7 de Diciembre del 2011
Por: Mónica Rivero
Fotos: Alejandro Ramírez Anderson
Por: Mónica Rivero
Fotos: Alejandro Ramírez Anderson
Presentación de Silvio Rodríguez con Trovarroco, Oliver Valdés y Niurka González; en La cueva del Sumidero, San Antonio de los Baños, con el grupo Yawar y Amaury Pérez como invitados.
El río Ariguanabo aporta el gentilicio a los de este municipio occidental: "ariguanabenses", o bien La Bienal del Humor: "humoreños", ambos portados con orgullo, como símbolos de algo que les es propio, muy suyo. En recorrido breve, se revela una mezcla del bucolismo de pueblo chiquito con atmósfera urbana de música, movimiento, animosidad... En el Parque Central confluyen viejos y niños; gente taciturna, tranquila, y divertidos celebradores de no importa qué; practicantes de la tradición agrícola del pueblo con vendedores ambulantes, o con muchachos que rehúyen el campo porque ese trabajo "destruye".
En las calles conviven viejas edificaciones abandonadas con felices casitas coloridas, recién pintadas, "Villa Jimmy", se identifica una a la entrada.
En San Antonio vivió Silvio su primera niñez, y "el poeta del pueblo", como dice un vecino, ha devenido leyenda de la comunidad. En la zona en que creció, sus contemporáneos y mayores tienen todos algún recuerdo, una anécdota que referir, un contacto con su pasado.
Pero al ganar en número de referencias, de evocaciones y remembranzas, algunos aspectos o la manera de recrear la historia en cuestión comienzan a ser algo contradictorios: su casa no era esta sino aquella, no jugaba aquí sino allá, sí venía mucho por aquí, era el niño preferido de esta abuela, siempre dijo que sería cantante, era así, era de esta otra manera, seguro lo recuerda, él ya no debe acordarse; y así el niño Silvio se multiplica, llena la cuadra, el barrio, se trasmuta y aparece en muchos escenarios de San Antonio, en muchos en que estuvo y probablemente en muchos en que no; cobra vida en tantas historias, participa en tantas vivencias, cuenta amigos que realmente tuvo y que acaso no, mil experiencias que vivió de hecho y que no. Termina siendo como lo construye la memoria de cada cual. Se pierde una verdad absoluta y el imaginario teje sus versiones pequeñas (legítimas: son sus Silvio).
El río Ariguanabo aporta el gentilicio a los de este municipio occidental: "ariguanabenses", o bien La Bienal del Humor: "humoreños", ambos portados con orgullo, como símbolos de algo que les es propio, muy suyo. En recorrido breve, se revela una mezcla del bucolismo de pueblo chiquito con atmósfera urbana de música, movimiento, animosidad... En el Parque Central confluyen viejos y niños; gente taciturna, tranquila, y divertidos celebradores de no importa qué; practicantes de la tradición agrícola del pueblo con vendedores ambulantes, o con muchachos que rehúyen el campo porque ese trabajo "destruye".
En las calles conviven viejas edificaciones abandonadas con felices casitas coloridas, recién pintadas, "Villa Jimmy", se identifica una a la entrada.
En San Antonio vivió Silvio su primera niñez, y "el poeta del pueblo", como dice un vecino, ha devenido leyenda de la comunidad. En la zona en que creció, sus contemporáneos y mayores tienen todos algún recuerdo, una anécdota que referir, un contacto con su pasado.
Pero al ganar en número de referencias, de evocaciones y remembranzas, algunos aspectos o la manera de recrear la historia en cuestión comienzan a ser algo contradictorios: su casa no era esta sino aquella, no jugaba aquí sino allá, sí venía mucho por aquí, era el niño preferido de esta abuela, siempre dijo que sería cantante, era así, era de esta otra manera, seguro lo recuerda, él ya no debe acordarse; y así el niño Silvio se multiplica, llena la cuadra, el barrio, se trasmuta y aparece en muchos escenarios de San Antonio, en muchos en que estuvo y probablemente en muchos en que no; cobra vida en tantas historias, participa en tantas vivencias, cuenta amigos que realmente tuvo y que acaso no, mil experiencias que vivió de hecho y que no. Termina siendo como lo construye la memoria de cada cual. Se pierde una verdad absoluta y el imaginario teje sus versiones pequeñas (legítimas: son sus Silvio).