Nuestra ciudad



Nuestra ciudad,
roja por la mañana está
y negra por la noche va
frente a su mar de cielo
grande,
nuevo.

Nuestra ciudad
camina sin la soledad,
espejo de una realidad,
pues tiene un gran lucero
nuestro,
nuevo.

Los dos
respirando los parques y andando.
Los dos
caminando muy juntos las calles.
Los dos
hablando, en nuestro suelo,
la bella ciudad,
nuestra ciudad.

 

5 de febrero de 1967


No soy



¿Cómo estás? No te veo desde
por la tarde y ya no soy.
No soy, pues siento que eres tú
quien da a mi vida su razón.
No soy, pues muero en los segundos
en que estoy sin ti, mi amor.

Comprende: desde hace unas horas
hasta esta canción no soy.
No soy, pues siento que eres tú
quien da a mi vida su razón.
No soy, pues muero en los segundos
en que estoy sin ti, mi amor.

Todo se vuelve un color en los ojos,
muy negro.
Ahora ya sé que mi luz es tu vida,
tus besos.

Solo, no soy la sonriente figura
que miras.


No pienses, no digas



No pienses
no digas que alguien está triste
que alguien está triste

que hay niños tras la puerta
que hay niños tras la puerta

que hay muertos comenzando
que hay muertos comenzando

no pienses
no digas

1969

No hay nadie



Un gran pasillo en penumbras
mis pasos acecha,
como una sombra que vuela
sobre mi cabeza.

Mano con mano en la soledad,
busco una puerta con nombre
y nadie escucha, nadie dice,
nadie abre.
Sólo una risa que a veces se me pierde
entre los labios vacíos de la muerte.
Pero no hay nadie, no hay nadie,
no hay nadie.

Nadie me nombró, nadie me llamó,
sólo el silbido del viento que habló.
Yo no respondí, yo no me volví.
Todo el camino es seguir
y seguir y seguir.

Sólo el silencio vacío
me tiende los brazos,

1967

La oscuridad



La oscuridad
tiene una textura
trabajada
en inseguridad.

Nunca sé bien
cuándo están mis ojos
más despiertos:
si antes o después.

La pulpa de penumbra guarda animales,
conchitas retorcidas y luminosas,
brillantes surcos negros,
rosas interminables.

Es una catalepsia sincopada
con el amanecer alucinado.
Es el silencio de bogar
con remos de color de sol
en un espeso lago de petróleo.
¡Petróleo!

Es tal como querer mirarlo todo
con unos catalejos que son ciegos,
pero tener la exactitud,
la indescriptible orientación

1968

La muerte espera por ahí



Las piedras crecen al compás de la raíz;
la roca mece la violencia en su vejez.
La muerte espera por ahí.

Se pierde un niño en la garganta,
toda la muerte se levanta.
Hago mal las razones,
se clava un largo duelo en la amistad,
y a descansar.

No sé, no sé, no sé, no sé, no sé, no sé
si con la risa viene el mar perdiendo fe.
La muerte espera por ahí.
Y se derriten las mañanas
pegando un clavo en las ventanas.

Puede el árbol callarse,
puede el mundo enfermarse,
las iglesias besarse:
la muerte espera por ahí.

1968

La estatua



Quizás un buen día al fin
yo sea una estatua endurecida al sol,
con fuego en su interior,
que ya no podrá regar su aliento.

Veré volar hasta mí
los pájaros libres, que harán el amor
sobre mi cuerpo azul
que ya no podré extender al viento.

Todo se enfría, desaparece:
las tardes rompen con afán de hielo
que cubre el cielo
y todo lo que puede pasar para mí.

Siguiendo la tradición
seré una silueta que podrán mirar
con interrogación,
mientras hago un infernal silencio.

El tiempo me morderá

1967

Hombrediablo



Hombrediablo es mi amigo más genial,
Hombrediablo es más que sensacional:
bebedor,
bravucón
y, además, seductor.

Conocí a Hombrediablo en la niñez
cuando aún yo no tomaba ni café.
Él ya entonces andaba a su sazón,
tenía citas y hacía alardes de matón.

Tenía mujer
y yo tenía que estudiar;
tenía mujer,
y yo, tareas que acabar.
Él crecía en el barrio de Colón,
y yo, en medio del Dante y Platón.

Siempre admiré
su situación frente al amor;
siempre admiré
sus puñetazos al mentón.
Hombrediablo es mi amigo más genial,

1970

He aprendido



He aprendido a ser paciente.
He aprendido a no esperar.
He aprendido a ser más que viento sin origen.
Traigo pronombres de confusión
para mi próximo recital.
Hoy soy más todo y nada que nunca
y más que siempre soy y no soy.
Hoy aborrezco, amo y presiento
mi inaplazable gracias al mundo.

Se anda y se comprende
que los domingos de un parque no estarán.
Lo mismo un viejo puente que una puesta de sol.
Qué día inaplazable trae las verdades…

Se anda y se comprende
que las veredas se han escondido en sí.

1969

En cualquier noche



Alta, negra y sombría,
tiene la puerta
vuelto su rostro, por su decisión
de ser testigo
de un beso de amor
en cualquier noche de adiós.

Siempre tus manos tiene,
tiene tu pelo
y oye mi voz que se aleja de ti,
y ve el ardor de tus ojos así,
en cualquier noche de adiós.

Ay, en cualquier noche
se va la vida,
en cualquier noche
triste de adiós.

Ay, venga el mañana
y venga la vida
en cualquier noche
de nuestro amor.

1967-1968


En cuál de esos planetas



Voy por el mundo de un rayo de luz
que dispara una hendija que mira hacia el sol.
El polvo viaja y parece cristal
o pequeños planetas que saben bailar.
En mi galaxia sencilla hay un sol
que es mi uña tocando el hilillo de luz:
si agito el dedo, el sistema solar
enloquece, como un remolino del mar.

¿En cuál,
en cuál de esos planetas quedas tú?
¿En cuál de esas distancias te amaré?
¿En qué pequeño mundo giraré?
¿En qué cosmicidad de un lindo juego
pondremos nuestros hijos a jugar,
bien lejos de una mano sin amor
que ponga la galaxia a delirar

Elogio de la guerra



Pienso boca a boca
―como vida de un ahogado
en el cemento congelado
de ciudades y pueblos―
que si se mira adelante,
al amor que nos arrastra,
al sentirnos respirando
se olvidarían las canciones de guerra

sobre las estatuas,
sobre los destinos,
sobre el largo espacio
que queda en camino.

Tiempo de morirse
es este paso ensimismado
donde el hombre es condenado
a morir y a reírse.
Si algún visitante
de otra estrella nos hablara,
¿con qué lengua escribiría
la metralla, las balas y el mundo?

Este es un planeta


1969

El hombre



«¿Y qué es el hombre, tú?»,
me preguntaste ayer.
No te puedo decir,
pues yo no sé muy bien.


1968

El carnaval secreto del bufón



Una gran mañana
que era temprana
sobre el suelo del sol,
encontraron recostado y dormido
a un retirado bufón.

Sus ojos brillaban
al infinito,
sin ninguna expresión,
pero de sus ojos salía el ruido
de una gran diversión.

Qué destino pervertido
de vivir para perderse
entre cintas, serpentinas
―psicodélicos papeles
que lo saquen, que lo salven
de los ruidos
de este año del amor.

1968

Defensa del trovador



¿Por dónde están los amigos y desconocidos
que esperaban debajo de mis labios,
los que esperaban sus gritos reunidos
saliendo por mi única garganta como agravios;
los que ahora dicen que ya no soy yo,
que hago cojines de una canción;
los que bien tienen derecho a opinar
pero no saben qué rumbo tomar;
los que esperaban sentados en casa
por dos guitarrazos que hicieran temblar?

 


1969

De qué valen mis razones



De qué valen mis razones,
el conocer,
el comprender,
si el corazón
nos tira en otros caminos
a nuevos destinos,
deshaciendo lazos,
pues nuevos abrazos
nos dará
el amor.

Por eso yo
pregunto a mis razones
qué van a dar
para vivir
si voy a arder
en una estrecha cadena
de suspiro y pena,
recuerdo y distancia,
deseos y ansias
de volver
para ti.

De qué vale mi razón más fuerte
si yo siento que tengo que verte.
Si en tus manos se me va el amor,
¿de qué vale razonar mejor?

De qué vale mi razón más fuerte

1967

Canción sin nombre



Mis arrugas puedes contar.
No he perdido tiempo al sufrir.
Mi camisa puedes abrir
con tal que dejes sólo un momento
lleno de paz
en mi canción
muerta de ti.

Algo arrastro, casi no estoy.
Quiero amarte pero me voy.
Tanto ruido no deja oír.
Quiero vivir.
Tírale algo —algo de paz—
a mi canción
muerta de ti.

Hay momentos en que pienso.
Hoy es un momento abierto
y puedo hablarte.
Date prisa, ven y róbame al silencio,
al susurro de los locos
que en cada rincón tropiezo
por mi calle, por mi casa,

1967

Bajo el arco del sol, la lucha armada



Hoy caminé en el lado de otro odio,
donde ronda el mundo, y yo, cuando estoy.
Y vi la realidad bajo una tempestad.
Supe que por mi herida me sangraban
otros golpes y otras furias también.
Y vi la realidad arrodillada frente al mar.



Mira mi herida en la mano que pulsa con la muerte
y óyeme el fuego descubierto en la voz.
Mira mi herida de otras regiones
como Indochina, bajo el arco del sol.


1968

Cánteme



Cánteme quien tenga el verso,
mas no con los cristales primorosos,
que el tiempo ya no es tema de retozo
sino crisol más áspero que terso.

Cánteme quien tenga tanto,
mas no para empañarme los sentidos,
que yo, como que siento, soy su amigo;
que yo, como que voy, también soy canto.

Cánteme, sí, para oírlo
como aquella canción, la que yo hiciera;
pero cánteme para aplaudirlo
por lo que supo ser ayer, hoy y después.
Cánteme para salvarlo
entre las luces que me identifican,
pero cánteme para premiarlo
por el mejor haber en el amanecer.