muy imaginativa la utilización del color— y la voz de la solista Tati Penna es impresionante, es telúrica, a veces no se sabe si es un hombre o una mujer. Tiene, eso sí una afición exagerada por canciones tristes, pero no soy quién para criticar eso”.

¿Conoces a Eduardo Gatti?

Pero hace muchos años. Cuando estuve en Chile no lo pude conocer, pero sí su trabajo: los Blops nos enviaron su primer disco en el año 70 ¿Está cantando solo ahora?

Sí, es quizás el cantautor más popular en estos momentos.

Qué bueno, porque él era muy tímido, no le gustaba cantar. Después nos encontramos en México hace como cuatro años, cuando los Blops eran un trío, estuvimos una noche muy bonita en la casa de Juan Pablo Orrego, creo. Muy lindas las canciones de Eduardo.

En ese momento aparecen Pablo Milanés, su tecladista y el Director de Cuba-Artistas, Pedro Orlando: vienen a compartir su desayuno. Debemos seguir la entrevista en la habitación de Silvio, momento ideal para lanzarle unas preguntas más personales que requerían de un ambiente tranquilo.

Silvio, qué te sucede cuando ves que tanta gente te conoce, cantan tus canciones, persiguen tus casets, te aplauden, te entrevistan. Bien de adentro ¿qué pasa con tu ego?

Tú sabes que ese tipo de cosas siempre me lleva a recordar mi pueblo, cuando yo tenía 10 o 12 años y me escapaba de la escuela y me iba a bañar al río, a costa a veces de las palizas que me daban cuando me descubrían. Me hace recordar también la campaña de alfabetización, cuando dejé mi casa, el calor de mi familia por primera vez y me fui al campo, a las montañas junto con más de cien mil jóvenes, lo sabroso que viví en aquella época, lo despreocupado y el mismo tiempo lo interesado que vivía. Pero vivía con una holgura, con una comodidad que esta profesión te arrebata, y quizás añoro un poco eso.

¿Tú querías ser famoso en tus sueños de adolescente?

Jamás en la vida pensé semejante cosa, me sentía muy bien siendo el hijo de Dagoberto y Argelia.

¿Y qué te sucede ahora, cuando tanta gente te sigue?

Como cuando me siento en el sillón del dentista; que pase pronto. Tú viste ayer lo que se arma, ¿crees que eso pueda ser cómodo o que pueda satisfacer a alguien? Yo creo que quien disfruta de eso es un anormal.

¿Por qué lo haces, entonces, por qué no compones no más y que otros canten tus canciones y te alejas?

Ya es tarde para eso, era lo que deseaba y en una canción lo dije: “yo quería cantar encapuchado y luego confundirme a vuestro lado, aunque así no tuviera amigos y citas y algún que otro favor de una chica bonita”. Ahora es muy difícil hacerlo, chico, porque yo no canto por cantar, tengo un compromiso y es importante que realice esta labor. Yo u otro, a alguien le tiene que tocar.

Pero hay otros a quienes les gusta todo esto.

No, si a mí me gusta cantar y que el mensaje de mis canciones sea comprendido, la parte latosa es cuando la privacidad se ve invadida. Pero estoy consciente de que mi trabajo es útil y eso me da fuerzas.

¿Te consideras una persona feliz?

En todo caso tengo bastantes ingredientes para la felicidad; tengo hijos maravillosos, vivo en una sociedad que no es perfecta –como dice Pablo en una canción-- pero que tiene muchos ingredientes humanos, que asume las necesidades de nuestro pueblo y es capaz de tenderle una mano a otro pueblo necesitado. Son cosas muy grandes que lo hacen sentir a uno orgulloso. Desde el punto de vista profesional, se puede decir que tengo éxito, y no un éxito absurdo, sino que ayuda, que aporta.

Pero a pesar de tener esas cosas, que se supone que a cualquier persona la hacen feliz, ¿eres feliz?

Creo que en muchos sentidos sí lo soy, pero como cualquier ser humano tengo mis inconformidades, mis momentos negros…

En tus canciones se traslucen más bien esos momentos ¿no? incluso tú mismo has dicho que te consideras una persona triste.

¿He dicho? Seguramente estaba triste cuando lo dije.

Pero parece que por más justa que sea una sociedad, como dices que es la cubana, el hombre sigue teniendo conflictos personales, íntimos, existenciales, ¿no?

Aunque se supone que una sociedad más justa, y de hecho es así, colabora a que esos problemas existenciales –por lo menos los de origen social— sean cada vez menores. Pero el hombre tiene demasiados misterios. Y mientras éstos existan, nunca vamos a estar conformes y creo que eso está bien, es parte de la naturaleza humana y del sentido de la vida, de querer seguir…

¿Piensas que esos dolores no van a ser desterrados nunca por ninguna sociedad?

Por lo menos algunas angustias no. A un escritor soviético le preguntaron qué era, para él, el comunismo, y respondió: “la primera oportunidad que tendrá el hombre de enfrentarse con su más terrible drama: la muerte”.

Se dice que el hombre durante toda su historia, ha tenido una personalidad inauténtica, y que esto es la causa de muchas de sus angustias.

La historia de la humanidad tiene su lógica, tiene sus atrocidades, que son parte del desarrollo de la naturaleza humana, y lo que se plantea en este siglo es una transición tan extraordinaria, tan tajante, que a muchos nos puede parecer inconcebible. Porque la historia de la humanidad ha sido siempre la historia de la injusticia, de la explotación, de la represión o la autorrepresión, la historia de la ignorancia, la historia de la angustia, y este siglo lo que plantea es que todo eso se vire…

¿Crees que un cambio de estructura social puede resolver los problemas básicos del hombre?

Inmediatamente no, pero hay que empezar por ahí. Me acuerdo de una vez en que Fidel estaba hablando del socialismo y que, bueno, después llegará el comunismo y un obrero le gritó: ¡Fidel! ¿Y después del comunismo, qué viene? Fidel se quedó un instante pensando y le dijo: “la revolución de la naturaleza”. Eso es bien profundo.

¿Qué será eso? Ojalá que sea de la naturaleza humana.

Ojalá.

 

El Che, un ser extraterrestre

Si te dijera: pide un deseo; ¿elegirías un rabo de nube que se llevara el hambre de un pueblo o su falta de libertad interna?

Yo preferiría un rabo de nube que se llevara el egoísmo, lo que nos impide pensar en los demás y sentir a los demás.

¿De dónde viene ese egoísmo que vemos en tantas sociedades y hace tanto tiempo?

Viene, yo creo, de las relaciones económicas entre los hombres, de las relaciones de producción –en este sentido soy un absoluto convencido de las tesis marxistas--, y de que esas relaciones anormales, egoístas, de apropiación de la riqueza ajena, crean un hábito en los hombres que se va transmitiendo de generación en generación, de sociedad en sociedad. Una costumbre cada vez más ponzoñosa y destructiva. Eso hay que cambiarlo. Hay que hacer muchas revoluciones, entre ellas la propia, la de sí mismo, pero hay que empezar por lo social.

Pero si el hombre es ya egoísta, ¿qué pasa? cambia una estructura social pero se las arregla para seguir siendo egoísta…

Sí, porque es muy fácil cambiar el modo de producción, pero la mentalidad humana es un proceso mucho más lento.

Lo que cambia es el comportamiento de ese hombre porque la situación social no le permite, por ejemplo, seguir explotando, pero sigue siendo egoísta.

Pero, imagínate, el hombre empieza a ser egoísta, no por una condición humana, sino por un problema de distribución de las riquezas. Hace tres mil años el hombre era mucho más brutal e ignorante que hoy y estaba mucho más cerca del animal.

¿Y era egoísta ya?

No, sencillamente ignorante. Cuando a un hombre que era casi un mono, le caía una manzana y otro se acercaba para cogerla, para él lo más fácil era darle con un palo en la cabeza y quedarse con la manzana.

Entonces ¿el egoísmo es inherente al hombre?

Es que somos animales, también, y estamos recorriendo un camino que nos debe alejar de la brutalidad del animal.

Pero parece que es ese egoísmo del hombre el que ha creado estructuras sociales egoístas, porque las sociedades han cambiado una tras otra y el egoísmo sigue estando allí de una forma o de otra.

Digo que cambiar las estructuras sociales es un paso, porque veo que en mí país, por ejemplo, las nuevas generaciones son mejores que las viejas, hay más sentido comunitario, hay menos egoísmo en los niños de ahora que en los de mi generación, y eso es producto de una sociedad más justa, sin lugar a dudas.

Pero, ¿qué pasa con los países que no viven una realidad como la cubana? Hay experiencias comunitarias que no precisan de un cambio de régimen previo, donde se viven y prueban los valores que se postulan para el resto de la sociedad.

Sí, son grupos que hacen sus comunidades aparte. Eso yo no lo cuestiono desde el punto de vista de los beneficios que para sí mismos aporta la experiencia, pero ¿no resulta un poco egoísta con respecto al resto de la sociedad?

No, se vivencia desde lo concreto que significa no ser egoísta y eso se irradia al resto de la gente por vía del ejemplo, la comunicación ¿Qué es realmente ser democrático, no autoritario? Saber qué es, vivirlo desde adentro, empezar a ser lo que se espera, hoy. No se trata de negar los cambios sociales.

Sí, puede ser una vía, pero me parece que va a ser más lento, más difícil, porque cuando lleguen a los millonarios…

Pero esa gente también puede cambiar su mentalidad, de eso se trata; de hecho ha pasado que algunos han cambiado su disposición hacia el poder y el dinero…

¿Y han dejado sus bienes?


Conozco gente que ha renunciado a su herencia.

También en Cuba hubo millonarios que cuando triunfó la revolución lo entregaron todo, pero la mayoría se fueron y empezaron a hacer contrarrevolución.

Por supuesto, no se puede esperar que la gente cambie fácilmente.

Lo que yo espero es que ese cambio llegue a Reagan rápido (risas).

El problema de los cambios externos y rápidos es que a veces no son verdaderos cambios; durante la UP, por ejemplo, se cambiaron estructuras pero la gente seguía con la misma mentalidad y…

Justamente el fracaso de la UP puede haber llevado a algunos a pensar que había otras vías, fue una frustración tan grande que quizás hasta como una solución desesperada algunos han intentado hacerlo por su cuenta; pero una revolución social abarca más espacio y va a las causas de los problemas.

Pero las personas que hacen los cambios tienen que ser personas transformadas, o sea…

El comunismo se construye sin comunistas, es una contradicción pero hermosa, ¿no? Personas transformadas existen, el Che era un hombre con un sentido del desprendimiento, del altruismo, de una dimensión humana que lo hace parecer inhumano, extraterrestre.

 

¿Cómo tú convences a un campesino explotado?

¿Crees que el fin justifica los medios o que los medios determinan el fin?

Sabes, no me gusta responder preguntas tan categóricas porque siempre son trampas. Creo que ambas cosas, a veces sí, a veces, no, no se puede ser absoluto porque de inmediato empiezas a encontrar ejemplos que contradicen lo que acabas de decir.

¿En qué casos el fin justifica los medios?

Siempre que los medios no contradigan la bondad del fin. O sea, no estoy de acuerdo en asesinar por muy bueno que sea el fin, pero es que hay circunstancias en la vida en que un bando le llama asesinar a lo que otro le llama ajusticiar y en ese caso sí estoy de acuerdo con el ajusticiamiento.

Y el otro bando le puede llamar ajusticiar a asesinar…

Sí, el problema es cuando ese bando es el que explota y el que tiene sumido en la miseria a todo un pueblo, pues yo creo que no tiene ningún derecho a denominar… nada. Yo no pertenezco al partido pero soy un hombre que ha tomado partido.

¿Crees entonces que la paz se pueda conquistar a través de su contrario, la violencia?

Como concepto general, no; no me interesa, por ejemplo, la paz que se vaya a conseguir después de una guerra nuclear, pero algunas formas de violencia las comprendo, y aunque sé que son desagradables me doy cuenta de que hay pueblos que tienen razones para ejercerla. Decir lo contrario sería estar en contra de las luchas de liberación que las creo justas. No me gusta que mueran seres humanos, desprecio eso profundamente, pero hay casos en que los poderosos de ninguna manera quieren que impere la justicia social y el hombre lleva demasiados años, siglos de injusticia. ¿Cómo tú convences a un campesino, a quien se le han muerto los hijos de inanición, que ha visto toda su vida explotada, vilipendiada, que no tiene siquiera zapatos, educación, cómo le vas a negar el derecho a ese hombre a que luche?

No a que luche, pero hay formas distintas de lucha, se puede luchar en forma no-violenta, no usar las mismas armas que han usado contra ti.

He visto cómo terminan esas manifestaciones no-violentas; a palos, a golpes, a tortura…

Claro, la violencia siempre va a venir de vuelta de quien la ejerce, los poderosos. Pero, ¿cómo enseñarle a la gente que esa violencia es en sí misma negativa, y que eso no significa dejar de luchar?

Quienes engendran la violencia no son los pueblos, son los poderosos y estos no se resignan a perder su poder, y lo manifiestan a través de la violencia. Entonces una cosa es la violencia y otra la legítima defensa que tiene el hombre, de luchar y conquistar sus derechos.

Pero un poderoso no siempre lo ha sido: “sueña el rey que es rey y sueña gobernando”. Dice Calderón de la Barca en La vida es sueño. En cualquier momento puede dejar de serlo y también un hombre del pueblo puede llegar a ser poderoso y entonces su violencia se volverá contra sus…

Pero es que hay quienes no se resignan a pasarse toda la vida con esas seguridades filosóficas que tú planteas y sencillamente quieren un cambio.

¿Y qué pasa con ese hombre que en una justa lucha de liberación aprende la violencia, adquiere poder, y desde allí puede volver a ejercer la violencia contra quienes lo desafíen?

¡Nooo! Eso depende de la ideología y de para qué se ejerce la violencia. Habrá quienes se podrán deformar, acostumbrarse a matar y a sentir odio; pero en Cuba, por ejemplo, o en Nicaragua, yo he visto lo que son los combatientes sandinistas, y no son gente que ejerce ahora la violencia contra su pueblo, porque es el mismo pueblo el que hizo la revolución y el que tiene las armas. No destruyeron esa tiranía para crear otra, sino para poder vivir en paz. Habrá gente que se deforme, pero no será la mayoría, sobre todo cuando la violencia está conducida por principios nobles, justos y legítimos. En beneficio del ser humano.

En el próximo número, Silvio habla de la disidencia en Cuba, de la guerra atómica, del significado de sus canciones más enigmáticas, y nos regala exclusivamente la última canción que ha compuesto.

 

III


La culpa será de Estados Unidos




3 julio 1984


¿Quién es Silvio Rodríguez?

Un hombre, un cantor, pero en gira es sobre todo la imagen internacional de la Revolución cubana.

Por supuesto, todo lo que diga puede ser usado en contra de Cuba, en cada país al que llega hay buitres esperando algún desliz de disidencia, leyendo entre líneas, interpretando a su amaño sus canciones. Silvio ya no se representa sólo a sí mismo como cuando empieza a componer; ahora tiene renombre internacional y, quiéralo o no, está hablando por su país.

Con esta presión encima resulta difícil soltarse, Silvio era entrevistado y lector al mismo tiempo, y cuando veía que una declaración suya podía malinterpretarse, se corregía de inmediato. Quizás por eso su discurso me pareció demasiado perfecto, coherente y lógico, sin la ambigüedad, la duda y el cuestionamiento que veo en sus canciones.

Conversando con él me di cuenta de que toda entrevista a un famoso tiene su límite, sin importar lo que dure y lo que se pregunte. Mientras exista una imagen que guardar, sea artística, publicitaria o política, el muro aparece.

¿Disidente o contrarrevolucionario?

¿Cuba es tolerante con los disidentes?

Una cosa es ser disidente y otra ser contrarrevolucionario.

¿Dónde está el límite y quién lo determina?

El disidente disiente de algunos aspectos y el contrarrevolucionario es el que en esencia niega la revolución y la combate.

En la conferencia de prensa dijiste que podía haber cubanos en desacuerdo con el régimen, pero podían aparentar lo contrario. ¿Qué pasa cuando alguien quiere criticar, sea a través del arte o en la política? ¿Hay cabida en Cuba para esto, existen medios para hacerlo si todos son estatales?

Esto es algo que se practica en Cuba cotidianamente, incluso hasta en los niveles más altos, en la asamblea general del poder popular, son discusiones realmente… nunca antagónicas porque son entre revolucionarios. Hay gente que disiente del criterio de otros.

Pero Silvio, ¿qué pasa si alguien está en desacuerdo en un punto crucial que está siendo impulsado oficialmente?

Bueno, eso crucial es lo que separa a un disidente de un contrarrevolucionario.

Me refiero a alguien que esté por un cambio, pero crea que el método es otro… Que la economía debería ir por otro lado, por ejemplo.

Pues mira, en Cuba ha existido muchos criterios económicos. Cuando el Che era ministro de Industria, puso en práctica criterios económicos muy polémicos y hubo gente en desacuerdo, y no por eso empezaron a hacer contrarrevolución y no por eso la revolución los metió presos.

¿Y los artistas pueden expresar su disidencia, tienen medios para hacerlo?

Pues tienen su arte. Un ejemplo hay un grupo de teatro humorístico que dirige un cantor, Virulo, que hace un humor muy crítico, pero muy crítico, muy irónico con muchos aspectos de nuestra vida. Yo mismo, sin ir más lejos, le voy a poner la música a una película ahora en septiembre, que plantea críticas a actitudes negativas de algunos directores de escuelas.

Y es financiada estatalmente…

¡Coño, totalmente! En Cuba todo lo financia el estado. Justamente porque la alta dirigencia es la más consciente de que cambiar un modo de producción no es cambiar la mentalidad de la gente, de que la crítica en el seno del pueblo y las contradicciones que salen a flote son un factor de desarrollo porque enfrentan a los seres humanos con sus problemas. El tipo más crítico de la revolución es Fidel.

 

El tema de la bomba: ¡una bomba!

Qué opinas de la carrera atómica? ¿Compartes la idea de seguir fabricando e instalando misiles por parte de Estados Unidos y la Unión Soviética, viendo la miseria del mundo?

Es terrible ver que se invierte tanto dinero y tanta inteligencia humana en funciones destructivas…

¿Qué pasa cuando son países socialistas los que hacen eso?

Lo hacen porque se tienen que defender.

¿Qué cosa tan terrible pasaría si dejaran de hacerlo? ¿Algo más terrible que una bomba atómica?

Creo que el mundo se atrasaría muchísimo. En todo caso, los países socialistas han hecho un compromiso mundial de no ser los primeros en usar la bomba atómica.

Pero sabemos que eso está fuera de control…

¡Fuera de control los misiles! ¡Coño, están super controlados!

En Estados Unidos, por problemas técnicos, se han producido alarmas y han creído que los soviéticos estaban atacando, y estuvieron dispuestos a lanzar la bomba. A la Unión Soviética le puede pasar lo mismo...

Pero hasta ahora no les ha pasado…

Pero les puede pasar y estamos sobre un arsenal…

No, no, pero hasta ahora no les ha pasado, hablemos de la realidad. Ha pasado en Estados Unidos y varias veces, porque en un país tan caótico como ése puede pasar cualquier cosa, no jodas.

Pero aunque le llegara a pasar sólo a Estados Unidos; se lanza la bomba, los soviéticos responde y se acaba el mundo.

Pero eso va a ser culpa de los Estados Unidos y no de la Unión Soviética.

Entonces no van a importar las culpas…

Yo creo que sí van a importar, si yo te doy un trompón ahora a ti…

Pero con eso no nos morimos…

Pero tú ¿no te sientes en el derecho de devolvérmelo?

Con el derecho sí, pero no lo haría.

Bueno, coño, si tú me lo das a mí, yo te lo devuelvo (risas)

Es una metáfora, ¿no?, pero si yo sé que devolviéndotelo voy a acabar contigo y conmigo al mismo tiempo, como pasaría en una guerra atómica, no lo haría.

El imperialismo norteamericano tiene una gran cantidad de odios, no sólo con los países socialistas, sino contra todo el tercer mundo que se les está yendo de las manos. Si ellos desatan una guerra nuclear, van a ser ellos los que la desataron.

¡Pero eso es responsabilidad de todos nosotros, porque es el planeta el que está en juego! Quizás la fórmula sea dejar de hacer bombas; ¿qué puede ser más grave que la destrucción de la tierra? Que Estados Unidos se apodere de la Unión Soviética, de Cuba, de…

Esa es la filosofía del chantaje que usan ellos.

Y parece que se le sigue el juego.

No, yo creo que hay algo más legítimo que la vida, que es la dignidad del hombre, yo quiero paz pero con dignidad, no quiero vivir de rodillas.

Eso depende nada más que de uno, si lucho sin violencia no estoy de rodillas. Si Estados Unidos llegara a invadir la Unión Soviética o Cuba, todos sabemos que el pueblo no se quedaría de rodillas, ustedes mismos hablan de los procesos irreversibles, ¿no?

Mira los vietnamitas… Renunciaron muy altruistamente a la ayuda directa soviética, porque no querían crear un conflicto mundial. Me parece muy indigno que el campo socialista, los millones y millones de seres que viven allí, se dejaran arrasar por bombas atómicas. Esa vida después yo no la quiero, después del sacrificio de todos esos millones yo no querría vivir.

Ese no sería el objetivo de Estados Unidos, cómo podría interesarle conquistar un país desolado y una tierra arrasada.

A ellos no les interesa adueñarse de los países socialistas, porque de esos países no han vivido, sino del tercer mundo. El imperialismo ha crecido nutriéndose de la explotación de los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina.

Pero los pueblos del tercer mundo no necesitan bombas atómicas para levantarse contra esa explotación.

Bueno, eso piensan los países socialistas, por eso han hecho el compromiso de no tirar la bomba atómica. Creo que eso hay que analizarlo con profundidad.

 

¿Qué significan?

Algunas canciones enigmáticas: Generaciones.

Es una de mis primeras canciones, no me acuerdo muy bien, pero es un poco el misterio de una y otra generación –el pájaro es el misterio, ¿no?-- y que en definitiva no hay generaciones, el hombre está enfrentado a lo mismo, tenga la edad que tenga.

Blanco

¿Ustedes conocen esa canción? ¿La tienen grabada? ¿Por quién?

Por ti.

¡Por mí! Tú sabes que yo no tengo una grabación de esa canción, he tratado de buscar en Cuba una grabación de esa canción y nadie la tiene. ¿Cómo llegó a Chile?

Yo soy un rebuscador de tus canciones…

Es que has buscado en los quintos infiernos… ¡Es una cosa increíble! Blanco… “todos los días se pinta de blanco, sale a la calle llena de colores y a cada minuto recibe un brochazo en la piel…”

¿Quién es ese personaje?

Uno mismo, creo yo. Como que uno nace puro, nace para el bien, neutro, y es el contacto con la vida lo que te va dibujando las características...

Y te van dando cachetazos…

Cachetazos, colores, en fin de todo, ¿no?

La vergüenza.

Es lo que estábamos hablando. Es un canto a la dignidad del hombre, es más importante la dignidad que las posesiones materiales, que la tecnología, incluso que la vida: “si mi mundo fuera de ruinas intensas, tendría la vergüenza, a qué más”. Yo no sé si en Chile se entiende lo mismo por vergüenza, para nosotros tener vergüenza es como ser dignos, no sólo estar apenados.

La Fábula de los tres hermanos, con esa canción dejaste con insomnio a todos los niños y a nosotros.

Sí, es que es un juego con esas fábulas infantiles donde siempre hay una enseñanza obligatoria. Fue un poco pa joder, pa jugar. Pero yo veo una salida, los dos primeros hermanos son extremistas, el tercero ve la salida pero tiene que pagar un precio, queda bizco, pero es el que llega más lejos.

La maza.

Es un poco la razón de ser del artista, de su compromiso, que no se deja seducir por los artificios y superficialidades que suelen acompañar a algunas manifestaciones escénicas…

¿La cantera es el pueblo?

La cantera es de donde se sacan los cantos, la maza es con lo que se golpea. Si no hubiera una cantera de donde sacar un producto, algo para qué serviría la maza.

Es decir, que tú sacas tu canto de las vivencias del pueblo o podría ser que la maza es la que moldea el mármol, es decir, que el cantor moldea la conciencia del pueblo.

No, no se me había ni ocurrido. Es al revés, lo primero.

Gaviota.

Es la primera canción que hice después que volví de Angola. Se la hice a una mujer. Es un poco quien pasa por situaciones terribles en la vida y queda intacto de todo y de pronto lo más sublime, lo más ideal, lo más hermoso, es lo que justamente no logra sacarte incólume. La gaviota es una mujer; es una mujer, no la mujer.

 

Almuerzo off the record

Después de la entrevista, bajamos juntos en el ascensor. Silvio me preguntó irónico si pensaba escribir un libro con una entrevista tan larga. En el hall del hotel lo esperaba alguien que me era conocido: Ricardo García, director del sello Alerce. Así fue como dos chilenos y un cubano salieron a buscar por Buenos Aires un buen restorán marisquero.

Lo primero que hace Silvio es pedir ostras, y luego angulas al… qué sé yo. Me sentí con una falta de mundo atroz. Al final nos tentamos con una paella compartida.
Mientras más nos soltábamos y olvidamos nuestros roles, la conversa se hacía más fluida y los temas más comunes. Hablamos de la comida, por supuesto, y yo comenté que la paella, para mí, era como un pecadito, porque soy naturista (pero no tonto). Silvio como que se ríe un poco de esa onda y se acuerda de una frase de un escritor (no recuerdo el nombre): “Una noche –nos cuenta-- estaban en casa de este escritor Sartre y Simone de Beauvoir, eran como las doce, y Simone le dice a Sartre que deben irse pues él tenía mucho que hacer mañana. El escritor comenta en un libro después: “no me gusta la gente que se restringe a sí misma”. Parece que la historia era una talla para mí.

Le pregunto por aquel proyecto de trabajar algunas canciones con García Márquez sobre Cien años de soledad. Me cuenta que García Márquez ya no se siente propietario de lo que escribió, que cualquiera puede trabajar sobre sus éxitos sin necesidad de preguntarle nada a él. El tema lo entusiasma: “En una entrevista –dice Silvio— García Márquez describe muy bien la independencia que puede adquirir un personaje respecto de su autor. Resulta que una noche, mientras escribía Cien años de soledad, se le ocurrió que Remedios la Bella debía volar… y no volaba, y no volaba”. Silvio se ríe con ganas de la anécdota y se entusiasma como un niño, suelto, realmente suelto, sin defensas…

Nos veremos en Chile un día luminoso

Lo vuelvo a ver unos días después, la noche de su tercer recital en Obras. La presentación ha terminado, han sido tres largas y agotadoras horas para los cubanos que tienen la costumbre, además, de sandunguear hasta las cinco de la mañana. Llevan tres días en ese ritmo y se les nota en la cara. Son casi las dos de la mañana, hace media hora que terminó el recital y algunas fans siguen esperando a la salida del camarín lápices en mano. Una, más atrevida y con contactos, ha podido entrar y está dispuesta a seguir a Silvio… toda la noche.

Me acerco para despedirme, le digo que mañana vuelvo a Chile, Silvio me llama aparte –los admiradores reclaman, el productor le dice que hay que irse— y como si estuviéramos en el living de su casa, con todo el tiempo del mundo, manda saludos para Chile, que apenas lo dejen entrar va a venir, que le hubiera gustado poder conversar más, que las giras son así, pero que me siente como un amigo.

Cómo decirle en ese momento que para mí él lo es desde hace tiempo, que haberlo conocido personalmente me llenó de contradicciones, que comparto sus canciones y no algunas de sus ideas y que, claro, nos veremos otro día en Chile, un día más luminoso, y seguiremos discutiendo. De eso se trata.

Una canción para Chile
Le pido que me cante alguna canción nueva para publicarla en La Bicicleta. La idea no le gusta, pero se para a buscar la guitarra y me dice: “Coño, chico, esto lo voy a hacer por Chile”. Y canta su última composición.

El vigía




Agua me pide el retoño
Que tuvo empezar amargo
Va a hacer falta un buen otoño
Tras un verano tan largo
El verde se está secando
Y el viento sur se demora
Pero yo sigo esperando
Que lleguen cantando
La lluvia y mi hora



Yo soy de un oficio viejo
Como el arroyo y el viento
Como el agua y el espejo
Como el amor y el invento.



Yo solo soy un vigía
Amigo del jardinero
Con la pupila en el día
Que llegará el aguacero
Yo solo soy un vigía
Amigo del jardinero.