Hace no sé qué tiempo ya



Hace no sé qué tiempo ya
que no le digo a alguien: «te quiero».
Qué extraño es todo por donde he estado,
qué días más lejos del amor.

Hace no sé qué tiempo ya
que estoy sentado maldiciendo,
sumando noches, restando sueños,
maldito por mi maldición.

Nunca he servido
para lo que me ha tocado,
desde que no sé qué causa te alejó.
Puede que fuera causa mía,
pero quién recuerda causas
cuando el tiempo es más dolor.

Mis labios se han endurecido
para decir palabras bellas.
Qué crudo es todo lo que yo digo,
qué suave todo lo que sueño

1969, Atlántico

Sortilegio



Qué se hace una mañana
cuando ves amanecer
y la vida es una larga
caminata por hacer.

Qué se hace si esa hora
fuera rara y familiar
y al oído te confiara
todo lo que va a pasar.

Qué se hace si el recuerdo
se parece al porvenir.
Qué se hace si el adentro
te pregunta si salir.

Qué se hace si las nubes
te dibujan por doquier
sortilegios que supiste,
sortilegios por saber.

Sortilegio, sortilegio
de la copa a la raíz.
Sortilegio, sortilegio,
cada calle es tu país.

Sortilegio, sortilegio
de la tribu a la nación.

2001

Amanecer





Qué musa maravillosa
habrá bajado a besarte
y qué delicia tortuosa
habrá sentido al dejarte.

Tú te diste a musicarla
con violines de ambrosía
y, a la hora de guardarla,
viste tus manos vacías.

Pobre insensato pintor,
paleta en mano,
tinta de amanecer,
rompiendo sombras,
inventando el color
que sólo tú podías,
sólo tú creías ver.

Así voló tu memoria
aún más allá que tus años.
Siempre es noticia una historia
de besos y desengaños.

Desde que hallaste la musa
que te llevó a la locura,
canta tu línea inconclusa

2000, Ferrara

Fronteras





No cuento más que fronteras
hacia cualquier dirección.
Mi estrella fue de tercera,
no mi sol.

Mi cuerpo choca con leyes
para cambiar de lugar.
Mi sueño, rey entre reyes,
echa a andar.

Cuento larga lista de todavías,
marginado de un mundo que hago y no vivo.
Cada confín es un agravio a mi sudor,
mi verso, mi sangre.

Fronteras de tierra,
fronteras de mares,
fronteras de arena,
fronteras de aire,
fronteras de sexo,
fronteras raciales,
fronteras de sueños
y de realidades.

Fronteras notorias,
fronteras quemantes,

2001

Expedición





Viajamos entre la tormenta,
después de la explosión de Dios.
Cada relámpago nos muestra
fantasmagóricos de amor.

A cada paso se hunde el lodo,
salta un reptil, acechan diez.
Cada segundo es como el cobro
de lo que resultamos ser.

A bordo de esta expedición
va un loco, un albañil,
un nigromante, un ruiseñor
y un beso espadachín.
Nos falta un día, un niño, un don
para sobrevivir.

Primero fuimos los heraldos
llevando buenas del Señor,
pero excedimos su mandato
cargando el peso del dolor.

Hoy somos ángeles caídos

2000

El baile





La sala nos espera
con ademán triunfante
para estrenar y aplaudir
el baile de la sangre.

Acuden las estrellas,
la prensa y los glaciales,
felices de compartir
el brindis de la sangre.

Velándonos, silbándonos
hay coro de carámbanos.
Rondándonos, cercándonos
para inmovilizarnos.

No voy, no vas
al juego del disfraz.
Corista tú y amor de este arlequín
romántico –al menos hasta el fin–,
imposmodernizable.

La corte nos espera
a derramar la sangre,
pero no vamos a ir
a tan odioso baile.

Velándonos, silbándonos

1999

Totí





En el cuello de un totí,
carboncito de coral,
una tarde me subí
cuando aquel echó a volar.

Un gajito de galán
y, del romerillo, flor,
tuve tiempo de llevar
para sentirme mejor.

Y me fui en un copo de oscuridad
como un jinete del ventarrón,
con perfume de la nocturnidad,
sobre mi azabache de tornasol.

Bello totí fulígeno,
lienzo del universo,
recreo, postigo,
fantasma inverso,
saeta de un diablo divino.

1998, Prades

Esta primavera



La primavera se demora tanto
que voy a olvidar que estuvo ayer.
Cuando regrese su emoción de árbol
no me acordaré de florecer.

Confundiré tus senos con su trino
y en vez de cantar te besaré.
Tu cuerpo me parecerá un suicidio
y de fecundarlo moriré.

Jamas sabré si soy dichoso
si maravilloso
o si terrible.

Y no sabré lo que termina
o recién camina
o lo imposible.

Esta primavera
puede hacerme enloquecer.

1980

Como quien dice



Hoy volví a bailar contigo
con órgano y danzón;
volví a enseñarte mis amigos;
regresé, sin ton ni son.

Hoy me fui en el pensamiento
hasta el verano en que te vi;
de nuevo me senté contento
y agotado junto a ti.

Hoy estuve en la mañana
de cantos de sinsontes,
de sol en la ventana,
de amanecer de monte,
de sábanas saciadas.

Hoy volví a tener destino
de torpe caminante,
de sueños enemigos,
de idioma navegante,
de rey y de mendigo.

Hoy volví de entre los muertos
silbando, extraño, tu canción,
tirando notas y recuerdos

1971

Alguien



Alguien se vuelve sobre mi quejosa
soledad.
Algún respiro alguien me da
con despreocupación.
Volcado sobre mis papeles
no he reparado bien en alguien
que se va.

Alguien es sólo un buen objeto,
una mirada, un buen recuerdo.
A veces es un candil
o un camisón de dormir.

Una cigarra, un nuevo cielo,
una palabra desde lejos.
Alguien lo es todo a la vez
y todo pasa después.

Mas yo sé que alguien me buscó
tanteando un paño gris.
Yo sé que alguien suavizó
mi forma de vivir
y esta querida tempestad

1968

Sueño valseado





Una vez me entretuve con un sueño:
lo tomé, lo solté, le di tres vueltas,
lo aprendí, me lo puse, fui su dueño
y pensé que era cosa ya resuelta.

Y soñando que un sueño era mi traje
pretendí la canción, la poesía.
Y aquel sueño aprendió todo el mundo de mí,
e iba yo sin saber que él sabía.

Y así fui por la tierra, por los mares,
por los cielos, las noches y los días,
los amores, los templos y los bares
―así fui con mi sueño que sabía.

Y aquel sueño ―que yo soñaba puesto―
comenzó a soñar que él me soñaba

1987

Sin hijo ni árbol ni libro



Quién lo ayuda a ir al cielo, por favor,
quién puede asegurarle la otra vida.
Apiádense del hombre que no tuvo
ni hijo ni árbol ni libro.

Sé quién pasó la vida maldiciendo,
recorriendo en silencio viejas calles,
de mujer en mujer, como un mendigo
sin hijo ni árbol ni libro.

Los hombres sin historia son la Historia.
Grano a grano se forman largas playas,
y luego viene el viento y las revuelve,
borrando las pisadas y los nombres
sin hijo ni árbol ni libro.

Quiero un día saber que un guardaparques
se sentaba cansado en algún banco.

1970

Viñeta



Hablo del fondo del agua de un charco
que yace estancado en la calle común.
Hace arcoiris de aceite de autos,
después de la lluvia que vino del sur.
Un remolino levanta unas hojas
que desaparecen muy verdes aún.
Y una silueta en silencio,
que va llena de sombras de sí,
pasa la calle, detiene su andar
en la vidriera de un viejo almacén.
Los libros viejos parecen querer
arrastrarlo entre el polvo del tiempo.
Y después
cruza la calle y se vuelve a parar
frente a un viejo florero con flores de sal.
Va a respirarlas y cuenta se da

1968

Derecho humano





Pido que no me miren bien,
pido que no me miren mal.
No me miren, que no estoy.

Yo pido pues que no me admiren.
Yo pido pues que no me sigan,
que sólo estoy cantando un poco por cantar.

Pido una noche bien sencilla.
Pido una noche bien humilde para mí.
Pido una noche
bien pequeña para estar solo.

¿Quién me lo iba a decir
cuando buscaba junto al mar
caracoles de dolor?
Si me llegan a conocer
por aquel tiempo, ay de mí:
hubiera sido hazmerreír y no yo.
Y todo es culpa de mis manos.
No han visto de cerca mis manos aún.

1969

Al final de la segunda luna



Esta va a ser mi canción más sencilla,
que no hablará de nada y hablará de todo.
No es necesario mencionar la vida
para que se sienta su presencia en los ojos.

Al final de la segunda luna
empecé a no hacer nada con las manos,
sólo por un momento, y entonces tuve ganas
de hablar al ancho justo de la palabra humana.

Como si no tuviera ningún nombre
y no existiera historia de los hombres,
más allá del atávico pasado,
del presente y futuro deseado.

Sin ningún compromiso con el mundo,
como si todo fuese este segundo,

1968

Tu sonrisa ha cambiado



El polvo y el tiempo acumulados
sobre tu esperanza se olvidaron de ser.
Se han ido fugando de tus ojos,
dándole sitio a luces propias de una mujer.

Por eso tu sonrisa ha cambiado
algo en este invierno, que ya no pasará
sin luz, como todos los inviernos,
tenaz, como todos los inviernos,
feroz, como todos los inviernos:
estás desafiando a la ciudad,
a aquella señora que hace bien el café,
al manso marido que despierta a las seis
y al tonto reloj del rey.

No sabes cuánto de subversivo
vive en una sonrisa que no quiere comprar

1971

Y tantos huesos chocarán



Veré los gallos esconderse,
las palabras reducirse,
las miradas apagarse.
Todo eso.

Veré una piedra humedecerse,
las cenizas calentarse,
los silencios acusarse.
Todo eso y aún más,

cuando se llegue al tiempo de la vida
y haya un segundo para detenerse,
y nos sentemos con igual frescura
que las piedras de un arroyo viejo;

cuando juzguemos hazaña tras hazaña
sin otro vicio que no sea lo cierto
―ya la guitarra será blanca y negra
llena de humo en el extremo firme.

Y tantos huesos chocarán rugiendo,
desmembrando el alma

1969

Olivia



Olivia despertó por la mañana,
como suele hacer la gente:
más o menos con el sol.
Era un sábado más en su ventana;
era una invitación para la suerte;
era una semejanza del amor
mientras trenzaba hijas y calor
con la soledad.
Era la soledad. Salía el sol.

Olivia, en su península poblada
por la lentitud del día,
por el tiempo sin hacer,
sobre su condición iba clavada
como una diosa de la luna fría
que a las estrellas quiere conocer.
Y dio a una piedra errante de comer
con su soledad.
Era la soledad y vio llover.

1971

Quien tiene viejo el corazón



Dejando su lugar
entre las cosas que se dan amor,
quien tiene viejo el corazón se va.
Huye a su habitación,
llevándose lo que jamás llegó,
lo que ya nunca llegará: su amor.

Hasta las altas sombras de la noche
la luz de su ventana brilla en vela.
La madrugada, que bien lo conoce,
dice que todo el tiempo sólo espera.

Van la luna y su corte a su guarida,
canta de horror un pájaro en la güira,
mira el gato con ojo incandescente,
se enciende más el corazón de muerte.

Dejando su lugar
entre las cosas que se dan amor,

1977

Esta es la vida





Esta que canta si sale el duende
y hace silencio donde ya no,
esta es la vida que me sorprende,
esta es la vida que me parió.

Esta es la vida,
esta es la sal querida
que goza, que sangra mi amor.
Este es mi polvo y mi flor
y mi lluvia, rayo, golpe de viento.
Esta es mi cruz
y el alimento
de mi luz.

Esta es la vida que me enamora,
esta es la vida que me da voz.
La que regaña cuando se atora,
la que no excusa siquiera a Dios.

Corazón que ha sabido amar llorando,
corazón que ha querido cantar verdad,

1988