Y al final de un día di con mi cuerpo,
tras andar un trecho tan encorvado.
Comprendí que no había ido muy lejos,
que mi historia era un camino trillado.
Y me reí tanto de mí.
Y me reí diciendo no.
Supe que para al fin poder envejecer
debía saltar a la aventura de buscar.
Que era el momento en que debía comprender,
pues ya mis piernas se atrofiaban al andar.
Y reí más de mí.
Y reí diciendo no, diciendo no.
¿Y qué pasó después?
Pues que salté a vivir.
Ya después me recorrí todo el cuerpo.
Lo apreté pegando en parches los sueños.
Y conmigo acompañé mi camino,
azorando la razón del instinto.
Y me reí tanto de mí.
Y me reí diciendo no.
Diciendo no
y siempre no.
tras andar un trecho tan encorvado.
Comprendí que no había ido muy lejos,
que mi historia era un camino trillado.
Y me reí tanto de mí.
Y me reí diciendo no.
Supe que para al fin poder envejecer
debía saltar a la aventura de buscar.
Que era el momento en que debía comprender,
pues ya mis piernas se atrofiaban al andar.
Y reí más de mí.
Y reí diciendo no, diciendo no.
¿Y qué pasó después?
Pues que salté a vivir.
Ya después me recorrí todo el cuerpo.
Lo apreté pegando en parches los sueños.
Y conmigo acompañé mi camino,
azorando la razón del instinto.
Y me reí tanto de mí.
Y me reí diciendo no.
Diciendo no
y siempre no.