Perla del sur y la amistad

En Cuba hay tres importantes bahías de bolsa. La más conocida es la de La Habana, por encontrarse en la capital, pero la mayor es la de Nipe, en la provincia de Holguín. La segunda en tamaño, con dos puertos comerciales importantes, es la bahía de Cienfuegos, situada al centro de Cuba, de cara al Mar Caribe.

Regresamos a “La perla del sur” invitados por los hermanos Pedro y Roberto Novo, que por estos días cumplen 30 años de aventuras trovadorescas. Ellos suelen hacer una peña una vez al mes, en el barrio de La Juanita, y allí querían celebrar su aniversario. Los hermanos Novo, como todos les decimos, son soneros muy queridos y trabajadores. Así que ajustamos para Cienfuegos los dos conciertos barriales que nos tocaban en abril. Primera vez que llevábamos lejos de La Habana la gira por los barrios.

Preliminarmente se hicieron dos visitas exploratorias, para saber en qué nos podían ayudar y en qué no, y por lo tanto lo que debíamos llevar desde La Habana. Cienfuegos nos apoyó con albergues y alimentación, esenciales para nuestra tropa de montaje y desmontaje de tarimas, sonido y luces. Este grupo de duro trabajo físico llegó a la ciudad sureña el miércoles 25 de abril. Al día siguiente viajaron Rachid, Maikel y Bacaró, desde la vecina Santa Clara, para ensayar con nosotros por la tarde, en los estudios de grabación Eusebio Delfín. Por eso también la mañana del jueves partimos de la capital Oliver, Niurka y yo, a un recorrido que, partiendo de La Habana, nos llevó por Aguada de Pasajeros, Roda, Ariza y Paraíso, hasta llegar a nuestro destino, completando unos 300 kilómetros.

Poco antes de salir recibimos una petición de los Hermanos Novo. Resultaba que la liga nacional de béisbol estaba en su apogeo y que un importante juego entre los equipos de Cienfuegos e Industriales se iba a celebrar la misma noche de nuestra primera presentación. La hora de comienzo de los conciertos de los barrios suele ser las 19:00hs y nos solicitaban que empezáramos a las 20:00, para dar tiempo a que concluyera el partido. Se suponía que el pueblo acudiría al concierto sólo entonces.

Esa tarde seguimos el juego por televisión. Pasadas las 19:00hs, en la 5ta entrada, el combate estaba a 4 carreras por 8, a favor de Industriales. Viendo que se acercaba la hora que habíamos fijado y que el juego estaba lejos de terminar, decidimos ponernos en marcha, un poco preocupados. Pero lo cierto fue que, mucho antes de que terminara el partido, el frente y los alrededores de nuestra tarima estaban colmados de miles de personas entusiastas.
La zona de La Juanita donde cantamos quedaba muy cerca de la terminal de trenes. Entre la tarima y la línea del ferrocarril, había un enorme descampado. Los vecinos nos dijeron que hasta hacía unos pocos días aquella gran extensión había sido un herbazal impenetrable, y que ahora los chicos del barrio lo usaban para jugar pelota y futbol.

Pensé que era un valor agregado a aquel concierto, como ha ocurrido en otros, cuando dirigentes sensibles se esfuerzan por mejorar aunque sea con detalles las condiciones de vida de la población. Lamentablemente no siempre es así. Según me han dicho, en Lugardita todavía no han puesto el tanque de agua.

Una macuahuitl que siempre flotó sobre nuestras cabezas fue la de Tláloc. Por fortuna una joven vestal rioplatense me otorgó un nombramiento que fue respetado por las alturas, ya que en ambos conciertos apenas nos besaron algunas gotas de rocío.

Tanto en La Juanita como en Reina los hermanos Novo hicieron sus sones, y mi contemporáneo hermano Lázaro García nos ofreció algunas joyas con voz de terciopelo. Rodeados de muy buenos músicos, en ambos casos.

En La Juanita el niño Gabriel Novo nos hizo sonreír de admiración, por su notable interpretación guitarrística. Y en Reina el aparentemente pequeño Marcos David Fernández, también llamado El Quiquiriquí de Cisneros, improvisó unas décimas inolvidables.

Para ti no hay olvido, perla del sur y la amistad.