Anoche he soñado que estaba en mi entierro
hablando con todos, y estaban contentos
como el ruido de un tren.
Estaban pegados en el firmamento
mis veinte esqueletos hinchados de aire
como el ruido de un tren.
Y en su lugar, posado,
mi ataúd se abrió como riendo.
Adentro estaba el día que nací
y un busto de Vallejo.
Bajo el teléfono de mi madre
había un sol de esos que hacen los niños.
Y los fieles amigos estaban allí,
y los viejos amores estaban allí,
y mis abuelos muertos estaban allí,
y mis botas de tela estaban allí.
Cuando levantaron mis tablas del suelo
crujieron con timbre de polvo del trillo
en un día sin llover.
Y yo en un extremo alcé más la caja
ya casi dormido por toda la noche
bostezando el café.
La calle estaba clara como ayer
sin el menor calor.
Nadie volvió la cara para ver
cuando pasaba yo.
Volví después a casa, me acosté
y soñé el día de hoy.
Y en el sueño soñaba
escribir la canción.
Y en el sueño soñaba
este día de ayer.
Pero no he despertado
y tuve que hacer
de ese sueño esta vida,
hasta despertar.
hablando con todos, y estaban contentos
como el ruido de un tren.
Estaban pegados en el firmamento
mis veinte esqueletos hinchados de aire
como el ruido de un tren.
Y en su lugar, posado,
mi ataúd se abrió como riendo.
Adentro estaba el día que nací
y un busto de Vallejo.
Bajo el teléfono de mi madre
había un sol de esos que hacen los niños.
Y los fieles amigos estaban allí,
y los viejos amores estaban allí,
y mis abuelos muertos estaban allí,
y mis botas de tela estaban allí.
Cuando levantaron mis tablas del suelo
crujieron con timbre de polvo del trillo
en un día sin llover.
Y yo en un extremo alcé más la caja
ya casi dormido por toda la noche
bostezando el café.
La calle estaba clara como ayer
sin el menor calor.
Nadie volvió la cara para ver
cuando pasaba yo.
Volví después a casa, me acosté
y soñé el día de hoy.
Y en el sueño soñaba
escribir la canción.
Y en el sueño soñaba
este día de ayer.
Pero no he despertado
y tuve que hacer
de ese sueño esta vida,
hasta despertar.