Entrevistó: Rafael Cruz Ramos. Entrevista publicada por Silvio en su blog Segunda Cita.
14 de Mayo del 2013
El pasado sábado, 11 de mayo, se cumplieron 140 años de la caída en combate del Mayor General del Ejército Libertador Ignacio Agramonte y Loynaz. Ese día también hizo 40 años del estreno de mi canción El Mayor, en la plaza San Juan de Dios de Camagüey.
La tarde del pasado sábado Rafael Cruz Ramos me dejó en Segunda cita unas preguntas sobre el acto de hace cuatro décadas.
Rafael Cruz Ramos: Como esa canción es un himno para los camagüeyanos, (también para los cubanos) me gustaría saber ¿Cómo recuerdas ese momento?
Silvio Rodríguez: Fue algo insólito que en un acto donde hablara Fidel se cantara. En 1973 eso no era común. Mucho más insólito que el que lo hiciera fuera un trovador políticamente no muy bien visto, como lo era yo. Eso debe haber pasado porque la canción me la pidió Giraldo Mazola, que por entonces era funcionario del Partido provincial de Camagüey. Cuando le entregué la canción a Mazola, él debe haber pedido permiso para que se estrenara en el acto y evidentemente se lo dieron. El 9 de mayo me comunicaron que la íbamos a tocar allí. Así que todo el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC subimos no a un tren, sino a un avión camino a Camagüey. Fue una experiencia inolvidable. Había una solemnidad espesa en la Plaza San Juan de Dios.
Una semana después, vi a Armando Hart en su casa (yo iba allí a ver a Haydee Santamaría) y me recitó mi canción, que había salido publicada en Granma. Pero eso no es todo: me dijo que Fidel también se la sabía. Para mí fue un atisbo de que quizá las cosas empezarían a mejorar respecto a mi generación de trovadores. Y al parecer fue así, porque al año siguiente la UJC propuso en Manzanillo que se institucionalizara el movimiento.
¿Cuál fue la génesis de ese texto, de la melodía?
La génesis fue la lectura de varias biografías de Agramonte, si mal no recuerdo una de Ana Núñez Machín, e incluso “Historia de la Guerra de los Diez Años” de Ramiro Guerra, que también leí, buscando profundizar en la figura de Agramonte. Llegó un momento en que tenía tanta información que era incapaz de decir nada. Tuve que esperar a que se me ocurriera esa melodía, y a partir de ahí fui sacando poquito a poco las ideas.
¿Ignacio Agramonte, como ser humano, como héroe te resultaba conocido, te era cercano?
Del período de los mambises, desde primaria era mi héroe preferido. En ese sentido estaba muy bien motivado.
¿Cuarenta años después, sigues pensando en el Mayor cabalgando por las llanuras de los tiempos y los desafíos, de las distancias para los amores como el de Amalia?
El Mayor es una de las más bellas figuras de nuestra Historia. Un personaje cuya corta vida dejó un rastro de patriotismo y sacrificio ejemplares. Pudiera verse como un clásico héroe romántico, con el peso de que su ejemplo fue completamente cierto.
Hermano, una última curiosidad, La vergüenza, esa canción que incluyes creo que en ese mismo disco, ¿también está dedicada al pensamiento de Ignacio Agramonte, recuerdas la anécdota de El Mayor?
Recuerdo haber leído que en una asamblea algunos legisladores insurrectos plantearon posponer la guerra, por falta de armas y recursos, y que Agramonte se opuso, diciendo que la continuaría él solo. Cuándo le preguntaron con qué contaba, respondió: “Con la vergüenza de los cubanos”. Hay algo de eso en mi canción La vergüenza.
La tarde del pasado sábado Rafael Cruz Ramos me dejó en Segunda cita unas preguntas sobre el acto de hace cuatro décadas.
Rafael Cruz Ramos: Como esa canción es un himno para los camagüeyanos, (también para los cubanos) me gustaría saber ¿Cómo recuerdas ese momento?
Silvio Rodríguez: Fue algo insólito que en un acto donde hablara Fidel se cantara. En 1973 eso no era común. Mucho más insólito que el que lo hiciera fuera un trovador políticamente no muy bien visto, como lo era yo. Eso debe haber pasado porque la canción me la pidió Giraldo Mazola, que por entonces era funcionario del Partido provincial de Camagüey. Cuando le entregué la canción a Mazola, él debe haber pedido permiso para que se estrenara en el acto y evidentemente se lo dieron. El 9 de mayo me comunicaron que la íbamos a tocar allí. Así que todo el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC subimos no a un tren, sino a un avión camino a Camagüey. Fue una experiencia inolvidable. Había una solemnidad espesa en la Plaza San Juan de Dios.
Una semana después, vi a Armando Hart en su casa (yo iba allí a ver a Haydee Santamaría) y me recitó mi canción, que había salido publicada en Granma. Pero eso no es todo: me dijo que Fidel también se la sabía. Para mí fue un atisbo de que quizá las cosas empezarían a mejorar respecto a mi generación de trovadores. Y al parecer fue así, porque al año siguiente la UJC propuso en Manzanillo que se institucionalizara el movimiento.
¿Cuál fue la génesis de ese texto, de la melodía?
La génesis fue la lectura de varias biografías de Agramonte, si mal no recuerdo una de Ana Núñez Machín, e incluso “Historia de la Guerra de los Diez Años” de Ramiro Guerra, que también leí, buscando profundizar en la figura de Agramonte. Llegó un momento en que tenía tanta información que era incapaz de decir nada. Tuve que esperar a que se me ocurriera esa melodía, y a partir de ahí fui sacando poquito a poco las ideas.
¿Ignacio Agramonte, como ser humano, como héroe te resultaba conocido, te era cercano?
Del período de los mambises, desde primaria era mi héroe preferido. En ese sentido estaba muy bien motivado.
¿Cuarenta años después, sigues pensando en el Mayor cabalgando por las llanuras de los tiempos y los desafíos, de las distancias para los amores como el de Amalia?
El Mayor es una de las más bellas figuras de nuestra Historia. Un personaje cuya corta vida dejó un rastro de patriotismo y sacrificio ejemplares. Pudiera verse como un clásico héroe romántico, con el peso de que su ejemplo fue completamente cierto.
Hermano, una última curiosidad, La vergüenza, esa canción que incluyes creo que en ese mismo disco, ¿también está dedicada al pensamiento de Ignacio Agramonte, recuerdas la anécdota de El Mayor?
Recuerdo haber leído que en una asamblea algunos legisladores insurrectos plantearon posponer la guerra, por falta de armas y recursos, y que Agramonte se opuso, diciendo que la continuaría él solo. Cuándo le preguntaron con qué contaba, respondió: “Con la vergüenza de los cubanos”. Hay algo de eso en mi canción La vergüenza.