Una vez, un campesino de un país latinoamericano al que un médico cubano había curado, dijo que lo que más le impresionaba era que “Cuba no ofrecía lo que le sobraba, sino que compartía lo que tenía”.
La anterior anécdota es, obvio, de un cubano que ha compartido durante décadas bellos grafemas sonorizados con una intangible paleta de colores, con la que ha pintado ideas, pensamientos e introspecciones en el lienzo de la vida