Soy un hombre de centro. Empecé por nacer, sin darme cuenta, para verme en el centro de la vida. Todavía era un niño cuando me arranqué de mi familia para lanzarme al centro de la noche, con la yesca de una cartilla y un manual. No mucho después llegué al centro de mi mismo, con un arma en la mano, defendiendo un país que llegaba a su centro. Había llegado al centro de la conciencia colectiva y aún no conocía el centro de la existencia humana. Ese centro supremo me esperaba en las intimidades de una joven. Y fue el centro del mundo, del goce y el dolor, de la dicha y la muerte, relámpagos, diluvios. Del desierto anterior y esa humedad llegué al centro de mis palabras. Al centro de espasmos le di vida a inocentes. Al centro de la amistad hice un credo y desafié montañas. Al centro de la muerte he sobrevivido a mis propias miserias. Y si adelante hay algún centro allí estaré, en la neblina fantasmal de millones de nombres que continúan en el centro de todo, aprendiendo a nacer.
Publicado en el blog Segunda Cita el 9 de febrero de 2017.
Publicado en el blog Segunda Cita el 9 de febrero de 2017.