La verdadera dimensión de las cosas
La conocí de noche por costumbre,
en cierto funeral de la cabeza
y, aunque ahora me lleno de detalles,
no recuerdo ni el nombre de la calle:
así estaba de oscura la tristeza.
Siempre la conocí con el enigma
que todavía la sigue como un perro:
esa mezcla de sueños de esmeralda
que lo mismo te besan las espaldas
que te dan puntapiés como de hierros.
El día del amor me parecía
que el planeta vivía de mi aliento,
que mis pulmones eran de la tierra
como son las granadas de la guerra
o como son los pájaros del viento.
en cierto funeral de la cabeza
y, aunque ahora me lleno de detalles,
no recuerdo ni el nombre de la calle:
así estaba de oscura la tristeza.
Siempre la conocí con el enigma
que todavía la sigue como un perro:
esa mezcla de sueños de esmeralda
que lo mismo te besan las espaldas
que te dan puntapiés como de hierros.
El día del amor me parecía
que el planeta vivía de mi aliento,
que mis pulmones eran de la tierra
como son las granadas de la guerra
o como son los pájaros del viento.