Te doy una canción



Cómo gasto papeles recordándote,
cómo me haces hablar en el silencio.
Cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me ve nunca contigo.
Y cómo pasa el tiempo, que de pronto son años
sin pasar tú por mí, detenida.

Te doy una canción si abro una puerta
y de las sombras sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor.
Y si no lo apareces, no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera, me detengo:
la ciudad se derrumba y yo cantando.


1970

Río



Hoy sé que no hay nada imposible,
anoche supe la verdad:
Creía mi alma inservible,
pero era cansancio vulgar nada más.

Tú eres un don de la brisa,
un ser de la resurrección,
un pájaro con una risa
capaz de arrastrar a la noche hasta el sol.

Río, río, río. Río de verdad,
como un animal que ha sido puesto en libertad.

Río,
me dejo ir en mano alegre,
voy previendo,
porque mañana a lo mejor hay un entierro
y una mordida de pantera en lo más mío.

Río,
y no es un desafío
a la vida del sueño:


1976

¿Qué hago ahora?



¿Dónde pongo lo hallado
en las calles, los libros, la noche,
los rostros en que te he buscado?

¿Dónde pongo lo hallado
en la tierra, en tu nombre, en la Biblia,
en el día que al fin te he encontrado?

¿Qué le digo a la muerte, tantas veces llamada
a mi lado que, al cabo, se ha vuelto mi hermana?
¿Qué le digo a la gloria vacía de estar solo,
haciéndome el triste, haciéndome el lobo?


1969

Ya no te espero



Ya no te espero.
Llegarás, pero más fuerte,
más violenta la corriente
dibujándose en el suelo
de mi pecho, de mis dedos.
Llegarás con mucha muerte.

Ya no te espero.
Ya eché abajo ayer mis puertas.
Las ventanas bien despiertas
al viento y al aguacero,
a la selva, al sol, al fuego.
Llegarás a casa abierta.

Ya no te espero.
Ya es el tiempo que fascina.
Ya es bendición que camina
a manos del desespero.
Ya es bestia de los potreros
saltando a quien la domina.

Ya no te espero.
Ya estoy regresando solo


1975

En estos días



En estos días
todo el viento del mundo sopla en tu dirección.
La Osa Mayor corrige la punta de su cola
y te corona
con la estrella que guía,
la mía.

Los mares se han torcido
con no poco dolor hacia tus costas.
La lluvia dibuja en tu cabeza
la sed de millones de árboles.
Las flores te maldicen muriendo,
celosas.

En estos días
no sale el sol,
sino tu rostro.
Y en el silencio
sordo del tiempo
gritan tus ojos.

Ay de estos días terribles,
ay de lo indescriptible.

En estos días


1977

Mujeres



Me estremeció la mujer que empinaba sus hijos
hacia la estrella de aquella otra madre mayor.
Y cómo los recogía del polvo teñido
para enterrarlos debajo de su corazón.

Me estremeció la mujer del poeta, el caudillo,
siempre a la sombra y llenando un espacio vital.
Me estremeció la mujer que incendiaba los trillos
de la melena invencible de aquel alemán.

Me estremeció la muchacha,
hija de aquel feroz continente,
que se marchó de su casa
para otra de toda la gente.

Me han estremecido un montón de mujeres:


1977

Al final de este viaje en la vida



Al final de este viaje en la vida, quedarán
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.

Al final de este viaje en la vida, quedará
nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.

Somos prehistoria que tendrá el futuro.
Somos los anales remotos del hombre.
Estos años son el pasado del cielo.

Estos años son
cierta agilidad
con que el sol
te dibuja
en el porvenir.
Son la verdad o el fin.
Son Dios.

Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.


1970, Atlántico

Qué se puede hacer con el amor



Qué se puede hacer con el amor,
qué se puede hacer si es cosa de él.
Qué se puede hacer
si siempre el cariño nos sale tan bien.

La Habana, día de un año.
En la esquina está esperando
casi una niña.
Por la cintura acorta las faldas
―que ya eran cortas para sus padres―,
espera a un muchacho de secundaria
―en casa no dejan que vea a nadie.
Y así dan cuenta de un buen amor,
de un solo amor,
porque...

Qué se puede hacer con el amor,
qué se puede hacer si es cosa de él.
Qué se puede hacer
si siempre el cariño nos sale tan bien.


1969

Aunque no esté de moda



Hoy de mí hacia ti, hoy de ti hacia mí,
quiero hacerte un regalo viejo.
Desempolvemos algo las pasiones lejanas,
algo de aquellos sueños sin ventanas.
Vivamos de corrido, sin hacer poesía,
aprendamos palabras de la vida.

Desnudémonos pues, como viejos amantes,
que lo mismo de siempre nos queda delante.
Desnudémonos pues, como viejos amantes:
que se apague la luz y que el sol se levante.

Te quiero salvar de tu desnudez
en pleno centro de la soledad.
Me quiero salvar haciendo revolución
desde tu cuerpo de cristal.


1969

Óleo de mujer con sombrero



Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo;
se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura debajo de mí.
Se ha perdido mi forma de amar;
se ha perdido mi huella en su mar.

Veo una luz que vacila
y promete dejarnos a oscuras;
veo un perro ladrando a la luna,
con otra figura que recuerda a mí.
Veo más: veo que no me halló;
veo más: veo que se perdió.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan
a amores o a historias, se quedan allí:
ni el recuerdo los puede salvar,

1970

Debo partirme en dos



No se crean que es majadería,
que nadie se levante aunque me ría:
hace rato que vengo lidiando con gente
que dice que yo canto cosas indecentes.

«Te quiero, mi amor, no me dejes solo;
no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.»

¿No ven?, ya soy decente, me fue fácil.
Que el público se agrupe y que me aclame.
Que se acerquen los niños, los amantes del ritmo.
Que se queden sentados los intelectuales.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.

Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar


1969, Atlántico

Resumen de noticias



He estado al alcance de todos los bolsillos,
porque no cuesta nada mirarse para dentro.
He estado al alcance de todas las manos
que han querido tocar mi mano amigamente.

Pero, pobre de mí, no he estado con los presos
de su propia cabeza acomodada.
No he estado en los que ríen con sólo media risa,
los delimitadores de las primaveras.

No he estado en los archivos ni en las papelerías
y se me archiva en copias y no en originales.
No he estado en los mercados grandes de la palabra,
pero he dicho lo mío, a tiempo y sonriente.


1970, Atlántico

La era está pariendo un corazón



Le he preguntado a mi sombra
a ver cómo ando para reírme,
mientras el llanto, con voz de templo,
rompe en la sala regando el tiempo.

Mi sombra dice que reírse
es ver los llantos como mi llanto.
Y me he callado, desesperado.
Y escucho entonces: la tierra llora.

La era está pariendo un corazón.
No puede más, se muere de dolor,
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir
en cualquier selva del mundo,
en cualquier calle.

Debo dejar la casa y el sillón.
La madre vive hasta que muere el sol,
y hay que quemar el cielo


1967

Ojalá



Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo
cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal
ojalá que la lluvia deje de ser milagro
que baja por tu cuerpo
ojalá que la luna pueda salir sin ti
ojalá que la tierra no te bese los pasos

Ojalá se te acabe la mirada constante
la palabra precisa la sonrisa perfecta
ojalá pase algo que te borre de pronto
una luz cegadora un disparo de nieve
ojalá por lo menos que me lleve la muerte
para no verte tanto para no verte siempre
en todos los segundos en todas las visiones


1969, Atlántico

La familia, la propiedad privada y el amor



El derrumbe de un sueño,
algo hallado pasando
resultabas ser tú.
Una esponja sin dueño,
un silbido buscando
resultaba ser yo.
Cuando se hallan dos balas
sobre un campo de guerra,
algo debe ocurrir
que prediga el amor:
de cabeza hacia el suelo
una nube vendrá
o estampidas de tiempo
los ojos tendrán.
Fue preciso algo siempre
y no fue porque tú
tenías lazos blancos en la piel,

tenías precio puesto desde ayer,

valías cuatro cuños de la ley,
tú,
sentada sobre el miedo de correr.

Una buena muchacha


1969

Días y Flores



Si me levanto temprano,
fresco y curado, claro y feliz,
y te digo: «voy al bosque
para aliviarme de ti»,
sabe que dentro tengo un tesoro
que me llega a la raíz.

Si luego vuelvo cargado
con muchas flores ―mucho color―
y te las pongo en la risa,
en la ternura, en la voz,
es que he mojado en flor mi camisa
para teñir su sudor.

Pero si un día me demoro
no te impacientes,
yo volveré más tarde.


1974

Santiago de Chile



Allí amé a una mujer terrible,
llorando por el humo siempre eterno
de aquella ciudad acorralada
por símbolos de invierno.

Allí aprendí a quitar con piel el frío
y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma.

Eso no está muerto:
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Allí, entre los cerros, tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
Allí yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.

Allí nuestra canción se hizo pequeña


1973

En el claro de la luna



En el claro de la luna
donde quiero ir a jugar,
duerme la reina fortuna
que tendrá que madrugar.

Mi guardiana de la suerte
sueña, cercada de flor,
que me salvas de la muerte
con fortuna en el amor.

Sueña, talismán querido,
sueña mi abeja y su edad;
sueña y, si lo he merecido,
sueña mi felicidad.

Sueña caballos cerreros,
suéñame el viento del sur;
sueña un tiempo de aguaceros
en el valle de la luz.

Sueña lo que hago y no digo,
sueña en plena libertad;
sueña que hay días en que vivo,
sueña lo que hay que callar.


1974

Yo digo que las estrellas



Yo digo que las estrellas
le dan gracias a la noche,
porque encima de otro coche
no pueden lucir tan bellas.

Y digo que es culpa de ella
―de la noche― el universo,
cual son culpables los versos
de que haya noches y estrellas.

Yo digo que no hay quien crezca
más allá de lo que vale
―y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se arresta.

Y digo que el que se presta
para peón del veneno
es doble tonto, y no quiero
ser bailarín de su fiesta.

Yo digo que no hay talante
más claro que el ir desnudo,


1973