El día en que voy a partir




No te muevas.
Quiero conservar este instante así:
tú junto a la ventana, como a contraluz;
yo echado en el lecho, queriendo mirar
los ojos profundos del sol
detrás de tu cuerpo feliz,
desnudo, desnudo. Y ya es
el día en que voy a partir.

No te muevas
si puede estar quieta la felicidad,
si puede volverse de piedra el amor.
Convierte en estatuas los días y el mar.
Quizá me comprenda mejor.
O al menos conforme ya esté,
repleto de piedras, sin sed
el día en que voy a partir.

No te muevas
y dime si es hora de irse a dormir.
Temprano me espera un sabor de mujer.
Lo llevo guardado en los ojos. Y sé
que un beso muy frío será
el beso que no me darás
las noches, los días después
del día en que voy a partir.