Habla Silvio



Entrevistó: Carlos Puig Soberón, Encuentro de la juventud, México.
de Julio del 1987

Publicado también por Juventud Rebelde en 1989.


 

¿Impresionado con el éxito que tuviste en estas ocho presentaciones en el Auditorio Nacional?

Bueno, realmente es como la recompensa de tres años de ausencia. Yo no esperaba que fuera de esta forma; en todo caso te puedo decir que no estoy triste, todo lo contrario. Aunque no era poca la gente que me escuchaba en otros años, también es cierto que era distinto como yo me presentaba. El pueblo de México estaba acostumbrado a verme solo con mi guitarra.

Desde que comencé el trabajo con el Grupo hubo muchas expectativas y mucha incredulidad. Afrocuba es un grupo con un sonido muy fuerte, y es raro ver a un trovador, a un simple trovador que lo que hace es tocar con su guitarrita y con una vocecita que no es muy poderosa, al lado de un grupo de las características de Afrocuba. Hasta nosotros mismos teníamos nuestras dudas, pero el trabajo hace milagros.

¿Eso quiere decir que estás contento con el resultado?

Sí. Mi canción ganó mucho. Ganó en anchura sonora, hay un mayor espectro sonoro, más rico en rítmica y armonía; porque melódicamente siguen siendo mis canciones, aunque creo que se han enriquecido mucho. Ha sido una suerte trabajar con Afrocuba.

¿La idea de presentarse juntos fue tuya o de Afrocuba?

Realmente fue por azares y causas, como dice el disco que grabamos juntos. Estábamos grabando al mismo tiempo en dos estudios vecinos y nos visitábamos para escuchar qué es lo que hacíamos; en uno de estos encuentros salió la idea, y aunque tardó algunos meses en materializarse creo que valió mucho la pena. Afrocuba está formado por jóvenes egresados de la Escuela de Artes en Cuba y dirigido por un músico, orquestador y compositor, de apenas veinticinco años que es todo un señor en la música cubana: Oriente López. Tanto talento hace que las posibilidades musicales y arreglísticas sean óptimas y podamos trabajar en cualquier dirección. Ahora estamos proyectando un trabajo más amplio que es incorporar a la sonoridad del grupo algunos elementos sinfónicos.

Con todo este entusiasmo fue que anunciaste que querías hacer un concierto popular, sobre todo a raíz de los incidentes que se suscitaron afuera del Auditorio, ¿cuál fue la historia de este concierto frustrado?

En realidad no fueron solamente los incidentes, sino la realidad que supone que siempre que uno viene o va está cantando en lugares cerrados, y muchas veces las entradas son caras y los revendedores las hacen más caras. El caso es que se queda gente afuera, haya incidentes o no.

Uno lo que quiere es cantar para todo el mundo. Porque en definitiva uno es un cantor popular y me parece esencial que le cante al pueblo. Si no, ¿a quién rayos le voy a cantar? De ahí surgió la idea: vamos a ver si podemos hacer un concierto popular donde vaya todo el mundo.

Se empezaron a hacer gestiones con el DDF, que fueron muy solícitos, enseguida dijeron que sí. Pero bueno, la cosa se demoraba, se trabaron un poquito, y los estudiantes estaban atrás de nosotros constantemente para que lo hiciéramos con ellos.

Al ver que estaban un poco atoradas las cosas por una parte, pues en definitiva lo que nosotros queríamos era una sede, que alguien nos prestara un local para meternos allí con el pueblo y cantar, hacer nuestra actividad cultural, nuestro concierto y punto. Los universitarios fueron tan amables en ofrecernos la Universidad que dijimos, está bien, vamos a hacerlo en la Universidad.

Entonces yo no estaba enterado de una serie de cuestiones internas y de conflictos que había entre el estudiantado y la Rectoría y por ahí aparecieron los problemas. Nuestra disposición fue que todos participaran en la organización del acto, tanto Rectoría como estudiantes, porque no queríamos hacer diferencias y además, lejos de querer alimentar cualquier problema interno, si servimos para limar asperezas y para que la gente se comprenda más, mucho mejor. Lo que no queríamos de ningún modo era meternos en los problemas de nadie. Cada cual en su casa que resuelva sus problemas. Así como no nos gusta que se metan en los nuestros, pues no nos gusta meternos en los de nadie.

Y por otra parte, aunque yo no soy ni diplomático, ni un elemento oficial del gobierno cubano, sí vivo en Cuba, todo el mundo sabe que apoyo la Revolución cubana, que amo el significado más profundo de esa Revolución y bueno, la gente tiende a verme como un agente de la Revolución, cosa que para mí no es ninguna deshonra, yo creo que es algo que me dignifica.

Lo cierto es que esto trae algunos problemas porque –sobre todo los enemigos de la Revolución–quieren hacer ver que detrás de una actitud espontánea de mi parte, puede haber algún tipo de actitud de nuestro gobierno, cosa que es absolutamente absurda.

En fin, se fue y se habló con la Rectoría, pero no hubo acuerdo, y como nosotros lo que queremos es ayudar, no molestar, y a lo que venimos es a hacer cultura para nuestros hermanos mexicanos, decidimos postergar el concierto y no hacerlo ahora.

A ver si el año que viene, cuando yo regrese para hacer una gira por todo el país, logramos que se culmine con un gran concierto popular aquí en México. En un lugar tan grande como el estadio Atlante, la Plaza México, la Alameda Chapultepec, ve tú a saber, donde ustedes los mexicanos decidan y cuando ustedes los mexicanos se pongan de acuerdo. Nosotros les apoyamos.

Silvio, un buen porcentaje del público que te escuchó en el Auditorio Nacional son pequeño-burgueses; para ese espectáculo resucitaste una vieja canción, Canción en Harapos que contiene una crítica un tanto despiadada a este sector. ¿Cuál fue la intención y cómo sentiste al público?

En todo caso no me tiraron piedras… y aplaudieron. Y en definitiva aplaudieron sinceramente porque aunque es una canción un poco fuerte, habla de realidades. A veces me erizo un poco cuando la estoy cantando… supongo que porque conozco no solo pequeño-burgueses, sino burgueses que son gente bien progresista y que incluso ha hecho eso que se ha dado en llamar suicidio de clase; han dado su vida y lo que tienen a la causa de los más y no a la de los menos, eso también hay que decirlo… Por eso a veces me pregunto hasta qué punto es acertada. Lo cierto es que es sincera. La compuse en el año setenta, cuando era muchísimo más joven, y por supuesto más furibundo de lo que soy ahora. Afortunadamente mantengo la sinceridad y trato de mantener la honradez, la decencia. Creo que es una canción que si bien no revela nada, dice cosas que hace falta decir.

Después de tantos años de trovar, de decir cosas, qué te hace falta decir…

Todos los días uno encuentra cosas diferentes y encuentra también cosas que ha visto antes, con diferentes rostros. A veces parece que podemos hablar de cosas distintas y muchas veces lo que estamos haciendo es repetir lo mismo. La vida se repite. Yo espero que las canciones no se repitan o que por lo menos tengan tanta imaginación como la realidad y esa capacidad de transformarse.

No me gusta ser aventurero en los juicios y mucho menos en una materia tan delicada como la composición, que es lo que a uno le conmueve y lo hace expresarse, porque podría parecer que uno se programa y no soy una computadora ni mucho menos; además la vida es muy rica y te presta de esa riqueza, esa es tu materia prima para crear. En todo caso me interesa mucho el mensaje, que diga que las cosas vayan mejor para todo el mundo, que la gente se quiera y se comprenda más y se mate menos, y se fastidie menos.

¿Y qué tanto puede ayudar el cantor para que eso se logre?

No sé si por desgracia o por fortuna las canciones solamente son capaces de conmover a los hombres, para que ellos con sus acciones sean los que transformen al mundo. Hasta ahora ninguna canción, que yo sepa, ha logrado cambiar a la sociedad. El día que eso suceda los cantores vamos a ser idolatrados o perseguidos. El papel del cantor es el de un comunicador de ideas. El cantor no es más que un hombre que antes de tener una canción ya tomó partido por la vida y pone al servicio de sus ideas, de esa vocación humana, sus herramientas, que son su arte.