Qué niño luce un barco en el océano



El más profundo mundo
en todo está de vuelta.
Las formas se adelantan,
destrozan la miseria.
Montañas van abajo,
las aguas se almacenan.
Ha amanecido el ser humano.

En la corriente llueven las manos.
Qué niño luce un barco en el océano,
qué nada es.

Por otras partes llueven
los juegos del infierno:
gimen, lloran y huyen,
escapan del momento.
Y aquí se está regando
segundo tras segundo
una canción de todo el mundo.

En la corriente llueven las manos.
Qué niño luce un barco en el océano,
qué nada es.

Y cuántos hijos

Qué duro ha de ser para el poeta



 Qué duro ha de ser para el poeta
llegar al paraíso,
mirar para abajo o para arriba
y ver que nada pasa,
sólo que sus libros en pieles están
encuadernados en la biblioteca,
fichados de blanco.

Qué duro ha de ser para el poeta
llegar a los infiernos,
mirar para arriba o para abajo
y ver pasar la gente
buscándole prejuicios y chismes
entre líneas,
y anécdotas y viajes y tristezas
del mismo color.

Qué duro ha de ser para el poeta
haber hablado de los ríos
cuando llegue el tiempo en que

Proposiciones



Propongo un alto, un privilegio ciego,
un voto de confianza para hacer el amor.
Propongo un sismo en la valoración:
un día, con la verdad, ir donde haya que ir.

Y que las noches no sean detenidas
y que ni un parque se salve de la plaga.
Que no envejezca un lecho en soledades,
que ni una sábana se quede sin historia.
Ni un solo cuerpo fuera del precipicio:
que ni un guerrero se quede sin su gloria.

Propongo ver en los antepasados,
hechos a duras penas,
rotos por sus viejas mentiras.
Propongo un sismo en la valoración,

Pablo



Te conocí rasgando
el pecho de la muerte un día.
Tú no sabías nada
y eras tú quien la llevaba
de la mano.

Y así tú seguirás
sin reparar en tu ventaja:
que eres tú quien la lleva,
quien la doma y la amortaja
caminando.

Eres un espacio que se vuelve
sin espina y que se pierde
en la alegría de volverse.
Pero ya tu voz se está quedando,
ya tu mano está grabando
todo un nombre con sus dientes.

¿Quién, que no haya visto la tristeza
con sus cuatro mil cabezas,
puede oírte con descanso?
¿Quién, que no haya amado largamente

Nuestra ciudad



Nuestra ciudad,
roja por la mañana está
y negra por la noche va
frente a su mar de cielo
grande,
nuevo.

Nuestra ciudad
camina sin la soledad,
espejo de una realidad,
pues tiene un gran lucero
nuestro,
nuevo.

Los dos
respirando los parques y andando.
Los dos
caminando muy juntos las calles.
Los dos
hablando, en nuestro suelo,
la bella ciudad,
nuestra ciudad.

No soy



¿Cómo estás? No te veo desde
por la tarde y ya no soy.
No soy, pues siento que eres tú
quien da a mi vida su razón.
No soy, pues muero en los segundos
en que estoy sin ti, mi amor.

Comprende: desde hace unas horas
hasta esta canción no soy.
No soy, pues siento que eres tú
quien da a mi vida su razón.
No soy, pues muero en los segundos
en que estoy sin ti, mi amor.

Todo se vuelve un color en los ojos,
muy negro.
Ahora ya sé que mi luz es tu vida,
tus besos.

Solo, no soy la sonriente figura
que miras.

No pienses, no digas



No pienses
no digas que alguien está triste
que alguien está triste

que hay niños tras la puerta
que hay niños tras la puerta

que hay muertos comenzando
que hay muertos comenzando

no pienses
no digas

No hay nadie



Un gran pasillo en penumbras
mis pasos acecha,
como una sombra que vuela
sobre mi cabeza.

Mano con mano en la soledad,
busco una puerta con nombre
y nadie escucha, nadie dice,
nadie abre.
Sólo una risa que a veces se me pierde
entre los labios vacíos de la muerte.
Pero no hay nadie, no hay nadie,
no hay nadie.

Nadie me nombró, nadie me llamó,
sólo el silbido del viento que habló.
Yo no respondí, yo no me volví.
Todo el camino es seguir
y seguir y seguir.

Sólo el silencio vacío
me tiende los brazos,

Los cazabrujas de dores



Primer acto

Los cazadores salen,
los cazadores bailan,
los cazadores sueñan
con un planeta
de brujas por quemar.
Los cazadores buscan,
los cazadores miran,
los cazadores prenden
una candela
para salvar a Dios.

Segundo acto

Ahora sale una niña
bien correcta,
y aunque la niña
se ha cortado las trenzas,
los cazadores tiemblan
ante aquella belleza.
Pero uno tiene
cara de aberrado
y grita que dónde está
su cinturón de castidad,
y se le tiran
para quemarla en la hoguera
―por brujita―,

La oscuridad



La oscuridad
tiene una textura
trabajada
en inseguridad.

Nunca sé bien
cuándo están mis ojos
más despiertos:
si antes o después.

La pulpa de penumbra guarda animales,
conchitas retorcidas y luminosas,
brillantes surcos negros,
rosas interminables.

Es una catalepsia sincopada
con el amanecer alucinado.
Es el silencio de bogar
con remos de color de sol
en un espeso lago de petróleo.
¡Petróleo!

Es tal como querer mirarlo todo
con unos catalejos que son ciegos,
pero tener la exactitud,
la indescriptible orientación

La muerte espera por ahí



Las piedras crecen al compás de la raíz;
la roca mece la violencia en su vejez.
La muerte espera por ahí.

Se pierde un niño en la garganta,
toda la muerte se levanta.
Hago mal las razones,
se clava un largo duelo en la amistad,
y a descansar.

No sé, no sé, no sé, no sé, no sé, no sé
si con la risa viene el mar perdiendo fe.
La muerte espera por ahí.
Y se derriten las mañanas
pegando un clavo en las ventanas.

Puede el árbol callarse,
puede el mundo enfermarse,
las iglesias besarse:
la muerte espera por ahí.

La estatua



Quizás un buen día al fin
yo sea una estatua endurecida al sol,
con fuego en su interior,
que ya no podrá regar su aliento.

Veré volar hasta mí
los pájaros libres, que harán el amor
sobre mi cuerpo azul
que ya no podré extender al viento.

Todo se enfría, desaparece:
las tardes rompen con afán de hielo
que cubre el cielo
y todo lo que puede pasar para mí.

Siguiendo la tradición
seré una silueta que podrán mirar
con interrogación,
mientras hago un infernal silencio.

El tiempo me morderá

Hombrediablo



Hombrediablo es mi amigo más genial,
Hombrediablo es más que sensacional:
bebedor,
bravucón
y, además, seductor.

Conocí a Hombrediablo en la niñez
cuando aún yo no tomaba ni café.
Él ya entonces andaba a su sazón,
tenía citas y hacía alardes de matón.

Tenía mujer
y yo tenía que estudiar;
tenía mujer,
y yo, tareas que acabar.
Él crecía en el barrio de Colón,
y yo, en medio del Dante y Platón.

Siempre admiré
su situación frente al amor;
siempre admiré
sus puñetazos al mentón.
Hombrediablo es mi amigo más genial,

1970

He aprendido



He aprendido a ser paciente.
He aprendido a no esperar.
He aprendido a ser más que viento sin origen.
Traigo pronombres de confusión
para mi próximo recital.
Hoy soy más todo y nada que nunca
y más que siempre soy y no soy.
Hoy aborrezco, amo y presiento
mi inaplazable gracias al mundo.

Se anda y se comprende
que los domingos de un parque no estarán.
Lo mismo un viejo puente que una puesta de sol.
Qué día inaplazable trae las verdades…

Se anda y se comprende
que las veredas se han escondido en sí.

En cualquier noche



Alta, negra y sombría,
tiene la puerta
vuelto su rostro, por su decisión
de ser testigo
de un beso de amor
en cualquier noche de adiós.

Siempre tus manos tiene,
tiene tu pelo
y oye mi voz que se aleja de ti,
y ve ardor de tus ojos así,
en cualquier noche de adiós.

Ay, en cualquier noche
se va la vida,
en cualquier noche
triste de adiós.

Ay, venga el mañana
y venga la vida
en cualquier noche
de nuestro amor.

En cuál de esos planetas



Voy por el mundo de un rayo de luz
que dispara una hendija que mira hacia el sol.
El polvo viaja y parece cristal
o pequeños planetas que saben bailar.
En mi galaxia sencilla hay un sol
que es mi uña tocando el hilillo de luz:
si agito el dedo, el sistema solar
enloquece, como un remolino del mar.

¿En cuál,
en cuál de esos planetas quedas tú?
¿En cuál de esas distancias te amaré?
¿En qué pequeño mundo giraré?
¿En qué cosmicidad de un lindo juego
pondremos nuestros hijos a jugar,
bien lejos de una mano sin amor
que ponga la galaxia a delirar

Elogio de la guerra



Pienso boca a boca
―como vida de un ahogado
en el cemento congelado
de ciudades y pueblos―
que si se mira adelante,
al amor que nos arrastra,
al sentirnos respirando
se olvidarían las canciones de guerra

sobre las estatuas,
sobre los destinos,
sobre el largo espacio
que queda en camino.

Tiempo de morirse
es este paso ensimismado
donde el hombre es condenado
a morir y a reírse.
Si algún visitante
de otra estrella nos hablara,
¿con qué lengua escribiría
la metralla, las balas y el mundo?

Este es un planeta

El hombre



«¿Y qué es el hombre, tú?»,
me preguntaste ayer.
No te puedo decir,
pues yo no sé muy bien.

El hombre es descubrir en hoy
lo que en ayer era común;
oír unos labios deletrear
diciendo derretir,
diciendo despertar.

Es siluetearse de jabón
frente a un gran fondo de carbón;
ser una hormiga de reír
y un dinosaurio de llorar.

Es aprender la soledad,
creer luego y suspirar;
amar a ciegas el amor y despertar:
no hay gravedad.

El hombre es un balcón
que se abre y deja entrar
lo mismo el viento de una flor
que un huracán.

El carnaval secreto del bufón



Una gran mañana
que era temprana
sobre el suelo del sol,
encontraron recostado y dormido
a un retirado bufón.

Sus ojos brillaban
al infinito,
sin ninguna expresión,
pero de sus ojos salía el ruido
de una gran diversión.

Qué destino pervertido
de vivir para perderse
entre cintas, serpentinas
―psicodélicos papeles
que lo saquen, que lo salven
de los ruidos
de este año del amor.

Defensa del trovador



¿Por dónde están los amigos y desconocidos

que esperaban debajo de mis labios,

los que esperaban sus gritos reunidos

saliendo por mi única garganta como agravios;

los que ahora dicen que ya no soy yo,

que hago cojines de una canción;

los que bien tienen derecho a opinar

pero no saben qué rumbo tomar;

los que esperaban sentados en casa

por dos guitarrazos que hicieran temblar?

 

Aquel que espera de mi poesía

con una cuchara bien llena de mi nombre,

¿cuándo sabrá comenzar a esperar