Entrevistó: Ernesto Alemán y Guillermo Alemán, Cuba.
de Mayo del 1998
Publicado en la revista Alma Mater.
En cuatro oportunidades se entrevistaron con Silvio Rodríguez dos adolescentes, Guillermo y Ernesto Alemán, de estas conversaciones nació un libro. Les presentamos algunos fragmentos del Por quien merece amor, sin incluir, por razones de espacio, la participación de otras diez personalidades que acerca del trovador ofrecieron largamente su parecer (compañeros poetas, de música y de historia). De varios de ellos Silvio les habló también a los dos hermanos, y de diversas temáticas que él prefiere reflejar en sus canciones, para finalizar con otras respuestas y anécdotas de carácter general. Este libro, recientemente actualizado y bajo la revisión del propio Silvio, Noel Nicola y Jacqueline Teillagorry (editora) se encuentra aún inédito.
Varias canciones tuyas (Unicornio, El Vagabundo, La Primera Mentira) recurren al tema de la fantasía. ¿Qué hay en la fantasía que te motiva tanto?
Mira, yo no lo sé bien en realidad, porque ese es uno de los temas que a mí más me motiva, y porque, en definitiva ¡hay tantas cosas que lo pueden motivar a uno! Yo pienso que es por mi formación, yo pienso que es por las lecturas de mi infancia, yo pienso que es, quizás hasta por el carácter de mi personalidad.
Lo cierto es que la fantasía, no como cosa vana, no como cosa irreal sino como instrumento de los sueños, como instrumento de cierto goce espiritual, es lo que a mí me ha llamado la atención, me ha motivado. No es la fantasía por la fantasía, no es por no estar con la realidad, sino por estar en la realidad acompañado, bien acompañado, de los sueños, de la imaginación y darle a eso un empleo útil, puesto que si es algo que puede crear goce, cierto goce en uno mismo, pues uno lo que hace es dar, sacar un poco del goce que uno siente y repartirlo. Por eso uno muestra eso. Si no fuera algo que yo disfrutara, no pudiera hacer disfrutar con ella.
También hay otras canciones donde aparece el tema de la religiosidad: Jerusalén año O, La familia, la propiedad privada y el amor…
Claro, Cuba es un país de mucha religiosidad. Uno está escuchando constantemente diferentes expresiones, comentarios, alusiones y, además, está en contacto con la religiosidad. Porque también en algún momento de la vida uno pasa por esas inquietudes. Además, yo pienso que esas inquietudes en algún momento de la vida se les aparecen a todos los hombres, la cuestión de que si hay un más acá, si hay un más allá, si hay un más “acullá”. Todos pasamos por eso alguna vez. Y es normal.
Ahora bien, yo distingo mucho lo que es la religiosidad o la espiritualidad, de lo que son las iglesias. Un poco al estilo de cómo pudiera interpretarse la expulsión de los mercaderes del templo de Jesús, según la mitología. Por eso hice esa canción de Jerusalén año O.
También era la época en que comenzaban a sumarse los sacerdotes a las guerrillas centroamericanas y surge la Teología de la Liberación (primero surge la práctica, luego la teoría). Muchos empezaron a especular acerca de ese fenómeno, cosa que no es exclusiva ni de origen reciente. Ni exclusiva en América Latina, ni de origen reciente en el mundo, porque siempre ha existido. Los grandes cambios que hubo en la iglesia se produjeron cuando determinados sacerdotes se levantaban contra las ideas de la iglesia, como en el caso de Lutero, como es el caso de La Reforma. Todas esas revoluciones religiosas en Europa dieron lugar, hace muchos años, a transformaciones, incluso a divisiones, dentro de la iglesia.
Pero, en fin, ese tipo de problema siempre se ha manifestado, y creo que la religiosidad, y la historia lo demuestra, muchas veces ha sido un instrumento de los pobres, un instrumento de lucha.
Un tema dominante, sobre todo en las canciones de los primeros años, era la crítica, la ruptura, la canción con rigor. En aquellos tiempos (y en estos también) esto era una constante. ¿Cómo es que esas ideas llegaron a ustedes y a su trabajo?
Yo pienso que esas fueron ideas que estuvieron en nosotros… ¡bueno, porque éramos así! Pero también porque nos tocaron vivir tiempos donde, no sé, la lucha revolucionaria, la misma transformación revolucionaria de nuestro país, movía a todo el mundo, pienso, impregnaba a todo el mundo de una responsabilidad especial, y no solamente con la patria, con lo social, sino también con el trabajo, con el quehacer específico de cada uno, y hasta incluso con la vida cotidiana de uno.
Entonces no es raro que nosotros, siendo adolescentes que vivimos toda aquella etapa inicial de la Revolución y luego entrando en la adultez, guitarra en mano, nos propusiéramos hacer una canción con rigor, porque sentíamos la responsabilidad que teníamos al pararnos, decir cosas y ser escuchados. Era una forma, o es una forma también, de educar, de enseñar, de mostrar, de influir, y bueno, es una forma de respetar a la gente y también de respetarse a uno mismo.
Por eso todo ese afán, toda esa lucha en esos tiempos, y en estos también, por hacer un buen trabajo, por hacer un arte riguroso, por no decir tonterías, y cuando se dijeran tonterías, tener razones para decirlas. En fin, ese rigor elemental que yo pienso que debe tener cualquier persona cuando se enfrenta a su trabajo.
Cuando los amores se te vuelven difíciles, o imposibles (Que ya viví, que te vas, De la ausencia y de ti, El viento eres tú) ¿Buscas mejor suerte en las canciones?
Yo no busco, yo encuentro. Y me parece que a todo el mundo le sucede lo mismo, o sea, cualquiera se puede sentir desalmado… El amor, o ese tipo de sentimientos, son justamente tan interesantes, porque provocan todas esas cosas. Si no, no fueran tan interesantes, si no, no se hablara tanto de ellos, si no, no fueran tan importantes para la vida de la gente. Justamente porque provocan desconcierto, o a veces todo lo contrario. Todo depende de cómo sea la química, el resultado de la química de ese encuentro de dos caracteres, de determinadas circunstancias. Ahí se produce una reacción química espiritual. En todo caso, te vaya bien o te vaya mal, como está lleno de sorpresas, es muy poco aburrido ¿no?
Pero la gente ya no siente así. ¿No te parece algo obsoleto?
¿Obsoleto?... Las modas no tienen nada que ver con los sentimientos, y eso lo dije ya hace unos cuantos años: “Aunque no esté de moda, quiero amor, quiero amor, quiero amor compartido”. Las modas no tienen nada que ver, ni las vanguardias estilísticas, y la gente podrá decir lo que quiera, y tú tener más capacidad o menos capacidad, más trucos o menos trucos para intentar expresar lo que sientes, para buscar la astucia, para conseguir lo que quieras, pero en el fondo uno está desnudo, creo yo.
¿Cómo conociste a Noel Nicola?
Mira, a Noel lo conocí en el estudio 2 del ICRT. Estaba grabando el grupo de Senén Suárez una canción de él: El tiempo y yo no nos podemos de acuerdo. Me acuerdo como si fuera ahora, un bolero. Y por esos días la Casa de las Américas nos había invitado a Pablo y a mí –todo esto fue como en el 67, y hacía un año ya de aquel encuentro primero de la Canción Protesta. La Casa de las Américas quería mantener viva las actividades de la canción revolucionaria y de la canción social–, nos invitó a que hiciéramos un concierto. Pero en esa época, entre Pablo y yo, no teníamos ni diez canciones de contenido social directo. Pablo tenía dos o tres, y otras dos o tres yo.
Entonces, nosotros decíamos: ¿Cómo vamos a hacer un concierto con cuatro, cinco o seis canciones? Y conocí a Noel ahí. Empecé a hablar con él, creo que apareció una guitarra, me cantó tres o cuatro cosas que él ya tenía, de contenido social. Y yo, me parece que le dije: “Coño, tú eres el tipo que nos hace falta para hacer un concierto en Casa de las Américas”. Entonces se lo propuse a Pablo, lo hablamos en Casa de las Américas, que íbamos a invitar a un compañero que hacía canciones de ese tipo también, y así fue como empezó.
Y luego lo que hace la amistad, lo que hace verse a menudo, cantarse canciones, escuchar “lo último que hice”, todo ese tipo de cosas. Y luego, en fin el Grupo de Experimentación Sonora, que eso sí nos unió más. Él era un compañero más de nuestro colectivo, él fue uno de los fundadores y que venía ya con cierta experiencia musical.
Pero, ya te digo, luego era habitual trabajar con él ahí en el grupo, en sus canciones. Él trabajaba también en las nuestras. Hacíamos tríos muchas veces, constantemente. Cuba Va la hicimos juntos. Trabajamos para esa película juntos. Y en los conciertos. Esos primeros conciertos del Grupo de Experimentación Sonora, el trío que cantaba siempre éramos Noel, Pablo y yo.
Y ya te digo, yo siempre he pensado que Noel es una gente que tiene canciones tan meritorias como las más meritorias que podamos tener Pablo, yo o cualquier otro. Y que ha sido un problema circunstancial el hecho de que él después se haya destacado menos. Para mí sigue siendo ese mismo poeta tremendo que es, ese mismo cantor agudísimo que es.
El salvadoreño Roque Dalton
Roque… Roque fue un amigo. A Roque lo conocimos en Casa de las Américas, cuando empezaron a aglutinarse los trovadores alrededor de Casa de las Américas. Yo no sé si tú sabes que nosotros en esa época estábamos bastante cuestionados, teníamos bastantes problemas. A mí me habían botado del ICR. Entonces Haydée Santamaría fue quien se encargó de recogernos, de prestarnos la Casa para que nosotros diéramos conciertos. Allí conocimos a Roque, como conocimos a otros escritores latinoamericanos también. Algunos de ellos también asesinados.
A Roque me unió una relación especial de amistad por como era Roque ¿no? Roque era un tipo muy simpático, extremadamente simpático, muy brillante en sus pensamientos, con una agilidad mental tremenda, con una cultura sólida y con un talento extraordinario. Él vivía en Cuba también, –él, sus hijos, su mujer— y entonces visitábamos mucho su casa, nos veíamos constantemente.
Luego ya, cuando él empezó a entrar a El Salvador, y a realizar actividades clandestinas allá, pues a veces se perdía por un tiempo y nos decía que estaba en otro lugar e inventaba viajes a China, viajes a Checoslovaquia… Él decía que iba a Corea, y como nadie iba a Corea, pues nadie podía constatar si él estaba en Corea o no. Siempre decía que estaba “por Asia”, y estaba allí, en El Salvador, en Latinoamérica, hasta que por último ya se desapareció, hasta que lo asesinaron.
Es un compañero muy querido, de quien tengo recuerdos formidables. Fue una de las primeras gentes que leyó una canción mía y me dijo: “Coño, pero esto es poesía, chico”. Me escribió un poemita. Está por ahí, entre su obra dispersa. Yo creo que no está en ningún libro. Está dedicado a mí. Yo me enteré de eso incluso después de la muerte de Roque.
¿Víctor Jara?
Víctor Jara. Lo conocí en Cuba para un evento. Supongo que él haya venido invitado por Casa de las Américas. Era muy amigo de Chabela Parra, que ya era mi amiga.
Yo discutía mucho con Víctor y me parece que el origen de las discusiones eran fenómenos, eran problemas estéticos. Y también él se preocupaba mucho por nosotros, por nuestro futuro, no sé si llamarlo político o ideológico. En aquella época nosotros éramos muy cuestionados, pero ustedes no se pueden imaginar hasta dónde. Éramos muy pero muy cuestionados, tremendamente cuestionados, y se hablaba muy mal de nosotros.
Entonces a veces sucedía que llegaban compañeros latinoamericanos invitados por la Revolución, por organismos revolucionarios, y además por la Revolución, porque ellos eran revolucionaros, se sentían identificados con la Revolución. Pero entonces llegaban y les decían: “No te juntes con fulano, con mengano, que esos chiquitos tienen problemas ideológicos”, y no sé cuántas otras cosas. ¿Te das cuenta? Entonces a muchos chilenos les metían esas cosas en la cabeza. Y a Víctor parece que le dieron su cuerdecita.
Ellos decían, por ejemplo, que quizás nosotros éramos un poco duros con algunos aspectos de nuestra realidad. Entonces, mi tesis siempre fue que quienes eran duros con nuestra realidad eran los enemigos de la Revolución, y que a los enemigos no se les podía dar la crítica, que la crítica debía ser nuestra, que debía ser una crítica constructiva, revolucionaria. Que lo que pasaba era que aquí no había costumbre de oír canciones que hablaran críticamente de la sociedad, que había un triunfalismo muy grande, que éramos muy reticentes siempre a tocar los aspectos negativos. No se ha concebido un revolucionario que no sea crítico. ¿Cómo se va a concebir un revolucionario que se acostumbre y que conviva con errores, con mediocridades, con arbitrariedades, con todas esas cosas?
Esos eran los problemas. Y Víctor era una persona de un carácter muy afable y de una dulzura personal muy especial. Él, como tenía mucho de esa suavidad, de esa sabiduría, era un amante ferviente de la cultura indígena latinoamericana. Era un estudioso, era un investigador profundo de eso. Víctor pasó años en contacto con las comunidades indígenas, aprendiendo su folclore, aprendiendo a tocar como ellos, escuchándolos, y toda esa suavidad, toda esa tersura del espíritu andino, se la llevaba dentro.
Y lo que significó la epopeya del Che en Bolivia, como ejemplo para todos los latinoamericanos y muy especialmente para los jóvenes cubanos, fue muy grande. Muy grande porque eso fue un ejemplo muy grande de altruismo, de valentía, de desinterés.
Entonces, eso es un ejemplo muy grande, muy alto, para la gente que es joven, y se identifica mucho con los jóvenes, porque los jóvenes están hechos de esa materia justamente, de desinterés, de altruismo. Los jóvenes quieren siempre escalar montañas, quieren siempre tener dificultades que vencer. No hay ninguna epopeya que se haya hecho sin jóvenes. En todas, la materia fundamental ha sido la juventud.
Lógicamente, para nosotros, que éramos los jóvenes de esa época, el ejemplo del Che se identificaba tanto con el carácter de la juventud, que era lo ideal. Y él dio un ejemplo muy claro de altruismo al abandonar su posibilidad de vivir una vida con muchísimos menos riesgos –aunque con riesgos también la iba a vivir aquí, sin lugar a dudas–, por inmolarse. Incluso hasta por los que no se lo agradecieron. Hubiera sido mejor que no se hubiera ido para ningún lado. Lo tuviéramos ahora aquí. Es una inteligencia poderosa y una lucidez muy grande y, en estos tiempos, es lo que nos hace falta.