Para no botar el sofá (canción editorial)




Qué feos se ven los cuadrados
queriendo imponer su patrón,
en nombre de lo inmaculado
y de una “sagrada” razón.

Sofismas, le llaman algunos;
paquetes decimos acá.
Y yo, que no creo en ninguno,
les veo botar el sofá.

“Silencio, porque llega el lobo
y te devora;
el enemigo acecha todo
y a toda hora”.

Y mientras se imaginan majos
de la conciencia,
la realidad es un relajo
de ineficiencia.

La juventud se fuga en masa
y ellos se alteran
porque una boca no es de raza
o de su acera.

Y, como el cónyuge burlado,
una mañana
tiran lo menos complicado
por la ventana.

Qué poco favor a las luces,
qué inútil y amargo disfraz,
mientras lo prohibido seduce
sin tener que usar antifaz.

No quiero el abrazo con horma
ni el beso como obligación;
no quiero que vicios y dogmas
dispongan en mi corazón.

Los vi truncar publicaciones
inteligentes
y descalificar canciones
por diferentes.

Los vi cebando las hogueras
de la homofobia,
en nombre de falsas banderas
y tristes glorias.

Los vi, confiados y seguros
lanzando dardos,
aparentando jugar duro
pero a resguardo.

Los vi, y no es que lo quisiera
o lo buscara;
los vi en el parto de una era
que se alargaba.

Para pronunciar el nosotros,
para completar la unidad,
habrá que contar con el otro
las luces y la oscuridad.

Es grande el camino que falta
y mucho lo por corregir.
La vara, cada vez más alta,
invita a volar y a seguir.

agosto, 2016