Judith



No puedo dejarte de ver
arañando el silencio con tus ojos,
tratando de decir algo que las palabras
nunca hubieran dicho mejor.
Aquella mirada era el resumen
de la noche posado en tus ojos,
con su lluvia, su viento y tu miedo al mar
de aquel sueño que te conté.

No puedo dejarte de ver
describiendo una estrella descubierta por mí
en tu erótica constelación, que no cabe
en los mapas del cielo.
Tu mano, dibujando en el aire,
era capaz de ponerle color
al espacio vacío, que se llenaba
con la luz de la estrella brillante.

1969

Terezín



Una pesadilla blanca
de chimeneas quemando sangre,
para hijos de Judea
con rara estrella y rostro de hambre.

En invierno y verano es igual:
tras alambres no hay estación.
Terezín de los niños jugar
con la muerte común
mientras pintaban un cielo azul,
mientras soñaban con corretear,
mientras creían aún en el mar
y los llevaban a caminar
para no regresar.

Terezín,
Terezín,
Terezín,
pelota rota.

Sed de tardes ya increíbles
saltaron locas las altas tapias.
Y el amor, irreductible,
quedó colgado en alambradas
de Terezín.

1968

Nunca he creído que alguien me odia



Nunca he creído que alguien me odia
aunque me hayan querido matar.
Tras mis asesinos se esconde otra fuerza
que sí es mi enemiga mortal.

Todos los tipos de muerte hacen cola
ante mi puerta, esperando su hora.
El instrumento es quien cambia de rostro,
pero yo sé que hay un único odio.

Sé que todas las palabras
con que le canto a la vida
vienen con muerte también.
Sé que el pasado me odia
y que no va a perdonarme
mi amor con el porvenir.

Por eso manda verdugos
con todos los uniformes.
Mi asesino es el pasado,

1972

Palabras



Cuando se ande descalzo paso a paso de viento,
cuando venga del polvo la ciudad destruida,
que alguien cante una estrofa a las manos de un muerto,
que alguien diga algún verso a su espacio de vida.

Puede ser que sus restos no se distingan en la ciudad,
que la perfección de la piedra no luzca piel.
Puede ser que su sangre no mueva una astronave;
puede ser que sus huesos no sirvan para torres;
puede ser que una estrella brille más que su voz.

Ha pasado que el llanto se convierte en palabras;
ha pasado que un hombre se convierte en palabras,

1970, Atlántico

El día en que voy a partir



No te muevas.
Quiero conservar este instante así:
tú junto a la ventana, como a contraluz;
yo echado en el lecho, queriendo mirar
los ojos profundos del sol
detrás de tu cuerpo feliz,
desnudo, desnudo. Y ya es
el día en que voy a partir.

No te muevas
si puede estar quieta la felicidad,
si puede volverse de piedra el amor.
Convierte en estatuas los días y el mar.
Quizá me comprenda mejor.
O al menos conforme ya esté,
repleto de piedras, sin sed
el día en que voy a partir.

No te muevas
y dime si es hora de irse a dormir.

1969

Más de una vez



Más de una vez me han echado a la calle
por reír donde debo estar llorando,
por llorar donde debo estar riendo,
por callar donde debo estar hablando,
por hablar donde debo estar callado,
por hablar en voz baja de la fe,
por hablar en voz alta del amor.

Más de una vez al año hago
algo que no se puede hacer:
pateo una piedra, levanto polvo
que da deseos de toser.
Me lleno entonces de optimismo,
algo solemne quiero hablar,
pero la piedra me cae encima
y nunca puedo terminar.

Más de una vez me han echado a la calle

1969, Atlántico

No aparezcas más sin avisar



No me escribas más sin avisar,
no me escribas más de cosas que no vuelven,
no me escribas más así, que me abandono,
no me escribas más si después no vuelves.

No me digas más lo que pasó,
no me digas más que me enseñaste un río,
no me digas más, que me suenan los dientes,
no me digas más, que ya tengo frío.

No te quiero ver sin corazón,
no te quiero ver como una cosa más,
no te quiero ver de nuevo brevemente,
no te quiero ver y después llorar.

No aparezcas más lejos de mí.
no aparezcas más, que tu nombre me pasma,

1970

Todo el mundo tiene su Moncada



Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la muerte.

Menos mal que existen
los que no miden qué palabra echar,
ni siquiera la última.

Se arriman a la noche y al día,
y sudan si hay calor
y, si hay frío, se mudan.

No esperan echar sombra o raíces
pues viven
disparando contra cicatrices.

Escuchan, se proyectan y lloran
debajo
de sus huellas, con tanto trabajo.

Se mueren sin decir de qué muerte,
sabiendo que en la gloria
también se está muerto.

Menos mal que existen,

1968

Oda a mi generación



A los veintisiete días de mayo del año setenta
un hombre se sube sobre sus derrotas,
pide la palabra
momentos antes de volverse loco.
No es un hombre,
es un malabarista de una generación.
No es un hombre,
es quizás un objeto de la diversión;
un juguete común de la Historia
con un monograma que dice: «bufón».
Ese hombre soy yo.

Pero debo decir que me tocó nacer
en el pasado y que no volveré.
Es por eso que un día me vi en el presente,
con un pie allá donde vive la muerte
y otro pie suspendido en el aire,
buscando lugar,

1970

Qué sé yo



No soy otra cosa que uno del montón,
que un día desconfió del rebaño.
Soy carne de todo y esta condición
no admite el más mínimo engaño.

Me azotan los vientos, me bate la mar
y danzo si tiemblan los suelos.
Pero mi garganta no sabe cantar
si mi corazón no alza vuelo.

Para eso no hay alas ni globo ni avión.
Para eso sólo hay el amor.

Para eso no hay oro, París, Nueva York.
Para eso sólo hay el amor.

Para eso no hay mando, para eso no hay dios.
Para eso sólo hay el amor.

Pudiera ser… o acaso ser…
No sé… Puede ser… Qué sé yo.

2002

Verónica del mar



Verónica del Mar
es una estrella
lúdica de un bar
del Malecón.
Verónica del Mar,
sinuosa y bella
como una espiral
de humo marginal.
Se va a volar
Verónica del Mar.

Verónica del Mar
se desvanece
y no se sabe cuál
se la llevó.
Verónica del Mar
desaparece
y un gorrión sin par
se posa sobre el bar.
¿Dónde va a dar
Verónica del Mar?

Dicen que fue un traductor del griego
quien le enseñó su mundo imaginario.
Tiempo después se había quedado ciego
y andaba en pos de un astrolabio.

Verónica del Mar
es una bruja

2003

Quiero cantarte un beso



Quiero cantarte un beso,
mas todo se confunde
entre un millón de huesos
y derrumbes.
Así que el beso huye
con ojos de reproche,
mientras la sangre fluye
por las noches.

La muerte se ha regado
por toda la pradera.
A aquel que la ha sembrado,
¿qué le espera?
Dicen que el responsable
nunca ha gastado cuernos,
sino un traje impecable
en los infiernos.

Y vuelve la necesidad
de repasarme dónde estoy,
si existe o no la humanidad
y si se ha visto hoy.

La esfera, agonizando,
todos los días explota
y nadie está mirando

2001

Leyenda de los dos amantes



Como tiernas babosas de la campiña,
ella y él se enroscaron húmedamente
y él dejó de ser hombre, como ella niña,
para ser uno solo completamente.

Desde todos los puntos que los juntaban,
se saborearon tanto y con tal delicia
que las horas de vida que les quedaban
decidieron pasarlas en la caricia.

A menos de un suspiro del tibio abrazo,
el resto de la historia se debatía
en átomos, galaxias y otros acasos
que encontraron certeza justo aquel día.

Y se hicieron leyenda los dos amantes,
enroscados eterna y húmedamente.

2002

Alabanzas



Alabada sea la mano
buena para remediar.
Alabado el olvidado,
alabado el olvidado
en cualquier rincón del mar.

Alabado sea el dolor,
lumbre de profundidad.
Alabado el amor
aunque sea necesidad.

Cada vez
son más enanos los tal vez
y crece la condenación
de los así será.
Los perdidos reinventan la ocasión
del colmillo animal.

Alabado el todavía
que me sirve una canción.
Alabado cada día,
alabado cada día
de labor e ilustración.

Alabada la verdad
como material de luz.
Alabada mi ciudad
cuando baja de la cruz.

2003

Letra de piel



Para que no se me olvide la letra,
voy a anotarla en tu piel.
Sé que jamás perderé esa libreta.
Sé que la conservaré.

Leo despacio: no eres común.
Luego será más lento aún.
Una palabra, otra después,
hasta que aprenda lo que no sé.

Para que no se me olvide la letra,
voy a anotarla en tu piel.
Sé que jamás perderé esa libreta.
Sé que la conservaré
y que la consultaré.

2002

Sinuhé



Tomando en cuenta la santa inocencia,
voy a cantarle a la vieja Bagdad
donde mis sueños bebieron esencias
y donde, en noches de luminiscencia,
de niño, zarpaba siguiendo a Simbad.

Algo debiera hechizar portaviones,
alguien debiera apretar un botón
que reciclara metralla en razones
y poderío en conmiseración.

Qué solo está Sinuhé
de amor y de fe.
Qué solo está Sinuhé.
¿Qué tal sigue usted?

Bajo las ruinas vagan inquilinos
de las leyendas que fueron maná.
Pasa la sombra infeliz de Aladino,
sin una lámpara para el camino

2003

Pedacito de papel al viento



Pedacito de papel al viento
es la mariposa bailadora.
Danza que te gira embrujadora,
enjugando negros pensamientos.

Ido a sus colores, tomo asiento
fuera del espacio y de la hora.
Desde allí la vida se demora,
obra y gracia de su encantamiento.

Hacia el ocaso, ya hace mucho
que yace en mi camisa oscura
su luz multicolor abierta.

Si hubo un dolor, ya no lo escucho.
Y en la fragante noche pura
vuela la mariposa muerta.


2002

Camelot



Al borde de una laguna
tres brujas montan caldero
y baten un mundo espeso.
Una le pone la luna,
otra, sangre de cordero,
y otra, los últimos besos.

De Camelot vuelan señales
en los dragones y los cuernos,
y hay un silencio de animales
mientras se anuncian los infiernos.

El odio al otro es nuestra suerte,
la sangre ajena es nuestra viña.
Cuando profanen y den muerte
seremos aves de rapiña.

Dos contrahechos del Norte
y un enano de alcahuete,
sádicos abominables,
reclutan tribus y cortes
para gestión de grilletes

2003

Cita con ángeles



Desde los tiempos más remotos
vuelan los ángeles guardianes,
siempre celosos de sus votos
contra atropellos y desmanes.
Junto a las cunas infantiles,
junto a los tristes moribundos,
cuentan que velan los gentiles
seres con alas de otro mundo.

Cuando este ángel surca el cielo
no hay nada que se le asemeje.
El fin de su apurado vuelo
es la sentencia de un hereje.
No se distraiga ni demore,
todo es ahora inoportuno.
Va rumbo al campo de las flores
donde la hoguera espera a Bruno.


2003

Tiempo de ser fantasma



Mientras la noche viajaba
lentamente hacia su fin,
vimos caer a emisarios del alba
arrojando tizones hacia el porvenir
para encender las almas.

Hoy, que la sombra engorda
como un voraz tambor,
nadie común se asombra
de lo que ya pasó.

Entra un milenio con sus cadenas
poniendo música al andar,
como un fantasma de viejas penas
y nueva sed por degollar.

Tiempo de ser fantasma,
tiempo de maldecir
y no entregar el alma,
para sobrevivir.

Una vez más acompaña la muerte:
es hora de siempre.
Una vez más el espacio se adunca:

2001