Como por arte de música, Silvio Rodríguez hizo de Ferro un living


21 de Noviembre del 2011
Fuente: Télam
Fotos: Kaloian


Al amparo de un puñado de canciones de su autoría que desgranó con sabia hondura, el trovador cubano Silvio Rodríguez hizo de la multitudinaria inmensidad del estadio porteño de Ferro un espacio acogedor donde no se extravió el goce de apreciar del valor de la música y de la palabra.

Sostenido en una guitarra que lo acompaña desde siempre, desde la que construyó un cancionero que sabe testimoniar sin resignar belleza, el cantautor se reencontró con el público de Buenos Aires tras un largo paréntesis de más de cinco años.

Incondicional y fervoroso, pero también conocedor de la atmósfera que Silvio construye para sus presentaciones, el público no ahorró muestras de afecto pero también supo embarcarse en el envolvente universo de ideas y melodías que se le propuso desde arriba del escenario.

Si el creador ha sabido ser voz escriba y cantante de la Revolución en los 70 y los 80, ahora y sin renunciar ni a las convicciones ni a la belleza, propone escritos más reflexivos tallados sobre músicas de mayor complejidad armónica como los que abundan en Segunda cita, su último álbum, publicado en 2010, y el más visitado en la noche del viernes.

Inclusive, y tal como había anticipado a Télam, el músico estrenó un par de canciones, entre ellas Virgen de occidente, que si bien no son de los más reciente de su prolífica cosecha, sí son prácticamente inéditas.

Pero también, y secundado por el trío de cuerdas Trovarroco (Rachid López Gómez, César Bacaró Lainé y Maikel Elizarde Ruano), la vientista Niurka González Núñez y el percusionista Oliver Valdés Rey con quienes construye el presente de su estética, no dejó de lado varios clásicos inextinguibles.

Óleo de mujer con sombrero, Días y flores, En el claro de la luna, Mariposas, Quién fuera y La maza, fueron algunas de las estaciones en las que Rodríguez detuvo un tren musical que pretende seguir sembrando futuro.

En el menú hubo espacio para los aportes locales de La Surca (que abrió la noche pasadas las 21.30) y de Víctor Heredia (el único invitado argentino de este tour rioplatense que pasó por Córdoba, Rosario y Montevideo) y también para sumar al multifacético cubano Amaury Pérez que fue parte de la comitiva que llegó desde La Habana.

Al cabo de casi tres horas de concierto en la vuelta a la ciudad que el viernes lo distinguió como Huésped de Honor y de una seguidilla de bises brotados del pedido popular, las estrofas y cadencias de Ojalá y Playa Girón resonaron como lo que son: himnos de la mejor tradición musical iberoamericana.