Al ala izquierda de las voces,
donde se pega el viento viejo al océano,
va la mayor de las hermanas,
va la mayor de las Antillas
sin perdonarme ni un momento,
sin dejar tiempo ni a una risa,
cuando ya llevo un mes faltando a puerto.
Pero los días se hacen de rogar
para el que tiene prisa por llegar.
No es que me espere una muchacha:
me esperan todas las mujeres, de pronto.
No es que me espere una calle:
me esperan muchas muchas calles.
No es que me espere algún amigo:
me esperan todos los amigos,
todo lo que se ve, todas las madres.
Pero los días se hacen de rogar
para el que tiene prisa por llegar.
Me está esperando mucha tierra,
me está esperando mucho tiempo sembrado.
Me está esperando otra manera
de despertar por las mañanas,
de recorrer descalzo el suelo,
de adormecerme por las tardes
y de robarme por las noches sueño.
Pero los días se hacen de rogar
para el que tiene prisa por llegar.
donde se pega el viento viejo al océano,
va la mayor de las hermanas,
va la mayor de las Antillas
sin perdonarme ni un momento,
sin dejar tiempo ni a una risa,
cuando ya llevo un mes faltando a puerto.
Pero los días se hacen de rogar
para el que tiene prisa por llegar.
No es que me espere una muchacha:
me esperan todas las mujeres, de pronto.
No es que me espere una calle:
me esperan muchas muchas calles.
No es que me espere algún amigo:
me esperan todos los amigos,
todo lo que se ve, todas las madres.
Pero los días se hacen de rogar
para el que tiene prisa por llegar.
Me está esperando mucha tierra,
me está esperando mucho tiempo sembrado.
Me está esperando otra manera
de despertar por las mañanas,
de recorrer descalzo el suelo,
de adormecerme por las tardes
y de robarme por las noches sueño.
Pero los días se hacen de rogar
para el que tiene prisa por llegar.