El día en que empezó la madurez



Yo no puedo olvidar aquellos días,
el día en que empezó la madurez.
El corazón del tiempo que se abría
enseñando a ser hombre, ave y pez.

Yo no puedo olvidar que la gran madre
prendió en mis ojos una decisión
cuando partí a vivir inaplazable,
cuando empezó a crecer mi corazón.

Yo no puedo olvidar tantos momentos,
tanta alegría y llanto que me sé,
y aquella voz del tiempo
que cantaba mi fe.
Yo no puedo olvidar, ni ya podré.

Vuela, corazón, vuela,
y vuela para que te vean volar.
Alguien puede creer que no te queda,

Venga la esperanza



Dice que se empina y que no alcanza,
que sólo ha llegado hasta el dolor.
Dice que ha perdido la buena esperanza
y se refugia en la piedad de la ilusión.

Sé de las entrañas de su queja
porque padecí la decepción:
fue una noche larga que el tiempo despeja
mientras suena en mi memoria esta canción:

Venga la esperanza,
venga sol a mí.
Lárguese la escarcha,
vuele el colibrí.
Hínchese la vela,
ruja el motor,
que sin esperanza
dónde va el amor.

Cuando niño yo saqué la cuenta
de mi edad por el año dos mil


1989

Mariko-San



Dondequiera me encuentro un papel
de Mariko-San.
Dondequiera descubro un recado,
un guiño de ojo.
Ando en una gaveta, abro un libro,
registro un bolsillo, levanto un mantel:
dondequiera me encuentro un papel
de Mariko-San.

El verano llegó desde ayer,
no quiso esperar.
Mete leña en su horno
de sietemesino y ahoga.
El verano, a pesar de las cosas
que pese al verano se suelen hacer.
El verano llegó desde ayer,
no quiso esperar.

Hoy debiera contar hasta cien
y luego soñar.
Hoy debiera volver del océano
y ser bienvenido.


1985

Generaciones



Un viejo y un niño desnudos, se ven
jugando en la arena lamida de mar.
El viejo es muy viejo, su barba es azul.
El niño es muy niño, su risa está intacta aún.
Y juegan al mundo, a la historia, a la vida común.

Allí se destrozan, se besan, se van
con viejas costumbres que a diario se dan.
Y un pájaro pasa y se pone a llorar,
y el viejo y el niño le caen a pedradas los dos,
pues ha interrumpido su rito sagrado de amor.

Un pájaro cuelga del hueco del cielo,
un pájaro blanco en estado de celo.
Un pájaro ha dicho que ha visto vivir.


1970

La escalera



Iba silbando mi trino
por una calle cualquiera
cuando, a un lado del camino,
me encontré con la escalera.

Era una escala sencilla,
de rústico enmaderado,
desde la calle amarilla
hasta el rojo de un tejado.

«¿Qué se verá desde el techo?»,
dijo la voz de lo extraño.
Y, sin meditar el trecho,
le puse afán al peldaño.

La brisa me acompañaba
en el ascenso y el alma,
y mi camisa volaba
junto al sinsonte y la palma.

Mientras más ganaba altura
la calle me parecía
más pequeña, menos dura,
como de juguetería.


1988

El hombre extraño



Era extraño aquel hombre,
o por tal lo tomaron,
porque besaba todo
lo que hallaba a su paso.
Besaba a las personas,
al perro, al mobiliario,
y mordía dulcemente
la ventana de un cuarto.

Cuando salía a la calle,
le iba besando al barrio
las esquinas, aceras,
portales y mercados.
Y en las noches de cine
(también las de teatro)
besaba su butaca
y las de sus costados.

Por estas y otras muchas
los cuerdos lo llevaron
donde nadie lo viera,
donde no recordarlo.
Y cuentan que en su celda
besaba sus zapatos,


1988

El canto de los dos



Por la ventana entran estrellas
como emisarias de quietud.
La luna pasa, río de ella,
miro a mi lado y estás tú.

Y veo que tus pechos son mi almohada,
y veo que tus ojos brillan tanto
que son el fuego de la madrugada,
el ave roja del amor y el canto.

Me había olvidado de estas horas,
de esta manera de sentir.
Me había olvidado de que a solas,
entre dos, también es vivir.

Y ando tus calles como sin camisa,
liberto de criterios pasajeros,
y vuelo en llamas sin dejar cenizas
y canto el canto de los dos: el fuego.
 

¿Dónde cavarás?



¿Dónde cavarás tu refugio, mi hermano?
¿Dónde cavarás tu refugio de amor?
¿Dónde cavarás tu refugio de humano?
¿Dónde cavarás tu única salvación?

Cavaré en la mañana:
la perla del día.
Cavaré al mediodía:
el trono del sol.
Cavaré por la tarde,
tenaz todavía,
y a la luz de la luna
cavaré mejor.

¿Dónde cavarás tu refugio, mi hermano?
¿Dónde cavarás tu refugio de amor?
¿Dónde cavarás tu refugio de humano?
¿Dónde cavarás tu única salvación?

Cavaré por los bosques,
las plazas, los mares.
Cavaré en corazones
que sepan latir.

Día de agua



A la ventana le han salido dientes,
dientes de agua de lluvia en blanca red.
Más para allá se está mojando el lunes
para aliviarle al año su vieja sed.

Los niños juegan a salir descalzos,
a traspasar los ríos, a cantar,
a desafiar filosos desperdicios,
todo lo que se va rodando al mar.

Según el parte del tiempo
el cincuenta por ciento
de sed se quedó.
Pero entonces, ¿qué será lo que llovió?

Veo barquitos seguros
bojeando los muros
de nuestra ciudad.
Veo a muchos niños construyendo más.

A la ventana le han salido dientes,

De nuevo



De nuevo adiós, de nuevo tarde,
de nuevo pies arrastrados
a donde espera nadie.
De nuevo extraño, de nuevo adverso,
de nuevo ganas de echarse a morir
entre versos.

De nuevo mar, de nuevo cielo,
de nuevo el pájaro inmenso
trayendo el aguacero.
De nuevo lluvia, de nuevo brisa,
de nuevo ser vagabundo empapado
y sin prisa.

De nuevo la voz que grita
y luego pide una excusa.
De nuevo bombear la sangre
por una montaña rusa.

De nuevo la fiera atada
antes de su nacimiento.
De nuevo cerrar las manos
donde un pájaro ha dejado

Cuentan



Cuentan
que, allá por 1970,
fue lanzado al espacio un cosmonauta,
un hombre bueno de la ciencia,
un héroe de la tradición.

Cuentan
que, después de dar vueltas a la Tierra,
por equivocación cayó en la selva,
en una aldea marginada por la civilización.

Cuentan
que bombas de bacterias habían muerto
los pájaros, los árboles al pobre,
todo lo que significó vivir:
mientras las capitales irradiaban,
la choza condenada a sucumbir.


1974

Cualquier mañana



Cualquier mañana despierto vivo aún
y te deslizo debajo del pulgar,
te desanudo el pelo con placer
y entonces digo, mirando sin mirar:
eres mujer.

Cualquier mañana te amo de verdad
aunque no jure, aunque quiera vivir;
aunque me estorbe tu cuerpo de jabón;
aunque el saludo sea el gesto de partir.
Eres canción.

Cualquier mediodía después
seguiré viajando por ti.
Qué bella te hallé y qué bella estás.
Qué bella serás después.
Eres canción, fuiste mujer.

Cualquier mañana despierto enfermo aún,
tras sueños jíbaros y humo vegetal;

Con melodía de adolescente



Con melodía de adolescente
parto y te entrego mi adiós para siempre,
la despedida, que fue nuestra amiga
más fundamental.

No veo la espera, no veo ese tiempo
de andar atados por un juramento
que, si se cumple,
es a fuerza de herrumbre
y mentira mortal.

Soy optimista: creo en las horas
que nos hicieron saltar sin demoras.
Creo en el beso
de lluvia nocturna que nos vio nacer.

Creo en palabras que nos dijimos,
en el lenguaje secreto que hicimos.
Creo en la estrella con prisa
que, amándonos, vimos caer.

Como si tú fueras el comunismo



He llegado a mi casa
y he tenido la impresión
de que tardo un siglo en llegar,
de que tardo un año en subir,
de que tardo una hora en entrar
y un segundo en verte y reír.

Siempre tengo esa prisa. No sé
si será que te quiero contar
cómo libro el pellejo del día
absorbiéndole agua a la sal.

Creo que el colmo de la vida
es contar lo que nos pasa,
hacer la fábula florida
de nuestra tragedia.
Unos no arriesgan a los hombres
para ir a la Luna,
y se asesinan palestinos
por tandas de miles.

Yo ya no sé qué decir:

Canción del pueblo



Viniste a vivir a orillas del mar,
cuando se sembró una quilla en la arena
del puerto de aquel capitán.

Con rosarios y arcabuces y lanzas
rompieron tu alma de selva,
tu vientre de oro y café.

Caña, tabaco y escombros
de palma te ardieron
en más de una hoguera,
de cuyos restos salieron tus hijos
cargando campanas, banderas.

La teja roja, el vitral y la guerra empedrada
te hicieron canción.
Hasta que llegó el engaño vestido de baile
a fundar la nación.

Morir es vivir:
el veinte de mayo,
el machete entre el cuero

Canción de posguerra*



Yo sé que cuando todo pase,
cuando el fuego descanse
para luego seguir,
alguien te mirará en silencio,
casi sin comprenderlo,
casi sin saber de ti.


Haces bien



Haces bien con irte lejos
de las paredes pintadas
que se conocen tus hombros,
mis besos, nuestras miradas.
Haces bien: tocaste el cielo,
tienes azul en la cara.

Haces bien. No te confíes
ni aunque te bajen estrellas,
pues para cada milagro
hay su respuesta correcta.
Haces bien: nunca te fíes
de la mar y de la arena.

Hace años esta historia
me hubiera invitado a escupir
las sagradas costumbres,
la familia, la sopa,
a poner lazos blancos
en piel de la derrota,
pero ya sé que es duro
cambiar un claro amor
por otro oscuro.

Blanco



Todos los días se pinta de blanco,
sale a la calle llena de colores
y a cada minuto recibe un brochazo en la piel.
Su espalda, sus manos, su rostro
van siendo invadidos por luces y sombras,
se le van encendiendo de fiebre y de frío,
de forma que cuando regresa y se mira, no está.
Mas vive bajo su avalancha.

Ahora está sin salir
(casi nadie merece su amor),
pero saldrá cuando vayas por él.
Ahora te espera
en su tumba ambulante, llena de color,
hasta que tú la deshagas de amor.

Ahora te espera de noche, en su cuarto,

América, te hablo de Ernesto



Con una mano larga
para tocar las estrellas
y una presión de dios en la huella,
pasó por tu cintura,
por tu revés y derecho,
el curador de hombres estrechos.

Preparando el milagro
de caminar sobre el agua
y el resto de los sueños
de las dolencias del alma,
vino a rajar la noche
un emisario del alba.

Y con voz tan perfecta
que no necesita oído,
hizo un cantar que suena a estampido.
En todos los idiomas
el emisario va a verte.
En todos los idiomas hay muerte.

Aunque lo entierren hondo,
aunque le cambien la cara,