Mientras tanto con Silvio



Entrevistó: José Armas para la revista Verde Olivo, Cuba
de del 1967

Silvio, según cree, aún no ha hecho lo que quiere. Él y su música procuran ir más hondo: aspiran a comunicarse con el hombre. Ambos, su música y él, se han lanzado a buscar ese lenguaje, a hallar esa expresión para la gente de esta época.
Por eso Silvio huye de todo lo ficticio. Experimenta consigo propio el camino nuevo y ve en la relación artista-pueblo una fusión humana, un coloquio palpitante.
Y Silvio es un joven con una guitarra y un montón de poesía en la cabeza. Esa es su realidad: poesía.
Las letras que hace dicen la exaltación del amor, las pasiones humanas y la fantasía maravillosa. Canta y compone sin pensar en nadie, como no sea en su estado de ánimo, sus emociones e inquietudes. Pero en Silvio siempre hay un hallazgo. Si algo nuevo se está diciendo en nuestra música, buena parte de este algo lo dice Silvio.
Opina sobre su programa de los domingos:

Mientras tanto persigue hacer un cambio en la estructura formal de la televisión. Es un programa muy ambicioso en lo que respecta a su concepción y su forma y tiene un tratamiento de cámaras muy plástico. Su escenografía, se trata que sea lo más moderna posible. Su objetivo es hacer algo nuevo y distinto, que agrade a la juventud, aunque el programa lo vea todo mundo. Mi objetivo personal es decir mis canciones.

¿Sobre tus últimas canciones?

Una de las últimas se llama: Hay un grupo que Dice. La canción plantea que hay un grupo que dice que yo no debiera cantar porque siempre digo cosas tristes. Yo replico y digo: ¡miren que decir eso, habiendo tantos motivos para preocuparse como hay en el mundo! Esa me la está cantando Elena Burke. Tengo muchas nuevas más pero no las he estrenado aún.

¿Un comentario sobre tu último programa?

Fue interesante y muy difícil para mí. Se me hizo una especie de entrevista y una de las preguntas indagaba el porqué yo no contestaba las cartas de los televidentes. Respondí que a parte de no tener fotos para enviar a quienes la solicitaran, ni tampoco copia de mis canciones en gruesas cantidades, no lo hacía, además, por una razón de principio. Chico, honestamente yo estoy contra el vedetismo, contra esa tendencia de siempre de ver en el artista a una gente mágica, sobrenatural, que sale y se va de las pantallas pero que nunca llega al pueblo. Todo ese vedetismo artificial no lo tolero. En definitiva, hay cosas más importantes que enviar fotos autografiadas y letras de canciones.

¿Sobre el panorama actual de nuestra música?

Hay una nueva generación de músicos a la cual pertenezco que estamos tratando de encontrar la expresión de esta época. Todas las épocas tienen la suya, ¿no? Y eso, desgraciadamente, no todo el mundo lo reconoce y acepta. Y en la música nuestra se plantea el mismo problema que se ha planteado en diferentes escalas, en diferentes niveles: un problema lógico de generaciones donde la mayor parte de los autores tradicionales (no digo todos) no reconocen el valor de los nuevos movimientos estéticos que por necesidad dialéctica tienen que surgir en el arte.

Silvio, vincula la pregunta anterior con los autores tradicionales.

El problema de los autores tradicionales creo que es de actitud ante la realidad muchos de ellos han hecho y continúan haciendo cosas muy buenas. No voy a citar nombres, pues se conocen. Pero hay otros más cerrados, cuadrados, aunque no creo que tener determinada edad impida darse cuenta de la realidad del momento.

Bueno, ¿y sobre tu propia música?

Me pusiste la “difícil”, compadre. Bueno, chico, honestamente creo que mi música es imperfecta, hecha por intuición. No tengo conocimientos de música y debo superarme mucho. Entiendo que para llegar a hacer lo que yo quiero necesito estudiar mucho. Y es lo que me propongo llevar a cabo en los próximos tiempos. Por otra parte, creo que mis últimas letras plantean algunas cosas novedosas. Y eso sí: hago un gran esfuerzo por tratar de no hacer monótonas las cosas que yo digo. Trato de encontrar lo que debo decir y, sobre todo, la forma en que lo debo decir.

¿Y cómo debe ser un artista dentro del pueblo revolucionario?

Debe ser precisamente como ese pueblo revolucionario, parte de ese pueblo, el mismo pueblo. El artista actual adolece de muchas taras, de muchos estereotipos legados de la vieja sociedad, de la propaganda, del profesionalismo. Aunque yo entiendo que el profesionalismo como tal no debe eliminarse puesto que en determinada medida implica la calidad. Lo que sí debe eliminarse es el vedetismo, ese ser omnipotente, esa suficiencia, esa falsedad, esa cosa irreal y falta de respeto que conservan muchos artistas actuales en sus relaciones con el pueblo.

Pero el artista de esta época...

Debe ser una gente sencilla, modesta, que se supere y se integre lo más posible a los movimientos populares, a la vida del pueblo. Tratar de que se le mire como un ser humano más. Lo irreal limita mucho la comunicación del hombre con el hombre.

¿Proyectos futuros?

Quiero hacer música popular, pero incorporarle elementos modernos. La música electrónica me interesa mucho. Aparte, tengo en proyecto incluir dentro de la música popular, al menos la que yo haga, elementos del folklore afrocubano, sobre todo lo que es el ritmo. Pienso incluir la botija, la misma marímbula que tiene un sonido bellísimo. O sea, quiero hacer un estudio ritmático dentro de la música moderna con elementos de nuestro folklore. El folklore africano y el nuestro, que en definitiva se deriva del africano, es riquísimo. Y hay tan pocos instrumentos que se han incluido a pesar de tener una sonoridad tan hermosa.

¿Momentos importantes?

Siempre que termino una grabación y me gusta, eso me impresiona. Recuerdo otro momento impresionante durante un recital que di junto a Noel Nicola, Pablo Milanés y Martín Rojas en la Casa de Las Américas. Nunca había visto tanta gente reunida allí. Pero uno especial fue en el Kawama, durante el Festival de la Canción en Varadero. Allí alternaba con dos combos que sonaban Cheik y ritmos go-gó, ritmos “alante” todos. Entonces venía yo como solista a decir mis descargas “pesás”, figúrate, con mi guitarrita modesta. Bueno, un día a la salida se me acercaron dos matrimonios y me dijeron que habían venido desde La Habana porque se enteraron que yo estaba en el Kawama. Me emocionó tanto aquello, chico, que salí con ellos y les di un recital a esas cuatro personas como de 20 canciones. Me dio mucho más gusto aquello. El cabaret no me gusta.

Silvio, ¿y sobre nuestra música en contraste con la de otras regiones?

Creo que la música, como todas las artes, es una consecuencia de la cultura universal. Alimentar la nuestra con elementos de la música de otros lugares no es importar. La música es una manifestación universal que está por encima de las regiones, de los países. Si a la nuestra le incorporamos elementos de otros lugares no estamos pegándole parches, no estamos remendándola, sino estamos haciéndola más universal, más asequible a todo el mundo.

¿Y estamos en condiciones para eso?

Totalmente.