Hay un ser pequeño y suave



Hay un ser pequeño y suave
bajo una cascada azul.
La cascada, como un ave,
baja vestida de luz.

Hay ese ser, hay ese ser:
niño remoto
con juguete roto
mojándose a sus pies.

Hay ese ser, hay ese ser.
Y el universo
le manda un mar inmenso
que le lave la fe.

Hay un ser pequeño y suave
bajo una cascada azul.
La cascada, como un ave,
baja vestida de luz.

Fin de año



Somos iguales, sin diferente altura;
somos iguales de anchura de cabeza:
tuvimos padre y madre, crecimos entre piedras
que quedarán por ti y por mí
en cierto porvenir de nuestro porvenir,
en otro porvenir.

Hemos nacido juntos y crecimos así:
rama del mismo árbol, azul del mismo añil.
Hoy hay que adelantarse a todo lo demás
y al diablo si sabemos: queremos saber más.

Que se empuñen fusiles de historia con valor.
Que los hijos revienten sus casas (con amor).
Que se cambien la noche y el día de lugar,

Fábula del búho y la paloma



Yo sé que soy de noche
-dijo el búho a la paloma blanca-
mientras se lamía una garra
donde se mecía una parca.

Yo sé que soy de muerte
-dijo el búho a la paloma blanca-
la noche me deja estar
por ella, sin ponerme trampas.

Ve, paloma, y haz el cuento
de mis leyendas mal contadas
donde mato sin nombre
que no es mi culpa tener ojos
donde quepa la noche.

Yo sé, paloma -dijo el búho-
que aunque canto y aunque vuelo
nadie me oye por las alas;
sé que me oyen con el miedo.

Y la paloma fue con miedo,
sana y salva, hasta su amo

Cuando despierte



Anoche he soñado que estaba en mi entierro
hablando con todos, y estaban contentos
como el ruido de un tren.

Estaban pegados en el firmamento
mis veinte esqueletos hinchados de aire
como el ruido de un tren.

Y en su lugar, posado,
mi ataúd se abrió como riendo.
Adentro estaba el día que nací
y un busto de Vallejo.

Bajo el teléfono de mi madre
había un sol de esos que hacen los niños.
Y los fieles amigos estaban allí,
y los viejos amores estaban allí,
y mis abuelos muertos estaban allí,
y mis botas de tela estaban allí.

Con Maiakovski en Moscú



El día era grande
de su estatura
un presagio de tiempos nuevos
una antesala de la fortuna.

Su canto grave rompía los credos
y cantaba canciones duras
cantaba golpes, cantaba el fuego.

Era el tiempo de los estrenos
el comienzo del porvenir
era el néctar contra el veneno
la tierra en celo, era el fusil.

Era el canto definitivo
y la vida cantó en su voz
la canción del desposeído
el canto bueno del buen cantor.

Arrebataba la poesía
de los cuellos para el encaje
y untaba en mouser la canturía.
Rompía las sedas y los ropajes

Canción del zorro



Me obligas a decir
cosas que son de mañana.
Lo que hoy es un secreto
mañana se abrirá a la luz
desnudamente,
para alivio de la frente.
Me obligas a decir
que te he visto venir.

No es que crea en el espanto
o en todo lo increíble,
pero es que he visto tanto
que parece posible
y después el quebranto,
lo terrible.

Yo vi un árbol dormido
en su fruta madura;
yo vi un tono de olvido
en la faz de la luna
y no tengo testigos
de mis dudas.

Es que se rompen cosas
cada vez que suspiro;
es que las mariposas

Canción de identidad



Porque sólo hubo un machete
porque sólo hubo un cantar
porque fue del mismo fuete
la voz que nos vio juntar

Porque yo también soy negro
y porque soy cimarrón
antes de ser este pueblo
con un solo corazón

Yo vengo a compartir la lluvia de tu casa
yo vengo a confundirme al fuego de tu amor
yo vengo a continuar con sangre nuestra raza
como una vena, como un río, como un sol.

Si el que te mata me mata
si el que te pega me da
el que te despoja saca
de mi vergüenza unidad

Por eso no siento extraño
que te cante una canción

Así



Así
cambiando nuestra tierra
en una nueva guerra
todo el amor se encierra
debajo de este sol.

Aquí
bajo el sol de este mundo
cambiar la vida juntos
cambiar la vida juntos
la vida y su canción.

Esa canción de los viejos recuerdos.
Esa canción de los tiempos tan viejos
por una nueva voz
por este nuevo amor.

Aquí
bajo el sol de este mundo
cambiar la vida juntos
cambiar la vida juntos
y cantar esta canción.

Vienes
aquí podrás mirarlos
el sol en el costado
y poniendo las manos
sobre este gran amor.

Anónimo



Un día como otro yo leía mis cartas
rascándome una ceja, solo y en voz alta,
y el último papel que me cayó en las manos
era una carta anónima, en lenguaje claro.
La escribía una mujer de timidez muy obvia,
que hablaba de su vida con tan poca gloria;
se dibujaba lágrimas y a veces risas,
con tanta sencillez como con tanta prisa.

Cuántos papeles he recibido:
fotos y textos, firmas de adorno,
cuántos pedidos.
Cuántos honores y vanidades;
cuánto espejismo; cuánto juguete
de los mortales.

Aquella muchacha no pedía mi rostro

Amor en son mayor



Cómo decir a voz en cuello
una esperanza que me sé,
con qué palabra que maldiga
el Dios, la fe por la fe.

Cómo explicar esta destreza
que tiene el cuerpo de una flor,
cosas de la naturaleza
y no de amor por amor.

Mi problema es hablar de amores,
el amor es mi viejo tema
y lo suelo cantar
de treinta mil buenas maneras,
y mi fama de guerrerista
es problema de formalismos,
porque puedo elevar los ojos
aún al borde de un abismo.

Al amor se le canta a veces
inundando una piel querida,
con el cuerpo deshecho

3,000 pájaros



Tres mil pájaros negros
volando en arrozales,
tres mil pájaros negros
con bocas de chacales.

Tres mil pájaros grises
cayeron como iguales,
tres mil pájaros grises
con alas de puñales.

Tres mil pájaros blancos
repletos de ciudades,
tres mil pájaros blancos;
sarcófagos iguales.

Tres mil, tres mil
dejaron de volar.
Tres mil, tres mil
descansen nunca en paz.

Miraron para el cielo
disparos y radares,
miraron para el cielo
en busca de animales.

Virgen de Occidente



Anoche tarde ardió mi frente
con fiebre de la oscuridad.
Era la Virgen de Occidente
que se venía a confesar.

Llegó con velo negro y roto
sucias las manos y los pies,
ojos hundidos y remotos,
labios partidos por la sed.

Y la galaxia estaba enferma,
grave de ataúd,
que iba enredándose,
que iba enredándose,
como remolino,
como caracola,
como universo,
como el olvido.

Anoche tarde ardió mi frente,
ardió de fiebre universal.
Era la Virgen de Occidente
era el amor de Lupanar.


Cuando me muera



Cuando me muera, si es que me muero, pueden cerrar la luz.
Si aún es necesario, bájenme a buena tierra -sin cruz-
para seguir teniendo la misma suerte con menos sed,
para ver los amigos que hace algún tiempo quisiera ver.

Cuando me muera, si es que me muero, pueden jugar así:
que alguien me haga cosquillas a ver si lo puedo resistir.
Otro puede inventar que me gustaría una canción,
y la mujer que quiera, que juegue a hacerse la que me amó.

Cuando me muera, si es que me muero,
no iré con Dios ni con Satán.
Me iré conmigo a buscar más cosas a otro lugar,

1970

Has sido echado



Has sido echado del cuerpo a patadas,
cuando más cerca te hallabas del reposo.
Has sido echado del abrazo a patadas,
cuando el calor comenzaba
a resultarte mejor.
Has sido echado del techo a patadas,
cuando empezaba a servirte para el frío.
Has sido echado de la calle a patadas,
cuando empezó a ser abrigo
el frío colgando del sol.

Has sido echado del polvo una vez
y al polvo vuelves más tarde.
Vas repartido en miserias de animal
y en ciertas risas también.
Así, de cerca, pareces un señor
con una altura de mito,

1970

Navegando hacia el Este



Navegando hacia el Este está
la ciudad de los recuerdos,
rara población de oscuridad.
Navegando hacia el Este está
su perfil de joyería,
con una trastienda de cartón.

Yendo hacia el Este
llegué peregrinando,
llegué palideciendo.
Yendo hacia el Este
crucé su umbral silbando,
crucé su umbral oyendo.
Y así, silvestres,
aparecieron cien mil visiones
en las esquinas,
en las tabernas,
en las mujeres,
como guardianes desiertos.

Navegando hacia el Este está
la ciudad de cien cabezas
y en cada cabeza estaba yo.

1970

Suave niña



Suave niña,
mía desde que lo que sueño es tu verdad,
tu presencia es irrompible por su suavidad.
Suave niña
de anatomía que es capaz de asesinar,
parte tu deseo en dos y dame una mitad.

Mi suave niña de memoria,
estás durmiendo en mi tacto;
mi suave niña de memoria,
estás rompiéndome las sienes;
mi suave niña de memoria,
estás llevándome por una carretera larga,
como a un aro de rodar.

Oh, suave niña, suave niña;
niña suave y mía.

Suave niña,
estoy buscando nuevos nombres para ti:
ya he gastado todos los susurros que aprendí.

1970

Puedes matarme, si lo prefieres



Me empieza a incomodar
que te lamentes como si fueras
un pajarito abandonado
a la merced de mí.
Me empieza a incomodar
que lloriquees irremediable.
El que te vea va a pensar
que te asesinan.

Sé que te estoy destrozando,
sé que te estoy extinguiendo tanto
que tu tamaño ya no se ve;
sé que en un dedal ya bailarías,
que en una simple gota de agua
podrías ahogarte.
Ya sé todo eso.

1970

Una vieja visión



No se engañen mis amigos.
La figura de mis sueños no la he dicho,
no he contado una vieja visión.
Es un niño con un rostro
donde puede encontrarse una risa
más vehemente que el pasado y la fe.

Su sonrisa ha de ser de absoluto poder.
Su sonrisa ha de ser de ventana solar.
Su sonrisa ha de ser su conquista mayor.
Lo veo jugando en la yerba brillante,
regocijado, barriendo soldados con una ramita,
regocijado, tumbando cañones con una pelota,
regocijado.
Y entonces, con una mano limpia,
toma un montón de tierra para olerla bien.

1969

A quien pueda interesar



¿Cómo andan, hola, qué tal?
(a quien pueda interesar)
¿Cómo andan, hola, qué tal?:
¡soy feliz de regresar!

Ahora heme aquí,
entre ustedes en la vida otra vez.
Ahora heme aquí,
con un poco de agua fría en los pies.
Ya regresé
y el que quiera puede ya sonreír,
el que quiera puede irse a llorar,
y al que quiera puede darle igual.

Estoy hablando a quien pueda interesar,
pero ante todo tengo que ordenar mis cosas.
Es que he traído demasiados documentos
sobre el mar,
es que he traído demasiada inspiración.
Estoy hablando a quien pueda interesar, \r¿Cómo andan, hola, qué tal?
(a quien pueda interes

1969

Al venir hacia acá



Al venir hacia acá
iba mirando el color de la acera.
Era gris, como siempre,
algo sucia y gastada.
También conté las grietas
y había cuarenta y tres nidos de hormigas.

Al venir hacia acá
iba escuchando el sonido del aire.
Era confuso y mezclado
en camiones y puertas.
La gente se besaba
y había ruidos sin nombre ni apariencia.

Al venir hacia acá
iba lentamente,
como una ceremonia
secreta del camino.
Al venir hacia acá
iba sonriendo,
tranquilo y poderoso
como cualquiera que anda.

Al venir hacia acá
iba tocando la piel de algún árbol.
Eran húmedas, suaves\rAl venir hacia acá
iba mirando el col

1969