Entrevistó: Mario Vizacíno Serrat y Rubén Cortés, para el suplemento cultural Pasos, del periódico Guerrillero, Cuba.
de Enero del 1989
“No creas todo lo que oyes, porque el que cree todo lo que oye, muchas veces juzga lo que no ve”.
Quizás todo el que va a conversar por primera vez con Silvio Rodríguez deba ir armado con este proverbio árabe, pues en realidad él no es la persona ríspida que dicen por ahí.
La verdad es que resulta un hombre comedido, educado, que da las gracias por todo, se disculpa por la menor falta que piensa haber cometido y pregunta por tu familia aunque no la conozca.
Concedió esta entrevista sin rodeos, aunque con 20 minutos de retraso.
“Disculpen, es que se me ocurrieron algunas ideas que tal vez mañana sean una canción y no dejo escapar la inspiración. Yo creo en ella, otros no, pero yo creo en ese estado de gracia”, dice y se sienta.
¿Imaginaste ser tan criticado por componer una canción como la de las africanas?
Estoy satisfecho, porque esa canción ha roto un récord y debiera estar en el libro de Guinnes. En lo que abarca mi memoria, no recuerdo un caso en la prensa cubana en que se haya hecho un artículo para decir que un autor compuso una canción mala. Eso no deja de llamarme la atención.
La hice porque me pareció algo nuevo que tenía que decir. Sigo pensándolo. La canción no ha recibido ninguna crítica. Más bien han sido opiniones, inspiradas más en estados anímicos que en criterios de rigor.
La gente menos complicada toma la canción como es: sin complicaciones. Allá los aburridos.
En tu mano derecha hay un tatuaje: Una calaverita y una florecita. ¿Por qué te lo hiciste y qué representa para ti?
Este tatuaje data de cuando mi viaje en el pesquero Playa Girón. El 29 de noviembre de 1969, día de mi cumpleaños, coincidieron en alta mar cinco barcos, se armó una gran fiesta, mucho ron, y cuando estábamos bien contentos, unos marinos amigos me lo grabaron como regalo de cumpleaños. El tatuaje significa algo así como la vida y la muerte. Es un recuerdo cariñoso de aquel viaje.
Mucha gente con prejuicios me lo ha criticado, pues se dice que es de delincuentes. Pero lo cierto es que los marinos de todo el mundo se tatúan y como el mío es de una etapa linda de mi vida, no me lo he quitado. De hacerlo, me parece que negaría o traicionaría a los hombres del Playa Girón. Por eso se morirá conmigo.
En Oda a mi generación te defines como un bufón. ¿Por qué? ¿Crees que de bufón te has convertido en Rey?
La definición es de la época en que hice la canción. Como todas, esa canción es el resultado de un estado de ánimo. Lo que hay estados de ánimo, que obligan a decir cosas que trasciende tu tiempo. Lo de si ahora soy Rey es curioso. ¿Tú me ves Rey?
Quizás el Rey de la Nueva Canción en el mundo.
Se ríe, baja la cabeza y dice, como con gratitud:
Qué generoso. Muchas gracias. El hecho de que alguna gente me vea así no quiere decir que me sienta o que sea Rey. Soy un trovador. Respecto a lo de Bufón tendré que situarme en el instante en que hice el tema. Es probable que me haya llamado así por ser un hombre de la escena, un comunicador, un entretenedor. Quizás estuviera pensando en una vieja idea: uno tiene en la mano muchos hilos del asunto que está hablando, pero siempre hay hilos que lo mueven a uno, y otras veces hilos que uno no sabe que lo mueven.
En ese sentido todos somos un poco caricaturas, bufones, monigotes, títeres. Quizás un día la ética no sea la que dictamine la conducta humana, sino al revés. Si estamos muy lejos de ello cuando así ocurra, a nadie se le ocurrirá autollamarse bufón.
¿Esta canción acentúa tu imagen de trovador inconforme?
No lo creo. Para esa imagen no tengo que recurrir a las canciones antiguas, pues casi todas mis canciones son inconformes. Las de antes quizás más furibundas, las de ahora quizás más mesuradas, filosóficas, porque los años traen cierta mesura cierta reflexión. No me preocupa dar una imagen de inconforme.
Silvio en ocasiones parece inaccesible. Se trata de que a veces utiliza al principio un mecanismo de defensa similar al del erizo. Después se relaja y, aunque sea la primera vez que lo visites, se da el caso de que el encuentro acabe en un cuarto de la casa porque él te llevó allí a mostrarte un cuadro.
Hay canciones que marcan etapas de tu vida personal. ¿Son ejemplos De la ausencia y de ti, Óleo de una mujer con sombrero y Tu fantasma?
Hablan de experiencias personales.
¿De significación especial para ti?
Bueno… Recuerdo a tres mujeres. Hay experiencias importantes que nunca llegaron a la canción, y viceversa. No siempre las canciones son un reflejo de los hitos, de la vida personal, al menos la mía.
En De la ausencia… dices: “las ideas son balas hoy día y no puedo usar flores por ti”.
Esa canción es de 1968. El país vivía con una tremenda intensidad, con una lucha ideológica que se notaba mucho en el terreno de la cultura.
Era una época muy convulsa, de muchas contradicciones, como la de ahora, aunque el origen de aquellas contradicciones no es el mismo de las actuales, y le canté a una mujer que amaba que me perdonara por no decirle flores, sino balas.
Hablas también de los mapas: “no mirar a los mapas…”
No es cubana. Se llama Velia Ramírez, es mexicana. Su marido, Víctor, es un hombre extraordinario, y sabe que la canción es para ella. Incluso, siempre me reciben allá en su país, a veces ceno con ellos y en ocasiones terminamos los tres cantando la canción.
Haz una breve historia de Canción en harapos, motivos por los que la compusiste y por qué esperaste 17 años para grabarla.
En aquella época en que la canté varias veces, un compañero con responsabilidad en la cultura se reunió conmigo y me la criticó mucho. Por respeto hacia él, dejé de cantarla momentáneamente, y después se quedó dormida. No me acordé de ella en mucho tiempo.
Cuando comencé a trabajar con Afrocuba, y a escuchar las cintas antiguas, apareció nuevamente, y por tener ese acento rítmico especial me pareció adecuada para montarla. Tiene mucha vigencia. Habla de los farsantes, de quienes aparentan montarse en el carro del proletariado y escriben, hacen cosas para quedar bien con la Historia. Y se supone que esa sea una actitud pequeño burguesa.
La realidad, claro está, es que hay pequeño-burgueses, y hasta aristócratas, que se suman de verdad al carro del proletariado. Habría que analizar todo eso, que no está dicho explícitamente. Aún dándome cuenta de que la exposición no es completa, quise seguir cantándola, porque actualmente hasta yo podría estar incluido en lo que critico en ese tema, según algunos.
Cuando hace años me di cuenta de que la canción tenía esos defectos, por pudor, yo decía: “Bueno, yo soy un piso’e tierra, puedo cantarla desde aquí indolentemente”.
Pero la vida se ha desarrollado y al parecer ahora tengo posesiones. Tú me acabas de calificar de Rey, antes era un bufón. Por eso, ahora canto desde una óptica más comprometida. A veces la disfruto sabiéndome comprometido, golpeándome con ella, pero no como un novicio que se flagela para no caer en tentaciones, sino en el sentido en que no tengo reparos en ponerme a tiro. Tendré que tener decencia, dignidad y principios necesarios para no caer en eso. Y, de paso, te digo que lo hago.
Pero pese a todo, yo creo que esa frase de que “cada cual piensa como vive” es muy débil, porque el hombre tiene conciencia, principios, y si en una época vivió un poco mal y después vive mejor, tiene también memoria y ojos para ver cómo viven otros.
Tampoco creo en que “con las glorias se olvidan las memorias”, pues la gente de vergüenza no deja que las glorias le borren los recuerdos, porque la trayectoria de una vida es el blasón para luchar y seguir adelante.
Silvio debe apretar el tubo de dentífrico por abajo, como hacen los verdaderos románticos, según Cortázar en Rayuela. Además de las canciones, el romántico que lleva dentro deja huellas en su hogar, que tiene al frente un lindo jardín, exquisitamente podado, con helechos, flores, arecas.
Para algunos, te ha sucedido lo mismo que a Lennon y a Bob Dylan, que dejaron de ser inconformes y traicionaron a su generación. ¿Los años han sido una mordaza para ti?
Mi drama es no poder hacer canciones por falta de tiempo. Yo no soy una vedette de la protesta. De la misma manera que antes canté lo que pensaba lo que debía, ahora reclamo mi derecho a cantar lo que quiera. Mi compromiso con la realidad no está dado sólo a través de las canciones.
Está además en la cotidianidad, en si ayudo o no a la gente, a favor de qué me manifiesto, si lucho o no verdaderamente por la justicia social.
No soy culpable de que, al pasar los años, evolucionara mi manera de abordar estilísticamente los textos. Si cantara ahora en el tono y en el pulso de hace 20 años, estuviera liquidado como artista. Además, para ser revolucionario no es necesario levantar banderas constantemente, como dijo Carlos Rafael.
Es curioso. Alguna gente nos calificaba de contrarrevolucionarios en la primera época porque no usábamos la palabra Revolución, las pancartas, el panfleto. No hacíamos una canción apologética. A mí nunca me han gustado las poses: ni la de rebelde ni la de inmaculado. Yo soy como soy, ya lo dije en la canción.
Si tuviera tiempo haría una canción sobre la libreta de abastecimiento, otra sobre el carpintero, una sobre alguna muchacha que conocí. Pero como el tiempo no me alcanza, no puedo forzar mi inspiración, mi imaginación y mis posibilidades para satisfacer el reclamo de algunos de ser un tipo “duro” y “bárbaro”. Tengo que quedar bien con mi conciencia y mi dignidad. Y siendo sincero y honesto es como me respeto y respeto a los demás.
La sala de Silvio está llena de unicornios de todos los tamaños y materiales; arriba del piano, en cuadros sostenidos de las paredes. Hay una gran foto del Che fumando tabaco, una más pequeña de Chaplin y el niño en El Chicuelo y un marco con un retrato de Silvio hecho por Guayasamín.
Este óleo fue el regalo del pintor ecuatoriano por el 40 cumpleaños del trovador. En un cuarto continuo hay otro, pero hecho por el pintor–cantante español Luis Eduardo Aute, debajo del cual un librero exhibe títulos que van desde Cien Años de Soledad hasta Malcom X. Cerca hay una foto de Silvio con Fidel Castro.
¿Es Eva una contribución tuya a la lucha por los derechos de la mujer?
Quisiera que lo fuera. Es un acercamiento a una zona de la problemática de la mujer. La canción surgió de una situación que me conmovió mucho: Una muchacha que tuvo un hijo sin esposo. De pronto reflexioné que en los últimos tiempos supe de muchos casos iguales y como yo defiendo el derecho de la mujer a tener un hijo cuando quiera, hice la canción con ese lenguaje, ese tono, ese contenido, esas palabras. Es una llamada a reflexionar por qué esto ocurre, no sólo a organismos, instituciones, sino a nosotros mismos.
Creo, además, que esto significa que la mujer se está liberando y que Eva puede ser la mujer del futuro. Canto Eva porque es algo que está pasando.
¿Qué crees del matrimonio?
Opino muy bien, siempre que resulte. Estoy porque la gente se ame, quiera, respete, se casen o no, vivan o no juntos, tengan o no tengan hijos. El matrimonio es como la canción infantil: “Antón pirulero, cada cual entiende su juego”. Es una garantía legal para salvar los derechos de la mujer, fundamentalmente. Fuera de eso no sirve para otra cosa. Ni da ni quita felicidad. Es uno, su capacidad de construir o destruir una relación, de amar o no amar, lo que hace ser feliz o infeliz.
Tus canciones te proyectan como alguien sensible, pero se comenta que tienes una personalidad ácida, lo cual es común en la gente famosa al extremo de que cierta tesis aconseja no conocerlas personalmente para conservar sólo la imagen de su obra. ¿Qué piensas de esto?
En mi caso es probable que cuando me interrumpan no salga con mi mejor cara, mi voz más dulce. Nos pasa a todos hasta con nuestra madre. Pero en relación conmigo hay una exageración, debido a una leyendita que anda por ahí y a eso de “cría fama y acuéstate a dormir”. Lo cierto es que resulta difícil mantener un carácter estable cuando se trata de tanta gente, que no siempre tiene las mismas intenciones. Pero eso de mi personalidad agria no me quita el sueño. Me lo quitaría no poder ser como soy.
Respecto a la tesis no la comparto, porque si un famoso te recibe mal la primera vez, ¿tú sabes si tenía dolor de muelas? ¡Ah! Pero los dioses no pueden tener dolor de muelas. Gran fallo de los dioses: ¡tener dolor de muelas! Entonces hay que destruirlos sin piedad. Yo digo que los dioses que uno necesita de verdad no los destruimos aunque nos hagan las cosas más grandes. Figúrense que hay madres que abandonan a sus hijos y éstos las siguen queriendo. Ahora sucede que elegimos dioses a nuestra conveniencia y cuando ya no los necesitamos, pues los destruimos. Sin embargo, los que se caen es porque nosotros mismos los habíamos colocado en pedestales de aire, o los hicimos de barro.
¿Conversaste alguna vez largamente con Carpentier?
No largamente, aunque hablamos varias veces. El día que murió, Pablo y yo estábamos en París, en el teatro de la UNESCO, y me enteré de que ese día por la tarde había estado escuchando algún disco mío. Me hubiera gustado conversar largamente con él.
¿Quién fue el pintor de las mujeres soles?
José Masiques. Un pintor de mi generación que murió en el año 1968 de una enfermedad. La canción es muy descriptiva de las características pictóricas de la obra de Masiques y de su vida también. Él pintaba mujeres soles, y aunque no las llamaba así eran mujeres con caras de soles, que irradiaban luz.
Murió en París, adonde se lo llevaron para tratar de salvarlo. Su último viaje, cuando venía hacia Cuba, lo hizo muy solo: en un ataúd. Sus cuadros, que son sus restos, se los dejó a sus amigos para que ellos los cuidaran y se conocieran. Pero nunca se cumplió su petición.
¿Decidiste grabar Jesuralén año cero debido a la comprensión más integral que recibe la religión en la sociedad actual?
No. Yo la canté en su momento, allá a finales de los años ’60 y principios de los ’70. Después canté las que vinieron más tarde. La rescaté buscando repertorio para Afrocuba. Trata el tema religioso respetuosamente.
Fidel mismo ha dicho que los verdaderos cristianos tienen que ser revolucionarios. Es un conflicto actual de la Iglesia, con la generalización en América Latina de la Teología de la Liberación. Además, la grabé en el disco Oh, Melancolía porque esa placa tiene una relación de temas bíblicos como Eva, La oveja negra, la misma Oh Melancolía que es una especie de evocación al pasado.
Algunas de estas canciones muestran los símbolos bíblicos en forma de compromiso, con una visión revolucionaria, con una óptica participante en los problemas de la gente.
Este es Silvio Rodríguez con 42 años. Un tipo común que se pone nervioso con las visitas, que se queda con un cassete tuyo para grabarlo con su música aunque no te conozca. Alguien capaz de aconsejarte sobre un delicado asunto personal.
El Silvio de hoy, ese que tiene todavía como enemigo principal al pasado; un pasado que sigue teniendo el semblante arrugado y más cansado que él, porque Silvio Rodríguez cantará siempre al porvenir…
Quizás todo el que va a conversar por primera vez con Silvio Rodríguez deba ir armado con este proverbio árabe, pues en realidad él no es la persona ríspida que dicen por ahí.
La verdad es que resulta un hombre comedido, educado, que da las gracias por todo, se disculpa por la menor falta que piensa haber cometido y pregunta por tu familia aunque no la conozca.
Concedió esta entrevista sin rodeos, aunque con 20 minutos de retraso.
“Disculpen, es que se me ocurrieron algunas ideas que tal vez mañana sean una canción y no dejo escapar la inspiración. Yo creo en ella, otros no, pero yo creo en ese estado de gracia”, dice y se sienta.
¿Imaginaste ser tan criticado por componer una canción como la de las africanas?
Estoy satisfecho, porque esa canción ha roto un récord y debiera estar en el libro de Guinnes. En lo que abarca mi memoria, no recuerdo un caso en la prensa cubana en que se haya hecho un artículo para decir que un autor compuso una canción mala. Eso no deja de llamarme la atención.
La hice porque me pareció algo nuevo que tenía que decir. Sigo pensándolo. La canción no ha recibido ninguna crítica. Más bien han sido opiniones, inspiradas más en estados anímicos que en criterios de rigor.
La gente menos complicada toma la canción como es: sin complicaciones. Allá los aburridos.
En tu mano derecha hay un tatuaje: Una calaverita y una florecita. ¿Por qué te lo hiciste y qué representa para ti?
Este tatuaje data de cuando mi viaje en el pesquero Playa Girón. El 29 de noviembre de 1969, día de mi cumpleaños, coincidieron en alta mar cinco barcos, se armó una gran fiesta, mucho ron, y cuando estábamos bien contentos, unos marinos amigos me lo grabaron como regalo de cumpleaños. El tatuaje significa algo así como la vida y la muerte. Es un recuerdo cariñoso de aquel viaje.
Mucha gente con prejuicios me lo ha criticado, pues se dice que es de delincuentes. Pero lo cierto es que los marinos de todo el mundo se tatúan y como el mío es de una etapa linda de mi vida, no me lo he quitado. De hacerlo, me parece que negaría o traicionaría a los hombres del Playa Girón. Por eso se morirá conmigo.
En Oda a mi generación te defines como un bufón. ¿Por qué? ¿Crees que de bufón te has convertido en Rey?
La definición es de la época en que hice la canción. Como todas, esa canción es el resultado de un estado de ánimo. Lo que hay estados de ánimo, que obligan a decir cosas que trasciende tu tiempo. Lo de si ahora soy Rey es curioso. ¿Tú me ves Rey?
Quizás el Rey de la Nueva Canción en el mundo.
Se ríe, baja la cabeza y dice, como con gratitud:
Qué generoso. Muchas gracias. El hecho de que alguna gente me vea así no quiere decir que me sienta o que sea Rey. Soy un trovador. Respecto a lo de Bufón tendré que situarme en el instante en que hice el tema. Es probable que me haya llamado así por ser un hombre de la escena, un comunicador, un entretenedor. Quizás estuviera pensando en una vieja idea: uno tiene en la mano muchos hilos del asunto que está hablando, pero siempre hay hilos que lo mueven a uno, y otras veces hilos que uno no sabe que lo mueven.
En ese sentido todos somos un poco caricaturas, bufones, monigotes, títeres. Quizás un día la ética no sea la que dictamine la conducta humana, sino al revés. Si estamos muy lejos de ello cuando así ocurra, a nadie se le ocurrirá autollamarse bufón.
¿Esta canción acentúa tu imagen de trovador inconforme?
No lo creo. Para esa imagen no tengo que recurrir a las canciones antiguas, pues casi todas mis canciones son inconformes. Las de antes quizás más furibundas, las de ahora quizás más mesuradas, filosóficas, porque los años traen cierta mesura cierta reflexión. No me preocupa dar una imagen de inconforme.
Silvio en ocasiones parece inaccesible. Se trata de que a veces utiliza al principio un mecanismo de defensa similar al del erizo. Después se relaja y, aunque sea la primera vez que lo visites, se da el caso de que el encuentro acabe en un cuarto de la casa porque él te llevó allí a mostrarte un cuadro.
Hay canciones que marcan etapas de tu vida personal. ¿Son ejemplos De la ausencia y de ti, Óleo de una mujer con sombrero y Tu fantasma?
Hablan de experiencias personales.
¿De significación especial para ti?
Bueno… Recuerdo a tres mujeres. Hay experiencias importantes que nunca llegaron a la canción, y viceversa. No siempre las canciones son un reflejo de los hitos, de la vida personal, al menos la mía.
En De la ausencia… dices: “las ideas son balas hoy día y no puedo usar flores por ti”.
Esa canción es de 1968. El país vivía con una tremenda intensidad, con una lucha ideológica que se notaba mucho en el terreno de la cultura.
Era una época muy convulsa, de muchas contradicciones, como la de ahora, aunque el origen de aquellas contradicciones no es el mismo de las actuales, y le canté a una mujer que amaba que me perdonara por no decirle flores, sino balas.
Hablas también de los mapas: “no mirar a los mapas…”
No es cubana. Se llama Velia Ramírez, es mexicana. Su marido, Víctor, es un hombre extraordinario, y sabe que la canción es para ella. Incluso, siempre me reciben allá en su país, a veces ceno con ellos y en ocasiones terminamos los tres cantando la canción.
Haz una breve historia de Canción en harapos, motivos por los que la compusiste y por qué esperaste 17 años para grabarla.
En aquella época en que la canté varias veces, un compañero con responsabilidad en la cultura se reunió conmigo y me la criticó mucho. Por respeto hacia él, dejé de cantarla momentáneamente, y después se quedó dormida. No me acordé de ella en mucho tiempo.
Cuando comencé a trabajar con Afrocuba, y a escuchar las cintas antiguas, apareció nuevamente, y por tener ese acento rítmico especial me pareció adecuada para montarla. Tiene mucha vigencia. Habla de los farsantes, de quienes aparentan montarse en el carro del proletariado y escriben, hacen cosas para quedar bien con la Historia. Y se supone que esa sea una actitud pequeño burguesa.
La realidad, claro está, es que hay pequeño-burgueses, y hasta aristócratas, que se suman de verdad al carro del proletariado. Habría que analizar todo eso, que no está dicho explícitamente. Aún dándome cuenta de que la exposición no es completa, quise seguir cantándola, porque actualmente hasta yo podría estar incluido en lo que critico en ese tema, según algunos.
Cuando hace años me di cuenta de que la canción tenía esos defectos, por pudor, yo decía: “Bueno, yo soy un piso’e tierra, puedo cantarla desde aquí indolentemente”.
Pero la vida se ha desarrollado y al parecer ahora tengo posesiones. Tú me acabas de calificar de Rey, antes era un bufón. Por eso, ahora canto desde una óptica más comprometida. A veces la disfruto sabiéndome comprometido, golpeándome con ella, pero no como un novicio que se flagela para no caer en tentaciones, sino en el sentido en que no tengo reparos en ponerme a tiro. Tendré que tener decencia, dignidad y principios necesarios para no caer en eso. Y, de paso, te digo que lo hago.
Pero pese a todo, yo creo que esa frase de que “cada cual piensa como vive” es muy débil, porque el hombre tiene conciencia, principios, y si en una época vivió un poco mal y después vive mejor, tiene también memoria y ojos para ver cómo viven otros.
Tampoco creo en que “con las glorias se olvidan las memorias”, pues la gente de vergüenza no deja que las glorias le borren los recuerdos, porque la trayectoria de una vida es el blasón para luchar y seguir adelante.
Silvio debe apretar el tubo de dentífrico por abajo, como hacen los verdaderos románticos, según Cortázar en Rayuela. Además de las canciones, el romántico que lleva dentro deja huellas en su hogar, que tiene al frente un lindo jardín, exquisitamente podado, con helechos, flores, arecas.
Para algunos, te ha sucedido lo mismo que a Lennon y a Bob Dylan, que dejaron de ser inconformes y traicionaron a su generación. ¿Los años han sido una mordaza para ti?
Mi drama es no poder hacer canciones por falta de tiempo. Yo no soy una vedette de la protesta. De la misma manera que antes canté lo que pensaba lo que debía, ahora reclamo mi derecho a cantar lo que quiera. Mi compromiso con la realidad no está dado sólo a través de las canciones.
Está además en la cotidianidad, en si ayudo o no a la gente, a favor de qué me manifiesto, si lucho o no verdaderamente por la justicia social.
No soy culpable de que, al pasar los años, evolucionara mi manera de abordar estilísticamente los textos. Si cantara ahora en el tono y en el pulso de hace 20 años, estuviera liquidado como artista. Además, para ser revolucionario no es necesario levantar banderas constantemente, como dijo Carlos Rafael.
Es curioso. Alguna gente nos calificaba de contrarrevolucionarios en la primera época porque no usábamos la palabra Revolución, las pancartas, el panfleto. No hacíamos una canción apologética. A mí nunca me han gustado las poses: ni la de rebelde ni la de inmaculado. Yo soy como soy, ya lo dije en la canción.
Si tuviera tiempo haría una canción sobre la libreta de abastecimiento, otra sobre el carpintero, una sobre alguna muchacha que conocí. Pero como el tiempo no me alcanza, no puedo forzar mi inspiración, mi imaginación y mis posibilidades para satisfacer el reclamo de algunos de ser un tipo “duro” y “bárbaro”. Tengo que quedar bien con mi conciencia y mi dignidad. Y siendo sincero y honesto es como me respeto y respeto a los demás.
La sala de Silvio está llena de unicornios de todos los tamaños y materiales; arriba del piano, en cuadros sostenidos de las paredes. Hay una gran foto del Che fumando tabaco, una más pequeña de Chaplin y el niño en El Chicuelo y un marco con un retrato de Silvio hecho por Guayasamín.
Este óleo fue el regalo del pintor ecuatoriano por el 40 cumpleaños del trovador. En un cuarto continuo hay otro, pero hecho por el pintor–cantante español Luis Eduardo Aute, debajo del cual un librero exhibe títulos que van desde Cien Años de Soledad hasta Malcom X. Cerca hay una foto de Silvio con Fidel Castro.
“Eva no inventa falso papel
el fruto es suyo
con padre o sin él”
¿Es Eva una contribución tuya a la lucha por los derechos de la mujer?
Quisiera que lo fuera. Es un acercamiento a una zona de la problemática de la mujer. La canción surgió de una situación que me conmovió mucho: Una muchacha que tuvo un hijo sin esposo. De pronto reflexioné que en los últimos tiempos supe de muchos casos iguales y como yo defiendo el derecho de la mujer a tener un hijo cuando quiera, hice la canción con ese lenguaje, ese tono, ese contenido, esas palabras. Es una llamada a reflexionar por qué esto ocurre, no sólo a organismos, instituciones, sino a nosotros mismos.
Creo, además, que esto significa que la mujer se está liberando y que Eva puede ser la mujer del futuro. Canto Eva porque es algo que está pasando.
¿Qué crees del matrimonio?
Opino muy bien, siempre que resulte. Estoy porque la gente se ame, quiera, respete, se casen o no, vivan o no juntos, tengan o no tengan hijos. El matrimonio es como la canción infantil: “Antón pirulero, cada cual entiende su juego”. Es una garantía legal para salvar los derechos de la mujer, fundamentalmente. Fuera de eso no sirve para otra cosa. Ni da ni quita felicidad. Es uno, su capacidad de construir o destruir una relación, de amar o no amar, lo que hace ser feliz o infeliz.
Tus canciones te proyectan como alguien sensible, pero se comenta que tienes una personalidad ácida, lo cual es común en la gente famosa al extremo de que cierta tesis aconseja no conocerlas personalmente para conservar sólo la imagen de su obra. ¿Qué piensas de esto?
En mi caso es probable que cuando me interrumpan no salga con mi mejor cara, mi voz más dulce. Nos pasa a todos hasta con nuestra madre. Pero en relación conmigo hay una exageración, debido a una leyendita que anda por ahí y a eso de “cría fama y acuéstate a dormir”. Lo cierto es que resulta difícil mantener un carácter estable cuando se trata de tanta gente, que no siempre tiene las mismas intenciones. Pero eso de mi personalidad agria no me quita el sueño. Me lo quitaría no poder ser como soy.
Respecto a la tesis no la comparto, porque si un famoso te recibe mal la primera vez, ¿tú sabes si tenía dolor de muelas? ¡Ah! Pero los dioses no pueden tener dolor de muelas. Gran fallo de los dioses: ¡tener dolor de muelas! Entonces hay que destruirlos sin piedad. Yo digo que los dioses que uno necesita de verdad no los destruimos aunque nos hagan las cosas más grandes. Figúrense que hay madres que abandonan a sus hijos y éstos las siguen queriendo. Ahora sucede que elegimos dioses a nuestra conveniencia y cuando ya no los necesitamos, pues los destruimos. Sin embargo, los que se caen es porque nosotros mismos los habíamos colocado en pedestales de aire, o los hicimos de barro.
¿Conversaste alguna vez largamente con Carpentier?
No largamente, aunque hablamos varias veces. El día que murió, Pablo y yo estábamos en París, en el teatro de la UNESCO, y me enteré de que ese día por la tarde había estado escuchando algún disco mío. Me hubiera gustado conversar largamente con él.
¿Quién fue el pintor de las mujeres soles?
José Masiques. Un pintor de mi generación que murió en el año 1968 de una enfermedad. La canción es muy descriptiva de las características pictóricas de la obra de Masiques y de su vida también. Él pintaba mujeres soles, y aunque no las llamaba así eran mujeres con caras de soles, que irradiaban luz.
Murió en París, adonde se lo llevaron para tratar de salvarlo. Su último viaje, cuando venía hacia Cuba, lo hizo muy solo: en un ataúd. Sus cuadros, que son sus restos, se los dejó a sus amigos para que ellos los cuidaran y se conocieran. Pero nunca se cumplió su petición.
¿Decidiste grabar Jesuralén año cero debido a la comprensión más integral que recibe la religión en la sociedad actual?
No. Yo la canté en su momento, allá a finales de los años ’60 y principios de los ’70. Después canté las que vinieron más tarde. La rescaté buscando repertorio para Afrocuba. Trata el tema religioso respetuosamente.
Fidel mismo ha dicho que los verdaderos cristianos tienen que ser revolucionarios. Es un conflicto actual de la Iglesia, con la generalización en América Latina de la Teología de la Liberación. Además, la grabé en el disco Oh, Melancolía porque esa placa tiene una relación de temas bíblicos como Eva, La oveja negra, la misma Oh Melancolía que es una especie de evocación al pasado.
Algunas de estas canciones muestran los símbolos bíblicos en forma de compromiso, con una visión revolucionaria, con una óptica participante en los problemas de la gente.
Este es Silvio Rodríguez con 42 años. Un tipo común que se pone nervioso con las visitas, que se queda con un cassete tuyo para grabarlo con su música aunque no te conozca. Alguien capaz de aconsejarte sobre un delicado asunto personal.
El Silvio de hoy, ese que tiene todavía como enemigo principal al pasado; un pasado que sigue teniendo el semblante arrugado y más cansado que él, porque Silvio Rodríguez cantará siempre al porvenir…