Entrevistó: Armando López, revista Opina #44, Cuba.
de Marzo del 1983
Publicado también un fragmento en el periódico Granma el 1ro. de enero de 1984.
San Antonio de los Baños, 1946. En una casa como todas las casas nace Silvio y vive con sus padres. Creciendo, su niñez en un ir y venir a La Habana; su adolescencia transcurre entre los trajines de los primeros años de la Revolución. Alfabetiza en las montañas de Las Villas y alza poco de tamaño. Ya por entonces, tiene poco pelo, es muy flaco, usa grandes espejuelos, lee muchísimo a Martí y a Edgar Allan Poe y se sienta a escuchar a Tchaikovski, a Johnny Mathis y a los 5 Latinos.
Como sigue creciendo (poco de estatura) comienza a admirar a Virgilio Martínez (el creador de Super-Tiñosa), a Jack Davies (un dibujante de la revista Mad) y al Beatle Paul Mac Cartney, por lo que se hace dibujante y caricaturista de la revista Mella y coge por primera vez una guitarra en sus manos con la que compone una canción para divertir a sus amigos. (El Rock de los fantasmas, se llamaba). Luego no termina el preuniversitario (su madre se escandaliza) y lo llaman al Servicio Militar donde sigue haciendo canciones para divertir a sus amigos.
Así es como recuerda Silvio Rodríguez a Silvio en sus comienzos. Es totalmente falso el rumor que asegura que Silvio fue raptado por un animal de galaxias y mucho menos cierto que tuviera intimidad con una bruja que vivía en un viejo castillo sola, y que visitara de cuando en cuando, a un cierto Rey de las Flores que tenía una corte de lagartos, abejas chiquitas y arañas babosas, y por supuesto, es absurdo creer que en su niñez, como el Pequeño Príncipe, andaba de planeta en planeta, y que años después, apareció en la TV, desgarrando canciones, ya no solo para sus amigos, sino para sus enemigos.
Ni hablar, ese no es Silvio Rodríguez. Imaginen hoy un hombre delgado, con barriguita, que habla poco, piensa lo que dice, dice lo que piensa y se hace entender muy bien con sus ojos pequeños, escrutadores.
Trabajador empedernido, ama el silencio de su cuarto, aunque se pasa la vida de viaje en viaje. Es introvertido, pero denle una guitarra y verán cómo se enciende algo dentro de él y comienza a decir con voz humana canciones de un lenguaje inexplorado.
Silvio me dijo que no le gustan las entrevistas.
Por el tiempo que tuve que correrle detrás para arrancarle una, debe ser cierto.
¿Cómo te fue en el Servicio Militar?
Fui con mucha conciencia al Servicio Militar aunque pasé un trabajo tremendo allí, tratando de ir a ver una novia que tenía en la Víbora. Pero fuera de eso en el Servicio empecé a darle al duro a la guitarra e hice canciones con las que azoté indolente a mis compañeros.
¿A los tres años, tenías ganas de que te desmovilizaran?
Recuerdo que esperaba con ansias el día de la desmovilización. Yo no bebía pero me prometí una gran borrachera para la ocasión.
Lo cierto que resultó que el día de la baja me dio un gorrión tremendo; no me hallaba sin el uniforme, sin la unidad, sin mis compañeros. Hoy al cabo de los años me he venido a dar cuenta de lo bondadosos que fueron en el ejército conmigo, ya que siempre me propiciaban la forma de superarme, a pesar de yo haber sido una especie de bicho raro que pintaba y cantaba vestido de verde.
¿Cuándo saltaste de cantar para tus amigos a presentarte en público?
Mi primera presentación fue en un Festival de Aficionados de las FAR. Tenía un dúo con Luis López, un compañero del Servicio, y cantábamos dos canciones mías.
Otro guardia me había prestado una guitarra eléctrica y así cantamos, ¡asómbrate de traje y corbata, creo que la única vez en mi vida! En el teatro Amadeo Roldán.
En aquellos festivales nunca logramos ganar ni para la guagua. Eso sí: siempre nos hacían prometer que volveríamos a presentarnos.
¿Y cómo llegaste a poder cantar, profesionalmente?
Mi primera presentación como profesional fue en la televisión, gracias a la paciencia de Mario Romeu y Manolo Rifat, que dirigía el programa. Mario me llevó casi obligado. Yo no quería, pero unos cuantos amigos insistieron.
¿Cómo te sentiste ante las cámaras de TV?
Mi estado de ánimo era parecido al de la gelatina.
¿Tenías contactos en esa época con jóvenes trovadores?
Conocía a Vicente Feliú, por razones ajenas a la trova. Habíamos estudiado juntos parte de la secundaria y comenzado a guitarrear simultáneamente. Después que empecé en la TV, conocí a Martín Rojas y Eduardo Ramos en el Festival de Varadero de 1967. Teníamos gustos comunes: la música brasilera, Los Beatles, y la música trovadoresca en general. Teníamos más o menos una óptica común con respecto a la canción y también a los arreglos.
¿Tuviste problemas en tus comienzos para imponer tus canciones?
Yo nunca traté de imponer mis canciones, pero tampoco me gustaba que me mandaran a callar. Yo hacía canciones y las cantaba donde podía porque me acostumbré rápido al gusto de ser escuchado.
¿Cómo te diste a conocer?
Tuve el privilegio de un programa semanal de televisión que, aunque no duró mucho, me permitió ser conocido supongo que en casi toda la Isla. Los jóvenes gustaban de aquel programa, escribían mucho.
A los jóvenes les gustaba, pero ¿qué opinaban los productores de radio de Silvio Rodríguez?
Los productores decían de todo: lo mismo que era una lumbrera que una aberración.
¿Por qué no participaste en el Encuentro de la Canción Protesta que organizó La Casa de las Américas?
Cuando el Encuentro de la Canción Protesta yo pasaba mis últimos días en el Servicio, en la revista Verde Olivo. Lo seguí por la prensa y el noticiero ICAIC.
Después de salir del ICR fue cuando nos nucleamos en la CASA, a propuesta de Haydée.
¿Qué importancia tuvo para ti, conocer a Haydée Santamaría?
Haydée en primer lugar, fue el primer dirigente de la Revolución que conocí y que comprendía perfectamente lo que hacíamos. Y además el estímulo para continuar.
Ella era todo aliento y confianza en los jóvenes. Por otra parte comenzó a contarnos la Revolución de carne y hueso, y hablaba de Abel, de Boris y del Che como de gente que era uno mismo. Y daban ganas de imitarlos.
Por aquel entonces nos enteramos de que andabas encaramado en un barco mercante cubano, en viaje hacia África ¿qué hacías allí?
El viaje en el Playa Girón se gestó desde que leí, a los catorce, Moby Dick. También a Joseph Conrad y a Jack London. Mucho tiempo después estaba hablando con un compañero de la UJC y le estaba diciendo que quería irme en un barco, al Ártico, si era posible pescar ballenas. Aunque no teníamos balleneros sí teníamos barcos que iban al Ártico y con esa idea me enrolé en el Playa Girón. Saliendo del puerto llegó un mensaje que decía que se pusiera proa al este, rumbo a África. Así que me pasé cuatro meses por la costa occidental africana, de barco en barco con nuestros pescadores. El motivo fundamental del viaje fue el mar, pero por aquella época nuestros pescadores tenían pocos estímulos y una vida muy dura. Convivir y cantarles resultó extraordinario.
¿Quisieras ahondar aquí en ese espacio de tiempo que va hasta el año 72 en que se crea la Nueva Trova?
La Nueva Trova fue un fenómeno de aquel tiempo. Se gestaba en diversos puntos de la Isla simultáneamente. En algunos lugares con más acceso a la información y en otros con menos, pero en todas partes había una nueva generación de trovadores que comenzaban a componer de una forma distinta y al mismo tiempo ligada a la tradición.
Es un resultado del devenir y de la situación coyuntural de la década de 1960. Estaba en la naturaleza de nuestro tiempo, por eso nació y se desarrolló. También tuvo sus parteros: Haydée Santamaría y Alfredo Guevara.
¿Cómo surge el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC?
El grupo surge a partir de un viaje que hace Alfredo Guevara al Brasil. Él quedó impresionado con el movimiento llamado Tropicalismo, del que surgen figuras como Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil y muchos otros. Alfredo, conocía de nuestras canciones aunque no nos habíamos visto. Un día llamó a casa de mi madre (me acuerdo como si fuera ahora) y me invitó a una conferencia que iba a dar para decir sus impresiones de este viaje. Al final de la charla me pidió que me quedara (también estaba Leo Brouwer) y ahí nos dijo la cosa de hacer un grupo que se especializara en la banda sonora de las películas y que trabajara sobre la canción y en general la música cubana.
Leo y yo, oficialmente, éramos trabajadores del ICR, pero al cabo de un par de meses, en abril de 1969, estábamos trasladados para el ICAIC. Así comenzó a formarse el Grupo.
Indudablemente, hoy en día, muchos jóvenes imitan tu manera de hacer y decir las canciones. ¿Crees que es válido?
Yo también imitaba. Cuando se empieza siempre se parte de algún o algunos modelos. Luego la imaginación creadora y el estudio perfilan las voces.
¿Cuáles consideras las mayores influencias en tu creación tanto en música como en poesía?
Nunca he tenido las mismas influencias. En cada momento hay algo diferente. Ahora mismo me siento influido hasta por el ruido de los carros que pasan.
En todo caso te puedo citar dos presencias que han sido definitivas: Martí y Los Beatles.
¿Cuántas canciones has compuesto?
No sé, hace mucho tiempo que no las cuento.
¿En tus canciones qué aparece primero la letra o la música?
Generalmente, la música, pero también ha pasado lo contrario.
¿Te consideras como un poeta que hace canciones, un compositor que hace poemas o las dos cosas?
Me considero un trovador.
¿Cuáles son tus tareas actuales en el movimiento de la Nueva Trova?
Obviamente hacer giras por el exterior y componer cuando tengo tiempo.
En tu criterio, ¿cuáles son los autores más representativos del movimiento?
Sería una lista demasiado larga. Y el tiempo está más capacitado que yo para responder a esa pregunta.
¿A qué tú crees, se deba que tus canciones se hayan hecho más populares que las de muchos de ellos?
La difusión temprana determinó en esto. Haber tenido un programa como Mientras tanto cuando era muy joven hizo posible que mucha gente conociera mi trabajo y luego tratara de seguirlo. De ahí se me quedó una especie de cartelito de artífice de la nueva trova o algo así.
Muchos aseguran a que la Nueva Trova le faltan intérpretes de calidad…
La Nueva Trova, en esencia, es un movimiento de compositores. Aunque tiene magníficos intérpretes, como Pablo o Sara. Por el año 67, cuando Pablo y yo nos conocimos, por suerte existían intérpretes de la talla de Elena y Omara que, sin prejuicios y con mucha solidaridad, daba a conocer nuestras canciones. Quizás una equivalencia falta un poco ahora, y es una lástima.
¿Qué nos puedes decir del repertorio de algunos ¿…? cantantes?
A veces uno escucha a intérpretes de posibilidades que se malgastan en un repertorio insustancial. En este sentido el Guzmán ha jugado un buen papel, cuando compositores jóvenes han ganado premios y han sido interpretados por buenas voces actuales. Realmente es una pena que algunos intérpretes no se preocupen por expresar la trova tradicional o la trova de ahora.
¿Crees que la Nueva Trova sigue siendo nueva?
No sé si fue nueva siquiera en el momento de su creación. La Nueva Trova lleva ese nombre porque es la trova que crearon los jóvenes después que la Revolución inauguró la nueva Cuba.
¿Estimas que la música cubana debe ir a la búsqueda de sus raíces nacionales o incursionar en las distintas corrientes internacionales como la música rock, beat, bossa, etcétera?
No son búsquedas que necesariamente se tengan que excluir una a la otra. Recuerda la famosa frase de Martí sobre las ramas universales y el tronco de nuestras repúblicas.
Algunos hablan de estancamiento, de crisis, de la música popular cubana. ¿Estás de acuerdo?
Ese tipo de polémica es como el moho azul, que recurva a cada rato, cada vez que la sacan a la palestra. Conozco de muchos buenos creadores de todos los tiempos. Lo cierto es que no siempre son óptimamente difundidos. Creo que aún distamos de saber explotar con eficacia y equilibrio el talento musical cubano.
¿Qué opinas de la música rock?
Me gusta el buen rock, siempre lo he dicho. Admiro la curva de calidad que sorteando la pajuza del comercialismo, va desde Chuby Cheeker hasta Emerson, Lake and Palmer.
¿Puede la carencia de novedosos recursos técnicos musicales afectar la creación de los jóvenes músicos cubanos?
Esta carencia puede afectar aspectos de la realización, pero no creo que la creatividad. Los números que hicieron famoso al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC fueron grabados con un contrabajo que tenía cables de teléfono en vez de cuerdas y agitando junto al micrófono un pañuelo que contenía un puñado de kilos.
¿Qué opinas del FILIN?
El filin es uno de los movimientos de renovación más importantes en la historia de la canción cubana. Fue un movimiento de continuidad y de ruptura tanto musical como poéticamente. Tiene un perfil estético asombrosamente definido, de ahí que su carácter sea fácilmente identificado, tanto en sus creaciones como en las influencias que ha expandido. Aunque yo no partí de él, he ido adquiriendo algunos recursos de su forma de hacer. Me ha sido inevitable no solo por un problema de ampliación de formas, sino por la auténtica fuerza creadora que supone dentro de nuestra música. Me siento hijo de José Antonio Méndez, César Portillo, Frank Domínguez, Candito Ruiz y Martha Valdés (que en cierto modo trascendió ese estilo) y de toda la trova filinesca.
Además, no hay mejores canciones para enamorar que esas.
¿Qué nos puedes decir de los bolerones tradicionales, esos que cantan Vicentino, Tejedor, etcétera?
Los escuché como loco en mi adolescencia. Están en algún sitio de lo que hago. Son parte de nuestra exuberante cultura musical.
¿… Y de la música salsa?
Bueno, es la música que uno ha escuchado desde que nació, lo que ahora con el nombre comercial de salsa. Es música caribeña, en gran medida cubana, con la que se ha hecho un buen negocio. Los capitalistas no son bobos.
A gran parte de nuestro pueblo le gusta la música bailable, en cambio con la mayoría de los números de la Nueva Trova no se puede bailar.
Lo que originó a la Nueva Trova no fue la música bailable, aunque eso estuvo y está también en nosotros. La Nueva Trova se origina de La Trova que, en general, tampoco es bailable. Eso no ha impedido que mucha música de toda La Trova se haya bailado o se pueda bailar.
Buena parte de nuestra música se ha podido bailar o se puede bailar, claro, con el acompañamiento adecuado. Antes, quizás por la urgencia de decir cosas, no nos deteníamos demasiado en esto. Lo mismo pasaba con el que escuchaba, se creó espontáneamente, el mito de que la Nueva Trova no era para bailar. La evolución ha ido rompiendo con esto.
Conste que, desde sus inicios, gran parte de la producción del Grupo de Experimentación, se podía bailar. Incluso se hicieron cosas, aunque más bien especulativas, con lo bailable. Pero casi nada de esta producción fue difundido.
¿En qué país o países han sido mejor acogidas tus canciones?
República Dominicana, España, México y Venezuela.
¿Cómo te las arreglas en los países que no hablan nuestro idioma para lograr la comunicación?
A veces se traducen los textos en los programas, otras se hacen pequeñas síntesis de las canciones, pero muchas veces nada de esto. Así que a veces me pregunto cómo se las arreglan ellos.
¿Te consideras un buen intérprete de tus canciones?
Me considero sólo el autor de mis canciones, por eso las entiendo. Comprender algo es estar cerca de ello. Esta cercanía influye, aunque, como se nota por mi destartalada voz, no determina. Pero salvo raras excepciones, que saltan al oído de cualquiera, me siento satisfecho con las interpretaciones de quienes cantan mis canciones.
Hemos observado en tus últimas canciones, un acercamiento a lo sencillo en lo poético, ¿Has llegado a esto por maduración o te lo has propuesto como una línea de trabajo?
Siempre he entendido muy bien mis textos. A mí me han parecido sencillísimos. A veces, lamentablemente, hasta elementales. Por eso nunca me he visto en la necesidad de buscar lo sencillo. Si lo que quieres decir es que ahora la gente que tú conoces, o tú mismo, los entienden mejor, me parece formidable. Siempre ha sido uno de mis propósitos el hacerme entender.
¿Por qué últimamente predomina el amor en tus canciones?
El problema es que siempre he escrito más canciones de amor que otras. Pero hubo una época en que las que se difundieron fueron las más políticas. Problemas de necesidades de aquellos tiempos en que no existían muchas canciones de este tipo. Hoy día la canción de óptica social se ha generalizado prometedoramente y he aquí que cuando uno hace las canciones que ha hecho siempre surge la pregunta en cuestión. Por último te diré que el amor está, creo yo, en cada canción que escribo. Unas veces de una forma y otras de otra manera.
¿Qué motivó tu unicornio azul?
Mi unicornio azul.
¿Qué significa para ti la mujer?
Un ser humano.
¿Eres enamorado?
Me enamoro casi a cada instante, de todo. De los objetos, de las ideas, de las acciones, de las personas, de los conceptos. Lo que me cuesta trabajo es odiar.
¿Alguna anécdota de amor intenso?
Unas botas cañeras que yo tuve. Te acuerdas de aquellas botas cañeras peluditas que se hacían a finales del 60? Bueno, aquellos botines anduvieron conmigo por infinitas calles, madrugadas, embates y combates. Un buen día las presté y no me las devolvieron, pero me sentí contento porque le hacía un favor a un amigo. Me dije: cuando tenga el dinero voy, me compro otras. Pero no las siguieron haciendo… Lamento que sea una historia triste.
Háblanos de tu hogar, de tu hija
Bueno, es un hogar; es una hija.
¿Se excluyen en ti las funciones de ser buen padre y artista?
No en el amor. Pero cuando uno tiene que viajar tanto acaba por cogerles tirria a los viajes.
¿Cómo es normalmente un día de Silvio?
Varían
Qué tienes que decir a los que te critican, afirmando que eres descuidado en el vestir, incluso en tus presentaciones en público.
Imitan a mi madre, que siempre me daba cocotazos por eso. Por suerte para ella, crecí, y se aburrió de decirme tales cosas.
Muchos aseguran que no eres el mismo muchacho afable de tus comienzos, que te has vuelto orgulloso e inaccesible…
Eso me recuerda el cuento del gato: el hombre que se le poncha el carro de madrugada en una carretera solitaria y ve una lucecita distante y piensa que a lo mejor el guajiro tiene un gato, y parte para allá pensando que si el guajiro tiene gato no se lo presta, y en eso llega y toca y cuando el guajiro le abre, de tanto autocranque que se ha dado, le dice una cosa que en esta entrevista no se puede decir, pero que más o menos significa: “no me hace falta su gato”…
Siempre me he identificado con el guajiro, debe ser que soy de por allá.
¿Te acercas hoy día a los jóvenes trovadores?
Tanto como me lo permite mi inequívoca virilidad y mis trajines profesionales.
¿Te consideras todavía joven?
Por lo menos de espíritu… Sí, ya sé que es una respuesta clásica.
En todo caso, para mi asombro, la mayoría del público que asiste a mis conciertos es prácticamente adolescente. No quiero excluir a los viejitos.
Siempre han ido viejitos a mis recitales, cosa que no me asombra para nada. La gente de mi generación, los que eran adolescentes cuando empecé y que iban a mis conciertos por entonces, salvo raras excepciones, parece que están muy complicados con sus problemas. Seguramente, en algún sitio, están haciendo sus propios recitales. Vaya usted a saber.
Fueron los jóvenes los que votaron en gran mayoría por tu doble Girasol en Opina 1982 como autor musical y cantante. ¿Qué piensas de esto?
Desde el punto de vista de mi realización personal, te puedo decir que no hay nada más hermoso para un artista que su trabajo tenga éxito, sobre todo entre los jóvenes. Me siento muy estimulado.
Por otra parte, los jóvenes son la respuesta a la obra cultural de la Revolución. Los Girasoles que ellos adjudicaron a Guillén, Portocarrero, Rita Longa, sus miles de votos a los concertistas, echan por tierra la tesis de algunos que creen que la población no entiende determinadas cosas. Nuestro pueblo se alfabetizó hace muchos años y está apto para entender cualquier manifestación de la cultura.
¿Y si no fueras Silvio, cómo pudieras describir a Silvio?
Un tipo que toca la guitarra, que tiene barriguita y es calvito.
¿… Y siéndolo?
Un calvito y con barriguita, que toca la guitarra.
San Antonio de los Baños, 1946. En una casa como todas las casas nace Silvio y vive con sus padres. Creciendo, su niñez en un ir y venir a La Habana; su adolescencia transcurre entre los trajines de los primeros años de la Revolución. Alfabetiza en las montañas de Las Villas y alza poco de tamaño. Ya por entonces, tiene poco pelo, es muy flaco, usa grandes espejuelos, lee muchísimo a Martí y a Edgar Allan Poe y se sienta a escuchar a Tchaikovski, a Johnny Mathis y a los 5 Latinos.
Como sigue creciendo (poco de estatura) comienza a admirar a Virgilio Martínez (el creador de Super-Tiñosa), a Jack Davies (un dibujante de la revista Mad) y al Beatle Paul Mac Cartney, por lo que se hace dibujante y caricaturista de la revista Mella y coge por primera vez una guitarra en sus manos con la que compone una canción para divertir a sus amigos. (El Rock de los fantasmas, se llamaba). Luego no termina el preuniversitario (su madre se escandaliza) y lo llaman al Servicio Militar donde sigue haciendo canciones para divertir a sus amigos.
Así es como recuerda Silvio Rodríguez a Silvio en sus comienzos. Es totalmente falso el rumor que asegura que Silvio fue raptado por un animal de galaxias y mucho menos cierto que tuviera intimidad con una bruja que vivía en un viejo castillo sola, y que visitara de cuando en cuando, a un cierto Rey de las Flores que tenía una corte de lagartos, abejas chiquitas y arañas babosas, y por supuesto, es absurdo creer que en su niñez, como el Pequeño Príncipe, andaba de planeta en planeta, y que años después, apareció en la TV, desgarrando canciones, ya no solo para sus amigos, sino para sus enemigos.
Ni hablar, ese no es Silvio Rodríguez. Imaginen hoy un hombre delgado, con barriguita, que habla poco, piensa lo que dice, dice lo que piensa y se hace entender muy bien con sus ojos pequeños, escrutadores.
Trabajador empedernido, ama el silencio de su cuarto, aunque se pasa la vida de viaje en viaje. Es introvertido, pero denle una guitarra y verán cómo se enciende algo dentro de él y comienza a decir con voz humana canciones de un lenguaje inexplorado.
Silvio me dijo que no le gustan las entrevistas.
Por el tiempo que tuve que correrle detrás para arrancarle una, debe ser cierto.
¿Cómo te fue en el Servicio Militar?
Fui con mucha conciencia al Servicio Militar aunque pasé un trabajo tremendo allí, tratando de ir a ver una novia que tenía en la Víbora. Pero fuera de eso en el Servicio empecé a darle al duro a la guitarra e hice canciones con las que azoté indolente a mis compañeros.
¿A los tres años, tenías ganas de que te desmovilizaran?
Recuerdo que esperaba con ansias el día de la desmovilización. Yo no bebía pero me prometí una gran borrachera para la ocasión.
Lo cierto que resultó que el día de la baja me dio un gorrión tremendo; no me hallaba sin el uniforme, sin la unidad, sin mis compañeros. Hoy al cabo de los años me he venido a dar cuenta de lo bondadosos que fueron en el ejército conmigo, ya que siempre me propiciaban la forma de superarme, a pesar de yo haber sido una especie de bicho raro que pintaba y cantaba vestido de verde.
¿Cuándo saltaste de cantar para tus amigos a presentarte en público?
Mi primera presentación fue en un Festival de Aficionados de las FAR. Tenía un dúo con Luis López, un compañero del Servicio, y cantábamos dos canciones mías.
Otro guardia me había prestado una guitarra eléctrica y así cantamos, ¡asómbrate de traje y corbata, creo que la única vez en mi vida! En el teatro Amadeo Roldán.
En aquellos festivales nunca logramos ganar ni para la guagua. Eso sí: siempre nos hacían prometer que volveríamos a presentarnos.
¿Y cómo llegaste a poder cantar, profesionalmente?
Mi primera presentación como profesional fue en la televisión, gracias a la paciencia de Mario Romeu y Manolo Rifat, que dirigía el programa. Mario me llevó casi obligado. Yo no quería, pero unos cuantos amigos insistieron.
¿Cómo te sentiste ante las cámaras de TV?
Mi estado de ánimo era parecido al de la gelatina.
¿Tenías contactos en esa época con jóvenes trovadores?
Conocía a Vicente Feliú, por razones ajenas a la trova. Habíamos estudiado juntos parte de la secundaria y comenzado a guitarrear simultáneamente. Después que empecé en la TV, conocí a Martín Rojas y Eduardo Ramos en el Festival de Varadero de 1967. Teníamos gustos comunes: la música brasilera, Los Beatles, y la música trovadoresca en general. Teníamos más o menos una óptica común con respecto a la canción y también a los arreglos.
¿Tuviste problemas en tus comienzos para imponer tus canciones?
Yo nunca traté de imponer mis canciones, pero tampoco me gustaba que me mandaran a callar. Yo hacía canciones y las cantaba donde podía porque me acostumbré rápido al gusto de ser escuchado.
¿Cómo te diste a conocer?
Tuve el privilegio de un programa semanal de televisión que, aunque no duró mucho, me permitió ser conocido supongo que en casi toda la Isla. Los jóvenes gustaban de aquel programa, escribían mucho.
A los jóvenes les gustaba, pero ¿qué opinaban los productores de radio de Silvio Rodríguez?
Los productores decían de todo: lo mismo que era una lumbrera que una aberración.
¿Por qué no participaste en el Encuentro de la Canción Protesta que organizó La Casa de las Américas?
Cuando el Encuentro de la Canción Protesta yo pasaba mis últimos días en el Servicio, en la revista Verde Olivo. Lo seguí por la prensa y el noticiero ICAIC.
Después de salir del ICR fue cuando nos nucleamos en la CASA, a propuesta de Haydée.
¿Qué importancia tuvo para ti, conocer a Haydée Santamaría?
Haydée en primer lugar, fue el primer dirigente de la Revolución que conocí y que comprendía perfectamente lo que hacíamos. Y además el estímulo para continuar.
Ella era todo aliento y confianza en los jóvenes. Por otra parte comenzó a contarnos la Revolución de carne y hueso, y hablaba de Abel, de Boris y del Che como de gente que era uno mismo. Y daban ganas de imitarlos.
Por aquel entonces nos enteramos de que andabas encaramado en un barco mercante cubano, en viaje hacia África ¿qué hacías allí?
El viaje en el Playa Girón se gestó desde que leí, a los catorce, Moby Dick. También a Joseph Conrad y a Jack London. Mucho tiempo después estaba hablando con un compañero de la UJC y le estaba diciendo que quería irme en un barco, al Ártico, si era posible pescar ballenas. Aunque no teníamos balleneros sí teníamos barcos que iban al Ártico y con esa idea me enrolé en el Playa Girón. Saliendo del puerto llegó un mensaje que decía que se pusiera proa al este, rumbo a África. Así que me pasé cuatro meses por la costa occidental africana, de barco en barco con nuestros pescadores. El motivo fundamental del viaje fue el mar, pero por aquella época nuestros pescadores tenían pocos estímulos y una vida muy dura. Convivir y cantarles resultó extraordinario.
¿Quisieras ahondar aquí en ese espacio de tiempo que va hasta el año 72 en que se crea la Nueva Trova?
La Nueva Trova fue un fenómeno de aquel tiempo. Se gestaba en diversos puntos de la Isla simultáneamente. En algunos lugares con más acceso a la información y en otros con menos, pero en todas partes había una nueva generación de trovadores que comenzaban a componer de una forma distinta y al mismo tiempo ligada a la tradición.
Es un resultado del devenir y de la situación coyuntural de la década de 1960. Estaba en la naturaleza de nuestro tiempo, por eso nació y se desarrolló. También tuvo sus parteros: Haydée Santamaría y Alfredo Guevara.
¿Cómo surge el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC?
El grupo surge a partir de un viaje que hace Alfredo Guevara al Brasil. Él quedó impresionado con el movimiento llamado Tropicalismo, del que surgen figuras como Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil y muchos otros. Alfredo, conocía de nuestras canciones aunque no nos habíamos visto. Un día llamó a casa de mi madre (me acuerdo como si fuera ahora) y me invitó a una conferencia que iba a dar para decir sus impresiones de este viaje. Al final de la charla me pidió que me quedara (también estaba Leo Brouwer) y ahí nos dijo la cosa de hacer un grupo que se especializara en la banda sonora de las películas y que trabajara sobre la canción y en general la música cubana.
Leo y yo, oficialmente, éramos trabajadores del ICR, pero al cabo de un par de meses, en abril de 1969, estábamos trasladados para el ICAIC. Así comenzó a formarse el Grupo.
Indudablemente, hoy en día, muchos jóvenes imitan tu manera de hacer y decir las canciones. ¿Crees que es válido?
Yo también imitaba. Cuando se empieza siempre se parte de algún o algunos modelos. Luego la imaginación creadora y el estudio perfilan las voces.
¿Cuáles consideras las mayores influencias en tu creación tanto en música como en poesía?
Nunca he tenido las mismas influencias. En cada momento hay algo diferente. Ahora mismo me siento influido hasta por el ruido de los carros que pasan.
En todo caso te puedo citar dos presencias que han sido definitivas: Martí y Los Beatles.
¿Cuántas canciones has compuesto?
No sé, hace mucho tiempo que no las cuento.
¿En tus canciones qué aparece primero la letra o la música?
Generalmente, la música, pero también ha pasado lo contrario.
¿Te consideras como un poeta que hace canciones, un compositor que hace poemas o las dos cosas?
Me considero un trovador.
¿Cuáles son tus tareas actuales en el movimiento de la Nueva Trova?
Obviamente hacer giras por el exterior y componer cuando tengo tiempo.
En tu criterio, ¿cuáles son los autores más representativos del movimiento?
Sería una lista demasiado larga. Y el tiempo está más capacitado que yo para responder a esa pregunta.
¿A qué tú crees, se deba que tus canciones se hayan hecho más populares que las de muchos de ellos?
La difusión temprana determinó en esto. Haber tenido un programa como Mientras tanto cuando era muy joven hizo posible que mucha gente conociera mi trabajo y luego tratara de seguirlo. De ahí se me quedó una especie de cartelito de artífice de la nueva trova o algo así.
Muchos aseguran a que la Nueva Trova le faltan intérpretes de calidad…
La Nueva Trova, en esencia, es un movimiento de compositores. Aunque tiene magníficos intérpretes, como Pablo o Sara. Por el año 67, cuando Pablo y yo nos conocimos, por suerte existían intérpretes de la talla de Elena y Omara que, sin prejuicios y con mucha solidaridad, daba a conocer nuestras canciones. Quizás una equivalencia falta un poco ahora, y es una lástima.
¿Qué nos puedes decir del repertorio de algunos ¿…? cantantes?
A veces uno escucha a intérpretes de posibilidades que se malgastan en un repertorio insustancial. En este sentido el Guzmán ha jugado un buen papel, cuando compositores jóvenes han ganado premios y han sido interpretados por buenas voces actuales. Realmente es una pena que algunos intérpretes no se preocupen por expresar la trova tradicional o la trova de ahora.
¿Crees que la Nueva Trova sigue siendo nueva?
No sé si fue nueva siquiera en el momento de su creación. La Nueva Trova lleva ese nombre porque es la trova que crearon los jóvenes después que la Revolución inauguró la nueva Cuba.
¿Estimas que la música cubana debe ir a la búsqueda de sus raíces nacionales o incursionar en las distintas corrientes internacionales como la música rock, beat, bossa, etcétera?
No son búsquedas que necesariamente se tengan que excluir una a la otra. Recuerda la famosa frase de Martí sobre las ramas universales y el tronco de nuestras repúblicas.
Algunos hablan de estancamiento, de crisis, de la música popular cubana. ¿Estás de acuerdo?
Ese tipo de polémica es como el moho azul, que recurva a cada rato, cada vez que la sacan a la palestra. Conozco de muchos buenos creadores de todos los tiempos. Lo cierto es que no siempre son óptimamente difundidos. Creo que aún distamos de saber explotar con eficacia y equilibrio el talento musical cubano.
¿Qué opinas de la música rock?
Me gusta el buen rock, siempre lo he dicho. Admiro la curva de calidad que sorteando la pajuza del comercialismo, va desde Chuby Cheeker hasta Emerson, Lake and Palmer.
¿Puede la carencia de novedosos recursos técnicos musicales afectar la creación de los jóvenes músicos cubanos?
Esta carencia puede afectar aspectos de la realización, pero no creo que la creatividad. Los números que hicieron famoso al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC fueron grabados con un contrabajo que tenía cables de teléfono en vez de cuerdas y agitando junto al micrófono un pañuelo que contenía un puñado de kilos.
¿Qué opinas del FILIN?
El filin es uno de los movimientos de renovación más importantes en la historia de la canción cubana. Fue un movimiento de continuidad y de ruptura tanto musical como poéticamente. Tiene un perfil estético asombrosamente definido, de ahí que su carácter sea fácilmente identificado, tanto en sus creaciones como en las influencias que ha expandido. Aunque yo no partí de él, he ido adquiriendo algunos recursos de su forma de hacer. Me ha sido inevitable no solo por un problema de ampliación de formas, sino por la auténtica fuerza creadora que supone dentro de nuestra música. Me siento hijo de José Antonio Méndez, César Portillo, Frank Domínguez, Candito Ruiz y Martha Valdés (que en cierto modo trascendió ese estilo) y de toda la trova filinesca.
Además, no hay mejores canciones para enamorar que esas.
¿Qué nos puedes decir de los bolerones tradicionales, esos que cantan Vicentino, Tejedor, etcétera?
Los escuché como loco en mi adolescencia. Están en algún sitio de lo que hago. Son parte de nuestra exuberante cultura musical.
¿… Y de la música salsa?
Bueno, es la música que uno ha escuchado desde que nació, lo que ahora con el nombre comercial de salsa. Es música caribeña, en gran medida cubana, con la que se ha hecho un buen negocio. Los capitalistas no son bobos.
A gran parte de nuestro pueblo le gusta la música bailable, en cambio con la mayoría de los números de la Nueva Trova no se puede bailar.
Lo que originó a la Nueva Trova no fue la música bailable, aunque eso estuvo y está también en nosotros. La Nueva Trova se origina de La Trova que, en general, tampoco es bailable. Eso no ha impedido que mucha música de toda La Trova se haya bailado o se pueda bailar.
Buena parte de nuestra música se ha podido bailar o se puede bailar, claro, con el acompañamiento adecuado. Antes, quizás por la urgencia de decir cosas, no nos deteníamos demasiado en esto. Lo mismo pasaba con el que escuchaba, se creó espontáneamente, el mito de que la Nueva Trova no era para bailar. La evolución ha ido rompiendo con esto.
Conste que, desde sus inicios, gran parte de la producción del Grupo de Experimentación, se podía bailar. Incluso se hicieron cosas, aunque más bien especulativas, con lo bailable. Pero casi nada de esta producción fue difundido.
¿En qué país o países han sido mejor acogidas tus canciones?
República Dominicana, España, México y Venezuela.
¿Cómo te las arreglas en los países que no hablan nuestro idioma para lograr la comunicación?
A veces se traducen los textos en los programas, otras se hacen pequeñas síntesis de las canciones, pero muchas veces nada de esto. Así que a veces me pregunto cómo se las arreglan ellos.
¿Te consideras un buen intérprete de tus canciones?
Me considero sólo el autor de mis canciones, por eso las entiendo. Comprender algo es estar cerca de ello. Esta cercanía influye, aunque, como se nota por mi destartalada voz, no determina. Pero salvo raras excepciones, que saltan al oído de cualquiera, me siento satisfecho con las interpretaciones de quienes cantan mis canciones.
Hemos observado en tus últimas canciones, un acercamiento a lo sencillo en lo poético, ¿Has llegado a esto por maduración o te lo has propuesto como una línea de trabajo?
Siempre he entendido muy bien mis textos. A mí me han parecido sencillísimos. A veces, lamentablemente, hasta elementales. Por eso nunca me he visto en la necesidad de buscar lo sencillo. Si lo que quieres decir es que ahora la gente que tú conoces, o tú mismo, los entienden mejor, me parece formidable. Siempre ha sido uno de mis propósitos el hacerme entender.
¿Por qué últimamente predomina el amor en tus canciones?
El problema es que siempre he escrito más canciones de amor que otras. Pero hubo una época en que las que se difundieron fueron las más políticas. Problemas de necesidades de aquellos tiempos en que no existían muchas canciones de este tipo. Hoy día la canción de óptica social se ha generalizado prometedoramente y he aquí que cuando uno hace las canciones que ha hecho siempre surge la pregunta en cuestión. Por último te diré que el amor está, creo yo, en cada canción que escribo. Unas veces de una forma y otras de otra manera.
¿Qué motivó tu unicornio azul?
Mi unicornio azul.
¿Qué significa para ti la mujer?
Un ser humano.
¿Eres enamorado?
Me enamoro casi a cada instante, de todo. De los objetos, de las ideas, de las acciones, de las personas, de los conceptos. Lo que me cuesta trabajo es odiar.
¿Alguna anécdota de amor intenso?
Unas botas cañeras que yo tuve. Te acuerdas de aquellas botas cañeras peluditas que se hacían a finales del 60? Bueno, aquellos botines anduvieron conmigo por infinitas calles, madrugadas, embates y combates. Un buen día las presté y no me las devolvieron, pero me sentí contento porque le hacía un favor a un amigo. Me dije: cuando tenga el dinero voy, me compro otras. Pero no las siguieron haciendo… Lamento que sea una historia triste.
Háblanos de tu hogar, de tu hija
Bueno, es un hogar; es una hija.
¿Se excluyen en ti las funciones de ser buen padre y artista?
No en el amor. Pero cuando uno tiene que viajar tanto acaba por cogerles tirria a los viajes.
¿Cómo es normalmente un día de Silvio?
Varían
Qué tienes que decir a los que te critican, afirmando que eres descuidado en el vestir, incluso en tus presentaciones en público.
Imitan a mi madre, que siempre me daba cocotazos por eso. Por suerte para ella, crecí, y se aburrió de decirme tales cosas.
Muchos aseguran que no eres el mismo muchacho afable de tus comienzos, que te has vuelto orgulloso e inaccesible…
Eso me recuerda el cuento del gato: el hombre que se le poncha el carro de madrugada en una carretera solitaria y ve una lucecita distante y piensa que a lo mejor el guajiro tiene un gato, y parte para allá pensando que si el guajiro tiene gato no se lo presta, y en eso llega y toca y cuando el guajiro le abre, de tanto autocranque que se ha dado, le dice una cosa que en esta entrevista no se puede decir, pero que más o menos significa: “no me hace falta su gato”…
Siempre me he identificado con el guajiro, debe ser que soy de por allá.
¿Te acercas hoy día a los jóvenes trovadores?
Tanto como me lo permite mi inequívoca virilidad y mis trajines profesionales.
¿Te consideras todavía joven?
Por lo menos de espíritu… Sí, ya sé que es una respuesta clásica.
En todo caso, para mi asombro, la mayoría del público que asiste a mis conciertos es prácticamente adolescente. No quiero excluir a los viejitos.
Siempre han ido viejitos a mis recitales, cosa que no me asombra para nada. La gente de mi generación, los que eran adolescentes cuando empecé y que iban a mis conciertos por entonces, salvo raras excepciones, parece que están muy complicados con sus problemas. Seguramente, en algún sitio, están haciendo sus propios recitales. Vaya usted a saber.
Fueron los jóvenes los que votaron en gran mayoría por tu doble Girasol en Opina 1982 como autor musical y cantante. ¿Qué piensas de esto?
Desde el punto de vista de mi realización personal, te puedo decir que no hay nada más hermoso para un artista que su trabajo tenga éxito, sobre todo entre los jóvenes. Me siento muy estimulado.
Por otra parte, los jóvenes son la respuesta a la obra cultural de la Revolución. Los Girasoles que ellos adjudicaron a Guillén, Portocarrero, Rita Longa, sus miles de votos a los concertistas, echan por tierra la tesis de algunos que creen que la población no entiende determinadas cosas. Nuestro pueblo se alfabetizó hace muchos años y está apto para entender cualquier manifestación de la cultura.
¿Y si no fueras Silvio, cómo pudieras describir a Silvio?
Un tipo que toca la guitarra, que tiene barriguita y es calvito.
¿… Y siéndolo?
Un calvito y con barriguita, que toca la guitarra.