26 de Octubre del 2016
Por: Marianela Dufflar
Fuente: Cubadebate
Fotos: Iván Soca
Por: Marianela Dufflar
Fuente: Cubadebate
Fotos: Iván Soca
"Este Domingo, es especial domingo…”; así comienza una canción de Silvio Rodríguez y lo cierto es que para muchos, el domingo 16 de octubre, resultó especial, pues unidos a la tropa invisible e imprescindible del trovador-como él mismo afirma- fuimos testigos del segundo concierto, que coordinado con la Dirección de Establecimientos Penitenciarios, ha estado ofreciendo el autor del “Rey de las Flores”, por estos días, en los que se celebra la jornada por el Día de la Cultura Nacional.
La cita, fue en el Establecimiento Penitenciario Combinado del Este, conformado por reclusos hombres de diferentes generaciones.
Hasta allí llegamos, en horas tempranas para en el escenario montado el día anterior, ubicar instrumentos, probar sonido, tal como sucede en “La Gira por los barrios”, iniciada por el cantautor, en el año 2010.
Sin embargo, esta vez, no fueron los vecinos del barrio, los que colaboraron, sino varios internos, quienes con respeto, humildad y agradecimiento, se sumaron al montaje, unidos a militares sin un arma. Es justo aquí, donde comienza la reflexión a favor del sistema penitenciario cubano y su excepcional labor.
Atenciones, camaradería, caracterizaron esas primeras horas, donde el intenso calor no se hizo sentir, pues la educadora experiencia, para ambas partes, permitió que reinara el entusiasmo y no las tensiones como erróneamente se suele pensar.
Mientras transcurría el tiempo, conocimos las características del centro, su funcionamiento disciplinario y educativo, dialogamos con mujeres jóvenes y menos jóvenes que han asumido durante muchos años la responsabilidad de salvaguardar esa disciplina, desde su posición de instructoras, abogadas.
Por otra parte, logramos constatar que existen salas de teatros y escuelas dentro del recinto, no solo para aprender oficios, sino de instrucción hasta el nivel medio; algo que permite, que cumplidas las sanciones, los internos se inserten más fácilmente, en la sociedad.
También recibimos sorpresas imprevistas, como el hecho de encontrarnos en los ensayos, con un recluso que fuera nuestro vecino y que formaría parte de la nómina de artistas que se presentarían en la actividad.
De igual forma, cuando las sillas frente al escenario comenzaron a ser ocupadas, fueron divisados por parte de la tropa del cantautor- algunos amigos de la infancia y hasta colegas de trabajo.
Al llegar Silvio, la ovación no se hizo esperar, él además de reseñar, que viene haciendo estas actividades desde que se fundó la Nueva Trova, anunció la presentación de artistas del Combinado, quienes tendrían la responsabilidad de iniciar este encuentro cultural y tremendamente humano.
A partir de ese instante, la música ocupó un lugar protagónico, con la actuación del Dúo Renacer conformado por jóvenes internos que de manera magistral interpretaron el tema El regreso del amigo de Raúl Torres. Ellos dieron paso a la orquesta “Luz del Alba”, integrada por 24 internos, quienes interpretaron: Homenaje a la mujer, del compositor Raimundo Fill Calderón (interno), Qué será, Amor dos veces, Nada es para siempre, y Me dicen Cuba de Alexander Abreu, todos bajo la dirección del maestro e instructor Ignacio Gómez Martínez, conocido cariñosamente por “Jarabe”, quien desde hace diez años, de manera voluntaria, realiza esta labor en este establecimiento.
Posteriormente Kelvis Ochoa, invitado especial y quien se sumó a este proyecto, acompañado de Jorge Reyes, al bajo y en los coros por Isla Ochoa (hija) y Liset Ochoa (hermana del cantautor), provocó la alegría y los deseos de bailar en el público, al interpretar temas de su autoría como: Maria Elena, Siete Días, Si tú no quieres, Juana, y La Conga; ratificando con su melodiosa voz, talento y profesionalidad, el agradable ambiente del concierto.
Antes de dar paso a la actuación de Silvio y sus acompañantes: Niurka González en la flauta y El trío Trovarroco (integrado por Rachid López, César Bacaró y Maikel Elizarde), el poeta Víctor Casaus, hizo una donación de libros a la biblioteca del establecimiento y presentó la entrega como obsequio al trovador de una obra creada por el artista de la plástica e interno, Juan Manuel Torreiro.
Luego de dos horas de concierto, en las que no faltaron canciones como El Mayor, El papalote, El Necio y La Era está pariendo un corazón, Silvio, anunció su despedida, lo que no fue posible, pues el público solicitó a coro que interpretara Unicornio, a ese tema le siguieron Cita con Ángeles y Pequeña Serenata Diurna, con la que concluyó.
En ese minuto recordé otra canción del poeta:
Hay quien precisa una canción de amor,
hay quien precisa un canto de amistad,
hay quien precisa remontarse al sol,
para alcanzar la mayor libertad.
Lo demás, no fue menos conmovedor, el creador de Rabo de Nube, intercambió de manera fraternal con los artistas invitados y en unión de Kelvis Ochoa, firmó las guitarras del Dúo Renacer, las maracas de un integrante de la agrupación, “Luz del Alba” y se tomó una instantánea, con los artistas, prometiendo que se las haría llegar, en el menor tiempo posible.
Caía la tarde, los reclusos comenzaron a retirarse. En el escenario, ondeaba la bandera cubana que preside los conciertos del fundador de la Nueva Trova.
Frente a todos, las imágenes de Fidel y Camilo, el cielo vistiendo sus mejores matices de azul… justo en ese momento encontré la esperanza y el agradecimiento en muchas miradas, algo que siempre sucede cuando se acaban estos conciertos, en los que la música deja que los sentimientos más nobles ocupen los espacios entrañables del alma.
Antes de partir, escuché entre las filas de internos, una voz conocida que gritaba:
¡Gracias, Silvio!
La cita, fue en el Establecimiento Penitenciario Combinado del Este, conformado por reclusos hombres de diferentes generaciones.
Hasta allí llegamos, en horas tempranas para en el escenario montado el día anterior, ubicar instrumentos, probar sonido, tal como sucede en “La Gira por los barrios”, iniciada por el cantautor, en el año 2010.
Sin embargo, esta vez, no fueron los vecinos del barrio, los que colaboraron, sino varios internos, quienes con respeto, humildad y agradecimiento, se sumaron al montaje, unidos a militares sin un arma. Es justo aquí, donde comienza la reflexión a favor del sistema penitenciario cubano y su excepcional labor.
Atenciones, camaradería, caracterizaron esas primeras horas, donde el intenso calor no se hizo sentir, pues la educadora experiencia, para ambas partes, permitió que reinara el entusiasmo y no las tensiones como erróneamente se suele pensar.
Mientras transcurría el tiempo, conocimos las características del centro, su funcionamiento disciplinario y educativo, dialogamos con mujeres jóvenes y menos jóvenes que han asumido durante muchos años la responsabilidad de salvaguardar esa disciplina, desde su posición de instructoras, abogadas.
Por otra parte, logramos constatar que existen salas de teatros y escuelas dentro del recinto, no solo para aprender oficios, sino de instrucción hasta el nivel medio; algo que permite, que cumplidas las sanciones, los internos se inserten más fácilmente, en la sociedad.
También recibimos sorpresas imprevistas, como el hecho de encontrarnos en los ensayos, con un recluso que fuera nuestro vecino y que formaría parte de la nómina de artistas que se presentarían en la actividad.
De igual forma, cuando las sillas frente al escenario comenzaron a ser ocupadas, fueron divisados por parte de la tropa del cantautor- algunos amigos de la infancia y hasta colegas de trabajo.
Al llegar Silvio, la ovación no se hizo esperar, él además de reseñar, que viene haciendo estas actividades desde que se fundó la Nueva Trova, anunció la presentación de artistas del Combinado, quienes tendrían la responsabilidad de iniciar este encuentro cultural y tremendamente humano.
A partir de ese instante, la música ocupó un lugar protagónico, con la actuación del Dúo Renacer conformado por jóvenes internos que de manera magistral interpretaron el tema El regreso del amigo de Raúl Torres. Ellos dieron paso a la orquesta “Luz del Alba”, integrada por 24 internos, quienes interpretaron: Homenaje a la mujer, del compositor Raimundo Fill Calderón (interno), Qué será, Amor dos veces, Nada es para siempre, y Me dicen Cuba de Alexander Abreu, todos bajo la dirección del maestro e instructor Ignacio Gómez Martínez, conocido cariñosamente por “Jarabe”, quien desde hace diez años, de manera voluntaria, realiza esta labor en este establecimiento.
Posteriormente Kelvis Ochoa, invitado especial y quien se sumó a este proyecto, acompañado de Jorge Reyes, al bajo y en los coros por Isla Ochoa (hija) y Liset Ochoa (hermana del cantautor), provocó la alegría y los deseos de bailar en el público, al interpretar temas de su autoría como: Maria Elena, Siete Días, Si tú no quieres, Juana, y La Conga; ratificando con su melodiosa voz, talento y profesionalidad, el agradable ambiente del concierto.
Antes de dar paso a la actuación de Silvio y sus acompañantes: Niurka González en la flauta y El trío Trovarroco (integrado por Rachid López, César Bacaró y Maikel Elizarde), el poeta Víctor Casaus, hizo una donación de libros a la biblioteca del establecimiento y presentó la entrega como obsequio al trovador de una obra creada por el artista de la plástica e interno, Juan Manuel Torreiro.
Luego de dos horas de concierto, en las que no faltaron canciones como El Mayor, El papalote, El Necio y La Era está pariendo un corazón, Silvio, anunció su despedida, lo que no fue posible, pues el público solicitó a coro que interpretara Unicornio, a ese tema le siguieron Cita con Ángeles y Pequeña Serenata Diurna, con la que concluyó.
En ese minuto recordé otra canción del poeta:
Hay quien precisa una canción de amor,
hay quien precisa un canto de amistad,
hay quien precisa remontarse al sol,
para alcanzar la mayor libertad.
Lo demás, no fue menos conmovedor, el creador de Rabo de Nube, intercambió de manera fraternal con los artistas invitados y en unión de Kelvis Ochoa, firmó las guitarras del Dúo Renacer, las maracas de un integrante de la agrupación, “Luz del Alba” y se tomó una instantánea, con los artistas, prometiendo que se las haría llegar, en el menor tiempo posible.
Caía la tarde, los reclusos comenzaron a retirarse. En el escenario, ondeaba la bandera cubana que preside los conciertos del fundador de la Nueva Trova.
Frente a todos, las imágenes de Fidel y Camilo, el cielo vistiendo sus mejores matices de azul… justo en ese momento encontré la esperanza y el agradecimiento en muchas miradas, algo que siempre sucede cuando se acaban estos conciertos, en los que la música deja que los sentimientos más nobles ocupen los espacios entrañables del alma.
Antes de partir, escuché entre las filas de internos, una voz conocida que gritaba:
¡Gracias, Silvio!