28 de Enero del 2018
Fuente: Cubadebate
Fotos: Iván Soca
Fuente: Cubadebate
Fotos: Iván Soca
Hasta la confluencia de las calles Martí, Coliseo y Dolores, en el barrio Callejas del municipio Arroyo Naranjo, llegaron este viernes los seguidores de Silvio Rodríguez. Desafiando la intensa e intermitente lluvia, disfrutaron del concierto 89 de la Gira por los barrios, iniciada por el poeta en el año 2010.
Luego de un esfuerzo extraordinario por parte de los técnicos y productores, en el que montaje y desmontaje de sonido y luces parecía interminable debido al deterioro de las condiciones climáticas, el autor de Unicornio hizo su entrada en el escenario y dirigiéndose a los presentes dijo: “Buenas tardes…, no tan buenas como quisiéramos, pero si ustedes están aquí, nosotros estaremos junto a ustedes”.
De inmediato rememoró los gratos recuerdos que tenía del barrio Callejas, donde vivieron los padres de su entrañable amigo Vicente Feliú, de las canciones que hizo cerca de ese lugar.
Mencionó que el sábado 27 de enero se celebraría el aniversario 262 del nacimiento del compositor y pianista austriaco, Wolfgang Amadeus Mozart. Y así dio paso a la presentación de una invitada muy especial, la joven pianista Malva Rodríguez González, quien interpretó la primera parte de una Sonata de Mozart, ante un público que le ovacionó por su talento y seguridad en la escena.
La segunda parte del concierto estuvo a cargo de la intérprete María Elena Pena, quien al decir del trovador, “es su amiga desde hace mucho tiempo y se dedica a defender el género canción”.
María Elena, dando muestras de su versatilidad, interpretó algunos clásicos, Juramento y Lágrimas Negras, de Miguel Matamoros; otros más contemporáneos como Te fuiste, de Raúl Paz. Siempre acompañada de su agrupación Sardiñas Trío Plus, sus músicos impactaron por la calidad de su arte.
Minutos más tarde, sin que la lluvia cesara y ante un público, nacional e internacional, que esperaba por Silvio, este reapareció en escena acompañado de músicos excepcionales como Niurka González (flauta y clarinete), Jorge Reyes (contrabajo), Oliver Valdés (batería y percusión), Jorge Aragón (piano) y Emilio Vega (vibráfono y percusión).
A ellos se sumaron, sombrilla en mano, un grupo perteneciente a la tropa de los que el propio poeta llama invisibles e imprescindibles de la gira barrial. Ellos esta vez se hicieron visibles a los presentes, para entre todos hacer más conmovedor este concierto.
Durante una hora y media, el verso, la creación y el arte de los sonidos hicieron olvidar el aguacero.
Desde el primer tema, Viene la cosa, al que se sumaron, Tu soledad me abriga la garganta, Tonada del albedrío, Día de agua, Dibujo de mujer con sombrero, Óleo de mujer con sombrero, Detalle de mujer con sombrero, Mujer sin sombrero, Tonada de dos poemas de Rubén Martínez Villena, De pronto la tatagua, En cuál de esos planetas, El necio, La era está pariendo un corazón, Ángel para un final, Pequeña serenata diurna, hasta concluir con Ojalá, se logró un ambiente mágico donde reinó la música.
Público y artistas en comunión, alzaron sus voces, sus magistrales acordes e ingenuidades y sin reparar en edades ni nacionalidad lograron sentirse diferentes, más humanos, más sencillos, en un barrio cubano, más cerca de la canción.
Cuando en la noche del viernes concluyó el concierto 89 de la Gira por los barrios de Silvio Rodríguez, se escuchó a uno de sus asistentes decir: “Menos mal que existen los que no tienen nada que perder”, ni como público ni como artistas.
Luego de un esfuerzo extraordinario por parte de los técnicos y productores, en el que montaje y desmontaje de sonido y luces parecía interminable debido al deterioro de las condiciones climáticas, el autor de Unicornio hizo su entrada en el escenario y dirigiéndose a los presentes dijo: “Buenas tardes…, no tan buenas como quisiéramos, pero si ustedes están aquí, nosotros estaremos junto a ustedes”.
De inmediato rememoró los gratos recuerdos que tenía del barrio Callejas, donde vivieron los padres de su entrañable amigo Vicente Feliú, de las canciones que hizo cerca de ese lugar.
Mencionó que el sábado 27 de enero se celebraría el aniversario 262 del nacimiento del compositor y pianista austriaco, Wolfgang Amadeus Mozart. Y así dio paso a la presentación de una invitada muy especial, la joven pianista Malva Rodríguez González, quien interpretó la primera parte de una Sonata de Mozart, ante un público que le ovacionó por su talento y seguridad en la escena.
La segunda parte del concierto estuvo a cargo de la intérprete María Elena Pena, quien al decir del trovador, “es su amiga desde hace mucho tiempo y se dedica a defender el género canción”.
María Elena, dando muestras de su versatilidad, interpretó algunos clásicos, Juramento y Lágrimas Negras, de Miguel Matamoros; otros más contemporáneos como Te fuiste, de Raúl Paz. Siempre acompañada de su agrupación Sardiñas Trío Plus, sus músicos impactaron por la calidad de su arte.
Minutos más tarde, sin que la lluvia cesara y ante un público, nacional e internacional, que esperaba por Silvio, este reapareció en escena acompañado de músicos excepcionales como Niurka González (flauta y clarinete), Jorge Reyes (contrabajo), Oliver Valdés (batería y percusión), Jorge Aragón (piano) y Emilio Vega (vibráfono y percusión).
A ellos se sumaron, sombrilla en mano, un grupo perteneciente a la tropa de los que el propio poeta llama invisibles e imprescindibles de la gira barrial. Ellos esta vez se hicieron visibles a los presentes, para entre todos hacer más conmovedor este concierto.
Durante una hora y media, el verso, la creación y el arte de los sonidos hicieron olvidar el aguacero.
Desde el primer tema, Viene la cosa, al que se sumaron, Tu soledad me abriga la garganta, Tonada del albedrío, Día de agua, Dibujo de mujer con sombrero, Óleo de mujer con sombrero, Detalle de mujer con sombrero, Mujer sin sombrero, Tonada de dos poemas de Rubén Martínez Villena, De pronto la tatagua, En cuál de esos planetas, El necio, La era está pariendo un corazón, Ángel para un final, Pequeña serenata diurna, hasta concluir con Ojalá, se logró un ambiente mágico donde reinó la música.
Público y artistas en comunión, alzaron sus voces, sus magistrales acordes e ingenuidades y sin reparar en edades ni nacionalidad lograron sentirse diferentes, más humanos, más sencillos, en un barrio cubano, más cerca de la canción.
Cuando en la noche del viernes concluyó el concierto 89 de la Gira por los barrios de Silvio Rodríguez, se escuchó a uno de sus asistentes decir: “Menos mal que existen los que no tienen nada que perder”, ni como público ni como artistas.