Entrevistó: Cristian Vitale, Argentina
de del 2011
Versión íntegra de la entrevista concedida por Silvio al diario Página 12 el 6 de octubre de 2011, publicada el 8 de noviembre.
Si tuvieras que hacer una elipsis entre aquel Silvio que compuso sus primeras canciones, el de Pluma en ristre o Días y flores, y este Silvio actual, contemporáneo, ¿qué permanencias y distancias encontrarías?, ¿qué factores musicales y vivenciales te alejan de aquel y cuáles te acercan?
Creo haber sido consecuente con el joven que fui. Creo que me encargué de asegurarlo cuando canté sobre los riesgos de envejecer. Abordé el tema varias veces durante el viaje en el Playa Girón. No me quise dejar escapatoria y me advertí de sillas tentadoras, de cansancios y otras oportunidades. Incluso cuando dije, en Oda a mi generación, “sigan exigiéndome cada vez más, hasta poder seguir o reventar”, sabía que nada ni nadie me pediría más que yo mismo. Claro que ahora hay un acumulado de vivencias, pero las distancias que pudiera notar de entonces a hoy son más por biología que por convicciones.
Dada la gran cantidad de canciones que has escrito y la enorme cantidad de clásicos que han estado, y están, en boca de muchos seguidores tuyos, gustaría saber por aquí cuáles de ellas vas a tocar en tus recitales en Argentina, y cuál sería la justificación de tocar tal o cual, si es que existen razones
El concierto lo vamos a hacer tomando en cuenta lo que tocamos en nuestra última visita, para no repetirnos más allá de lo imprescindible. Después de algunos años sin ir a un país tan exigente como Argentina, hay que hacer un recuento, aunque sea mínimo. También pienso hacer un par de temas de un disco que está empezando a tomar forma, para que haya de todo, hasta de lo que viene.
¿Por qué has estado siete años sin venir a la Argentina?
Creo recordar que estuve tocando una hora en un concierto frente a la Casa Rosada, invitado por Néstor Kirchner. Y que, uno o dos años después, viajé desde La Habana hasta Mar del Plata para cantar un par de canciones… ¿Realmente ha pasado tanto tiempo? En algún momento tuve la ilusión de tocar en el Colón, por la acústica que dicen que tiene, y me dijeron que lo estaban arreglando… En eso pasaron otros años. Y cuando vine a ver, habíamos llegado al día de hoy.
Aún no he escuchado Segunda Cita ¿de qué se trata el disco?, ¿en qué etapa de tu trayecto musical y poético te encuentra?
Prefiero que lo descubras tú, cuando lo escuches. Hay mucho sobre Cuba.
¿Y Ángel para un final?... aún no hemos tenido noticias sobre ese disco por aquí ¿qué anticipa que hayas pensado en ese nombre?
Esa es una noticia de la que me acabo de enterar.
Dónde vives hoy, Silvio, y cómo es un día en tu vida. Me gustaría que resuelvas la respuesta con ojos y tacto de pintor.
Hace 11 años que vivo al oeste de La Habana, en Siboney, más cerca que nunca de San Antonio de los Baños, que es como se llama el pueblo en que nací. Alrededor de mi casa hay algunos árboles, sobre todo frutales, y por supuesto hay pájaros. Me levanto a las 06:00; tengo una niña de 8 años que debe estar en su escuela a las 07:45. Temprano leo noticias, reviso correos, abro el blog y participo, según el tiempo que tenga. Generalmente trabajo en casa, a menos que tenga algo que hacer en el estudio (Ojalá, que dirijo). Hago poca vida social, aunque visito y me visitan algunos amigos. Tenemos dos perros: Lilith es una chau-chau negra, muy silenciosa; Blue es un chihuahua cordial y neurótico. Leo todo lo anterior y parece sumamente aburrido, pero juro que yo me entretengo.
Has compartido con Pablo, Noel, Eduardo y Vicente los inicios de la trova cubana, que fueron tan románticos, en un sentido, como necesarios en otro. Me refiero a la implicancia que tuvo aquella para contrarrestar la “la mala prensa” que tenía la revolución cubana en el status quo de muchos países occidentales. ¿En qué piensas cada vez que la evocas?
La nueva trova empezó cuando coincidimos algunos muchachos que hacíamos canciones algo diferenciadas de lo tradicional. Eso fue por 1967. Por entonces el único país de América Latina que mantenía relaciones con Cuba era México. El resto nos había rechazado a través de la OEA, presionado por Estados Unidos. Pero a pesar de que los gobiernos habían roto con la Revolución, Cuba tenía a muchos admiradores y por supuesto colaboradores. Existía el campo socialista, que era influyente y en cierta medida le hacía contraparte a la mala prensa occidental. Todavía faltaban años para que la nueva trova empezara a tener algo de prensa en Cuba. En los primeros tiempos algunas instituciones de la cultura nos rechazaron. El tipo de canción que hacíamos despertaba suspicacias, eran textos y músicas inquietas, no complacientes. Quizá tuvimos antecedente en Teresita Fernández, una maestra de Las Villas que musicaba a Gabriela Mistral y que Bola de Nieve presentó en La Habana. O en Miriam Acevedo, una actriz que cantaba poemas de Virgilio Piñera en un club nocturno. El rechazo de algunos medios oficiales ayudó a que nos uniéramos y nos identificaran como corriente. Agruparnos alrededor de casa de las Américas contribuyó también a eso. Pero lo cierto es que los pioneros de la nueva trova teníamos procedencias y desarrollos diferentes.
¿Cuál es tu relación actual con aquellos compañeros?
Lógicamente, nos vemos menos. Todos somos, más que “padres de familia”, abuelos. Algunos se nos ha ido, como Noel hace seis años, o Miguel Escalona hace más tiempo. Mantengo las mismas relaciones con Vicente Feliú, con Sara González, con Amaury Pérez y con Augusto Blanca. Con Eduardo Ramos y Lázaro García también, cuando los veo, y con otros músicos, poetas y escritores que entonces conformábamos una especie de núcleo generacional.
¿Cómo ha sido la experiencia de tocar y viajar por Estados Unidos, luego de 30 años de imposibilidades?, ¿cómo se te ha recibido y qué piensas de quienes han insultado a Pablo y a quienes fueron a verlo en ocasión de su reciente presentación en Miami?
La experiencia de hacer 8 conciertos en los Estados Unidos, después de 30 años sin visa, fue insólita. Empezando porque tuvimos muy mala promoción, pero todos los conciertos se llenaron. En el último, en Orlando, Florida, estaban los mismos rompedores de CDs que se cebaron en Pablo. Conmigo estaban muy furiosos: En todas partes había cantado El Necio y dedicado un tema a Los Cinco cubanos antiterroristas que están presos allá. En el concierto en Washington me dirigí al presidente Obama y le pedí que los liberara, y le prometí que el pueblo de Cuba se lo iba a agradecer. Cuando estaba diciendo aquello pensé: si los libera, en el próximo 1º de mayo voy a tener que desfilar con un cartel que diga: “Gracias, Obama”. Pero el Presidente norteamericano me evitó el trance.
Mientras estuve en los Estados Unidos no hice la más mínima concesión, ni siquiera en aspectos de mi realidad que suelo criticar en Cuba. El joven del que hablábamos al principio sigue metiéndome en problemas.
¿Cómo había sido aquel recital con Pete Seeger en 1978?... aquí en Argentina, en esa época, hubiese sido imposible una juntada así
Cantamos juntos varias veces. En La Habana; en el pueblo en que él vive, que queda cerca de Nueva York y se llama Poughkeepsie (se pronuncia pokipsi). También hicimos una gira por ciudades de Italia, en homenaje a Víctor Jara. El año pasado Pete estuvo en el segundo concierto que dimos en el Carnegie Hall. Por supuesto que se lo dediqué. Y no pude evitar acordarme de cuando hice lo mismo con Atahualpa Yupanqui, en el Gran Rex de Buenos Aires.
¿Cómo ha sido tu larga experiencia como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y qué has podido rescatar de ella?
Mi experiencia como diputado fue hasta cierto punto simbólica. Fui elegido inmediatamente después que se cayó el Campo Socialista, cuando nos quedamos sin comercio. Todo el mundo auguraba el derrumbe de Cuba y hubiera sido una cobardía no aceptar. Nunca he tenido vocación de político; dije que sí por patriotismo, por los días cruciales que pasábamos. Pienso que mis tres mejores momentos en la Asamblea fueron cuando propuse la enseñanza musical desde la escuela primaria. Después, cuando se votaba por un socialismo irreversible, y entonces planteé que el socialismo debía ser también perfectible. Por último me despedí pidiendo que la cultura sistematizara un trabajo en las prisiones. Creo que fueron las tres cosas más positivas que pude hacer.
¿Puedes contar de qué se trata el grupo de músicos, escritores y artistas que giran por los barrios de La Habana?, ¿qué es lo que se ve por allí en cuanto al estado general de las gentes?
De lo que se trata es de que la entrada de un concierto cuesta 20 pesos y en Cuba hay mucha gente que apenas gana 200 ó 300 pesos al mes. ¿Cómo va a ir al teatro toda una familia con esos ingresos? Tratamos de sacar la música y el arte de los teatros, de los recintos, de las instituciones encartonadas y dárselos al pueblo, que es de donde vienen. Es una experiencia muy edificante para todo el mundo: para el auditorio, que son la gente más humilde en las puertas de sus casas, en sus calles. Y para los concertantes, que por supuesto somos los que más aprendemos.
¿Vas seguido a San Antonio de los Baños?, ¿con qué te encuentras cuando llegas?, ¿cuáles son las reminiscencias y los recuerdos?
Cada vez que visito a mi pueblo no pienso en el pasado sino en todo lo que hay por hacer. Desde hace años estamos tratando de crear una fundación para proteger el río y sus bosques. No ha sido fácil. Algunos de mi edad y otros más jóvenes están dispuestos a entregar su tiempo para eso, pero en Cuba hacer una Fundación es complicado. El Estado no ha legislado para que iniciativas así prosperen, sólo existen trabas. Ahora se está tratando de desarticular tantas restricciones, pero la burocracia se atrinchera y lo hace difícil. Conozco gente que desde hace años quiere donar equipos médicos al hospital de San Antonio, y no pueden. Aute y yo hemos hecho conciertos en España y en Cuba para eso, pero las donaciones deben pasar al presupuesto nacional y los canales oficiales reparten a su juicio. Es para desalentar al más pinto.
San Antonio actualmente está muy desmejorado (lo canté en Trovador antiguo). Pero si logramos burlar la burocracia, “Los Amigos del Río” lo vamos a ayudar.
¿Qué tipo de resignificación crees que pueden tener hoy aquellas canciones de batalla, hermosas por cierto, que escribiste en los setentas. Me refiero a La era está pariendo un corazón, Canción del elegido, La maza, Fusil contra fusil, Al final de este viaje, Playa Girón, ¿en qué aspectos se podrían considerar presentes y en cuáles, una rémora de otro tiempo?
Yo esperaba ver caducar a mis canciones. Hubiera sido feliz con eso, porque los males que señalé estarían superados y las metas que soñé habrían sido superadas. Más bien me contraría que la realidad no deje que envejezcan. Ojalá mañana mismo dejaran de tener sentido.
Tienes muchas canciones inéditas en tu acervo… ¿por qué no ha podido ser publicadas?... no sé, cuéntame sobre las más significativas
Algunas no han sido publicadas porque no me gustan. Algunas que me gustan las puse en un libro que llamé Cancionero. Otras las voy sacando poco a poco. A veces ese proceso se interrumpe porque aparecen nuevas. El disco que tengo en mente va a combinar viejas y recientes. Voy a cantar dos inéditas en noviembre.
¿Sigues teniendo pánico por las luces y las cámaras, como dijiste alguna vez?
La verdad es que cada vez vivo más alejado de todo eso.
Has tenido la oportunidad de compartir con grandes músicos de Latinoamérica al menos dos episodios clave: el Festival Internacional de la Nueva Canción en República Dominicana y Abril en Managua ¿Cómo han quedado grabados en ti esos sucesos?
Tanto “7 días con el Pueblo” como “Abril en Managua” fueron encuentros muy hermosos. Y fueron muy bien promocionados. Pero hay festivales que apenas se supieron y también fueron maravillosos. Por ejemplo, el Festival de la Canción de Varadero de 1982 (que por cierto dirigió Pablo Milanés), reunió a Mercedes Sosa, Jimmy Clift, Chico Buarque, DJavan, Alfredo Zitarrosa, Milton Nascimento, Los VanVan, María Bethania, Sergio Ricardo, el cuarteto MPB, Nara Leao, Olivia Byngton, Sara González, Adalberto Álvarez y su son, Omara Portuondo y muchos más que ahora mismo no me vienen a la mente. Cosas así han pasado en Cuba y poco mundo se ha enterado. Estamos bloqueados, pero también nos hemos autobloqueado.
¿Y los recitales en Argentina, en 1984? Ese disco se ha transformado en un registro casi mítico por aquí.
Buena parte de la canción Argentina nos acompañó en Obras Sanitarias. Para nosotros dos aquella visita también fue muy importante. Que nos quisieran en un país con tanto arte de calidad nos fortaleció. Stella Bravo y Tristán Bauer filmaron un documental de aquellos días, y gracias a eso lo sucedido en Argentina llegó a Cuba y conmovió.
¿Te sigues considerando un necio?... “yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui…”
Hay canciones que uno hace en determinado momento y no puede sospechar en lo que se van a convertir; canciones que superan a su autor, se apoderan de él y a veces lo zarandean. El necio pudiera ser un caso.
Imposible desasociarte de Pablo… ¿qué opinas de su visión sobre el devenir de la revolución?, ¿los ha distanciado?
Coincido en mucho de lo que ha expresado Pablo, y ya lo he dicho. No en todo, y tampoco lo articulo como él. En la forma siempre fuimos diferentes. Yo no hice loas ni de las chicas.
Cuba necesita más juventud en algunas decisiones. No por falta de capacidad de nuestros dirigentes, sino por su compromiso con algunas posturas históricas. Me he manifestado muchas veces por reformar nuestra política migratoria, que me parece injusta, además de obsoleta. Ojalá se haga una fuerte batida contra el inmovilismo. Yo hiciera un ministerio de los cambios, con un órgano de prensa que fuera siguiendo al minuto todo el acontecer. La burocracia detiene la evolución y eso está dando lugar a mucho oportunismo y corrupción. Aún así, vivo esperanzado en que se va a salvar lo bueno que se ha hecho para el pueblo, e incluso que se va a mejorar.
Sería bueno encontrarte personalmente para que me cuentes sobre canciones que no han sido tan conocidas aquí, pero que son bellísimas ¿Podrás decir algo sobre Leyenda, una de las más hermosas que te he escuchado, La canción del trovador errante y Flores nocturnas?
Leyenda la escribí en Nueva York, en julio de 1978. La dediqué a niños cubanos que se llevaron a los Estados Unidos, para separarlos de la Revolución, y allá se convirtieron en jóvenes defensores de su país. Todavía muchos lo hacen. Canción del trovador errante está dedicada a un amigo que perdí, un poeta importante: Luis Rogelio Nogueras. Él era a veces muy atrevido formalmente, por eso la canción trata de ser así. Flores nocturnas es de finales de la década de 1980, cuando empezaron brotes de prostitución en las calles de La Habana.
¿Por qué tuviste la necesidad de publicar una bitácora?
No fue premeditado, creo que sentí que tenía que vivir la experiencia. Cuando apareció la televisión yo tenía tres años. Fue un asombro para todo el mundo, aunque pocos podían tenerla. En mi casa no hubo hasta después de la Revolución. Después tuve la suerte de ver nacer la comunicación satelital y la Internet. Tenía que probarlo, que saber lo que era. Y ha sido incluso divertido, la oportunidad de jugar un poco más. Y la comunicación con gente interesante.
¿Qué significa Zurrón del aprendiz?
Una base de datos. Mucha gente se me ha acercado preguntando por canciones y cosas. Espero que poco a poco ahí vaya quedando todo lo mío. A lo mejor la próxima vez que visite Argentina nadie necesite entrevistarme, porque lo que se quiera saber se hallará en el Zurrón.
¿En qué parte del péndulo estético te encuentras en la actualidad?, ¿cuáles son las motivaciones centrales que te llevan a seguir componiendo canciones?
Me cuesta trabajo encontrar tiempo para hacer canciones. Pero todavía de pronto encuentro relaciones tonales, pasajes o combinaciones que no se me habían ocurrido. Eso me anima mucho. Sigo colgado del asombro.
¿Qué opinas del presente político y cultural que se está viviendo en Argentina?
La veo bastante polarizada; pero eso no sucede solo en Argentina, es un fenómeno mundial. El mundo parece estar cruzando límites, como si estuviera empezando a ser otra cosa entre muchas angustias. Hay menos en que creer. Hay mucha más información (no siempre cierta) y la imposibilidad de esconder lo feo, como se hacía antaño, matiza la percepción e invita al cinismo. Aún así, me parece que América Latina está mucho mejor que el resto del mundo occidental.
¿Quiénes se han agregado a tu panteón de seres admirados desde siempre (me refiero a José Martí, Bach, César Vallejo, John Lennon, por nombrar algunos) con el correr de los años? ¿En quién te has espejado en los últimos tiempos?
Admiro a Mario Benedetti, por su lucidez y coherencia. Admiro a Eduardo Galeano y a Juan Gelman, por lo mismo. Admiro a Pete Seeger, por la pena sincera en sus ojos cuando dice que América Latina no ha progresado más por culpa de los gobiernos de su país. Admiro a Paco Ibáñez. Admiro a los que no se doblegan, a los que nos dan fuerzas para no cansarnos. Admiro a Martí, a Maceo, a Villena, a Fidel. Soy vulnerable y necesito de esa gente.
¿Qué implica hoy, para ti, la palabra revolución?
Revolución no significa lo mismo en cada circunstancia. Mucho menos desde que los dueños de los medios lograron que algunas cosas se vieran al revés. No creo que el muro de Berlín haya sido revolucionario. Pero defender la continuidad de la Revolución Cubana, sí lo es. Y no hablo de la simpleza de defender a un gobierno. Hablo del hecho histórico de autodeterminación, del ejemplo moral que ha gravitado sobre el subjetivo latinoamericano. No puedo negar lo vivido, y mucho menos el sacrificio de generaciones de cubanos.
¿Reivindicas la de Cuba como antaño?
Pretender una Revolución Cubana como la inicial, creo que sería infantil, y además no sería revolucionario. No defiendo el pasado, defiendo el derecho de los cubanos a ser como nosotros decidamos ser. Y creo que mientras el país más poderoso del mundo esté empeñado en imponernos su voluntad, no tendremos derecho y deber más importante que defendernos como Nación.
¿De qué hablas cuando hablas de una democracia socialista sólida?
De una aspiración. Pienso en un socialismo sostenible. Quizá alguien crea que lo ideal sería que nos lo dieran todo, pero ¿de dónde sale lo que se recibe? La necesidad de la palabrita sostenible la hemos tenido que aprender los cubanos por haber practicado un socialismo generoso y a la vez paternal. Nos daban todo porque lo merecíamos, y el Estado también asumía la mayoría de las decisiones. Me parece necesario que nos ganemos más los bienes y un derecho más amplio a decidir.
Los cambios económicos que Cuba está poniendo en práctica van a influir políticamente, porque afianzan sectores con intereses nuevos. De hecho ya existen. Y si crecen, ganarán peso. Esto no debiera implicar riesgos para una realidad social justa, debiera complementarla. Los que nacen deben seguir teniendo los básicos derechos de salud, educación, trabajo y vejez digna. Incluso hay que mejorar y profundizar en todo eso. Las conquistas de la Revolución las quisiera intocables.
Por mi parte tengo derecho a no creer en las sociedades de consumo. Cada vez hay más población en el mundo y cada día el planeta da más signos de agotamiento. Debemos amar y cuidar el lugar al que pertenecemos, nuestra única casa. Es justo que las sociedades, las familias y las personas tengamos la oportunidad del progreso, pero también debemos comprometernos en que lo bueno alcance para todos. El egoísmo y la codicia no debieran ser trabas para la responsabilidad y la conciencia humanas.
Si tuvieras que hacer una elipsis entre aquel Silvio que compuso sus primeras canciones, el de Pluma en ristre o Días y flores, y este Silvio actual, contemporáneo, ¿qué permanencias y distancias encontrarías?, ¿qué factores musicales y vivenciales te alejan de aquel y cuáles te acercan?
Creo haber sido consecuente con el joven que fui. Creo que me encargué de asegurarlo cuando canté sobre los riesgos de envejecer. Abordé el tema varias veces durante el viaje en el Playa Girón. No me quise dejar escapatoria y me advertí de sillas tentadoras, de cansancios y otras oportunidades. Incluso cuando dije, en Oda a mi generación, “sigan exigiéndome cada vez más, hasta poder seguir o reventar”, sabía que nada ni nadie me pediría más que yo mismo. Claro que ahora hay un acumulado de vivencias, pero las distancias que pudiera notar de entonces a hoy son más por biología que por convicciones.
Dada la gran cantidad de canciones que has escrito y la enorme cantidad de clásicos que han estado, y están, en boca de muchos seguidores tuyos, gustaría saber por aquí cuáles de ellas vas a tocar en tus recitales en Argentina, y cuál sería la justificación de tocar tal o cual, si es que existen razones
El concierto lo vamos a hacer tomando en cuenta lo que tocamos en nuestra última visita, para no repetirnos más allá de lo imprescindible. Después de algunos años sin ir a un país tan exigente como Argentina, hay que hacer un recuento, aunque sea mínimo. También pienso hacer un par de temas de un disco que está empezando a tomar forma, para que haya de todo, hasta de lo que viene.
¿Por qué has estado siete años sin venir a la Argentina?
Creo recordar que estuve tocando una hora en un concierto frente a la Casa Rosada, invitado por Néstor Kirchner. Y que, uno o dos años después, viajé desde La Habana hasta Mar del Plata para cantar un par de canciones… ¿Realmente ha pasado tanto tiempo? En algún momento tuve la ilusión de tocar en el Colón, por la acústica que dicen que tiene, y me dijeron que lo estaban arreglando… En eso pasaron otros años. Y cuando vine a ver, habíamos llegado al día de hoy.
Aún no he escuchado Segunda Cita ¿de qué se trata el disco?, ¿en qué etapa de tu trayecto musical y poético te encuentra?
Prefiero que lo descubras tú, cuando lo escuches. Hay mucho sobre Cuba.
¿Y Ángel para un final?... aún no hemos tenido noticias sobre ese disco por aquí ¿qué anticipa que hayas pensado en ese nombre?
Esa es una noticia de la que me acabo de enterar.
Dónde vives hoy, Silvio, y cómo es un día en tu vida. Me gustaría que resuelvas la respuesta con ojos y tacto de pintor.
Hace 11 años que vivo al oeste de La Habana, en Siboney, más cerca que nunca de San Antonio de los Baños, que es como se llama el pueblo en que nací. Alrededor de mi casa hay algunos árboles, sobre todo frutales, y por supuesto hay pájaros. Me levanto a las 06:00; tengo una niña de 8 años que debe estar en su escuela a las 07:45. Temprano leo noticias, reviso correos, abro el blog y participo, según el tiempo que tenga. Generalmente trabajo en casa, a menos que tenga algo que hacer en el estudio (Ojalá, que dirijo). Hago poca vida social, aunque visito y me visitan algunos amigos. Tenemos dos perros: Lilith es una chau-chau negra, muy silenciosa; Blue es un chihuahua cordial y neurótico. Leo todo lo anterior y parece sumamente aburrido, pero juro que yo me entretengo.
Has compartido con Pablo, Noel, Eduardo y Vicente los inicios de la trova cubana, que fueron tan románticos, en un sentido, como necesarios en otro. Me refiero a la implicancia que tuvo aquella para contrarrestar la “la mala prensa” que tenía la revolución cubana en el status quo de muchos países occidentales. ¿En qué piensas cada vez que la evocas?
La nueva trova empezó cuando coincidimos algunos muchachos que hacíamos canciones algo diferenciadas de lo tradicional. Eso fue por 1967. Por entonces el único país de América Latina que mantenía relaciones con Cuba era México. El resto nos había rechazado a través de la OEA, presionado por Estados Unidos. Pero a pesar de que los gobiernos habían roto con la Revolución, Cuba tenía a muchos admiradores y por supuesto colaboradores. Existía el campo socialista, que era influyente y en cierta medida le hacía contraparte a la mala prensa occidental. Todavía faltaban años para que la nueva trova empezara a tener algo de prensa en Cuba. En los primeros tiempos algunas instituciones de la cultura nos rechazaron. El tipo de canción que hacíamos despertaba suspicacias, eran textos y músicas inquietas, no complacientes. Quizá tuvimos antecedente en Teresita Fernández, una maestra de Las Villas que musicaba a Gabriela Mistral y que Bola de Nieve presentó en La Habana. O en Miriam Acevedo, una actriz que cantaba poemas de Virgilio Piñera en un club nocturno. El rechazo de algunos medios oficiales ayudó a que nos uniéramos y nos identificaran como corriente. Agruparnos alrededor de casa de las Américas contribuyó también a eso. Pero lo cierto es que los pioneros de la nueva trova teníamos procedencias y desarrollos diferentes.
¿Cuál es tu relación actual con aquellos compañeros?
Lógicamente, nos vemos menos. Todos somos, más que “padres de familia”, abuelos. Algunos se nos ha ido, como Noel hace seis años, o Miguel Escalona hace más tiempo. Mantengo las mismas relaciones con Vicente Feliú, con Sara González, con Amaury Pérez y con Augusto Blanca. Con Eduardo Ramos y Lázaro García también, cuando los veo, y con otros músicos, poetas y escritores que entonces conformábamos una especie de núcleo generacional.
¿Cómo ha sido la experiencia de tocar y viajar por Estados Unidos, luego de 30 años de imposibilidades?, ¿cómo se te ha recibido y qué piensas de quienes han insultado a Pablo y a quienes fueron a verlo en ocasión de su reciente presentación en Miami?
La experiencia de hacer 8 conciertos en los Estados Unidos, después de 30 años sin visa, fue insólita. Empezando porque tuvimos muy mala promoción, pero todos los conciertos se llenaron. En el último, en Orlando, Florida, estaban los mismos rompedores de CDs que se cebaron en Pablo. Conmigo estaban muy furiosos: En todas partes había cantado El Necio y dedicado un tema a Los Cinco cubanos antiterroristas que están presos allá. En el concierto en Washington me dirigí al presidente Obama y le pedí que los liberara, y le prometí que el pueblo de Cuba se lo iba a agradecer. Cuando estaba diciendo aquello pensé: si los libera, en el próximo 1º de mayo voy a tener que desfilar con un cartel que diga: “Gracias, Obama”. Pero el Presidente norteamericano me evitó el trance.
Mientras estuve en los Estados Unidos no hice la más mínima concesión, ni siquiera en aspectos de mi realidad que suelo criticar en Cuba. El joven del que hablábamos al principio sigue metiéndome en problemas.
¿Cómo había sido aquel recital con Pete Seeger en 1978?... aquí en Argentina, en esa época, hubiese sido imposible una juntada así
Cantamos juntos varias veces. En La Habana; en el pueblo en que él vive, que queda cerca de Nueva York y se llama Poughkeepsie (se pronuncia pokipsi). También hicimos una gira por ciudades de Italia, en homenaje a Víctor Jara. El año pasado Pete estuvo en el segundo concierto que dimos en el Carnegie Hall. Por supuesto que se lo dediqué. Y no pude evitar acordarme de cuando hice lo mismo con Atahualpa Yupanqui, en el Gran Rex de Buenos Aires.
¿Cómo ha sido tu larga experiencia como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y qué has podido rescatar de ella?
Mi experiencia como diputado fue hasta cierto punto simbólica. Fui elegido inmediatamente después que se cayó el Campo Socialista, cuando nos quedamos sin comercio. Todo el mundo auguraba el derrumbe de Cuba y hubiera sido una cobardía no aceptar. Nunca he tenido vocación de político; dije que sí por patriotismo, por los días cruciales que pasábamos. Pienso que mis tres mejores momentos en la Asamblea fueron cuando propuse la enseñanza musical desde la escuela primaria. Después, cuando se votaba por un socialismo irreversible, y entonces planteé que el socialismo debía ser también perfectible. Por último me despedí pidiendo que la cultura sistematizara un trabajo en las prisiones. Creo que fueron las tres cosas más positivas que pude hacer.
¿Puedes contar de qué se trata el grupo de músicos, escritores y artistas que giran por los barrios de La Habana?, ¿qué es lo que se ve por allí en cuanto al estado general de las gentes?
De lo que se trata es de que la entrada de un concierto cuesta 20 pesos y en Cuba hay mucha gente que apenas gana 200 ó 300 pesos al mes. ¿Cómo va a ir al teatro toda una familia con esos ingresos? Tratamos de sacar la música y el arte de los teatros, de los recintos, de las instituciones encartonadas y dárselos al pueblo, que es de donde vienen. Es una experiencia muy edificante para todo el mundo: para el auditorio, que son la gente más humilde en las puertas de sus casas, en sus calles. Y para los concertantes, que por supuesto somos los que más aprendemos.
¿Vas seguido a San Antonio de los Baños?, ¿con qué te encuentras cuando llegas?, ¿cuáles son las reminiscencias y los recuerdos?
Cada vez que visito a mi pueblo no pienso en el pasado sino en todo lo que hay por hacer. Desde hace años estamos tratando de crear una fundación para proteger el río y sus bosques. No ha sido fácil. Algunos de mi edad y otros más jóvenes están dispuestos a entregar su tiempo para eso, pero en Cuba hacer una Fundación es complicado. El Estado no ha legislado para que iniciativas así prosperen, sólo existen trabas. Ahora se está tratando de desarticular tantas restricciones, pero la burocracia se atrinchera y lo hace difícil. Conozco gente que desde hace años quiere donar equipos médicos al hospital de San Antonio, y no pueden. Aute y yo hemos hecho conciertos en España y en Cuba para eso, pero las donaciones deben pasar al presupuesto nacional y los canales oficiales reparten a su juicio. Es para desalentar al más pinto.
San Antonio actualmente está muy desmejorado (lo canté en Trovador antiguo). Pero si logramos burlar la burocracia, “Los Amigos del Río” lo vamos a ayudar.
¿Qué tipo de resignificación crees que pueden tener hoy aquellas canciones de batalla, hermosas por cierto, que escribiste en los setentas. Me refiero a La era está pariendo un corazón, Canción del elegido, La maza, Fusil contra fusil, Al final de este viaje, Playa Girón, ¿en qué aspectos se podrían considerar presentes y en cuáles, una rémora de otro tiempo?
Yo esperaba ver caducar a mis canciones. Hubiera sido feliz con eso, porque los males que señalé estarían superados y las metas que soñé habrían sido superadas. Más bien me contraría que la realidad no deje que envejezcan. Ojalá mañana mismo dejaran de tener sentido.
Tienes muchas canciones inéditas en tu acervo… ¿por qué no ha podido ser publicadas?... no sé, cuéntame sobre las más significativas
Algunas no han sido publicadas porque no me gustan. Algunas que me gustan las puse en un libro que llamé Cancionero. Otras las voy sacando poco a poco. A veces ese proceso se interrumpe porque aparecen nuevas. El disco que tengo en mente va a combinar viejas y recientes. Voy a cantar dos inéditas en noviembre.
¿Sigues teniendo pánico por las luces y las cámaras, como dijiste alguna vez?
La verdad es que cada vez vivo más alejado de todo eso.
Has tenido la oportunidad de compartir con grandes músicos de Latinoamérica al menos dos episodios clave: el Festival Internacional de la Nueva Canción en República Dominicana y Abril en Managua ¿Cómo han quedado grabados en ti esos sucesos?
Tanto “7 días con el Pueblo” como “Abril en Managua” fueron encuentros muy hermosos. Y fueron muy bien promocionados. Pero hay festivales que apenas se supieron y también fueron maravillosos. Por ejemplo, el Festival de la Canción de Varadero de 1982 (que por cierto dirigió Pablo Milanés), reunió a Mercedes Sosa, Jimmy Clift, Chico Buarque, DJavan, Alfredo Zitarrosa, Milton Nascimento, Los VanVan, María Bethania, Sergio Ricardo, el cuarteto MPB, Nara Leao, Olivia Byngton, Sara González, Adalberto Álvarez y su son, Omara Portuondo y muchos más que ahora mismo no me vienen a la mente. Cosas así han pasado en Cuba y poco mundo se ha enterado. Estamos bloqueados, pero también nos hemos autobloqueado.
¿Y los recitales en Argentina, en 1984? Ese disco se ha transformado en un registro casi mítico por aquí.
Buena parte de la canción Argentina nos acompañó en Obras Sanitarias. Para nosotros dos aquella visita también fue muy importante. Que nos quisieran en un país con tanto arte de calidad nos fortaleció. Stella Bravo y Tristán Bauer filmaron un documental de aquellos días, y gracias a eso lo sucedido en Argentina llegó a Cuba y conmovió.
¿Te sigues considerando un necio?... “yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui…”
Hay canciones que uno hace en determinado momento y no puede sospechar en lo que se van a convertir; canciones que superan a su autor, se apoderan de él y a veces lo zarandean. El necio pudiera ser un caso.
Imposible desasociarte de Pablo… ¿qué opinas de su visión sobre el devenir de la revolución?, ¿los ha distanciado?
Coincido en mucho de lo que ha expresado Pablo, y ya lo he dicho. No en todo, y tampoco lo articulo como él. En la forma siempre fuimos diferentes. Yo no hice loas ni de las chicas.
Cuba necesita más juventud en algunas decisiones. No por falta de capacidad de nuestros dirigentes, sino por su compromiso con algunas posturas históricas. Me he manifestado muchas veces por reformar nuestra política migratoria, que me parece injusta, además de obsoleta. Ojalá se haga una fuerte batida contra el inmovilismo. Yo hiciera un ministerio de los cambios, con un órgano de prensa que fuera siguiendo al minuto todo el acontecer. La burocracia detiene la evolución y eso está dando lugar a mucho oportunismo y corrupción. Aún así, vivo esperanzado en que se va a salvar lo bueno que se ha hecho para el pueblo, e incluso que se va a mejorar.
Sería bueno encontrarte personalmente para que me cuentes sobre canciones que no han sido tan conocidas aquí, pero que son bellísimas ¿Podrás decir algo sobre Leyenda, una de las más hermosas que te he escuchado, La canción del trovador errante y Flores nocturnas?
Leyenda la escribí en Nueva York, en julio de 1978. La dediqué a niños cubanos que se llevaron a los Estados Unidos, para separarlos de la Revolución, y allá se convirtieron en jóvenes defensores de su país. Todavía muchos lo hacen. Canción del trovador errante está dedicada a un amigo que perdí, un poeta importante: Luis Rogelio Nogueras. Él era a veces muy atrevido formalmente, por eso la canción trata de ser así. Flores nocturnas es de finales de la década de 1980, cuando empezaron brotes de prostitución en las calles de La Habana.
¿Por qué tuviste la necesidad de publicar una bitácora?
No fue premeditado, creo que sentí que tenía que vivir la experiencia. Cuando apareció la televisión yo tenía tres años. Fue un asombro para todo el mundo, aunque pocos podían tenerla. En mi casa no hubo hasta después de la Revolución. Después tuve la suerte de ver nacer la comunicación satelital y la Internet. Tenía que probarlo, que saber lo que era. Y ha sido incluso divertido, la oportunidad de jugar un poco más. Y la comunicación con gente interesante.
¿Qué significa Zurrón del aprendiz?
Una base de datos. Mucha gente se me ha acercado preguntando por canciones y cosas. Espero que poco a poco ahí vaya quedando todo lo mío. A lo mejor la próxima vez que visite Argentina nadie necesite entrevistarme, porque lo que se quiera saber se hallará en el Zurrón.
¿En qué parte del péndulo estético te encuentras en la actualidad?, ¿cuáles son las motivaciones centrales que te llevan a seguir componiendo canciones?
Me cuesta trabajo encontrar tiempo para hacer canciones. Pero todavía de pronto encuentro relaciones tonales, pasajes o combinaciones que no se me habían ocurrido. Eso me anima mucho. Sigo colgado del asombro.
¿Qué opinas del presente político y cultural que se está viviendo en Argentina?
La veo bastante polarizada; pero eso no sucede solo en Argentina, es un fenómeno mundial. El mundo parece estar cruzando límites, como si estuviera empezando a ser otra cosa entre muchas angustias. Hay menos en que creer. Hay mucha más información (no siempre cierta) y la imposibilidad de esconder lo feo, como se hacía antaño, matiza la percepción e invita al cinismo. Aún así, me parece que América Latina está mucho mejor que el resto del mundo occidental.
¿Quiénes se han agregado a tu panteón de seres admirados desde siempre (me refiero a José Martí, Bach, César Vallejo, John Lennon, por nombrar algunos) con el correr de los años? ¿En quién te has espejado en los últimos tiempos?
Admiro a Mario Benedetti, por su lucidez y coherencia. Admiro a Eduardo Galeano y a Juan Gelman, por lo mismo. Admiro a Pete Seeger, por la pena sincera en sus ojos cuando dice que América Latina no ha progresado más por culpa de los gobiernos de su país. Admiro a Paco Ibáñez. Admiro a los que no se doblegan, a los que nos dan fuerzas para no cansarnos. Admiro a Martí, a Maceo, a Villena, a Fidel. Soy vulnerable y necesito de esa gente.
¿Qué implica hoy, para ti, la palabra revolución?
Revolución no significa lo mismo en cada circunstancia. Mucho menos desde que los dueños de los medios lograron que algunas cosas se vieran al revés. No creo que el muro de Berlín haya sido revolucionario. Pero defender la continuidad de la Revolución Cubana, sí lo es. Y no hablo de la simpleza de defender a un gobierno. Hablo del hecho histórico de autodeterminación, del ejemplo moral que ha gravitado sobre el subjetivo latinoamericano. No puedo negar lo vivido, y mucho menos el sacrificio de generaciones de cubanos.
¿Reivindicas la de Cuba como antaño?
Pretender una Revolución Cubana como la inicial, creo que sería infantil, y además no sería revolucionario. No defiendo el pasado, defiendo el derecho de los cubanos a ser como nosotros decidamos ser. Y creo que mientras el país más poderoso del mundo esté empeñado en imponernos su voluntad, no tendremos derecho y deber más importante que defendernos como Nación.
¿De qué hablas cuando hablas de una democracia socialista sólida?
De una aspiración. Pienso en un socialismo sostenible. Quizá alguien crea que lo ideal sería que nos lo dieran todo, pero ¿de dónde sale lo que se recibe? La necesidad de la palabrita sostenible la hemos tenido que aprender los cubanos por haber practicado un socialismo generoso y a la vez paternal. Nos daban todo porque lo merecíamos, y el Estado también asumía la mayoría de las decisiones. Me parece necesario que nos ganemos más los bienes y un derecho más amplio a decidir.
Los cambios económicos que Cuba está poniendo en práctica van a influir políticamente, porque afianzan sectores con intereses nuevos. De hecho ya existen. Y si crecen, ganarán peso. Esto no debiera implicar riesgos para una realidad social justa, debiera complementarla. Los que nacen deben seguir teniendo los básicos derechos de salud, educación, trabajo y vejez digna. Incluso hay que mejorar y profundizar en todo eso. Las conquistas de la Revolución las quisiera intocables.
Por mi parte tengo derecho a no creer en las sociedades de consumo. Cada vez hay más población en el mundo y cada día el planeta da más signos de agotamiento. Debemos amar y cuidar el lugar al que pertenecemos, nuestra única casa. Es justo que las sociedades, las familias y las personas tengamos la oportunidad del progreso, pero también debemos comprometernos en que lo bueno alcance para todos. El egoísmo y la codicia no debieran ser trabas para la responsabilidad y la conciencia humanas.