Entrevistó: Diario La Segunda, Chile.
13 de Septiembre del 1995
Raro. Esa fue la palabra que Silvio Rodríguez usó más veces anoche, al homenajeársele por las ventas de sus dos últimos discos. Se considera “tan terrícola” que no ve la explicación a tanto tributo, menos si este viene de “mis maestros, Ángel e Isabel Parra”.
Los Parra fueron los anfitriones. Después de 23 años, Silvio volvió a pisar la casa de Carmen 340, donde estuviera la mítica Peña de los Parra y que hoy alberga, remozada, la Fundación Violeta Parra. Este fue el lugar elegido para que el sello Alerce le entregara Discos de Platino y Oro por las ventas de sus últimas producciones, Silvio y Rodríguez.
Tras los saludos con guitarra de Ángel y Tita Parra, vinieron los galardones y luego las primeras palabras del cantautor cubano, quien se encuentra por quinta vez en Chile, para ofrecer dos recitales, los días 15 y 16, en el Teatro Monumental. Se descartó un tercer concierto, porque está ocupado el recinto. Sí se sumaron acompañantes chilenos: los Parra.
Agradecido a los sucesores de Ricardo García (todo un rebelde que editó sus discos en 1980) y aduciendo no tener facilidad de palabra (¿?) recordó su primera visita a Chile, en 1972. “Venir a este lugar es muy especial, más que la Peña de los Parra, era la casa donde realizábamos una noctambulidad alevosa. Cuando venía para acá, cayendo la lluvia y viendo esta calle que es como un callejón, recordé que muchas de las sensaciones e impresiones que pude decir en la canción Santiago de Chile, las recogí en esta calle, entrando y saliendo de esta casa. Es como volver a visitar parte del útero, de las entrañas de donde uno salió. Digo esto porque si hay algo que me hace sentir raro esta tarde, es verme homenajeado por quienes considero mis maestros, Ángel e Isabel”.
Y para no sentirse más extraño, Silvio se atrincheró luego en la cocina de la casona, para conversar con algunos privilegiados invitados. Costó sacarlo para que enfrentara los focos de televisión y las grabadoras.
Hacer recitales me da mucho miedo
¿Cómo ve la normalización de su relación con Chile, esto de poder venir sin el alboroto del 90?
¿A esto llama tranquilo?... A mí me gusta mucho venir a Chile, es un país muy especial. Pero a veces me siento demasiado querido y eso para mí es raro.
¿Raro?
Es que soy una persona muy normal. Aquí me ven como algo fuera de lo normal. Soy absolutamente terrícola, no tengo nada de extraordinario. Sencillamente me dediqué a una profesión que no sabía que iba a tener éxito en ella. Me dediqué por necesidad, no buscando algo como esto. Y todo eso resulta un poco raro.
¿Le molesta el asedio?
A cualquiera… Esto no es normal, hablar con una luz en la cara sin ver a la gente.
¿Y cómo se siente en el escenario, sin ver al público?
Es espantoso, a veces la prensa me acusa de incomunicado y es que sencillamente no puedo mirar a la gente, porque si lo hago me levanto y me voy. Es muy raro, porque uno hace las canciones porque siente un gran goce haciéndolas, y luego la industria y la difusión, las expanden, se las entregan a todos. Las canciones cobran vida propia y crean una mitología alrededor de uno, cuando uno sigue siendo el mismo hijo de vecino. Siempre me ha costado mucho trabajo acostumbrarme a la cosa escénica, no creo que haya nacido para eso. Sin embargo, sí nací, en algún sentido, para hacer canciones o, cuando menos para encontrar algún tipo de lenguaje que me comunicara con los demás. Desde muy joven fue una necesidad y lo sigue siendo.
¿No le gusta hacer recitales?
Hacer recitales me da mucho miedo. Cuando ha pasado media hora, me acostumbro un poco. Antes de subir a escena, me digo ¿quién me habrá metido en esto? Cuando salgo, digo, después de todo no era tan malo.
No estoy haciendo nada concreto, sino muchas cosas a la vez
Silvio Rodríguez se acaba de tomar unas vacaciones en Cuba, luego de una gira por España. Hace dos meses, ofreció un concierto en la plaza de toros de Madrid.
Corriendo de allá para acá, se queja de lo apretada que está su agenda. Por eso, “estoy componiendo cuando tengo tiempo”, responde cuando se le pregunta por su trabajo musical, arguyendo de paso que está entregado al trabajo de “constructor”.
Estoy terminando algunas canciones que siempre las tengo a medias. Es que estamos terminando la construcción del estudio de grabación. Estamos terminando un mini estudio que se llama Ojalá. Se supone que para fines de año o principios del próximo, terminaremos un complejo de dos estudios más grandes. Incluso me he propuesto no terminar mi próximo trabajo, Domínguez, hasta que no lo pueda hacer en uno de ellos. Ha sido una presión a mí mismo, para meterle fuerza y presión a los demás. O sea, no estoy haciendo nada concreto, sino muchas cosas al mismo tiempo.
¿Un clásico?
Usted es un clásico prematuro de la música popular, para toda una generación…
¿Clásico?... Me cuesta hablar de eso porque si dijera realmente lo que pienso, la gente iba a pensar que soy un estúpido o que pretendo una falsa modestia. Para mí un clásico es otra cosa… las cosas que me llegan, que me orientaron, que me ayudaron a vivir.
Pero eso pasó en Chile…
Pero es raro para uno.
¿Cómo fue pasar el “11” en Chile?
Sentí, sinceramente, indignación, porque ver acusar a los victimados de victimarios es el insulto más grande a la bandera y a la nación chilena. Prefiero no hablar de ese tema.
¿Cómo está Cuba?
Empezando a salir de un hoyo económico muy fuerte. Las medidas económicas que se empezaron a tomar hace bastantes años, empiezan a arrojar índices de cierto crecimiento. No de florecimiento. Estamos en una etapa de recuperación, porque al derrumbarse el campo socialista y perder nosotros más del 70 por ciento de nuestras relaciones económicas con el exterior, fue un cataclismo. La recuperación comprende tratar de establecer, cuando menos, niveles cercanos a los rendimientos que existían cuando teníamos una economía basada en aquel tipo de intercambio que, por otra parte, era un intercambio que no tenía nada que ver con las relaciones económicas mundiales. Se daba entre los países socialistas a partir de un tratado (CAME) y que consistía en una repartición de recursos más o menos equitativa. En el caso nuestro, teníamos un tratamiento privilegiado. Estamos en etapa de franca recuperación y hacerlo en medio de un bloqueo que se ha acrecentado, nos ha resultado muy difícil. Tengo mucha confianza en la dirección económica que han tomado las cosas.
Son medidas capitalistas, ¿está de acuerdo con eso?
Yo con lo que no estoy de acuerdo es con que sucumbamos, y creo que el hecho de no sucumbir garantiza una serie de conquistas que ganó la revolución para el pueblo. Aunque sea con medidas capitalistas, aunque sea con medidas sacadas del infierno, si podemos continuar una serie de conquistas como la salud pública, la educación gratuita, la cultura masiva, el deporte, vale la pena. Indudablemente, significan concesiones. A mí no me gustan, pero por otro lado pienso, para no ser remilgo en estas cosas, que el socialismo que llevábamos, en algunos sentidos, era poco real. Estaba basado en un intercambio económico que no tenía nada que ver con como se mueven los mercados en el mundo. Por eso, este revés tan grande nos ha puesto a los cubanos en condiciones de enfrentar la vida tal y como es y de demostrar por primera vez de lo que somos capaces.
Después de Domínguez vendrán Canciones del mar
Sus últimos cinco trabajos con dípticos o trípticos. ¿Ya no lo estimula hacer discos unitarios?
No es eso, lo que pasa es que a veces me meto en los estudios graba que te graba y me salen muchas canciones. Después no sé qué hacer con ellas y las tengo que meter en discos y no me caben en uno. Cuando termine Domínguez, lo primero que voy a hacer es un disco que se llamará Canciones del mar, una compilación de algunas de las 62 canciones que hice en el viaje del Playa Girón. De esas, hay editadas 12 ó 13. No las voy a editar todas porque muchas son bocetos avanzados más que canciones. Fueron 62 experimentos, entre los cuales están Ojalá, Playa Girón, que encontré extraviados entre un montón de papeles. Me dio para hacer un tomito que va a salir el próximo año. Y en fecha cercana, sacaré un disco con 14 canciones “rescatables” de ese período.
Tiene más de 1.200 canciones
¡No, eso es mitología! Cada vez dicen más, ahorita me llevan a las 5.000. Pienso que tengo algunos cientos de canciones. Ahora, “canciones-canciones”, tengo muy pocas. Intentos de canción son todas las veces que agarré una guitarra y que tuve o que creí que tenía algo que decir.
¿En tus próximas producciones, consideras a tu hija Violeta?
¿Mi hija? Tiene una voz horrible. Tengo una hermana que canta muy bien, Anabell. En realidad, es ella la que canta en la familia. Yo soy el que compone.
Los Parra fueron los anfitriones. Después de 23 años, Silvio volvió a pisar la casa de Carmen 340, donde estuviera la mítica Peña de los Parra y que hoy alberga, remozada, la Fundación Violeta Parra. Este fue el lugar elegido para que el sello Alerce le entregara Discos de Platino y Oro por las ventas de sus últimas producciones, Silvio y Rodríguez.
Tras los saludos con guitarra de Ángel y Tita Parra, vinieron los galardones y luego las primeras palabras del cantautor cubano, quien se encuentra por quinta vez en Chile, para ofrecer dos recitales, los días 15 y 16, en el Teatro Monumental. Se descartó un tercer concierto, porque está ocupado el recinto. Sí se sumaron acompañantes chilenos: los Parra.
Agradecido a los sucesores de Ricardo García (todo un rebelde que editó sus discos en 1980) y aduciendo no tener facilidad de palabra (¿?) recordó su primera visita a Chile, en 1972. “Venir a este lugar es muy especial, más que la Peña de los Parra, era la casa donde realizábamos una noctambulidad alevosa. Cuando venía para acá, cayendo la lluvia y viendo esta calle que es como un callejón, recordé que muchas de las sensaciones e impresiones que pude decir en la canción Santiago de Chile, las recogí en esta calle, entrando y saliendo de esta casa. Es como volver a visitar parte del útero, de las entrañas de donde uno salió. Digo esto porque si hay algo que me hace sentir raro esta tarde, es verme homenajeado por quienes considero mis maestros, Ángel e Isabel”.
Y para no sentirse más extraño, Silvio se atrincheró luego en la cocina de la casona, para conversar con algunos privilegiados invitados. Costó sacarlo para que enfrentara los focos de televisión y las grabadoras.
Hacer recitales me da mucho miedo
¿Cómo ve la normalización de su relación con Chile, esto de poder venir sin el alboroto del 90?
¿A esto llama tranquilo?... A mí me gusta mucho venir a Chile, es un país muy especial. Pero a veces me siento demasiado querido y eso para mí es raro.
¿Raro?
Es que soy una persona muy normal. Aquí me ven como algo fuera de lo normal. Soy absolutamente terrícola, no tengo nada de extraordinario. Sencillamente me dediqué a una profesión que no sabía que iba a tener éxito en ella. Me dediqué por necesidad, no buscando algo como esto. Y todo eso resulta un poco raro.
¿Le molesta el asedio?
A cualquiera… Esto no es normal, hablar con una luz en la cara sin ver a la gente.
¿Y cómo se siente en el escenario, sin ver al público?
Es espantoso, a veces la prensa me acusa de incomunicado y es que sencillamente no puedo mirar a la gente, porque si lo hago me levanto y me voy. Es muy raro, porque uno hace las canciones porque siente un gran goce haciéndolas, y luego la industria y la difusión, las expanden, se las entregan a todos. Las canciones cobran vida propia y crean una mitología alrededor de uno, cuando uno sigue siendo el mismo hijo de vecino. Siempre me ha costado mucho trabajo acostumbrarme a la cosa escénica, no creo que haya nacido para eso. Sin embargo, sí nací, en algún sentido, para hacer canciones o, cuando menos para encontrar algún tipo de lenguaje que me comunicara con los demás. Desde muy joven fue una necesidad y lo sigue siendo.
¿No le gusta hacer recitales?
Hacer recitales me da mucho miedo. Cuando ha pasado media hora, me acostumbro un poco. Antes de subir a escena, me digo ¿quién me habrá metido en esto? Cuando salgo, digo, después de todo no era tan malo.
No estoy haciendo nada concreto, sino muchas cosas a la vez
Silvio Rodríguez se acaba de tomar unas vacaciones en Cuba, luego de una gira por España. Hace dos meses, ofreció un concierto en la plaza de toros de Madrid.
Corriendo de allá para acá, se queja de lo apretada que está su agenda. Por eso, “estoy componiendo cuando tengo tiempo”, responde cuando se le pregunta por su trabajo musical, arguyendo de paso que está entregado al trabajo de “constructor”.
Estoy terminando algunas canciones que siempre las tengo a medias. Es que estamos terminando la construcción del estudio de grabación. Estamos terminando un mini estudio que se llama Ojalá. Se supone que para fines de año o principios del próximo, terminaremos un complejo de dos estudios más grandes. Incluso me he propuesto no terminar mi próximo trabajo, Domínguez, hasta que no lo pueda hacer en uno de ellos. Ha sido una presión a mí mismo, para meterle fuerza y presión a los demás. O sea, no estoy haciendo nada concreto, sino muchas cosas al mismo tiempo.
¿Un clásico?
Usted es un clásico prematuro de la música popular, para toda una generación…
¿Clásico?... Me cuesta hablar de eso porque si dijera realmente lo que pienso, la gente iba a pensar que soy un estúpido o que pretendo una falsa modestia. Para mí un clásico es otra cosa… las cosas que me llegan, que me orientaron, que me ayudaron a vivir.
Pero eso pasó en Chile…
Pero es raro para uno.
¿Cómo fue pasar el “11” en Chile?
Sentí, sinceramente, indignación, porque ver acusar a los victimados de victimarios es el insulto más grande a la bandera y a la nación chilena. Prefiero no hablar de ese tema.
¿Cómo está Cuba?
Empezando a salir de un hoyo económico muy fuerte. Las medidas económicas que se empezaron a tomar hace bastantes años, empiezan a arrojar índices de cierto crecimiento. No de florecimiento. Estamos en una etapa de recuperación, porque al derrumbarse el campo socialista y perder nosotros más del 70 por ciento de nuestras relaciones económicas con el exterior, fue un cataclismo. La recuperación comprende tratar de establecer, cuando menos, niveles cercanos a los rendimientos que existían cuando teníamos una economía basada en aquel tipo de intercambio que, por otra parte, era un intercambio que no tenía nada que ver con las relaciones económicas mundiales. Se daba entre los países socialistas a partir de un tratado (CAME) y que consistía en una repartición de recursos más o menos equitativa. En el caso nuestro, teníamos un tratamiento privilegiado. Estamos en etapa de franca recuperación y hacerlo en medio de un bloqueo que se ha acrecentado, nos ha resultado muy difícil. Tengo mucha confianza en la dirección económica que han tomado las cosas.
Son medidas capitalistas, ¿está de acuerdo con eso?
Yo con lo que no estoy de acuerdo es con que sucumbamos, y creo que el hecho de no sucumbir garantiza una serie de conquistas que ganó la revolución para el pueblo. Aunque sea con medidas capitalistas, aunque sea con medidas sacadas del infierno, si podemos continuar una serie de conquistas como la salud pública, la educación gratuita, la cultura masiva, el deporte, vale la pena. Indudablemente, significan concesiones. A mí no me gustan, pero por otro lado pienso, para no ser remilgo en estas cosas, que el socialismo que llevábamos, en algunos sentidos, era poco real. Estaba basado en un intercambio económico que no tenía nada que ver con como se mueven los mercados en el mundo. Por eso, este revés tan grande nos ha puesto a los cubanos en condiciones de enfrentar la vida tal y como es y de demostrar por primera vez de lo que somos capaces.
Después de Domínguez vendrán Canciones del mar
Sus últimos cinco trabajos con dípticos o trípticos. ¿Ya no lo estimula hacer discos unitarios?
No es eso, lo que pasa es que a veces me meto en los estudios graba que te graba y me salen muchas canciones. Después no sé qué hacer con ellas y las tengo que meter en discos y no me caben en uno. Cuando termine Domínguez, lo primero que voy a hacer es un disco que se llamará Canciones del mar, una compilación de algunas de las 62 canciones que hice en el viaje del Playa Girón. De esas, hay editadas 12 ó 13. No las voy a editar todas porque muchas son bocetos avanzados más que canciones. Fueron 62 experimentos, entre los cuales están Ojalá, Playa Girón, que encontré extraviados entre un montón de papeles. Me dio para hacer un tomito que va a salir el próximo año. Y en fecha cercana, sacaré un disco con 14 canciones “rescatables” de ese período.
Tiene más de 1.200 canciones
¡No, eso es mitología! Cada vez dicen más, ahorita me llevan a las 5.000. Pienso que tengo algunos cientos de canciones. Ahora, “canciones-canciones”, tengo muy pocas. Intentos de canción son todas las veces que agarré una guitarra y que tuve o que creí que tenía algo que decir.
¿En tus próximas producciones, consideras a tu hija Violeta?
¿Mi hija? Tiene una voz horrible. Tengo una hermana que canta muy bien, Anabell. En realidad, es ella la que canta en la familia. Yo soy el que compone.