Por: Joel Mayor Lorán
Fuente: El Artemiseño
Fotos: Otoniel Márquez
Sucedió puntualmente a las 6:00 de la tarde, cuando ya el Astro Rey se había cansado de alumbrar. Y duró dos horas, hasta los dominios de la noche. Muchos vieron la Luna en lo alto, pero la mayoría descubrió que su luz venía del escenario donde cantaba Silvio Rodríguez, a quien Raúl Torres, al abrir el concierto, llamó El Poeta del Sol.
Únicamente quienes estaban allí, en el barrio San Antonio de la capital artemiseña, conocido como “el llega y pon”, pudieron comprender el fenómeno. Con música y poesía hechas canciones, el cantautor iluminó ese sitio de casas precarias, calles sin asfaltar ni alcantarillado, y aun más: les encendió el corazón.
Te doy una canción, Balada de Elpidio Valdés y El Reparador de sueños conquistaron a los habitantes del lugar, como en tantas ocasiones les había ocurrido por la tele. Silvio también les cantó otros temas menos conocidos, y homenajeó a Santiaguito Feliú, a Juan Formell y a Sara González.
Les hizo amar, quizás por primera vez, una imagen tan hermosa como la de Mujer sin sombrero, esa que dice: “Cada cual da lo que tiene/ unos dan necesidad/ y otros regalan las palabras/ veremos qué dura más”.
Complació a quienes le pidieron La era… Regaló su Pequeña serenata diurna, Unicornio, Ojalá (coreada como si hubiese sido escrita entre todos), y después de despedirse con un “¡Gracias, Artemisa! ¡Gracias a ustedes!”, compartió la épica contagiosa de El Mayor.
Silvio obsequió, además, 300 libros de literatura a la escuela primaria Julio Antonio Mella, con la colaboración del Instituto Cubano del Libro, el Centro Pablo de la Torriente Brau y los estudios Ojalá.
En esta oportunidad le acompañó como invitado el trovador Raúl Torres, cálidamente recibido por los artemiseños, cómplices de cada tema. Mañana domingo, a la misma hora, Silvio se presentará en el Parque Central de San Antonio de los Baños, su pueblo natal, junto con el Maestro Frank Fernández y el proyecto La dulce quimera, dirigido por Rodolfo Chacón.
Estas giras por los barrios comenzaron en septiembre de 2010, y ya supera 60 presentaciones en localidades periféricas de La Habana, Villa Clara, Cienfuegos, Matanzas y Holguín. Estar con la gente es la única forma de pagarle a este pueblo, porque yo salí de ahí -explica el cantautor ariguanabense-: darle lo que sé hacer, lo que tengo, lo que he podido lograr.
Llevar la cultura a la puerta de los más necesitados, sin costo alguno para el público, motivó estos conciertos, que siguen a otros en los centros penitenciarios. Habitualmente intervienen algunos de los intérpretes más famosos de Cuba, “sin protocolos, sin salones VIP, sin balcones exclusivos, sin presidencias”.
Al concluir esta presentación, confesó a nuestro semanario que “ahora solo queda continuar esta gira interminable, porque es interminable lo que nos queda por hacer”.