Causas y azares de Silvio Rodríguez



Entrevistó: Álvaro Godoy, para una edición especial de la revista La Cigarra, Chile.
de del 1990

Con el sólo poder de la certeza atravesé solo la barrera de periodistas y guardias de seguridad del aeropuerto y fui al encuentro de aquel primer abrazo, el que todos le teníamos guardado hace tanto tiempo, y le dije lo que tanta veces habíamos soñado: “¡Silvio, bienvenido a Chile!”

Fue el abrazo –y así lo sentí— de toda esta tribu de amigos hermanados por sus canciones y Silvio, estoy seguro, así lo sintió también, quizás por esto accedió sin dudarlo a dar para esta publicación la única entrevista exclusiva de su primera visita a Chile después de 17 años.

por Álvaro Godoy H.


 


Conocer más de cerca de quien se admira provoca una comprensible ansiedad. Las personas no son nunca tal como las imaginábamos y esto lo sabemos. ¿Cuánto de proyección y cuánto de real hay en nuestro héroe, cuántas sensaciones y cuántas imágenes podemos confirmar o refutar en una mirada? Conocer hombres-mitos como Silvio Rodríguez es una aventura emocionante y peligrosa, porque en alguna medida es conocernos a nosotros mismos, a nuestro inconsciente colectivo.

Reconcentrado, distante y hasta frío puede parecer a primera vista nuestro admirado personaje, quizás por ese pavor a perder su preciosa intimidad o como coraza defensiva a las incesantes presiones que recibe. En el escenario parece esforzarse en atajar sus emociones apretando los labios, pero personalmente, pasado los primeros momentos de su inevitable incomodidad de ser entrevistado, se relaja y enseña esa sonrisa casi intacta aún, que es como la puerta de entrada a su casa donde le atiende con la calidez y cercanía de un viejo amigo.

El mito acabó, conversemos ahora con el hombre, complejo y sencillo, duro y sensible que es Silvio Rodríguez.

La charla comenzó comentando el concierto recién pasado, Silvio me cuenta que en cuanto supo la posibilidad cierta de venir a Chile paró todas sus actividades, entre ellas la composición de la música de una suite para danza en la que estaba trabajando. Como el grupo Afrocuba no podía acompañarlo, surgió la idea de venir con Irakere y durante dos meses se dedicaron a arreglar y ensayar todo el repertorio que presentaron esa noche en el Estadio Nacional.

¿Es decir que era primera vez que actuaban juntos?

Claro, todo esto se hizo para Chile, todo ese trabajo ha sido para Chile, especialmente… bueno, dedicábamos la Trilogía de la ResurrecciónSantiago y Venga la esperanza. Hemos estado trabajando para Chile desde hace dos meses sin parar, para un concierto… ¡Increíble!

Y que fue maravilloso, muy mágico…

¡Increíble, Increíble!... A mí, una de las cosas que me sorprendió, fue la reacción del público, la mesura, el nivel de expectación y de tranquilidad con que se estaba escuchando, todo eso. Porque no es habitual en los conciertos de estas proporciones, encontrarse un público tan disciplinado y tan a la escucha ¿no?, tan atento…

El estadio parecía una salita…

Era increíble, la gente estaba así… como escuchando, como si fuera en la sala de la casa. Yo nunca había visto una cosa así, a mí no me había sucedido eso. Y, bueno, tampoco he hecho muchos conciertos así tan grandes ¿no?, muy pocos. Este es el concierto mayor, numéricamente, que he hecho fuera de Cuba. En ningún otro lugar del mundo había cantado ante tanta gente fuera de Cuba.


No soy un animal de escena


Creo que mucha gente se pregunta a qué se debe que te hayas alejado de tu trabajo más trovadoresco con la guitarra. Desde Unicornio en adelante, tú buscaste, no sé si con intención o no, un sonido más cercano a las grandes orquestas, luego tu música se fusiona con la salsa, que está muy bullente ahora ¿no? ¿Se debe, en alguna medida, a que Silvio Rodríguez tiene el imperativo de ser más popular y masivo, como una forma de poder servir mejor al objetivo de conseguir divisas para Cuba?

Nada de eso. Todo lo contrario, yo te diría que lo que trato, en los últimos años, es de alejarme cada vez más de la escena. Si me mantengo en la escena es porque la gente ha llegado a convencerme de que es útil; la gente que me escribe, la gente que se me acerca, la gente que va a los conciertos. A partir de ver esas maravillas que produce en la gente la música, eso me da fuerzas para seguir en la escena, pero yo no soy un animal de escena, nunca lo fui, y no me llego a acostumbrar. Me gusta más la parte íntima de la creación, sentarme ahí con mi guitarra.

La cosa de vestir la música, es un poco el sueño que tiene todo compositor cuando hace una música desde el ámbito de la guitarra. Hay cosas que la guitarra colma completamente, como que no se necesita más; o sea, ponerle algo más es desvirtuarlo. Pero hay canciones que uno, cuando las hace, está sintiendo más música en su cabeza, está sintiendo más sonido, y esas son las cosas que he tratado de acompañar en los últimos tiempos. Con respecto a lo de la salsa, bueno, tú sabes que yo soy cubano y Cuba es la patria de la salsa. Lo que se llama salsa ahora, que es el “son” para nosotros, y los distintos ritmos de nuestra música, son cosas que uno las está escuchando desde pequeño. Llover sobre mojado, aunque tiene un arreglo muy sobrio, pues es un son; El Mayor, aunque tiene un arreglo donde no hace énfasis en el aspecto más bailable, pues es una “guajira-son”. Si le haces un arreglo apropiado, la gente la baila, y mira que te estoy hablando de canciones muy antiguas. En lo de ahora último yo pienso que quizás ha influido el haberme encontrado con músicos como la gente de Afrocuba, que tienen un sonido, una banda apropiada para enfatizar bien el carácter rítmico que tienen algunas canciones. Pero, aún así, no renuncio —lo habrás visto en el mismo repertorio con Afrocuba—a cosas más líricas, y muchísimo menos renuncio a la guitarra; eso es algo que siempre va a estar conmigo, porque sin la guitarra no soy nada. De ahí partió todo, toda la historia partió de ahí, y va a terminar ahí también.

¿Qué tipo de música es la que tienes tú en tu velador, en tu cassetera escuchando?

Tú sabes que escucho poca música, pero podría decir que así, a vista de pájaro, en los últimos años la música que más escucho es la música que se hace para cine. Entre las mejores cosas que se han escrito de música, en los últimos años, están las músicas para cine. Y, la música que prefiero oír, en general, es música relajada, es música generalmente instrumental. De pronto, bueno, me escucho algunos cantores. Me gusta estar enterado y todo eso, pero para mí, para mi disfrute, cuando quiero escuchar música, cuando me levanto, mientras me baño, mientras me lavo los dientes, mientras desayuno, todo eso, pues, pongo música (cuando no me pongo a hacerla yo mismo) y generalmente es música instrumental.

¿Tú participas en alguna medida en los arreglos de tus temas, estás allí metido, diciendo cosas?

Yo creo que en gran medida. Si no ¿cómo eso suena como yo espero que suene? El trabajo arreglístico y orquestal que yo hago con algunos músicos, es un trabajo de mucha comunicación. Por supuesto que está en gran medida el talento de esos músicos, el talento de Oriente López … Ahora está sucediendo con “Chucho”, con Oscarito Valdés, con Diego , su hermano. Es un trabajo de mucha comunicación y además de mucho montaje, porque se desechan muchas cosas y, a la hora de montar, pues se va buscando exactamente lo que se quiere, y que suene exactamente en el momento en que se quiere.

¿Ha influido en el momento de componer el hecho de haber compuesto en un principio, para tu generación, para tu país, y saber ahora, que la canción que estás componiendo esta noche, por ejemplo, la vas a cantar, ya no ante dos o tres mil, sino ochenta mil personas? ¿Influye?

No, a veces he hecho cosas que pienso que le hacen falta a la gente, o sea, canciones que creo que necesita un momento ¿no?, cosas que son necesarias decir. En ese sentido, sí influye mi relación con el mundo, con la gente. Pero, generalmente, no. A la hora de componer, trato de disfrutar yo mismo lo más posible.

¿No te has pillado de repente imaginando, por ejemplo, cantando esa canción frente a ese público? ¿No se te pasa por la mente?

Puede haberme pasado, pero no es algo que me rija. Tanto es así, que generalmente demoro mucho tiempo en cantar mis canciones, es casi una norma. Las canto después, incluso, de varios años de haberlas compuesto. Las voy digiriendo, las voy, no sé, madurando. Incluso, las olvido y cuando las reencuentro, es que las canto, porque con la distancia, con el tiempo, es que como que las uso para los demás. Cuando las hago, las veo para mí, nada más.


Critico a Cuba en Cuba


Yo creo que mucha gente quiere saber que es lo esencial del socialismo cubano que tú defiendes.

La soberanía de nuestro país, en primer lugar. El derecho de nuestro pueblo a escoger el camino que quiera escoger; a ser libres y soberanos, a tener su propio albedrío, a no tener dependencia. El socialismo es una palabra, es una imagen, y es una idea, pero para nosotros, el socialismo son cosas concretas: educación, salud pública. Pero cuando te digo educación y salud pública, te estoy diciendo para todo el mundo y no para unos pocos: para todo el pueblo. Y el socialismo para nosotros es cultura, es deporte, es dignidad. Es la dignidad de haber escogido un camino y de ir por él, sin que un grandote ahí, porque tenga dinero y armas, nos tenga que decir como tenemos que arreglar nuestra casa.

¿Pero eso no se contradice, por ejemplo, con que hubiese inversión privada, inversión extranjera, siempre que no atentara contra esa independencia y esa soberanía?

Eso depende de cómo se hace. Si las inversiones son tales que te colocan en una situación de dependencia, entonces ya empiezas a perder la soberanía. Pero si tú tienes el control de las inversiones, pues no.

Así mismo, la propiedad privada de personas de Cuba…

En Cuba existen formas de propiedad privada. De hecho, la revolución una de las primeras cosas que hizo fue una ley de la vivienda, para que todo el mundo fuera dueño de sus propias viviendas.

¿En términos empresariales también?

No, en términos empresariales, no. No hay propiedad privada, porque la Revolución lo que sí elimina es la explotación del hombre por el hombre. En términos empresariales, implicaría asalariar gente, para que se enriqueciera otro. ¿Te das cuenta? Y por eso se elimina; ese es un principio del socialismo que nosotros respetamos. Pero hay muchas formas de propiedad privada en Cuba; todo lo que uno posee es de uno, no del otro. Tú no tienes que darle tu casa a nadie, si no quieres; o no tienes que prestarle tu carro a nadie, si tú no quieres; ni tienes que darle tus libros a nadie, si tú no quieres. En Cuba, los agricultores son propietarios de sus tierras, y eso fue una de las primeras cosas que hizo la Revolución también. Parecería contradictorio ¿no?: darle la tierra al que la trabaja. La tierra no es de los terratenientes, es del que la trabaja.

La pregunta al revés ¿qué le criticarías al socialismo actual, en este momento, de Cuba?

Lo critico en Cuba, compadre, lo critico en Cuba.

¿Te parece que es peligro hacerlo afuera?

Le puede dar armas al enemigo, y no me da la gana darle armas al enemigo. Y muchísimo menos en este momento.

¿Y no le puede dar experiencia a los pueblos?

Bueno, los pueblos que vayan a Cuba. Además, no soy yo, me parece, y no es el momento, el más apropiado, para hacer ese tipo de análisis. Nosotros tenemos un proceso desde hace años, incluso desde antes de la Perestroika, que le llamamos el “Proceso de Rectificación de Errores y de tendencias negativas”. Eso implica una profundización en muchos sistemas que no han funcionado, después de la experiencia ¿no? Cuba es un país en ebullición constante y constantemente se está transformando. Hay una imagen de Cuba como una cosa estática, te diría ortodoxa. ¡Y eso es absurdo! Si hay un país socialista en el mundo que jamás ha sido ortodoxo, es Cuba.

Carlos Altamirano, ex secretario general del P.S. durante la U.P. contaba la anécdota de una mujer, chilena, exiliada en Alemania Federal que quiso trabajar y producir lo más posible y, fue atacada por sus compañeras de trabajo, porque le decían que estaba subiendo la “cuota” de lo que debía producir cada persona. El entendió que aquel era un sistema que se iba a pudrir por sí solo y que de alguna manera era la célula del conflicto en los países socialistas. Yo sé que ustedes están trabajando este problema ¿no?

¿En el sentido de que la gente pueda tener aspiraciones, que si trabaja más, recibe más? Sí, esas cosas se están trabajando. Está lo que se llama la “vinculación”, sobre todo en el sector de los servicios; si trabajas más, ganas más. Ahora, también hay un movimiento muy renovador, que lo dirige personalmente Fidel, que es el “Movimiento de los Contingentes”. Son gentes que trabajan mucho, totalmente voluntarios ¿no?, en obras de choque, preferiblemente de la construcción; construyen carreteras, obras, etc. Es como una especie de plan piloto. Ganan muy bien y trabajan muy bien, también. Y son gente muy concientizada también; o sea, que en este caso el factor conciencia no se ha visto afectado por los ingresos.

¿Y tu caso, Silvio? Para la gente tú representas algo más que un cantante con lindas canciones, representas una forma de vida, y en ese sentido es importante conocer –sin hablar de cifras— cuál es tu inserción económica dentro del aparto cultural cubano?

En un principio solo recibía un sueldo. Después —tú sabes que la música empieza a generar una cantidad de dinero, aunque uno nunca haya pensando en eso—pues aparecen los derechos de autor y todo ese tipo de cosas. Actualmente yo recibo un sueldo del Ministerio de Cultura, recibo mis derechos de autor y recibo también el dinero de los conciertos que hago. Ahora el dinero de mis conciertos y parte del dinero de mis derechos de autor, y en este sentido te estoy hablando de la música, pero también ayudo a otra gente de teatro, de danza, etc.

¿Pero quien define, por ejemplo, en los conciertos, donde se va y todas esas cosas?

No, yo tengo total libertad para eso. El Ministerio de Cultura me ayuda en muchas cosas: me pone en contacto con empresarios, con gente que está interesada, pero en definitiva entre Tito y yo decidimos donde vamos. Tengo absoluta libertad para eso.


Hacerlo todo ahora


¿Por qué elegiste Causas y Azares para comenzar tu primer recital en Chile? ¿Tiene algún significado para ti o quisiste, justamente que no tuviera ningún significado la primera canción?

Por varias razones la elegí. Por el significado ese tan abierto que tiene la canción ¿no? un poco como que le cabe todo. Y, también la elegí por un problema de sonoridad, de timbre, de fuerza. Me pareció también que tiene un buen sonido para comenzar un espectáculo. Desde hace años estoy abriendo los espectáculos con esa canción, sobre todo cuando estuve trabajando con Afrocuba.

Cuéntame, justamente en relación a Causas y Azares ¿cuál es la relación que tiene para ti las causas y los azares? ¿Existe para ti el destino, existe para ti la casualidad?

La casualidad y la “causalidad”, las dos cosas. Yo creo que son los hitos que, en definitiva, en gran medida nos mueven a todos ¿no? O sea, un segundo que te demoras en afeitarte o levantar algo y mirar, es un segundo que pasa, es una opción que gastaste o malgastaste. De eso está lleno cada instante, cada instante de la vida es un poco eso ¿no?; es como la urdimbre completa que hace todo el tejido de la existencia. Yo siempre, desde niño, pensaba en esa cosa: “si hubiera llegado cinco minutos antes”, o “si hubiera salido un minuto después”, o “si no hubiera conocido a tal persona o no me hubiera ocurrido tal cosa”…

¿Pero tú crees que eso sucede “por algo” o es simplemente casualidad?

No, yo creo que es casualidad y “causalidad”, porque si no te quitas de aquí, en este instante, pues te puede caer la lata de pintura que viene bajando. A veces por un segundo uno salva la vida y es por casualidad sencillamente. Y por “causalidad” también, porque si te quitaste te salvaste, y si no, te reventaste… (risas). Es curioso, es una tontería pero a mí a veces me ha hecho pensar mucho eso. Bueno, creo que lo reflejo en mis canciones.

¿Qué sentido tiene el dolor para ti, si tiene algún sentido? Bueno, se dice que sufriendo se crece, que el dolor trae la conciencia…

Bueno esa es una idea que está muy vinculada con el cristianismo en el sentido del martirologio. O sea, la purificación a través del dolor. Ahí está, en el símbolo de Cristo —clarísimo ¿no?—cómo la redención, la promesa de la otra vida llega a través del dolor. Creo que es una idea que le viene dando vueltas al mundo desde hace muchos años, y que se refleja de formas muy cotidianas; por eso es, probablemente, que yo lo utilizo tanto. Y, bueno, también porque, como hombre al fin, me ha tocado padecer alguna que otra vez. Yo pienso que es algo, hasta cierto punto, inevitable. Siempre la vida, a pesar de ser grata cuando lo es, tiene sus incomodidades.

Te lo preguntaba, porque en otra entrevista tu me decías que el tercero de los hermanos de la Fábula llegaba al final (ojo en el camino y ojo en el porvenir), pero tenía que pagar el precio de quedar bizco.

Sí, siempre hay que pagar un precio, alguna forma de precio siempre hay que pagar… Sí, esa canción, viendo como va el mundo, cada vez tiene más vigencia.

Al menos en tus canciones, la más persistente y fiel de tus compañeras –si así se puede decir–, ha sido la muerte, como usas la presencia de la muerte en la vida.

¿Tú crees?

Por ejemplo, en Río dices “vivo camino al cementerio”, ¿en el sentido que la muerte va al lado tuyo?

¿Sabes? es que yo vivía camino al cementerio cuando hice esa canción.

Yo viví 18 años al lado del cementerio de La Habana y la ventana de mi cuarto daba al cementerio. En mi calle es una canción dedicada al cementerio de La Habana; “Mi calle”, es la calle del cementerio, y las altas ventanas que miran al cielo son las tumbas.

Durante estos años, ¿sientes que has cambiado de forma de ver algo estructural en tu vida? Como decir: yo antes estaba seguro que las cosas eran así y ahora realmente creo que no.

No tan rotundamente. Hay principios ahí que se mantienen, como el pensar que vale la pena trabajar por el mundo, por el mejoramiento, por el progreso, trabajar contra las injusticias, esas son cosas que se mantienen ahí. Yo te diría que son el tuétano de mi razón de ser o de mi razón de proyectarme. Pero, lógicamente, sí: puntos de vista sí han cambiado, es normal.

¿Podrías nombrar alguna?

Bueno, para no hacerlo muy largo, ni muy anecdótico, pudiera decirte que con el paso de los años se va perdiendo cierta ingenuidad ¿no? Hay que luchar, o por lo menos pienso que yo tengo que luchar conmigo mismo para que en esa pérdida de ingenuidad no se vaya la visión del niño. Aunque uno se haga un poquito “mayor”, hay que luchar para conservar la visión del niño.

¿Qué es para ti la visión del niño?

Bueno, la capacidad de asombrarse, la capacidad de maravillarse. En lo que uno no se puede convertir es en un escéptico, porque me parece que eso es un desastre. Uno no puede renunciar a la ilusión. Acabo de hacer dos canciones, una se llama La desilusión y otra se llama La ilusión.

La “duología”

(risas…) Sí, la duología, sí… primero hice La desilusión

Parece que hay que pasar por eso primero…

En realidad las dos canciones están por la ilusión y las dos en sí llevan la negación de sí mismas también; porque al ridiculizar la desilusión, estoy, digamos, poniéndome de parte de la ilusión. Y al magnificar la ilusión, siempre estoy dejando un resquicio ahí de sospecha.

Cuando te miras, de repente en el espejo, esas veces en que por instantes logramos distanciarnos de nuestra propia imagen. ¿A quién ves?

A mi padre, compadre. Dicen que uno se da cuenta que se está poniendo viejo, cuando mira al espejo y ve reflejado a su papá. ¡Coño! ¿Qué hace el viejo mío ahí?... (risas)

No es el “viejo loco”, ¿no?

¡Coño! El viejo mío es un viejo hermosamente loco. Yo creo que, en mucha medida, lo que pueda tener de artista yo, se lo debo a él, porque fue la primera persona que me leyó, de niño ¿no?

¿Te has sorprendido alguna vez, sin querer, mintiéndole a la gente en una canción, es decir, cantando alguna vez, una canción en la que ya no crees?

No sé si es una canción en la que ya no creo, o en la que estoy tan distante ya de lo que la motivó que a veces me parece que es una canción de otro, eso sí me ha pasado. No te sabría decir ahora con qué canción, ni en que momento, pero haberme sucedido, sí, me ha pasado, porque es una sensación muy extraña, es tener la sensación de que uno está cantando cosas de otros.

¿Y te ha pasado que hayas dejado de cantar alguna canción? ¿Qué ya no quieras cantar más alguna?

No, eso no. Generalmente, cuando dejo de cantar una canción, la dejo de cantar porque la olvido, porque hago otras nuevas y las voy incorporando al repertorio. Voy dejando las otras porque, por ejemplo, me ha sucedido con algunas canciones, sobre todo de la primera etapa en que afinaba la guitarra muy grave y entonces, bueno, cantaba muy alto. Pero desde hace años afino la guitarra normal, en el tono en que hay que afinarla, y entonces tengo que transportar la canción. Tu sabes que hay cosas “guitarrísticas”, que no suenan igual en otro tono y entonces es una pena…

¿Te sucede que a veces, el mejor momento de un día es cuando estás solo?

A menudo. Pero, me sucede de toda la vida, no sólo me sucede últimamente. Eso me sucede desde niño.

¿Qué haces cuando te sientas solo a componer, cuando tienes ya un momento de relajo de poder centrarte un poco más en ti?

Muchas veces me pongo a juguetear con la guitarra. Muchas veces me pasa algo maravilloso, que es que no más pongo las manos encima de la guitarra, y empiezan a salir cosas. Y otras veces me pasa todo lo contrario, me paso horas con la guitarra y no sale absolutamente nada.

De ahí sale “la canción comenzaba 100 veces”… (risas)… Eso es fantástico, la capacidad de hacer una canción sobre que no sale una canción.

Eso me pasó muy recientemente, justamente con la canción esa de La Ilusión. Me acuerdo que me desperté tempranito (me suelo despertar bastante temprano, porque me acuesto generalmente temprano) y fue increíble, porque me desperté, salté de la cama y tomé la guitarra, no hice otra cosa. Y estuve desde el amanecer hasta el mediodía haciendo la canción, y al mediodía la terminé, como está. Y hablo en ella un poco de eso mismo: Cuando me toca la ilusión es como pasar unas cortinas titilantes, y entras a vivir en otra luz de la realidad, y en el nuevo espacio alucinante, canto sin pudor ni caridad.

Hablemos un poquito también de tu sentido de la trascendencia que desarrollas en algunas canciones como Al final de este viaje. Para los cristianos la trascendencia es una trascendencia más allá de la corpórea, es una trascendencia individual también. ¿Qué sentido tiene para ti la trascendencia? ¿Es individual? ¿Existe la trascendencia de la entidad del individuo?

Bueno, no te podría decir si existe esa trascendencia porque, bueno, no me ha pasado todavía ¿no? (risas)… o creo yo que no me ha pasado. Pero yo dudo que exista; me encantaría que existiera, por supuesto ¿no?, fuera más divertido… reírse después de los demás y esas cosas… Pero yo dudo, lamentablemente me parece que no. Por eso hay que hacerlo todo aquí, en ésta, la única que uno tiene, en la única oportunidad ¿no? Por eso hay que apurarse, empeñarse, hay que tratar de hacerlo todo ahora, porque mañana te duermes y… nada.

¿Y al final de este viaje quedamos intactos igual?

Al final de este viaje, bueno, quedas intacto si haces algo que valga la pena. Si despilfarras, si malgastas tu vida, es más muerte todavía.

Es decir, existe para ti una trascendencia en el sentido de quedar en el género humano…

Yo entiendo la trascendencia un poco como la entendía José Martí, que decía que la muerte era algo que había que ganarse con la obra de la vida.