30 de Marzo del 2014
Por: Arturo Cruz Bárcenas
Fuente: La Jornada
Fotos: Yazmín Ortega
Por: Arturo Cruz Bárcenas
Fuente: La Jornada
Fotos: Yazmín Ortega
CMéxico, DF. Con sus canciones, Silvio Rodríguez provocó un zoom back al pasado esta noche en su concierto para el público mexicano que se reunió en el Zócalo, el ombligo del mundo, del Universo, que desde las diez de la mañana llegó para estar en primera fila y oír al autor de Ojalá. A las ocho en punto, la plancha de la plaza principal lucía llena, y ríos de gente llegaban por el estuario de calles, sobre todo de Avenida Madero.
La cifra oficial de asistentes fue de 80 mil admiradores de Silvio, quien con Trovarroco ofreció una velada con el mismo programa del show que ha presentado en los principales escenarios de México, incluido el Auditorio Nacional, “Y un poco más…”
Los gritos de miles de jóvenes, nuevos seguidores de las canciones políticas, poéticas, metafóricas, vivenciales, profundas, sinceras, de lucha y paz, así como de amor en sus intersticios, pedían los éxitos de una de las principales voces de la trova cubana, junto con Pablo Milanes y Noel Nicola.
“Hoy, Santiago Feliú cumpliría 52 años. A él quiero dedicar este recital. Todo el recital. Se escucharon temas de su disco Amoríos, que los jóvenes corearon a pesar de sus resiente factura. Gente mayor aplaudía y comentaba que tal o cual composición le hacía rememorar algún pasaje de su vida, un momento de emoción, de pasión, de cuando se luchaba contra el sistema, ese monstruo de mil cabezas que se resiste a morir.
Noche fría, de historias, de seres de barrio, de calle, de quienes dibujan el paisaje y son personajes de carne y hueso, de sangre y sudor, de juego y cerveza. Se escuchó a los cuatro vientos que Silvio lanzó Papalote, sobre un negro que se hizo gente al morir. La exigencia moral, del somos o no somos, del todo o nada, de tener como principio de vida la idea de que ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial.
La introspección colectiva fue con Mariposas, de la cual Silvio explicó la compuso en Cuba, pero cuya génesis fue en el Distrito Federal. “Tiene orígenes mexicas”, acotó.
Agradeció a México todo lo que le ha dado a lo largo de su vida, por lo que no podía faltar un invitado muy especial. Anunció que subiría al tablado al estilo de la película los Caifanes. Entre una gritería apareció Óscar Chávez con Los Morales. Para que amarrara la noche y Cuba y México fueran las dos alas de un pájaro, el Caifan mayor interpretó La habanera. Siguió con Por ti, El infierno es amor, Cuando el sol no calienta. Le pidieron otras, pero advirtió que lo de él sólo era un palomazo y no un recital. No obstante emocionó con el bolero Flores negras, híper cubano y armó un gran tíbiri con Macondo.
Se fue y regresó Silvio para hacer la noche inolvidable, para reforzar convicciones, ideas férreas, sueños despiertos. A elevarse con el Unicornio Azul, Exposición de mujer con sombrero, que es su exposición pictórica-musical hecha suite. “…que tenga cuidado el amor…”.
Al cierre de esta edición cantaba Ojalá en una versión jazzeada. La era está pariendo un corazón, y el golpe al cerebro con La maza.