Silvio Rodríguez, Ojalá



Entrevistó: Isabel Parra y Eduardo Olivares, en París, para la revista Hoy de Chile.
de Octubre del 1981

Gran amiga, admiradora e intérprete de las canciones de Silvio Rodríguez, hay pocas personas más indicadas que Isabel Parra para “entrevistar” al cantante cubano en su reciente gira por Europa. Aunque sus canciones son conocidas en numerosos países europeos, y en particular en Italia y Francia, es evidente que es en España donde la poesía y la música de Silvio Rodríguez pueden alcanzar su impacto mayor. Lo cual quedó comprobado en esta gira hasta la que Isabel Parra llegó con el objeto de conocer lo que el cantante cubano piensa de su impacto en Chile, y claro, la historia de Ojalá.

Silvio Rodríguez: Esta canción la compuse en 1969. Yo estaba navegando por la costa occidental de África en el barco Playa Girón. Un viaje que hice porque cuando joven leí a Jack London, a Robinson Crusoe, y me quedó una afición por el mar, los piratas, navegar y todo eso. Todo eso unido a que Cuba acababa de hacer la flota de pesca, y los pescadores, que tenían un compromiso muy grande con nuestra patria, partían hasta dos años sin regresar a Cuba con tal de hacer una tras otra campaña de pesca, ya que esa era una de las fuentes fundamentales de divisas. Todo eso, unido a mi invariable vocación aventurera, hizo que me metiera en ese barco de pesca y estuviera cinco meses dando vueltas por toda África, pescando y pescando y pescando. Entonces, lógicamente, cuando no tenía nada que hacer en el barco pues me ponía a hacer canciones.

 

Ojalá esto, ojalá lo otro

 ¿Qué hacías en el barco?

Yo no tenía que hacer nada en el barco, no me pusieron metas. Privilegio de intelectual: “Tú haz lo que te dé la gana”, me dijeron. Entonces, yo, a veces porque me daba vergüenza, pues me metía a la sala de proceso y escogía un poco de pescado, subía para allá arriba y tiraba los chinchorros y todo eso. Pero cuando me aburría me metía otra vez allá adentro y seguía haciendo canciones. Ojalá la compuse en esas circunstancias. Dedicada a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que yo tuve cuando estaba en el ejército, haciendo mi servicio militar. Yo tenía 18 años y fue mi primer amor importante en el sentido de que fue el primero que me enseñó cosas. Cuando uno aprende a través del amor es como fundar algo. Ese amor me incorporó cosas buenas. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por ejemplo, a conocer a César Vallejo, que ella adoraba.

Después nos tuvimos que separar, ella se tuvo que ir, estaba estudiando medicina. En fin no le cuadró la medicina. No sé por qué empezó a estudiar medicina. ¡Cosa loca de ella! Ella siempre fue de las letras.

Hoy en día es profesora de eso, y se fue a Camagüey a estudiar y yo me quedé allí en La Habana, totalmente desolado y pasaron los años y el recuerdo de aquel amor tan bonito, tan productivo, tan útil -¡ojo, no confundir con utilitario!- me tenía obsesionado. Fue además un amor tronchado por las circunstancias de la vida, no fue cosa que se agotara. Y se me quedó un poco ese fantasma detrás. Por eso es que compuse esta canción, quizás en un momento de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado, “Ojalá esto, ojalá lo otro”. El recuerdo era tan vivo en el año 69-70 que me llevó a hacer otras canciones como Te doy una canción, por eso que dice: “¡Cómo gasto papeles recordándote, cómo me haces hablar en el silencio…!”. Es la misma protagonista. Hay otra que se llama Emilia y que casi nunca he cantado. Ella se llama Emilia.

 

Mi país es todo

¿Y cómo te explicas tú el que esa y otras canciones tuyas hayan tenido tanto éxito ahora en Chile?

Esta cosa de Chile es muy extraña. Para mí ha sido extraña en la medida que las noticias me han ido llegando poco a poco. Primero empezó porque había por ahí unos cantores que cantaban o les gustaban mis canciones, que fulanito empezó a hacer canciones que tenían que ver con la Trova desde el punto de vista estilístico. Empezó así, por abajito. Después hubo más gente que cantaba canciones y que de pronto las cantaba en algunos festivales. Y luego una canción que pasó por la radio y una que estaba en el Hit Parade. Todo esto en dos años aproximadamente desde la primera vez que tuve noticias. Ha sido una cosa que ha ido en ascenso. Yo albergo la esperanza de que en algún momento me llegue la invitación para ir a Chile a cantar. Me gustaría muchísimo y lo aceptaría inmediatamente…

¿Y si algún día estuvieras obligado a abandonar tu país, qué cantarías, de qué hablarían tus canciones?

No sé. Ni siquiera sé si hubiera partido al exilio y, si lo hubiera hecho, no sé ni siquiera si hubiera seguido cantando. Ya te digo, no es mi circunstancia, no creo que se convierta en mi circunstancia. Respeto las múltiples variantes que esta incidencia del exilio ha desatado en distintos compañeros. Me parece que muchos de los cantores exiliados que conozco han asumido esto con responsabilidad y, sobre todo, con honestidad. Lógicamente siempre admiro más a los que no se han detenido en el tiempo, a los que han tratado de dar un paso adelante, lo hayan logrado o no. Me identifico visceralmente mucho más con esa actitud.

Prefiero decirte lo que para mí significaría el exilio. Si yo no pudiera ver mis palmas, mi sol, mi costa, mis playas, el verde ese de Cuba, si yo no pudiera ver las calles de mi pueblo, si yo no pudiera ver la Habana Vieja, caminar por la Rampa, ir a la bodeguita del Medio, si yo no pudiera vivir allí estaría muerto. Yo respeto mucho la actitud de los cantores latinoamericanos exiliados porque si yo no pudiera estar en mi país yo no serviría para nada. Te lo aseguro, mi país es mi razón de ser, es mi alimento, mi dicha, mi esperanza, es todo. Si yo tuviera que reconstruir mi vida, hacer borrón y olvidarme por no sé qué cantidad de tiempo futuro, establecer esa incógnita perenne en mi cabeza, esa interrogación así, de tonelada, esa oscuridad frente a mis pasos y decir: “No sé cuándo voy a volver…” yo creo que yo Silvio Rodríguez, no serviría para nada…