Un programa diferente



Entrevistó: Orlando Castellanos, una grabación para el programa Cuentos, música y poemas, de Radio Habana Cuba.
17 de Marzo del 1985

Silvio, hoy vamos a grabar algo de tus poemas para el programa Cuentos, música y poemas de Radio Habana Cuba. ¿Cuál fue tu primer contacto con la poesía?

Tuve que estudiar en Español, por literatura, La Edad de Oro. Esa fue la primera vez y a partir de ahí empecé a leer sistemáticamente poesía y fue afortunadamente la de Martí la primera que me cayó en las manos. A partir de entonces empecé a garabatear cosas; pero, que yo recuerde el primer intento de poema que hice fue cuando mi padrino me llevó a ver en el cine Payret, allá por el año 56 o 57, la película El príncipe valiente, y cuando llegué a mi casa escribí un poema al rey Arturo y a los caballeros de la Mesa Redonda. Después escribía a rato, en los momentos libres. Y cuando estaba en mi último año de servicio militar -que lo pasé en la revista Verde Olivo– una vez Luis Pavón Tamayo, que era el director de esa publicación, me sorprendió una noche tarde, escribiendo, pasando a máquina mis poemas y entonces empezó a estimularme para que siguiera escribiendo; me pedía que le enseñara mis poemas; además, me dio lecturas, me puso en las manos En la calzada de Jesús del Monte de Eliseo Diego y La semilla estéril de José Zacarías Tallet, y de este modo me inició en un paseo sistemático por la poesía cubana.

¿Puedes leer ahora alguno de esos poemas que ya tienes escritos?

Bueno, voy a leer un poema bastante reciente, de hace aproximadamente un año. Se llama El estante:

En el estante junto, puse al bueno y al malo.
¿Fue intención o fue soplo de esa tiniebla
que revela asombrosa certeza?
Allí en la madera misma, piel contra piel
se erguían diversas transpiraciones de la historia, 
signos competidores en ternuras y odios.
Lo descubrí amaneciendo y desde entonces dormía apenas, 
porque de noche, el estante crepitaba fulgores de combates. 
Ayer, tanto desvelo se hizo abismo y separé los libros,
pero anoche descansé tan profundo que casi no despierto, 
por eso hoy los he vuelo a juntar.

¿Y qué poeta de los que has leído, naturalmente, te ha impactado o te ha dejado una influencia más palpable?

Yo creo que la figura decisiva como influencia entre los poetas que más me impactaron, sobre todo en los momentos en que estaba empezando a adquirir ese hábito de lectura y a interesarme más o menos sistemáticamente, son Martí, Rubén Martínez Villena y César Vallejo, el poeta peruano; además, creo que la presencia de estos poetas se ve tanto en lo que canto como en lo que escribo. Lógicamente, hay muchos otros que me entusiasman y que los leo casi a diario como Cintio (Vitier), Eliseo (Diego), (Nicolás) Guillén, Fina (García Marruz). En estos días he estado leyendo con mucha admiración, creo que lo comentamos ayer, un poemario muy corto, pero muy rico, una breve antología de Samuel Feijoó.

Escuchemos ahora otro poema de Silvio Rodríguez: Yuro.

Quiero una quebrada, un panteón natural
donde la tierra lama el cuerpo y conserve el plomo 
Quiero una quebrada que luego anden los hijos, 
como si retozaran lejos, en las estrellas.
Quiero una quebrada solo hasta el día máximo 
en que el hombre necesite quebradas
donde sembrar su hueso. 
Inmediatamente después comenzará 
el primer día del futuro.

Independientemente de estos poemas como tales, se habla de una presencia poética en tus canciones.

Sí, hay una incidencia de la poesía sin lugar a dudas en mi canción; por lo menos hay una intención de hacer canciones que se acerquen a la poesía lo más posible. Claro que la canción es un lenguaje que requiere a veces más síntesis, ideas más concisas. A veces en la canción uno no tiene la libertad que posee el poema donde el discurso puede ser más elaborado, el mismo ritmo de la música es de cierto modo un cepo para la palabra.

Y ahora vamos a escuchar otro poema de Silvio. Este se titula Elogio.

Y enseguida se van a dar cuenta por qué se llama Elogio; o sea, van a saber qué es lo que estoy elogiando (risas) y dice:

Qué sería de mí si no creyera en vampiros, 
en hombres lobos, brujas, jeroglíficos, 
insectos parecidos a cadáveres,
en esfinges, escobas, sapos, horcas,
en luces que aparecen y sombras que se escurren, 
en lechuzas, callejas, en catedrales góticas,
en la luna a las doce del murciélago, 
en los aullidos de un amor, culebras, 
en espectros en ruinas, en nenúfares, 
alimañas carnívoras, la peste, ritos, 
torturas y venenos, conjuros, infierno, 
estrangulación, burbujas de calderos,
cortinas que se mueven, antepasados sin retratos, 
candelabros, prisiones, manos que saltan de las tumbas, 
estacas que traspasan corazones,
ratas, náufragos, momias y gigantes, 
mortajas, anormales, gusanos, laberintos, 
que sería, repito, de mí si no tuviera horror 
en tanto somos semejante.

Y entonces, ¿para ti cuál sería la diferencia a la hora de hacer un poema y una canción?

Yo diría que son dos formas de un mismo lenguaje; es como sería un pintor que además hace grabados, o dibuja o talla madera; o sea, son dos zonas de un mismo ámbito en una. En el caso de la canción, un poco más adornado porque tiene la música ¿no?, y también es de más fácil divulgación, porque la música tú sabes lo importante que es para todo el universo y especialmente para nuestro pueblo.

Claro. El cubano es un pueblo muy musical.

Y por otra parte, la necesidad esta de a veces escribir aunque no lleve música, aunque las palabras no lleven ese adorno, se produce porque uno siente la necesidad de decir cosas y de tener un poco más libertad para expresarlas de otra forma que quizás no se podría decir del mismo modo si estuvieran acompañadas por la música, debido a la forma del discurso; porque uno quiere extenderse más y si uno hace un discurso poético, con muchas proposiciones digamos desde el punto de vista de la redacción, eso en el lenguaje musical se puede perder, se puede diluir mucho el contenido.

Y para terminar este espacio Cuentos música y poemas Silvio Rodríguez:

Los oportunistas son conductores
que desconocen las leyes del tránsito. 
Se hicieron de un timón y a manejar. 
En el flujo violento del camino
se arriman a las espaldas de las rastras 
para que el hierro colosal les abra vía.
Así ruedan y ruedan y a veces llegan lejos, 
aspirando el carbono de los tubos de escape 
seguros y confiados. Se arriman tanto
que al primer frenazo brusco se desbaratan las narices.

¡Ah!, vas a leer otro. ¡Qué bien!

Este es un soneto que escribí en México hace como un par de años y se lo dediqué una joven pintora, muy amiga mía, que se llama Paloma Díaz:

Han pasado las eras de los pocos, 
aquellos prados íntimos de entonces, 
cuando la humanidad se hacía de bronces, 
telescopios, cometas de los locos.

Han pasado sin mí pero no aflijo. 
Aquestas multitudes en alabo
son las culminaciones, son el cabo 
suelto de un tiempo atroz del regocijo.

Ya nadie podrá ser como Durero: 
serás nueva partícula que sana, 
virtud molecular de la mañana,

verso precipitado en aguacero.
El mundo empieza, pero no de cero. 
La luz hace silencio en mi ventana.