Silvio, solo


Por: Pedro Abreu, para la revista Bohemia, Cuba.
de Marzo del 1967


Silvio es el compositor de la soledad, ella es quien lo acompaña y hace que surjan de él las canciones del sueño, la tristeza, la ruptura. A los 17 años Silvio Rodríguez, el dibujante de historietas, el estudiante de pintura en San Alejandro, deviene en poeta. A los 17 años recibió una gran experiencia: Ingresar en el servicio militar. Por primera vez encuentra muchos hombres reunidos con una misma idea. El 12 de junio del 67 concluye su permanencia en el servicio militar, y al siguiente día –martes 13–; a pesar de la sentencia supersticiosa del “embarque” Música y Estrellas lleva a todos los televisores del país la voz, la presencia y el sentimiento de Silvio.

Una mujer vestida de blanco

Con 21 años, Silvio ha escrito 170 canciones. De ellas solo canta 30. “La mayoría de mis canciones –expresa con acento triste, el mismo acento con que las dice–son horribles”. Dos números lo acompañaron al estudio de televisión en ocasión de su primer programa: Quédate y Sueño del colgado y la tierra. La primera es una de sus canciones más conocidas, pero Silvio cree que es “estúpida, absurda y despreciable”. “La detesto totalmente y no quisiera volverla a cantar. Su calidad literaria es pésima y refleja una debilidad humana que a pesar de ser cierta, hay que abolir: No querer aceptar la realidad”.

Con Sueño del colgado y la tierra plasma un sueño vivido: “Yo me vi colgado de un árbol, los colores eran irreales por completo –relata Silvio al reconstruir aquella escena de su imaginación–, una mujer vestida de blanco me besó y la soga que me ataba por el cuello se soltó, ya sobre el suelo ambos besamos la tierra”. Una nueva confirmación: El amor es más poderoso que la muerte.

No apto para pepillas

Silvio vive, lee; en su cabecera: Neruda, Vallejo, Whitman, Lorca. Su nombre anda por París; Bartel lo llevó en las letras y las partituras de Sed, Nuestra Ciudad, Alguien, Qué distracción. También en el equipaje del intérprete Michele Legrand unas cintas con la voz del joven cubano.

Podemos afirmar que este Silvio, gente plena, viene a convertirse en el astro de una juventud entregada a la ejecución de grandes empeños sociales. La Revolución le suministra suficiente energía para vivir y aspirar a ser más útil.