Combustible
La nave, invisible, estaba posada en un bosque, cerca de una ciudad. Tenía una sala de mandos circular de iridiscencia nívea. Su techo eran las estrellas.
Flotando bajo la visión de la galaxia, dos figuras conversaban a través del silencio. Sus rostros eran casi humanos. Las cuencas, situadas donde los hombres llevan ojos, guardaban otros instrumentos de percepción. Sus labios eran grietas en el semblante de cera. Sus cráneos lisos apenas emergían de las gruesas capuchas.
“¿Crees que resultará?”, ―pensó uno.
Flotando bajo la visión de la galaxia, dos figuras conversaban a través del silencio. Sus rostros eran casi humanos. Las cuencas, situadas donde los hombres llevan ojos, guardaban otros instrumentos de percepción. Sus labios eran grietas en el semblante de cera. Sus cráneos lisos apenas emergían de las gruesas capuchas.
“¿Crees que resultará?”, ―pensó uno.