Por la ventana entran estrellas
como emisarias de quietud.
La luna pasa, río de ella,
miro a mi lado y estás tú.
Y veo que tus pechos son mi almohada,
y veo que tus ojos brillan tanto
que son el fuego de la madrugada,
el ave roja del amor y el canto.
Me había olvidado de estas horas,
de esta manera de sentir.
Me había olvidado de que a solas,
entre dos, también es vivir.
Y ando tus calles como sin camisa,
liberto de criterios pasajeros,
y vuelo en llamas sin dejar cenizas
y canto el canto de los dos: el fuego.
como emisarias de quietud.
La luna pasa, río de ella,
miro a mi lado y estás tú.
Y veo que tus pechos son mi almohada,
y veo que tus ojos brillan tanto
que son el fuego de la madrugada,
el ave roja del amor y el canto.
Me había olvidado de estas horas,
de esta manera de sentir.
Me había olvidado de que a solas,
entre dos, también es vivir.
Y ando tus calles como sin camisa,
liberto de criterios pasajeros,
y vuelo en llamas sin dejar cenizas
y canto el canto de los dos: el fuego.