Qué distracción




Hoy mis ojos se van en el polvo del fondo
de un río que va a todo correr,
como si el amor, como todo en mí,
no fuera a pasar. Qué distracción.

Mi guitarra, que está tras la vieja ventana
de palidecer, ve un pedazo de luz
y aleteando está desde su prisión.
Casi se me va. Qué distracción.

Qué distancia, mi amor, de mí a la vida;
qué cansada canción me llama, vencida.
Soy un viejo que duerme entre sus losas;
soy un niño que sueña tantas cosas.

Qué distancia, mi amor; qué distraído estoy
por creer, por soñar. Así soy.

En la espuma que está desnudando la playa,
fundiéndose al mar, se desliza una flor
que era para mí. Me la arrebató
el viento y la sal. Qué distracción.

Qué lamentable distracción,
qué imperdonable distracción,
qué irreparable distracción.

Qué distraído estoy.